Kundt rodeado de oficiales.
Fuente: El general y sus presidentes: vida y tiempos de
Hans Kundt, Ernst Röhm y siete presidentes en la historia
de Bolivia, 1911-1939. De: Robert Brockmann / Plural editores, 2007.
Seis meses después del golpe de estado del 28 de enero de
1921. La asamblea constituyente, termino proclamando a Bautista Saavedra como
Presidente Constitucional. Inmediatamente empezó a preocuparse por mantener al Ejercito
alejado de la política. Saavedra hubiese querido mantener en la jefatura del
Estado Mayor al general Pastor Baldivieso, pero este se reusó y prefirió ser
nombrado Ministro de Guerra. De modo que Saavedra tuvo que colocar en la
jefatura de Estado Mayor al coronel
Carlos Blanco Galindo, que había sido clave en la asonada militar que lo llevo
al poder, pero con quien nunca congenio. Tampoco confiaba en él. De modo que
Blanco Galindo, apenas tolerado por Saavedra, a pesar de su eficiencia y
profesionalismo, tenía los días contados como jefe de Estado Mayor del Ejército:
solo hasta que el Presidente encontrara al nuevo candidato. La clave era dar con
un militar ajeno a las fobias y filias políticas.
Kundt, ya dado de baja de la Reichswehr con todas las formalidades desde mayo de 1920
y, como tantos compatriotas, desempleado, desmoralizado y confundido por la política
alemana, había llegado a Bolivia con propósitos comerciales y mineros privados.
Saavedra mando buscar al alemán y es de suponer que no le costaría
demasiado convencerlo –finalizada su carrera militar en su país de origen- de hacerse cargo otra
vez del Estado Mayor General. Pero no todo sería hilar y cantar. El gobierno alemán,
ni bien se enteró, le advirtió a Kundt de que el Ministerio de Guerra de Berlín
estaba obligado, en virtud de artículo 179 del Tratado de Versalles, a hacer
todo lo posible para evitar la creación de misiones militares conformadas por
ciudadanos alemanes.
El ministerio de Guerra del Reich agrego a su advertencia que
la eventual intervención de Kundt en el Ejército boliviano en un momento de tensión
bélica con Paraguay (en realidad, la tensión con Paraguay era perente desde hacía
décadas) podría perjudicar los intereses alemanes no solo en ese país, sino también
en Argentina, país con grandes inversiones en el país Guaraní.
Pero de una u otra forma Kundt hizo caso omiso de tales
recomendaciones. ¿El gobierno socialdemócrata de la odiada República de Weimar quería
impedirle trabajar al otro lado del mundo? qué se fastidiara.
Solo cuando a era evidente que aceptaría la invitación boliviana,
en un lapso de tiempo que no permitía ningún margen de maniobra, Berlin hizo lo
único que le quedaba: publico en varios diarios alemanes un comunicado oficial que
informaba a la opinión pública alemana e internacional que el gobierno del
Reich “nada tiene que ver con la misión del general Kundt y está completamente
distanciado de ella”.
Inmediatamente Francia objeto el nombramiento de Kundt,
subrayando que la contratación de un militar alemán para dirigir el Ejército era una violación al
Tratado de Versalles. Pero el gobierno de Saavedra no dio brazo a torcer. Ni siquiera
por el hecho de que Bolivia era signataria del tratado de Versalles como
potencia aliada asociada. La cancillería le respondió a Francia sin demasiados
aspavientos que no se trataba de una misión oficial alemana –pues Kundt no había
sido contratado a través de, ni enviado por el Estado alemán, de modo que actuaba
por cuenta propia. La Paz argumento además que el oficial alemán, por la buena
experiencia previa con el Ejército boliviano, era visto como garantía de disciplina
y eficiencia.
Por otra parte la legación británica informo a Londres que
la influencia de Kundt “tendería a mantener al Ejercito fuera de la política y evitaría
mayores desordenes”.
Para suavizar el áspero trago germano que los antiguos
aliados habrían de ingerir les gustara o no, Saavedra considero conveniente
naturalizar boliviano a Hans Kundt. Según las leyes vigentes en 1921, era requisito
para a naturalización haber residido dos años en el país. Menos de un mes después
de asumir la Presidencia Constitucional de la Republica, en febrero de 1921,
Saavedra instruyo a su Congreso el inicio del trámite. El 5 de febrero el Poder
Legislativo autorizo al alemán “a recabar su documentación particular en las
instalaciones estatales correspondientes”. En este caso, esas instancias, de
acuerdo a la ley vigente entonces, eran los concejos municipales o mediante el
Ministerio de Colonización. El mecklemburgues fue naturalizado boliviano de la
noche a la mañana por el Concejo Municipal de la ciudad de La Paz, basado en la
afirmación del interesado, quien juro que durante su anterior estadía había tenido
la intención de convertirse en ciudadano boliviano.
Superadas todas las objeciones internacionales y con el
incondicional apoyo de Bautista Saavedra, el 9 de febrero de 1921 el general alemán
firmo con el Estado boliviano un contrato por cuatro años, periodo en que se haría
cargo del Estado Mayor General con un sueldo de 40.000 bolivianos anuales, equivalentes
entonces a casi 14.000 dólares. El contrato incluía una cláusula que establecía
que si Hans Kundt resultaba muerto en el cumplimiento del deber, su viuda recibiría
160.000 bolivianos, y que alternativamente, si al cabo de seis años el general
deseaba retirarse, recibiría una jubilación equivalente a unos 300 dólares mes.
De esta singular manera Hans Kundt volvía a hacerse cargo
por segunda vez del Estado Mayor General.
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