Si debemos morir, que sea con nobleza, De manera que nuestra
sangre no se derrame Inútilmente: y hasta los monstruos que enfrentamos No
tendrán más remedio que honrarnos aunque muertos. (Claude Mac Kay)
Siglo XX, Potosí 19 Diciembre 2012 (Radio PIO XII).- Las
mujeres a lo largo de la historia de nuestro país, han marcado valientes e
importantes episodios de dignidad y coraje.
Las mujeres palliris fueron incorporadas al trabajo de la
minería para escoger piedras mineralizadas.
Miles de mujeres amas de casa, esposas de los mineros, que
participaron en diferentes jornadas de lucha, María Barzola mujer que no dudó
para encabezar la marcha y sacrificar su vida por mejores salarios.
El comité de amas de casa de Siglo XX que exigió
abastecimiento de las pulperías, las cuatro mujeres mineras Aurora de Lora,
Nelly de Paniagua, Angélica de Flores y Luzmila de Pimentel, quienes
encabezaron la huelga de hambre, en plena dictadura de Banzer para exigir
libertad de los presos políticos y retorno de los exiliados políticos.
Ercilia López, quien murió en la Masacre de Amayapampa por
la defensa de los recursos naturales.
En los años 40, lo político era determinante
La Guerra del Chaco, donde murieron más de cincuenta mil
bolivianos, provocó una intensa lucha política, las inmensas mayorías no eran
parte de los beneficios de la explotación de las riquezas mineras, los
gobiernos de David Toro y Germán Busch se enfrentaron al súper Estado minero.
Decretaron que las grandes empresas entreguen al Banco
Central el cien por ciento de las divisas que obtenían por la venta del estaño
en el mercado internacional.
La segunda guerra mundial exigió la producción de más de
estaño, de esa forma Bolivia se convierte en enero de 1942 en socio estratégico
de los aliados Estados Unidos e Inglaterra a quienes se entregó el estaño, con
un costo menor.
Entretanto la situación de los mineros de Siglo XX y Catavi
era alarmante; porque Patiño redujo en un 12 por ciento el poder adquisitivo de
sus salarios, que ya eran bajos.
Para asegurar la producción de estaño y los beneficios de la
empresa Patiño, el Presidente de entonces General Enrique Peñaranda dictó
varios decretos en el año 1941 para garantizar la actividad minera y dio orden
a las Fuerzas Armadas para reprimir todo acto que impídala continuidad de la
producción minera.
Origen del conflicto
La masacre tuvo su origen en 1941 a raíz de que la Gerencia
de la Empresa Mines Enterprises de Patiño rebajó los salarios a los
trabajadores mineros.
Los sindicatos de Catavi y Siglo XX solicitaron a su vez un
aumento de salarios y estabilidad en los precios de la pulpería.
El 28 de septiembre el Sindicato de Oficios Varios de Catavi
demandó un aumento salarial del cien por ciento y la publicación del Código de
trabajo. La empresa comunicó que consultará con su directorio en New York.
El Ministerio de Trabajo después de 46 días citó a una conferencia
de conciliación a ambas partes a la que asistieron sólo los dirigentes del
sindicato Ajhuacho, Hinojosa y Camacho.
La empresa se negó a negociar con la mediación del gobierno,
el 8 de diciembre la asamblea de trabajadores determinó un paro de labores
desde el 14 de diciembre.
Ese mismo día el Presidente Peñaranda recibió un documento
de apoyo moral del “Comité de Coordinación Minera” integrado por representantes
de Hochschild y Aramayo, donde manifestaron su solidaridad con la Patiño Mines.
La respuesta del gobierno de Enrique Peñaranda fue
inmediata. Envió un telegrama a Catavi al Coronel Luis A. Cuenca, jefe de la
guarnición militar de Oruro, quien estaba al mando de los regimientos “Sucre”,
“Ingavi” y carabineros, ordenando prevenir al sindicato que la huelga era
ilegal.
El 10 de diciembre el “Consejo de la Patiño Mines” desde New
York presionó al Presidente con un telegrama de cuidar la producción minera y
que mientras haya huelga no hay diálogo.
