Zenón Nuñez Huanca - Teatro municipal de Poopó 1924 (Oruro)
Por: Ramiro Duchén Condarco - Periodista e investigador / Publicado en Fuentes,
Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa
Plurinacional.
Manuel Isidoro Belzu Humeres nació en La Paz el 4 de abril de 1808.1 Fueron sus
padres Gaspar Belzu, "natural de Poopó y Manuela Humeres". Hay
investigadores que sostienen que Belzu nació en Poopó, en el departamento de
Oruro y otros afirman que fue hijo de Manuela Humeres de padre árabe, a quien
Gaspar Belzu sólo le dio su apellido.
Los abuelos de Manuel Isidoro, vivieron a mediados del siglo XVIII, en un
pueblito español perdido e insignificante llamado Archivel, según relata Ramón
Salinas Mariaca, descendiente de aquél, a quien damos crédito en la versión por
haberla recogido de la tradición familiar y ser fruto de años de investigación.
El abuelo, Manuel Belzu, probablemente nacido en Murcia, aunque de sangre
árabe, casó con una mujer de nombre Remedios, con quien tuvo dos hijos: Manuel
y Gaspar. El sustento de la familia provenía de un "pequeño taller para la
fabricación de pajuelas (antecesores de los fósforos) que ellos mismos salían
a vender por la comarca".
Con el propósito de brindar mejores días a sus vástagos, los Belzu enviaron a
sus hijos con un español llamado Secundino Carvajal a la nueva tierra
prometida: América, soñando con que algún día "deberían volver ricos y
poderosos a buscar a sus padres". Este personaje estaba emparentado con
el famoso "Demonio de los Andes", don Francisco de Carvajal
(1464-1548).
Una vez llegados al puerto de Callao, los hermanos Belzu se trasladaron a la
capital del Virreinato del Perú: Lima, donde a los cuatro años, el mayor,
Manuel "apareció muerto de una estocada en el pecho. Murió soltero y no
dejó descendencia"; Gaspar, en cambio, tuvo mejor suerte que el hermano,
pues, alcanzó algún éxito económico dedicándose a los negocios, en la ciudad de
Arequipa; sus actividades comerciales le obligaban a hacer frecuentes viajes
al obraje de Huaicho [departamento de La Paz] donde conoció a una cholita
nativa de nombre Manuela Humeres, con quien fugó a la ciudad de La Paz
"donde estuvieron unos meses y allí nació Manuel Isidoro". De allá,
"y siempre en busca de mejores negocios, se fueron a establecer en Poopó,
un asiento mineros [situado en el departamento de Oruro] que en ese tiempo
tenía mucha importancia", donde nació Francisco de Paula; Gaspar prosperó
notablemente en sus transacciones, y compró una casa en la capital del
departamento de Oruro, donde nació María Remedios, pero su vida amorosa con
Manuela Humeres fue apagándose hasta que ella decidió marcharse con sus tres
hijos a La Paz, donde buscó cobijo con la madrina de Manuel Isidoro, doña
Vicenta Juaristi Eguino (1785-1857), la famosa revolucionaria de La Paz, "quien además la recomendó a los curas de San Francisco y obtuvo que éstos
se hagan cargo de la educación de sus dos hijos, llevándose con ella a María
Remedios, quien recibió una educación esmerada de su protectora, que la
transformó en una señorita culta y atrayente".
Manuel Isidoro vivió pobremente los primeros años de su vida en compañía de su
madre y hermanos, con el sustento brindado por la venta de pajuelas que
fabricaba artesanalmente su progenitora y las vendía en la puerta del convento
de San Francisco. Ello le valió el sobrenombre de "pajuelera" con que
era popularmente conocida, y por extensión también a Manuel Isidoro se le
llamaba "el pajuelero". Fue, precisamente, en ese convento donde
Belzu recibió su primera educación y del cual tempranamente escapó para
engrosar la fuerza armada.
En efecto, a los 13 años, Manuel Isidoro se enroló en filas del ejército
emancipador. Peleó al lado del mariscal Andrés de Santa Cruz en la batalla de
Zepita (22 de agosto de 1823) que fue, según Julio Díaz Arguedas, "su
bautismo de fuego" y "habiendo después de la desastrosa retirada que
siguió a esta batalla, peregrinando de pueblo en pueblo hasta que sorprendido
por un oficial, fue arrestado y luego remitido a La Paz para ser entregado a su
madre".
Pronto retornó al Ejército, y con el advenimiento de la República "el
joven Belzu formó parte en el séquito de empleados que el Vencedor de Ayacucho
[Antonio José de Sucre] llevó a Chuquisaca, y fue en calidad de escribiente de
uno de los ministerios; pero inclinado desde niño a la carrera de las armas,
abandonó su empleo y se presentó como voluntario en el batallón colombiano
'Legión', con el que marchó al Cuzco en calidad de cadete distinguido".
Al poco tiempo, "en 1828 lo vemos en el ejército peruano del general
Agustín Gamarra, en el que por sus maneras distinguidas y cultas, por su porte
simpático y caballerezco [sic], fue ascendido a subteniente de infantería y
destinado como ayudante de la esposa del nombrado general (1828)".
La escritora argentina Juana Manuela Gorriti, quien fuera esposa de Belzu, al
comentar esta etapa de la vida del caudillo de las masas, dice: "En 1828,
iniciada y abierta la campaña contra Bolivia, Belzu vino con el ejército
peruano, más bien que como soldado, como acompañante de la esposa del general
Gamarra, que lo estimaba y distinguía entre los oficiales de su clase./ Llegado
el ejército al Desaguadero, Belzu, viendo realizarse la invasión pidió su
separación del servicio, en razón de no poder entrar a su patria como enemigo.
Gamarra quiso disuadirlo de aquella idea; pero la bella Francisca Subiaga, que
también sabía comprender todo lo que era noble y generoso aprobó la resolución
del joven; lo abrazó y usando el supremo ascendiente que ejercía en el ánimo de
su marido, le ordenó acceder a aquella demanda./ Belzu volvió a su país, donde
poco después tomó servicio como primer ayudante en el batallón Io de Bolivia..
".
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