Por: Marco Antonio Flores Nogales - Licenciado, periodista y
presidente de la Sociedad de Historia de la Guerra del Chaco / Este artículo
apareció publicado en el periódico La Patria el 19 de septiembre de 2010.
Tarija.- "Yo soy del Batallón Tres Pasos Al
Frente", me dijo muy orgulloso y en tono de voz elevado. Estaba frente al
coronel Miguel Azurduy Estenssoro, hombre nonagenario, de ojos claros, tez
blanca y cabellos de plata.
No fuimos los primeros en llegar a su casa ubicada frente a
la vieja catedral de Tarija, dos monjitas muy amables se nos adelantaron en la
conversación, pues ellas venían, presumo por lo que vi, por una razón, la de
pedir caridad y nuestro héroe entregó su colaboración.
Inmediatamente después nos abrió la puerta de su casa, en
cuya pared existe una plaqueta de reconocimiento, para que los ocasionales
turistas sepan quién vive en esa casa y los jovenzuelos jamás se atrevan a
pintarla, ni con mensajes de amor o a lo mejor políticos.
Al principio y como era de esperar, mucha desconfianza en
él, pero luego entendió el objetivo de la entrevista, para dejar y dar rienda
suelta a todos su conocimiento y vivencia personal en la guerra.
En ningún momento perdió la fuerza de su voz, siempre atento
a las preguntas y rápidamente regalando una respuesta para la historia.
Miguel Azurduy Estenssoro, nació el 3 de julio de 1915, en
Tarija, se fue al Colegio Militar, y participó activamente en la Guerra del
Chaco. Luego culminó su carrera militar e incluso llegó a ser comandante de la
Segunda División de Ejército y Prefecto del Departamento de Oruro, tierra a la
cual recuerda con mucho cariño.
TESTIMONIO
¿Cómo y cuándo fue usted a la guerra?
Un 6 de octubre de 1933, cuando era un cadete,
sorpresivamente sonó la campana y salimos a formar todo el Colegio Militar,
grandísima fue mi sorpresa al verlo al general Hans Kundt y por intermedio del
mayor Palenque se nos preguntó: "Señores cadetes, por su voluntad los que
quieren entrar a la Guerra del Chaco den tres pasos al frente".
Como si fuéramos un solo hombre, todo el batallón dio los
tres pasos al frente.
El mayor Palenque nos volvió a reflexionar indicando que aún
éramos muchachos y que no nos dejemos llevar por el ímpetu de coraje de la
juventud por el amor a la Patria y nos volvió a pedir que lo pensáramos.
Nuevamente preguntó: "El que desee ir a la guerra, dé
tres pasos al frente". La respuesta fue la misma, todos dimos tres pasos
al frente. Ese día nos bautizaron como el Batallón Tres Pasos al Frente.
Ahora quedamos muy pocos sobreviviente de ese
batallón.
¿Recuerda cuándo entró a la zona de operaciones militares?
Entré en el valeroso batallón de cadetes denominado como
Tres Pasos al Frente, a la zona de operaciones el 16 de octubre de 1933. Tenía
17 años, cuando estaba destinado en el Regimiento Castrillo 6 de Caballería,
permanecí 2 años en la guerra, participando en todas las acciones que tuvo el
regimiento y en otras acciones particulares que me asignaban como misión.
Esas acciones Dios mediante las cumplí satisfactoriamente.
La mayoría de mis camaradas teníamos entre 16 y 17 años,
éramos unos muchachos, muy jóvenes cuando fuimos a pelear heroicamente frente
al enemigo paraguayo.
¿En la guerra con el Paraguay, todos los soldados tuvieron
su "bautizo", cómo fue el suyo?
Me acuerdo mi primer día de combate o "bautizo",
todos esperábamos que el choque fuerte del enemigo, yo desplegué mi gente y
esperé al enemigo. No me causó mucha impresión mi bautizo de guerra porque yo
sabía que estábamos frente a un enemigo fuerte y valiente.
Hubo un impresionante intercambio de disparos entre ambas
líneas, de las pequeñas unidades que nos encontrábamos en ese momento para
tomar Picuiba.
El soldado paraguayo era un soldado valiente, un poco
abusivo cuando tomaba prisioneros, pero un soldado muy valiente. Tenemos que
reconocer que nosotros hemos peleado con un solado valiente, si nosotros éramos
valientes, ellos también lo eran.
Tenían sus unidades muy bien dispuestas para la guerra.
¿Una batalla que usted recuerde mucho?
Participé en muchísimas batallas, pero la principal batalla,
fue la batalla de Camatindi, donde verdaderamente se salvó el petróleo que
ahora goza todo el pueblo boliviano, por aquella defensa tenaz que hicimos
todos nosotros los soldados.
Porque si caía en manos enemigas Camatindi podían ser
capturadas la poblaciones de Camiri, Villa Montes y luego los departamentos de
Sucre y Tarija.
Por eso fue una batalla muy decisiva en la historia de la
guerra del Chaco, duró tres días y tres noches. El combate era intenso, no hubo
ni un solo minuto en el que se dejó de disparar al enemigo, era una baleadura
donde intervinieron todas las armas: morteros, fusilería, ametralladoras y
cañones.
Era increíble la batalla durante el día y la noche,
impresionante ver el desgaste de ambos ejércitos.
Pero nosotros detuvimos al enemigo, cuyo ejército estaba al
mando del conocido coronel paraguayo de apellido Franco. Entonces el enemigo
tuvo que replegarse y luego vino la conocida defensa de Villa Montes.