El 13 de diciembre, los militares acantonados en Catavi
desde el mes de noviembre, procedieron a la detención de los dirigentes
sindicales de Catavi, los obreros reaccionaron y se movilizaron logrando su
libertad horas después, desde el día de la huelga, se ordenó cerrar la
pulpería, no pagar los salarios de la quincena, cortar el suministro de agua y
presionar a los trabajadores para que retornen a sus fuentes de trabajo.
El 19 de diciembre una marcha de esposas e hijos de los
trabajadores reclamaron alimentos y fueron violentamente dispersados.
Día de la Masacre
EL Coronel Cuenca ordenó al Mayor Bustamante colocar cuatro
hileras de centinelas frente al sindicato, al rato muchas mujeres se pusieron
frente al primer cordón.
A las ocho con quince minutos otro grupo de trabajadores
marcharon contra los militares y avanzaron hasta el cuartel, los militares se
vieron obligados a romper fuego al aire, pero la multitud siguió avanzando, los
próximos disparos fueron a los cuerpos de los manifestantes, por este hecho se
lamentó la muerte de 5 personas y 19 heridos.
La noticia llegó a Llallagua, Siglo XX, Cancañiri y Uncía y
a las diez de la mañana se inició una marcha de tres columnas rumbo a Catavi.
A la cabeza de la marcha se encontraba Doña María Barzola,
según algunos datos era una mujer adulta viuda de un trabajador minero
apellidado Cueto, a la altura del kilómetro cuatro en una pampa descubierta y
árida, la columna avanzaba con gritos de justicia, justo salarios y pulperías
abiertas.
Los militares se habían parapetado con ametralladoras, un
mortero de campaña y fusiles, en posiciones que ofrecían una buena visibilidad
de los marchistas y a una distancia de 800 metros arremetieron con nutridos
disparos, los marchistas asustados por tanta balacera intentaron refugiarse y
otros corrieron desesperados.
El campo cubierto de polvo, los cuerpos de las víctimas
estaban esparcidas y llenas de sangre, heridos que se quejaban de dolor.
Entre los muertos se encontraba María Barzola junto a ella
murieron otras mujeres, niños y niñas y trabajadores mineros. “nunca podrá
saberse cuántos mineros bolivianos y sus esposas y niños murieron en Catavi el
21 de diciembre de 1942”.
Oficialmente se admitió que hubo 19 muertos y alrededor de
40 heridos. Sin embargo, un testigo ocular afirmó que al menos 40 cadáveres
fueron acarredados en camiones y enterradas en una fosa común para que no se
sepa exactamente cuántos fueron las víctimas.
Actualmente en ese sitio se encuentra una cruz grande y en
sus alrededores se pueden ver algunas tumbas con el epitafio caído en la
masacre de 1942. Un oficial que estuvo en el sitio declaró que al menos
cuatrocientos muertos fueron enterrados aquel día” según Augusto Céspedes.
En testimonio del Coronel Cuenca el martes 22 se enterraron
las victimas caídas el día anterior, se prefirió acceder a que se entregaran
los cadáveres más los ataúdes correspondientes a los familiares de los muertos
porque se temía que al enterrarlos directamente los soldados daría margen a que
se propalara entre los obreros cifras fantásticas de muertos como ocurrió en
Uncía el año 1923.
María Barzola, dónde te encuentras,
Tu espíritu reina aún las Pampas cerca de Catavi,
Tu grito de muerte nos convoca a defender lo nuestro,
Con dignidad y en beneficio de los excluidos, de los más
marginados y olvidados.
Gloria por tu imagen de dignidad, valentía, firmeza,
humildad y de sacrificio.
La masacre de las Pampas de María Barzola se produjo en el
gobierno del General Enrique Peñaranda, un militar que expresó el retorno de la
oligarquía al poder después del “socialismo militar”. En su caída, producida en
diciembre de 1943 jugó un papel importante la Masacre del 21 de diciembre de
1942, que además de conmover a la opinión pública nacional, fue utilizada por
los partidos políticos del MNR y el PIR posteriormente.
Testimonios de la Masacre de 1942
En Llallagua, Siglo XX, Catavi y Uncía es muy difícil
encontrar a sobrevivientes de la masacre, los que viven son ancianos que por la
fuerza del tiempo no recuerdan en su verdadera magnitud los hechos de la
masacre.
