Por: Boris Miranda – para BBC Mundo, 5 de octubre de 2017.
"La Revolución también tiene amigos y ha llegado esto a
nuestras manos sin que nos cueste un centavo". La frase la dijo Fidel
Castro, los "amigos" eran un puñado de bolivianos y chilenos y
"esto" era nada menos que el diario de campaña de Ernesto
"Che" Guevara en Bolivia.
A mediados de 1968, el mandatario cubano anunció con bombos
y platillos que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA)
había sido burlada. Una copia en microfilme de las fotografías que la propia
agencia tomó a los últimos escritos del guerrillero argentino-cubano asesinado
en Bolivia el 9 de octubre de 1967 había llegado a la isla.
Y lo que no hizo Fidel aquella vez fue revelar la travesía que
esas diminutas cintas pasaron antes de llegar a Cuba. "La forma en que
llegó a nuestras manos este Diario no puede ser ahora divulgada", escribió
Castro en la primera edición de aquel documento convertido en libro.
Inmediatamente después de esa introducción, siguen los
apuntes que Guevara hizo entre el 7 de noviembre de 1966 y el 7 de octubre de
1967, un día antes del combate final en el que resultaría herido y capturado. "Hoy
comienza una nueva etapa", es lo primero que escribe el Che en el que
sería su último diario de campaña.
EL DIARIO
Una libreta roja anillada y una agenda alemana fueron los
depositarios de las últimas notas del hombre que murió hace medio siglo. Allí
registra no solo las desventuras de su ejército guerrillero, compuesto en su
mayoría por bolivianos y cubanos, sino también hace una lista de sus lecturas
en medio de la guerra y comentarios individuales sobre sus camaradas y
personajes políticos bolivianos de la época. Entre los apuntes, se encuentra el
registro del primer combate en Bolivia, el 23 de marzo de 1967, en las
serranías del departamento de Santa Cruz, al sureste de Bolivia.
Ese enfrentamiento inicial fue, además, la mayor victoria de
los soldados del Che. Pocos meses más tarde, su foco guerrillero sería
derrotado y así terminaría la empresa guevarista de "crear dos, tres,
muchos Vietnam". El 7 de octubre escribiría sus últimas anotaciones. Un
día después sería capturado y al día siguiente ejecutado.
ARGUEDAS
El hombre encargado de "mantener el orden" en
Bolivia en esa época tenía un llamativo pasado. Antonio Arguedas había sido
fundador del Partido Comunista boliviano en la década del 50 y apenas 15 años
después había logrado el visto bueno de la CIA para liderar el ministerio del
Interior boliviano bajo la presidencia del general golpista René Barrientos
Ortuño. Ser aprobado por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense no
fue nada fácil. En Lima, Arguedas fue interrogado y sometido a
"exámenes" por parte de agentes especiales.
En una entrevista en 1965, el boliviano afirmaría que su
consciencia "había sido violada" en la capital peruana y llegó a
decir que algún día se desquitaría por ello. Entrevistado por BBC Mundo, Luis
González Quintanilla, investigador y exdiplomático boliviano, considera que el
ministro del Interior de Bolivia durante la guerrilla del Che era un personaje
"imposible de encasillar". "Es muy difícil definirlo porque
nunca negó sus tendencias izquierdistas, era conocido entre los comunistas,
pero a la vez hacía política al lado de un presidente militar que llegó al
poder en un golpe de Estado", señala Quintanilla, quien publicó hace poco
el libro "Che: una cabalgata sin fin" junto a otros autores.
El investigador añade que Arguedas estuvo al frente de las
labores de represión y masacre contra los grupos que podían sumarse a la
guerrilla guevarista, pero a la vez alertaba a sus "antiguos
compañeros" en caso de algún operativo en su contra. Así se salvaron
decenas y lograron al menos el exilio en lugar de la muerte.
LAS FOTOS AL DIARIO
Para Arguedas, la decisión de matar al Che, en contra de lo
que muchos opinaron en su momento, no fue de Estados Unidos, sino de Bolivia. En
una entrevista publicada en el libro "Arguedas Confidencial" (2000),
del boliviano Roberto Cuevas, el exministro del Interior señala que la
intención de la CIA era "capturar prisioneros a los cubanos, someterlos a
juicio, interrogarlos y demostrar al mundo la intervención de la isla socialista
en asuntos internos de otros países". "Lo que ellos querían era
demostrar la intervención cubana en Bolivia en la Organización de Estados
Americanos y las Naciones Unidas", añadió Arguedas aquella vez.
En varias entrevistas, el agente de la CIA cubano Félix
Rodríguez reconoce que la CIA quería vivo "a toda costa" al Che
Guevara para someterlo a juicio e interrogarlo en la sede del Comando Sur
estadounidense en Panamá. La CIA no logró su cometido, pero al menos tuvo
acceso primicial al diario del Che. Con la tinta todavía fresca. Rodríguez,
además, tenía la intención de llevar las manos cercenadas de Guevara a Miami
como trofeo de guerra. Arguedas se opuso.
EL DIARIO COMO BOTÍN DE GUERRA
Para los bolivianos, el diario de Ernesto Guevara era todo
un trofeo de guerra y una gran oportunidad de negocio editorial. Por ello, en
diciembre de 1967, el gobierno aprobó un decreto asignando "al Comando en
Jefe de las Fuerzas Armadas de la nación la propiedad de la documentación y
pertrechos capturados, y los que se encontraren en la zona de lucha
antiguerrillera, pudiendo aquel Comando ejercitar los derechos inherentes a esa
propiedad".
Otro artículo de esa normativa dispone la forma en la que se
podrían gastar "los fondos provenientes de la disposición de esos
pertrechos y documentos". Ya en esa época, los últimos apuntes del Che
fueron vistos como una mina de oro por los uniformados bolivianos. No fue la
única vez que los militares intentaron obtener algún beneficio económico de ese
diario de campaña. En 1984, los originales de ese documento aparecieron
sorpresivamente anunciados en la casa de subasta londinense Sotheby's. Finalmente,
la justicia británica falló a favor de devolver el diario a Bolivia y se
estableció que el último gobierno militar de ese país hasta la actualidad quiso
poner en venta el documento a través de intermediarios civiles.
LA CONEXIÓN CHILENA
"Tía Victoria" fue el nombre de la operación de un
grupo de bolivianos y chilenos para hacer llegar los manuscritos de Guevara
desde La Paz hasta La Habana. Entre ellos estaba Víctor Zannier, quien obtuvo
la copia del diario en microfilme y la camufló para llevarla hasta Chile a
principios de 1968. El abogado boliviano llegó a Santiago decidido a contactar
a Salvador Allende, quien entonces estaba en el Congreso. Sin embargo, antes de
encontrar al futuro presidente de Chile, se cruzó en la calle con Hernán Uribe,
un periodista que trabajaba en el diario de izquierda Punto Final y quien años
después publicaría toda esa historia en el libro "Operación Tía
Victoria" (1987). Zannier pensó que revelarle lo que poseía era un error,
pero Uribe armó con su red de contactos todo el operativo para que los microfilmes
llegaran a La Habana.
Después de meses de planificación, el chileno recibió las
instantáneas con los apuntes de Guevara entre marzo y abril de 1968. Establecido
el contacto con Cuba, se coordinaron las acciones para el envío de ese valioso
material hasta manos de Fidel Castro. Zannier, como él mismo relató cuando se
supo el secreto a mediados de los 90, llevó hasta Santiago las cintas
escondidas en los sobres de seis discos de vinilo de música boliviana. Uribe,
en su libro, afirmó que a partir de allí el director en ese entonces el
director de Punto Final, Mario Díaz Barrientos, viajaría a México y después a
La Habana con el microfilme escondido en las tapas de otro disco. Esta vez de
música chilena.
ZANNIER TENDRÍA UN ITINERARIO DISTINTO.
Con un pasaporte cubano falso, se trasladaría a la isla vía
Moscú y allí se entrevistaría para coordinar la publicación del documento
que había fotografiado tan afanosamente la Agencia Central de Inteligencia
estadounidense horas después de la muerte del Che. Sin embargo en la
historia falta una pieza fundamental. ¿Quién consiguió y entregó las copias del
diario del Che a Zannier para que iniciaran su travesía hasta La Habana? Su
amigo Antonio Arguedas, quien había prometido que algún día se desquitaría de
la CIA.
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