¿Usted era muy joven, pero también le dieron
responsabilidades por ser cadete?
Durante la guerra, y a mi corta edad de 18 años, llegué a
ser comandante de escuadrón en el Regimiento Castrillo, que tenía tres
secciones con sus respectivos oficiales y yo comandaba uno de esos escuadrones.
En el Paraguay era conocido cuando sus tropas estaban frente
a nosotros decían: "Al frente está el escuadrón Azurduy", y el
enemigo nos temía mucho, porque mis soldados no tenían fusiles, sino
ametralladoras.
Mi escuadrón tenía una potencia de fuego y yo personalmente
manejaba una ametralladora pesada y no pasaba ni una mosca por mi sector.
¿En muchos combates se peleó cuerpo a cuerpo con el enemigo?
Una vez peleamos a bayoneta calada, fue en la defensa de
Villa Montes, para tomar Ibamiranti, el soldado paraguayo no se movía y sacaron
sus bayonetas, yo ordené lo mismo y nos lanzamos al asalto, teniendo la suerte
de hacerlos correr y tomar de prisionero a un capitán paraguayo.
No teníamos un grito de guerra propiamente dicho, pero si
cuando entrábamos al asalto los soldados gritaban muy fuerte "Viva
Bolivia", "No retrocederemos paraguayos…"
El soldado boliviano en líneas generales se portó
divinamente bien, la mayoría era gente del altiplano, muchos de ellos
indiecitos, pero luego de estar unos cuantos meses era un excelente soldado.
¿La guerra siempre lleva consigo la muerte, vio morir a sus
amigos?
No solamente vi caer muerto a un amigo, sino a cientos de
soldados. En la Guerra del Chaco han muerto muchos bolivianos, entre ellos,
valientemente dos tarijeños, los cadetes Echazú y Silveti Antelo, que murieron
heroicamente en defensa de la Patria.
Otros cadetes de diferentes ciudades de igual forma
ofrendaron sus vidas en las candentes arenas del Chaco.
En la guerra también se sufría por la falta de agua, la
falta de comida se podía aguantar, pero con el tema del agua y la sed, en
semejante calor que hacía en el Chaco era tremendo y le quitaba la fuerza al
soldado.
Por la mañana nos daban un plato de arroz y fideo por la
tarde, casi todos los días nos daban eso de comer.
¿Tiene alguna anécdota que recuerde siempre?
Recuerdo una anécdota, cuando defendíamos Camatindi,
observamos a un soldado paraguayo que se acercaba con una ametralladora
disparando sin son ni ton, disparaba al aire y gritaba "Viva la
Patria". Así llegó a mi línea y ordené que no disparen y que lo tomen
preso.
Era un gigante, porque medía unos 2 metros y cuando lo
tomamos prisionero nos dimos cuenta que no tenía ojos, seguramente con una
explosión sus ojos volaron y no podía ver.
Fue desarmado e inmediatamente ordené que sea llevado al
puesto de sanidad más cercano para que sea atendido, pero desgraciadamente al
llevarlo al puesto de socorro murió.
¿Boquerón es una hazaña del soldado boliviano y cómo la
recuerda?
Cuando ocurrió al defensa de Boquerón yo aún me encontraba
en Tarija, no había ido al Colegio Militar. Pero, sí, conocía por noticias del
comportamiento valeroso de aquellos cientos de hombres al mando del teniente
coronel Marzana, que aguantaron más de 20 días, sin alimentos, municiones y
medicinas.
Pero esos valientes soldados dejaron como herencia su valor
para que nosotros sigamos defendiendo lo que era nuestro.
¿Estuvo hasta el fin de la guerra?
Recibimos la orden que desde las 12 horas de la tarde, o
sea, el 14 de junio de 1935, no se debía realizar ni un solo disparo, porque se
firmó la paz entre Bolivia y Paraguay.
Efectivamente se dio cumplimiento a la orden, pero durante
toda la noche anterior había un tiroteo incansable de ambos lados, porque
sabíamos que se terminaba la guerra.
Llegada las 12 de la tarde, hubo un silencio sepulcral, no
pasaron ni 15 minutos y los paraguayos gritaban "hermano bolí, salgan de
sus trincheras al campo de nadie, para darnos el abrazo de paz".
Fuimos como hermanos y como si nunca jamás hubiéramos
peleado, luego entre los soldados hubo intercambio de monedas, medallas y otros
efectos personales.
GRATITUD AL SOLDADO
Después de varios minutos de conversación, de entrar en la
memoria del valiente combatiente del Chaco, llega el momento de la despedida,
pero sorpresivamente nos invitó a su lugar más íntimo.
Nos hace ingresar a un cuarto donde celosamente tiene
guardados todos sus recuerdos en una fotografía. Los más preciados y sin el
ánimo de jerarquizarlos, sin duda son los de la campaña.
Un cuadro grande con todos los valerosos muchachitos que un
6 de octubre en La Paz dieron tres pasos al frente, para marchar a la guerra.
En otra fotografía se puede observar a un niño vestido con uniforme militar,
pero es Miguel Azurduy, tiene un rostro angelical, ahora envejecido por el
tiempo.
Es difícil imaginar cómo un muchachito y como él muchos
otros dieron un verdadero ejemplo de valentía. Los sobrevivientes de ese
batallón hoy nuevamente darían Tres Pasos Al Frente para luchar por su Patria y
todo el pueblo boliviano debería honrarlos en vida y caminar junto a ellos
miles de pasos al frente.
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