Trabajadores mineros en Colquechaca.
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Si bien su origen se remonta a la colonia, al ser asiento
minero -y por ello carente de acta de fundación-, por decreto supremo del 9 de
febrero de 1877 se ordena la división de la Provincia Chayanta, en Nor y Sur
Chayanta. Colquechaca entonces pasa a formar parte de la primera. Más tarde, la
ley de 30 de noviembre de 1882, erige a Colquechaca como capital de la
provincia Chayanta. Más tarde, dada su importancia, se eleva al rango de ciudad
a la antigua Villa de Chayanta. La ciudad de Colquechaca tiene actualmente 1917
habitantes, sobre todo mineros.
Pocos turistas llegan hasta Colquechaca, pues no hay
aparente motivo para emprender tan largo viaje. Los extranjeros que más visitan
esta región, son los representantes de Alemania, que tradicionalmente apoyaron
su desarrollo. Esos privilegiados quedan maravillados con lo que ven en su
entorno.
Colquechaca es una típica ciudad minera, con calles
apretadas y angostas, diseñadas de esa manera para combatir al frío inclemente,
que es una especie de impronta climática de las minas del occidente boliviano.
A la sombra, el agua de cualquier trasto con agua se congela, pues la temperatura
es de bajo cero. Surge a raíz de las numerosas concesiones mineras, que dieron
lugar a una intensa explotación de mineral. Sobresale la colonial mina de San
Miguel, de la que aún quedan vestigios y fue poblada por mineros profesionales
que llegaron desde Aullagas y Chuquisaca. Muchos alcanzaron prosperidad, aunque
sin llegar a equipararse a un Simón I. Patiño. A principios del siglo XX, este
industrial fijó su atención en Colquechaca y adquirió varias concesiones. Tenía
planeado extender el ferrocarril desde Uncía.
Sorprendentemente el municipio ha declarado al 80% de las
viviendas como edificios patrimoniales, por lo que sus propietarios están
obligados a conservar su arquitectura original y mantener su conservación. Y es
verdad, estos libros de la historia urbana constituyen el testimonio de una
época de gloria. Estas hermosas casas pertenecieron a antiguos mineros que
llegaron desde Chuquisaca. Una casa patrimonial se caracteriza por su amplio
frente, de más o menos veinte metros. Son generalmente edificios de dos
plantas, con balcones de fierro forjado. Existe una a la que denominan la Casa
de los siete balcones, que perteneció a un concejal de la década de los 90s.
Prevalece en la vivienda tipo, una tienda y trastienda,
destinada al comercio o negocio de minerales, con su cocina y comedor de
diario. Al interior, se dispone un patio no muy grande, con habitaciones a su
alrededor, destinadas a dormitorios y al servicio. Cada casa contaba con un
pozo de agua potable y un sótano para concentrar minerales de plata. Los
sótanos están convertidos en depósitos, pero los aljibes de los pozos ya no se
usan.
EL TESTIMONIO LÍTICO DEL DIABLO DE LA MINA
Subiendo por el cerro hermoso, casi llegando a su cima, se
encuentra la antigua bocamina de la Empresa Minera Colquechaca que perteneciera
a la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL). Hoy continúa la explotación a
cargo de cooperativistas mineros, un par de los cuales se hallaban en el
socavón "La Aliada", de data colonial. A escasos metros se encuentra
"La Venganza", ya improductiva y en pleno proceso de derrumbe. Estas
bocaminas muestran la tecnología colonial en su construcción, en la que
predomina el arco de medio punto español, que domina el socavón, esculpido en
roca de granito.
"La Venganza", fue el motivo de nuestra visita. Un
grupo de 12 participantes en el Simposio nos constituimos hasta allá. El
Concejal René Miranda nos mostró un hallazgo impresionante: la figura del
rostro de un diablo colonial dominaba el broquel de ingreso a la bocamina. Era
el rostro de Lucifer que observaba acucioso al minero que ingresaba al trabajo.
Sus ojos destacan en la escultura pétrea, al igual que sus rasgos faciales con
la boca cerrada con una fina sonrisa. Es la alegoría al dueño de la veta
mineral, al que obligadamente los mineros debían rendir pleitesía, culto. Las
obligadas reverencias al Tío de la mina, pronto se transformaron en un ritual
cotidiano.
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- COLQUECHACA EL PUEBLO QUE FORJÓ LA PLATA
- ¡MELGAREJO, LORINI Y LA PICHI CATA!
- EL “TATA” BELZU, UN PRESIDENTE CORNUDO
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- COLQUECHACA EL PUEBLO QUE FORJÓ LA PLATA
- ¡MELGAREJO, LORINI Y LA PICHI CATA!
- EL “TATA” BELZU, UN PRESIDENTE CORNUDO
Mi bisabuelo Jorge Kindermann Schulzona fue consul. Tuvo 4 hijos con doña Inocencia Vera Castillo, quien tenía un hijo llamado Victor Verá. Esto fue en 1890 aproximadamente.
ResponderEliminarMe gustaría tratar de contactar algún descendiente de Victor Vera
El señor vera aun vive en colquechaca.
EliminarEl camino mejoró bastante,la ruta es asfaltada
que hermoso Dios los Bendiga
EliminarINTERESANTE MUY BUENO.
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