Catalina Velarde viuda de Vallejos, vivía en Cancañiri en el
tiempo de la masacre de 1942, actualmente vive en Catavi, su mamá fue Doña
Mercedes Velarde , su papá Don Atanasio Ovando, que trabajó en la mina y
después fue carnicero en la época de COMIBOL.
Ella tenía tres hermanos y relata “mi mama y papa fueron a
la marcha de la pampa, desde Cancañiri hemos bajado, estábamos atrás de toda la
gente que marchaba, después sólo hemos visto humo, oíamos gritos y todos hemos
corrido por donde podíamos … A la gente en la marcha los mataron junto a sus
hijos, era una pena decía mi mamá llorando, de todo lo que había pasado en la
marcha de Catavi. Eso nomás recuerdo yo, tengo 85 años ya no recuerdo mucho.
Otro testigo del hecho fue Don Narciso Aguilar que nació
1933. Durante la masacre tenía 9 años, su padre era venerista en esa época.
Posteriormente trabajó en el hospital Albina de Patiño durante la COMIBOL.
“He visto la masacre, de niño era muy curioso y por eso les
he seguido a la gente, algunas señoras hablaban que había gente herida en
Catavi. Yo le he visto a doña María Barzola, era una señora alta media
blancona, las mujeres pedían abastecimiento de pulperías, han bajado las
mujeres, detrás de las señoras caminaba. en la marcha había mucha baleadura,
una señora me ha gritado agáchate me ha dicho, encima de un muerto me ha
empujado, muchas balas había, otra señora me ha gritado, diciendo agáchate,
arrástrate diciendo por el río nos hemos venido .
Al día siguiente decían están enterrando , he corrido ya no
he visto a los muertos pero en el cementerio los han enterrado en fosa común,
como era niño no me decían nada , yo he visto la fosa común. yo te estoy
contando lo que he visto, lo que he vivido, yo no me puedo inventar, todo lo
que recuerdo te cuento .
Doña María era guapa media blancona y alta, antes de la
matanza le he visto, como era niño, 9 años tenía, yo miraba y escuchaba, ella
estaba agarrando la bandera , desde la plaza hemos ido todos, pero después he
aparecido casi al último, mucha gente estaba en la marcha , mucho alboroto,
después fue la baleadura, las mujeres gritaban, matanza era” .
Reflexión a manera de conclusión.
La presencia de las mujeres mineras en las diferentes luchas
de los mineros bolivianos le dan sentido y fuerza, María Barzola inmolada en
las pampas que ahora lleva su nombre, es un símbolo de convicción, consecuencia
y valentía, a la cabeza de la marcha sabía que arriesgaba su pellejo y no dudó
de ofrendar su vida, por la causa de mejores salarios a favor de sus compañeros
mineros, mal pagados por la Patiño Mines.
La huellas que dejó la siguieron el Comité de Amas de Casa
de Siglo XX, las mujeres que murieron en la Masacre de San Juan, las valerosas
cuatro mujeres que hicieron la huelga de hambre durante la dictadura del
banzerato, Domitila de Chungara que con su testimonio dio a conocer la realidad
de las familias mineras, las mujeres resistentes en la Marcha por la Vida y las
que lucharon por la defensa de los recursos naturales en Amayapampa en 1996.
Es muy importante recuperar la memoria de María Barzola,
porque se produjo en un momento en que los mineros estaban consolidando sus
ideales, sueños y conciencia de clase. La masacre de Catavi impulsó al
sindicalismo y al movimiento minero, posteriormente se creó la Federación
Sindical de Trabajadores Mineros y en 1952 la Central Obrera Boliviana,
símbolos de lucha, resistencia, democracia, conciencia de clase y vanguardia de
los trabajadores y el pueblo de Bolivia.
Parece que estas luchas no tienen memoria histórica porque
la lápida que se dejó en las pampas de María Barzola quedó sin pena ni gloria y
sólo queda un pedestal de cemento, lugar donde además se firmó la
nacionalización de las minas el 31 de octubre de 1952.
Quienes vivimos en estas regiones no olvidamos las lecciones
de las mujeres que fueron y son puntal en las luchas por mejores días para
Bolivia.
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