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LOS ASESINATOS Y FUSILAMIENTOS DE OPOSITORES POLÍTICOS DURANTE EL GOBIERNO DE GUALBERTO VILLARROEL


¡Que tal amigos...! Hoy les traemos un par de cortos artículos bastante interesantes. ¿Como creen ustedes que fue el periodo de tiempo que gobernó Gualberto Villarroel? ¿Creen que fue bueno o malo?.
Pues no les tenemos la respuesta, pero les traemos un par de notas bastante interesantes, el primero es de Guadalupe Peres, y el segundo de Tomas Molina. ¡Disfrutenlo!

21 DE NOVIEMBRE DE 1944 

Por: Guadalupe Peres Cajías. 

¿Cuál fue la importancia de esa jornada en la historia nacional?
Primero, es preciso contextualizar. Gualberto Villarroel ha asumido la presidencia en Bolivia. Franz Tamayo es presidente de la Asamblea Nacional. Hay tensiones políticas, fruto de una guerra con el Paraguay, una matanza en Catavi, los debates sobre los precios de los minerales y el nuevo protagonismo de la clase obrera. Las ansias de poder proliferan. Están hambrientas. Mientras, Radepa vigila celosamente a los actores políticos que no comulguen con el oficialismo. Entonces, ocurre lo inevitable, la conspiración. 
Desde Oruro, un grupo de opositores fracasa en su intento por derrocar al gobierno de turno. Se decide imponerles la pena máxima, sin juicio y sin discreción. Es la noche del 19 de noviembre y luego de un viaje en camioneta, los condenados (Brito, Paccieri, Garrón y Loaiza) son asesinados cerca del pueblo de Challacollo. En otro destino lejano, Chuspipata, otros "conspiradores” corren la misma suerte (Calvo, Capriles, Salinas, Aramayo, Terrazas y Ramos). El Gobierno anuncia el 21 de noviembre de 1944 sobre estos fusilamientos, a través de una nota firmada por el mayor Jorge Eguino. La población está conmovida y la oposición aprovechará este sentimiento. 
Como afirma Roberto Querejazu (1977), "si la matanza de Catavi fue la bandera enarbolada del MNR y la Radepa en su revuelta contra Peñaranda, los ‘crímenes de Challacollo y Chuspipata’ se convirtieron en las del PIR y los partidos tradicionales para arrastrar a la opinión pública contra Villarroel”.  
Así, la primera (y más importante) consecuencia de las jornadas de noviembre habría sido el derrocamiento del presidente, dos años después. Y la caída de Villarroel significaría el inicio del sexenio (1946-1952), la antesala de un importante hito de la historia boliviana: la revolución nacional. 
Sin embargo, también hay otra secuela de noviembre de 1944, aquélla que se impregnó en la imagen de Tamayo. Hasta entonces, el multifacético autor había sido reconocido como un pensador destacable y un crítico a la tiranía. No obstante, su cargo político -durante el aniquilamiento de los mencionados opositores- ponía en duda aquella conceptualización. En consecuencia, en 1947, en el folleto "Tamayo rinde cuentas”, el paceño alegó la importancia de su rechazada Ley Capital, donde proponía la condena al tiranicidio. 
"Tamayo (…) mantuvo la convicción de que si se hubiese aplicado su proyecto, no se habrían entronizado más dictaduras ni gobiernos autoritarios y abusivos en Bolivia”, afirma Mariano Baptista Gumucio (1988). 
Pero la historia no siempre perdona. Por lo mismo, es probable que Tamayo tenga un mayor número de críticos como representante político que como intelectual. Y no es que tuviera pocos cuestionadores a su labor literaria y a sus reflexiones pedagógicas. Pero los eventos de 1944 trascendieron su imagen de actor público. Quizás por ello, el dramaturgo Percy Jiménez y el grupo Textos que Migran hayan escogido este punto de partida para hablar del personaje de los billetes de 200, del autor de Prometheida, del interlocutor de Arguedas. Y estoy convencida que fue una decisión novedosa, interesante y, sobre todo, interpeladora. Habrá que ver qué preguntas tiene usted, señor lector, al salir de la función.

(Fragmento de su artículo periodístico publicado en Página Siete)
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21 DE JULIO, COLGAMIENTO DE VILLARROEL 

Por: Tomas Molina Céspedes. / 21 de julio de 2017.

 Un día como hoy, 21 de julio de 1946, fue bárbaramente colgado de un farol en la Plaza Murillo el Presidente Gualberto Villarroel, por una horda salvaje que escribió una de las páginas más negras de nuestra historia. ¿Qué pasó? ¿Cuál la causa de tan desdichado suceso? No hay efecto sin causa. En algunos párrafos del libro “UNZAGA, HOMICIDIO O SUICIDIO”, señalamos lo siguiente:
 “… Hace apenas unos pocos años, más concretamente el 20 de diciembre de 1943, luego de una de tantas asonadas fracasadas que registra nuestra triste histórica política, el gobierno militar-civil del Mayor Gualberto Villarroel, del que formaba parte del MNR, dio la orden de fusilar en Oruro a cuatro de sus adversarios. Las víctimas eran militares y civiles: Los coroneles Fernando Garrón y Eduardo Paccieri y los ingenieros Humberto Loaiza y Miguel Brito. La orden se ejecutó  a las 6.30 de la mañana, en un páramo frío y oscuro cercano a Caracollo. Los preparativos de la vil ejecución tuvieron lugar a la luz de los potentes faroles de un automóvil y un camión en los que habían sido trasladados los inmolados y sus verdugos. 
 A Hrs. 20:00 del día anterior, el Prefecto de Oruro, Mayor Inocencio Valencia Valle, había hecho conocer al Ministro de Gobierno My. Alfonso Quinteros, que la plaza estaba en su poder y que había apresado a muchos revoltosos. Una hora después el Director General de Policías, Mayor Jorge Eguino, le transmitía la orden de FUSILAR inmediatamente a cuatro de los conspiradores. Ante orden tan brutal, creyendo que apaciguados los ánimos se la dejaría sin efecto, el Prefecto no se apresuró en cumplirla, causando la impaciencia e indignación de los jefes del gobierno. A Hrs. 05.45 el My. EGUINO por el teléfono le espetó al Prefecto Valencia por “tanta ceremonia, vacilación y máxima demora, discordante con las medidas  y criterio del gobierno”. Luego señaló amenazadoramente: “Lamento exteriorizar mi franca censura por espera de toda la noche de OFICIALES aquí presentes”. Lo que significa que todos los militares de este gobierno, a la cabeza de Gualberto Villarroel, sedientos de sangre no conciliaban el sueño en espera de las noticias de la ejección.
 Durante la travesía a Caracollo, en la oscuridad de la noche, los cuatro prisioneros se mantuvieron en absoluto silencio, tal vez creyendo que el viejo Ford de la policía los trasladaba al destierro. A ninguno se le pasó por la mente que en La Paz, a esas mismas horas, había gente desesperada que reclamaba por sus muertes… Mientras este acto de barbarie ocurría en Caracollo, a unos 300 kilómetros, en un lugar de La Paz camino a los Yungas, llamado Chuspipata, se ejecutaba con la misma sangre fría a otros cinco opositores al régimen. Ellos eran los senadores Luis Calvo y Félix Capriles, el general Demetrio Ramos y los ex – Ministros Rubén Terrazas y Carlos Salinas Aramayo. Eminentes hombres públicos cuya sangre se derramó inútilmente en un profundo barranco hoy conocido como el Abismo Maldito… Eran tiempos terribles en los que se fusilaba a senadores en ejercicio… Era tanta la soberbia y la impunidad con la que actuaba el gobierno de Villarroel, que al día siguiente todas las radios y la prensa, hacían conocer un lacónico comunicado firmado por el My. Jorge Eguino, que textualmente decía: “Hasta el momento han sido fusilados, por haber sido los principales dirigentes en el movimiento sedicioso, los siguientes: Gral. Demetrio Ramos, Cnl. Fernando Garrón, Cnl. Eduardo Paccieri, Sr. Humberto Loaiza Beltrán, Sr. Rubén Terrazas y Sr. Carlos Salinas Aramayo. El Cnl. Miguel Brito se suicidó en la población de Caquena, habiendo conseguido fugar el Gral. Ovidio Quiroga. Se encuentran detenidos en Charaña, para su traslado a esta ciudad, los Sres. Tcnl. Luis Olmos, My. Armando Pinto y Sr. Héctor Diez de Medina”.
 El comunicado nada decía sobre el fusilamiento de los senadores Capriles y Calvo… Estos crímenes y muchos otros abusos cometidos por el gobierno de Villarroel prendieron los motores de la despiadada maquinaria política, que dos años después escribiría una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia, con el colgamiento del Presidente Villarroel y varios de sus principales colaboradores…”


Fotografía: En 1947 el periódico La Razón hizo un reporte sobre las víctimas de aquellas ejecuciones. 
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// Historias de Bolivia.

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