"No lo olviden; habemos muchos rotos, para llenar los claros que dejen
Uds". A las seis debíamos despedir a bordo del vapor "Huayco" a
los reservistas que se dirigen a la Patria, acudiendo al llamado de nuestro
Estado Mayor General.
Todos los residentes bolivianos estuvieron puntuales a la cita. Hombres,
mujeres y niños de todas las categorías sociales estaban presentes.
Chilenos y bolivianos se confundían en los mismos deseos y en la misma pena. En
su mayor parte los que partían dejaban hondos lazos espirituales en la tierra
araucana.
Esposas, novias, hermanos y madres se juntaban en sus sollozos y sus penas. Su
angustia resbalaba por sus pestañas en brillantes lágrimas.
Y, sin embargo de toda esa ternura dolorosa, que estoica resignación ante el
deber! Los lloramos, sí, pero es bueno que cumplan con la Patria. Y, en los
ojos de cada una de estas mujeres, relucía el orgullo de las razas indomables y
valientes. Aymaras y araucanos estrechamente unidos por un mismo anhelo y un
mismo dolor, rememoran y revivían en un instante el olvido de los siglos. Su
mismo origen.
Se cuentan por cientos los muchachos chilenos, que en rasgo generoso de
confraternidad, sinceros fueron a ofrecer sus servicios militares en el Chaco,
en defensa de Bolivia. Y ha debido agradecérseles, conmovidos y rogarles estén
listos para el momento oportuno.
Se apunta inexorablemente un hecho evidente. La juventud de hoy, borrará con
sus sentimientos los errores de nuestros antepasados. Y, Chile y Bolivia,
estrechamente unidos por sus vínculos originarios, históricos, geográficos y
comerciales complementan marchando unidos.
"Úselo bien y con honor compañero"
¿Podría permitirme una palabrita, compañero? – Un hombre robusto, de fresca
mirada se hallaba frente a mí, esperando mi respuesta.
Encantado compañero, -respondió. Acompáñeme –me dice– y emprendo camino a la
popa del barco. Llegamos. Hay varios hombres reunidos. Bolivianos y chilenos.
Conversan animadamente y nuestra presencia impone silencio.
Un chileno, comienza en sencillas frases un emocionante acto. No lo espero. Ni
siquiera lo había imaginado.
"Los enemigos de ayer, somos los hermanos de hoy. Si ayer peleamos frente
a frente, como solo saben hacerlos los buenos, hoy, como tales nos damos la
mano, sinceramente unidos por un solo ideal".
Compañero Paniagua, diga Ud. Ens. Patria, que aquí en Chile, habemos muchísimos
chilenos que podemos ir a ocupar el claro que deja en las filas, si muere cumpliendo
su deber.
Acepte compañero este recuerdo que se lo entrego por intermedio de un
representante de la prensa boliviana, para que se haga saber allá, que aquí hay
también corazones que vibran y sienten como en carne propia las angustias de la
Patria amenazada por el invasor."
Y, extrajo debajo del cinto un puñal corvo, arma predilecta del "roto
chileno", lo puso en mis manos agregando; "Úselo bien y con honor
compañero. Mi padre lo usó bravamente en la guerra del 79 y hoy defienda con él
a Bolivia, así como mi padre bravamente".
Todos los hombres allí reunidos, no pudimos contener la emoción ante la
serenidad magnífica del acto. Y fue un solo abrazo cordial y generoso, que
conmovió los corazones. Índice evidente de la profunda amistad que une a los
trabajadores de Bolivia y Chile, confundidos en el supremo esfuerzo de
arrancarle a la naturaleza sus tesoros. Las pampas salitreras, Chuquicamata,
Oruro, Uncía, Catavi y tantos más.
"Qué diablo, que cumpla con su Patria…"
Una chiquilla guapísima, de ojos profundamente azules, lloraba
desconsoladamente.
¿Es su esposo el que se va? -le preguntó.
La niña ruborosa, sonríe y me dijo. No señor, no somos ná casaos, pero nos
falta muy poco. Y quiero retanto a este chiquillo que se me va hacer recontra
imposible olvidarlo. Pero, ¡qué diablos! Antes que yo está su Patria. Cuando
vuelva nos casamos".
Lágrimas importunas desmentían la firme serenidad de sus palabras. Es que toda
despedida, por muy templado que sea el carácter es siempre dolorosa. Amarga y
cruel. Una despedida trunca siempre tantos anhelos y tantas esperanzas.-
¡Destroza tantos y tantos proyectos!
Abrazos, besos, cordiales estrechones de manos y una sola frase de boca en
boca; Que vuelva pronto y cubiertos de gloria". Hasta luego compañeros. No
lo olviden. Habemos muchos rotos para llenar los claros, que dejan ustedes.
Un cuarto de hora después el barco se perdía, como hundiéndose, en la
inmensidad del océano.
Veinte bravos mozos más iban a reforzar las filas de nuestro ejército y
convencido estoy, de que escribirán con su sangre bellas páginas en nuestra
historia.
Para eso tienen el ejemplo de Abaroa, Pérez, Gonzáles, Mamani y tantos
mil.
Valparaíso, septiembre de 1932.
Por: Jenaro Saavedra Peres - Periodista / Periódico La Mañana 23 de octubre de
1932, Página 3
Este articulo fe publicado en el periódico La Patria de Oruro el 14 de junio de
2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario