Por: José Antonio Loayza.
SIMÓN I. PATIÑO, Y SUS AGOREROS AGOSTOS…
Juguemos a los agoreros: Dice el Horóscopo numerológico que para los nacidos como Patiño, el 1 de junio de 1860, agosto es un mes extraordinario, de dominio, de habilidad, de capacidad, de positividad, y de ser magnéticos, extrovertidos y ambiciosos. Veamos si el Horóscopo de referencia, acierta con la trayectoria de su vida numérica y propósito de vida.
Cuando el español Juan del Valle abandonó la montaña de Llallagua, y vio que los rodados que encontró no era rica plata rosicler sino un polvo parduzco y vil llamado estaño, los lugareños llamaron a la montaña: Juan del Valle, y nadie la visitó hasta 1872.
En 1872, con los ojos teñidos por el ascua de un presagio, apareció un tal Honorato Blacutt, que después de descansar sobre una piedra algo húmeda se libró de morir con el corazón explotado. Bautizó a la mina con el nombre de LA SALVADORA. En 1875 la abandonó, y se fue por el camino de Juan del Valle, desilusionado y con las bolsas vacías. Un provinciano comentó que el Tío de la mina le preguntó al desventurado cuál era su nombre, y éste le dijo Honorato Blacutt… y en ese instante un derrumbe partió en dos la piedra dura de la galería y el minero entendió que no era el elegido, y con una actitud pasiva por no decir escurridiza, huyó del lugar y escuchó tras de él una risa audible pero no visible de un cuerpo casi vivo con aliento a fuego.
El turno le tocó a Miguel Olivares, quien pidió la pertenencia de Juan del Valle, que le fue concedida por sentencia el 10 DE AGOSTO DE 1894. Se posesionó de ella y después de trabajarla catorce meses, ganó una gran joroba por su mala postura en un paraje estrecho, y al no encontrar nada, la revendió por 80 bolivianos a su ayudante Sergio Oporto, quien empezó a trabajar con muy poca posibilidad de éxito.
Cuentan los que se anuncian como esclarecedores de lo oculto, que un día Sergio Oporto viajó a caballo desde la mina La Salvadora de Uncía, hasta la Casa Alemana Jermán Fricke & Cía. de Oruro. Allá esperó, agitado y de pie, el momento oportuno para conversar a solas con el ingenuo Simón Patiño, de quien creía era el más incauto de los empleados con el fin de convertirlo en su mejor confidente, y con quien habló antes y ambos coincidieron con inusual asombro que su mina estaba casualmente, ¡en la espalda de la mina de Pastor Sainz!, el dueño de Llallagua, el ricacho de moda. ¿Justo atrás de Sainz?, preguntó el modesto empleado después de llevarlo a Oporto tras las gradas con una sonrisa ensayada de cómplice, y con la intención de pedirle en voz baja que sea prudente y vuelva pronto con los títulos de propiedad, mientras lo regocijaba con algunas palmadas.
Oporto recordó cómo tuvo que convencerlo a Patiño usando ardides, preguntándole qué desearía, si un bolsón lleno de estaño o una bolsa vacía de dinero, y guiñándole el ojo le preguntó si conocía a alguna persona, a una sola, y no a diez mil para que participe de su suerte y tengan diez mil veces más para que juntos lo multipliquen por diez mil felicidades. Después de aficionarlo sutilmente y de divagar en voz baja sobre las virtudes de la mina, Patiño, con un tono ingenuo por haber sido elegido para esa venturosa misión, le dijo que aceptaba los peligros así resultaran inútiles, y se brindó a ayudar como un obrero más pero que se quedaría a trabajar para vender el estaño y para facilitarle avíos y adelantos. De ese modo el asunto terminó en una notaría y se formó el 26 DE AGOSTO DE 1895, la sociedad legal “Sociedad Patiño–Oporto”. Muy pronto Patiño sopesó la necesidad de trabajar solo, sin depender de nadie, y le hizo a Oporto una propuesta draculiana y draconiana:
Según el Estado de Cuentas del 26 de agosto de 1895 al 1º de agosto de 1897, los socios debían Bs. 8.449. Sumando las mercaderías y restando las habilitaciones, gastos judiciales y gastos de explotación, saldaba Bs. 4.584,72, menos el aporte de Bs. 4.000 de Patiño (que nunca puso), quedaba para Oporto Bs. 584,72. Patiño en un acto “humano”, le ofreció Bs. 1.000, si le ayudaba como Procurador de causas en los trámites pendientes, y una gratificación de Bs. 200 contra la entrega de las acciones que poseía Miguel Olivares, y el 10% que tenía en su poder Fricke. Oporto no se dio cuenta del engaño, incluso ya estando viejo, encorvado y sin sentidos, aún sumaba y restaba la rendición de cuentas que antes no pudo calcular, porque se aterró cuando recibió de sopetón el plazo urgente de 8 días que le dio Patiño para que abandone y le entregue la mina, el ingenio, la pulpería y todas las existencias de la extinguida sociedad, y el pávido Sergio Oporto, aceptó.
"En la ciudad de Oruro, a horas dos y media de la tarde del día 16 DE AGOSTO DE 1897: Ante mí el ciudadano Zacarías González, Notario y Actuario de Minas del Departamento con residencia fija en la capital y testigos que al final irán nombrados y suscritos, fueron presentes los señores Sergio Oporto, mayor de edad, soltero, minero, natural de Chayanta con precaria residencia en ésta, boliviano; y Don Simón I. Patiño, mayor de edad, casado, natural de Cochabamba, comerciante, también boliviano, ambas personas hábiles y capaces para ejercer sus derechos civiles, a quienes de conocerlos y de su capacidad para este otorgamiento, doy fe y dijo el primero, Señor Sergio Oporto, que como dueño de unas acciones mineras, disuelve la sociedad que tuvieron pactada con su consocio señor Simón I. Patiño y le transfiere a su vez a este Señor el grupo minero denominado La Salvadora, inclusive las acciones que tiene en el ingenio, con todos sus útiles y enseres respectivos que se hallan situados en el asiento minero de Uncía, provincia de Charcas, Cantón Chayanta, que transfiere en venta al señor Simón I. Patiño...”.
En agosto de 1894, se descubrió “La Salvadora”.
En agosto de 1895, se formó la “Sociedad Patiño-Oporto”.
En agosto de 1897, Patiño quedó como único dueño y formó la: "Empresa Minera La Salvadora, Simón I. Patiño, Uncía".
Dice finalmente su horóscopo, que deben realizarse rituales para atraer la fortuna. Y Patiño practicaba ritos, incluso con canciones y expresiones liricas. ¿Será por eso que en el mes de agosto, los mineros en todos los sectores de Bolivia, realizan sus costumbres dedicados a la Pachamama (madre tierra), y al "Tío de la mina" (deidad minera), pidiéndole suerte y vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario