Por: Ivone Juárez / Publicado en Página 7 el 23 de febrero
de 2017
www.paginasiete.bo/gente/2017/2/23/amistad-rivalidad-carnavales-anos-128315.html
"Sopocachi y San Pedro estaban separados de Miraflores
por el río Choqueyapu y había una gran rivalidad entre sus jóvenes, que no se
perdía ni durante el Carnaval, pero era una rivalidad sana”, recuerda César J.,
que vivía en San Pedro. Tiene 70 años y recuerda los Carnavales que vivió de
joven en La Paz de la década de los años 60 del siglo pasado.
En la mayoría de los barrios de La Paz los jóvenes
socializaban en grupos o clubes que alcanzaban gran popularidad entre sus
contemporáneos y, en general, estaban formados por varones. En Miraflores, por
ejemplo, estaban los Always Friend y los 508, en Sopocachi, los Splendid y en
San Pedro, Los Ramplas, Star juniors y otros.
"Andábamos en patota para pasarla bien, organizar
fiestas. Pero no sólo era diversión también nos dedicábamos al deporte y al
estudio, porque la competencia con Sopocachi era también a ese nivel, sana y
sin peleas”, dice Juan Carlos Salazar, que vivía en Miraflores.
"El Splendid de Sopocachi era el club antagónico del
508 de Miraflores. Los dos clubes rivalizaban de un modo sano y competían en la
diversión, cada uno quería lucirse de gran modo, y eso en Carnaval no era
diferente”, cuenta Mario, que era vecino de Sopocachi.
Cuando las fiestas del Carnaval se acercaban, semanas y
hasta meses antes se organizaban para elegir sus disfraces, que entonces ya no
eran solamente los tradicionales pepinos y ch’utas; estos jóvenes, en su
mayoría de clase media, gustaban, por ejemplo, de disfraces de hippies, el
símbolo del movimiento pacifista y bohemio que había nacido en Estados Unidos
en la década de los 60, de soldados troyanos, etcétera. Todo en el marco de una
competencia para resaltar.
"Los Star Junior se disfrazaban de troyanos, Los
Ramplas de espartanos”, recuerda Jaime J.
Y todos, el sábado de Carnaval, salían en comparsas para
recorrer El Prado de la ciudad de La Paz. Después de lucir sus disfraces se
embarcaban en vehículos, generalmente camionetas, para pasear por la ciudad
jugando con agua.
"Después de jugar con agua había que ir a la casa de
las madrinas para continuar la fiesta”, cuenta Jaime.
Es que celebrar el Carnaval no se limitaba sólo a salir en
comparsa a participar en la entrada, sino disfrutar de las fiestas que se
organizaban en las casas de las madrinas.
Las madrinas eran jovencitas que recibían en sus casas a los
comparseros, a quienes atendían con gran cortesía, ofreciéndoles los mejores
platos y bebidas.
"Las madrinas eran también nombradas reinas del
Carnaval, que recibían a cada una de las comparsas en su casa. Los comparseros
llegaban con sus bandas y se hacía una fiesta improvisada, por unas horas,
porque luego llegaba otra comparsa y también se la agasajaba”, recuerda Mario.
Ya entonces se acostumbraba a jugar con agua, pero "no
se abusaba”, añade. Con lo que sí se exageraba era con la serpentina, la
mistura y a veces la harina. Con la serpentina los jóvenes tenían la costumbre
de jugar a "lazos de amor”, que consistía en anotar mensajes amorosos en
las tiras de papel de color y dárselo a quien correspondiera.
Generalmente, la fiesta transcurría entre la entrada con
disfraces y las fiestas en las casas de las madrinas u otra persona que podía
prestar su domicilio para la celebración; sin embargo, también estaba El
Fantasio, el salón más famoso en la ciudad de La Paz, donde se organizaban
grandes bailes de disfraces con los grupos de música de moda y más reconocidos,
como la La Swingbaly y Los Nietos del Rey, entre otros.
En esos bailes se encontraban estos jóvenes de los clubes
rivales y la competencia era quién tenía el mejor disfraz u otros atributos.
Mientras esto pasaba en el centro de la ciudad, en lugares
como la Buenos Aires, los jóvenes de las zonas que estaban por el lugar
celebraban el Carnaval también con grandes bailes, pero éstos amenizados con la
gran Marisma Mundial, una de las primeras bandas profesionales que tuvo la
ciudad y que en su tiempo fue una de las más famosas.
"Nos disfrazábamos de pepinos generalmente y nos
mezclábamos con los Ch’utas para salir a bailar en comparsa por la calle”,
cuenta René Gonzáles, que vivía en la Illampu.
"Por ahí (la Illampu) pasaban las concertinas, que
venían de todos los barrios de la ciudad, de Chijini, de la zona Norte, del
Cementerio”, añade René.
A finales de la década de los 60, el episodio de esta
rivalidad sana entre los clubes de jóvenes de La Paz se vio manchado por un
incidente mortal entre dos grupos: los Marqueses y Calambeques, pero esa es
otra historia.
-----------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario