Fuente: notasdelahistoriadebolivia.blogspot.com Julio de 2013.
Esta es la síntesis de una larga historia que ocurrió en la frontera con
Brasil, en la que el profesor Rubén Coimbra resistió la presión brasileña para
que retire la bandera boliviana en su escuela en medio de la selva, en la
localidad de Buena Hora, la que hoy lleva su nombre como gesto de gratitud.
Este retazo de historia la cuenta el hijo del profesor, Winston Coimbra, debido
a que hace dos días la escuela cumplió 75 años, y es un hito en esa región
fronteriza.
Cuenta Winston: “La puesta en funcionamiento en 1938 de la escuela de Buena
Hora, 130 km al este de San Ignacio de Velasco, provocó susceptibilidades en
Brasil porque en esa zona aún no estaba claramente demarcada la línea
limítrofe. Por otra parte, los trabajadores que los brasileños ocupaban eran
bolivianos, los que atraídos por el centro escolar para sus hijos habían
retornado a su comunidad. Ahí mi padre jugó un rol patriótico en Buena Hora por
el cual el Gobierno lo distinguió, años después, con el Cóndor de los Andes.
Día histórico
El 24 de septiembre de 1941, a las 7:00, don Rubén Cimbra arreglaba el Altar
Patrio. La bandera boliviana ondeaba en el mástil. De pronto llegó un camión
con tropas militares brasileñas al mando de un oficial de apellido Castrillo
que en tono airado ordenó al profesor que baje la tricolor boliviana, porque
ese era territorio de Brasil, y que ahí sería izada la bandera brasileña.
También le dijo que quedaba preso y que sería llevado al puesto militar de
Casalvasco, a rendir cuentas por su desobediencia ante su comandante.
El educador se negó a arriar la enseña patria. Le dijo que la tricolor
boliviana seguiría flameando allí por la soberanía boliviana y que allí
permanecería mientras las autoridades de Bolivia no dispongan lo contrario.
También le replicó que no se daba por detenido.
El militar lo amenazó diciéndole que se atuviera a las consecuencias y que no
se extrañara de lo que le podría suceder por esta actitud de rebeldía. Coimbra
le respondió que podían hacer lo que mejor les pareciera, pero que él solo
cumplía órdenes de autoridad boliviana.
El profesor estaba decidido a todo. Llevaba al cinto su revólver calibre 38. La
situación se distendió con la llegada de algunos comunitarios y alumnos al acto
cívico. Fueron momentos en que el maestro Coimbra demostró valentía, entereza y
civismo, un hecho que debería darse a conocer como enseñanza en las escuelas de
la provincia Velasco y en las unidades educativas fronterizas”
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