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ORGANIZACIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVIANA (1825-1828) Parte I

Por: María Luisa Kent / (Tomado de Sucre, soldado y estadista, Enrique Ayala Mora, edit., Quito, Planeta / Universidad Andina Simón Bolívar, 1996). // Disponible en: http://www.uasb.edu.ec/UserFiles/File/pdfs/NOTICIASYSUCESOS/2007/ConcursoManuelaSaenzMariaLuisaKent.pdf // Foto: Primera bandera de la Repúvlica de Bolivar (actual Bolivia).

El pensamiento liberal enraizado en el humanismo renacentista y en la filosofía individualista del siglo XVIII, fue la espina dorsal del envolvente proceso revolucionario que derivó en la dependencia de las colonias americanas, y el fundamento político sobre el cual se organizaron los nuevos estados republicanos en el continente.
En la primera fase revolucionaria, las ideas liberales contenidas en manifiestos políticos, tales como la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776) y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), tuvieron gran predicamento entre los caudillos que perseguían la independencia política y administrativa de las tierras colonizadas. Por el Contrario, en la fase de organización republicana se advierten tendencias pragmáticas entre los encargados de organizar los nuevos estados. El respeto a las libertades individuales: igualdad Política y social de los ciudadanos; respeto a la propiedad; libertad de conciencia, de organización, asociación y expresión; repartición equitativa de los impuestos, injertadas a complejas realidades socioeconómicas, adquirieron matices propios, traduciéndose las propuestas liberales en planteamientos reformistas de difícil aplicación por las características estructurales de la sociedad.
La aplicación de los principios liberales propuestos Por Simón Bolívar fue llevada a cabo, en la nueva "república Bolívar", hoy Bolivia, por Antonio José de Sucre y un conjunto de militares colombianos, ideólogos de origen extranjero y muchos políticos criollos. Sin embargo, puede atribuirse al mariscal Sucre, y a algunos ideólogos que lo acompañaron en su gestión de gobierno, la ejecución de las primeras iniciativas de corte liberal. El objeto del presente trabajo está precisamente referido a esta etapa de transición política hacia el Estado republicano (1825-1828).
Las ideas inspiradas en el liberalismo al ser trasplantadas a esta región del continente en las décadas precedentes a 1825, experimentaron mutaciones, habiendo obtenido un relativo éxito político con el advenimiento de la República. En el aspecto social el liberalismo quiso elevar la calidad de algunos sectores sociales mediante la educación y la utilización de los recursos económicos de la Iglesia. El resultado concreto de ese intento fue una ruptura con la Iglesia y la disminución de su poder temporal. El liberalismo fracasó en sus objetivos económicos cuando intentó modificar las bases que sustentaban al Estado, tales como la propiedad sobre la tierra (Decreto de Trujillo, 29 de agosto de 1825) y el sistema tributario. No obstante el aparente saldo negativo, atribuido a una falta de coherencia entre el nuevo espíritu liberal y las viejas estructuras socioeconómicas, el naciente Estado boliviano se perfiló como un proyecto político autónomo, bajo el impulso del liberalismo político.
Si bien las propuestas políticas de los primeros organizadores edificaron los fundamentos del nuevo Estado, fueron los principios económicos del liberalismo los que se mantuvieron latentes a lo largo del primer medio siglo republicano y se vigorizaron a partir de 1870, etapa en la que Bolivia empezó a consolidar su calidad de país exportador y su reinserción definitiva a los mercados mundiales. En los albores del siglo XX, el liberalismo se constituye en una alternativa, recobra protagonista político en las tres décadas subsiguientes y realiza importantes logros económicos y sociales.
Para comprender los diversos elementos que intervienen en la etapa formativa de la República, o primer proyecto liberal, es imprescindible aproximarse al pensamiento de los primeros republicanos, y especialmente a aquellos que, como Antonio José de Sucre, tuvieron un papel protagónico como primeros organizadores del Estado boliviano.

DE CHARCAS A BOLIVIA

El ingreso de las tropas vencedoras libertadoras a la exCharcas en la primera semana de febrero de 1825, puso fin a un largo ciclo de movimientos insurgentes y revolucionarios y al moribundo régimen colonial que se debatía bajo el fuego cruzado de ejércitos patriotas. La presencia de las tropas libertadoras inauguró el nuevo ciclo republicano, al mismo tiempo que trajo aparejada una tendencia militarista que tuvo un importante rol político a lo largo del siglo XIX.
Antonio José de Sucre llegó al mando de más de 8.000 hombres que integraban los ejércitos del Norte, en pos de concluir el proceso de liberación. Aun antes de pisar las provincias, el Mariscal dirimió a su favor en la situación creada en torno al problema de pertenencia territorial y comenzó el proceso, aún inconcluso, de definiciones territoriales y dependencias regionales. De las primeras definiciones políticas tomadas por este jefe militar y del espíritu autonomista y guerrero de los llamados pueblos altoperuanos, se desprende entonces la independencia política de Charcas. Al alejar las provincias de las pretensiones de sus antiguas dependencias virreinales (Perú y Río de La Plata), la región quedó convertida en un espacio autónomo favorable a la vinculación intercontinental, llamado también "Estado intermedio"1 por algunos autores.
En opinión de muchos historiadores, Bolivia debe su existencia tanto al Decreto de convocatoria a la Asamblea de Representantes de 9 de febrero dictado por el mariscal Sucre,2 como al espíritu autonomista de los criollos. El "certero enjuiciamiento de la realidad" que le correspondió realizar a Sucre fue, en opinión de Alberto Crespo,3 el factor mediador que concretó el nacimiento de Bolivia. Sin embargo, otra corriente afirma que una "logia patriótica", con nexos continentales, habría sido la instigadora de la llamada "guerra doméstica" que debilitó las fuerzas del virrey La Serna.4 Corroborando algunos aspectos de esta hipótesis, José Luis Roca afirma que en 1824, tanto la "guerra domésticas” del general Olañeta como las acciones de su sobrino Casimiro Olañeta, habrían sentado "las bases definitivas del nuevo Estado, que empezó a ser regido por Sucre".
William Lee Lofstrom afirma que, no obstante el reducido éxito del proyecto reformista de Sucre, su presencia en Bolivia fue una garantía de sobrevivencia para la naciente República y su ser político nacional. Respondiendo al impulso de su tiempo fue en búsqueda del progreso social, a partir del desarrollo individualista que pretendía la formación del "hombre nuevo".6 Zavaleta Mercado sostiene que las reformas liberales de Sucre fracasaron al ser aplicadas en una sociedad abigarrada y decadente.7
Sucre llega a las provincias de Charcas o provincias altas del Perú, como él inicialmente las llamó, en calidad de Comandante del Ejército Unido colombiano de ocupación, con una limitada práctica política republicana, fundamentada en el pensamiento liberal, recogida en otras realidades y, sobre todo, del pensamiento del general Simón Bolívar. Tres años y medio después se marcha de Bolivia dejando impresa la huella de su genio de estadista. En ese lapso, el Mariscal pretendió, por distintos medios, transformar las viejas estructuras coloniales, renovar el pensamiento de los sectores conservadores y fortalecer la unidad territorial.
Fue precisamente en el difícil período de la transición cuando Sucre puso a prueba sus valores éticos y su sentido político. El guerrero se fusionó con el político para dar paso al estadista. La correspondencia de Sucre trasunta esa triple dimensión de su personalidad, propia de una estirpe de revolucionarios que, como Simón Bolívar, Bernardo O'Higgins y José de San Martín, pretendieron construir nuevas realidades políticas y económicas en sociedades conservadoras. Fueron tiempos de acciones heroicas y utopías nacionales.
Abordar el tema propuesto significa realizar un repaso a las primeras medidas del mariscal Sucre en el territorio de la ex Audiencia. En segundo lugar, resumir brevemente las características espaciales y económicas, y los componentes étnicos y culturales de la sociedad charquina. Analizar la influencia de algunas corrientes de pensamiento que actuaron de catalizadores ideológicos de las políticas gubernamentales ejecutadas durante la administración del mariscal Sucre.
Por ser un trabajo que intenta una aproximación al pensamiento de Sucre y la influencia que tuvo en la formación del Estado boliviano, se han elegido algunos temas en los que sus ideas se plasman de manera fidedigna, sobre todo en la creación de pilares institucionales de matriz liberal. Para el efecto se han tomado en cuenta fuentes bibliográficas especializadas y algunas fuentes documentales primarias como la Memoria de la Asamblea Constituyente y cartas del Archivo de Sucre;8la Colección de Leyes y Disposiciones Supremas dictadas por el Mariscal de Ayacucho entre 1825 y 18289 Y los Libros Redactores del Congreso. El Cóndor de Bolivia, lo semanario fundado por el Mariscal, reviste importancia para este estudio.

EL GUERRERO

La convocatoria del 9 de febrero de 1825, dictada en La Paz a los pocos días de la llegada del mariscal Sucre, fue un paso irreversible hacia la independencia de las llamadas "provincias altas del Perú". "Es menester un poder neutral que las precava de la anarquía", 11 argumentaría más tarde a Simón Bolívar. Según el Mariscal, la extensión territorial, la población y fundamentalmente el propósito de "pertenecerse a sí mismos" -en palabras del Mariscal- que guiaba la voluntad de sus habitantes, justificaron en gran medida la decisión de desligar la región de los antiguos lazos de dependencia que las unían con las capitales virreinales. La carencia de instructivos políticos del Libertador se sumó a los anteriores argumentos.
Sucre empezó a gobernar militarmente las provincias aún antes de pisadas. En medio de sus reiteradas contrariedades y protestas,12 el 23 de enero de 1825 comunicó a Simón Bolívar los preparativos para su próxima entrada, y mediante varias circulares ordenó penas drásticas13 para los "capitulados de Ayacucho" que intentasen engrosar las filas del ejército realista que aún combatía en las provincias Altas. El 24 de enero rechazó un intento de armisticio propuesto por Pedro Antonio de Olañeta - último jefe militar que sostenía la guerra y tenía pretensiones políticas sobre la región-, y más bien lo indujo a aceptar que una Asamblea de Diputados fuese la que decidiera el futuro de las provincias. 14
Sucre desplegó una febril actividad en los días previos a la ocupación, complicada por el comportamiento ambiguo del general Olañeta,15 el cual le obligaba a pensar en decisiones rápidas y en el futuro de la región. Escribía cartas a los altoperuanos y colombianos, recibía partes de guerra, enviaba instructivos tanto al Alto como al Bajo Perú,16 mientras en las provincias todavía cautivas, obedeciendo a una dinámica propia, se libraban las últimas batallas y escaramuzas entre patriotas y realistas. Cochabamba se había liberado el 12 de enero y el general José Miguel Lanza había tomado La Paz el 29 de ese mismo mes, después de la evacuación de las fuerzas realistas.
El 26 de enero de 1825, antes de ingresar a la ex-Charcas, respondiendo a una carta a Casimiro Olañeta 17 -sobrino del último general realista en la ex-Charcas quien había establecido comunicación con los vencedores-, Sucre escribió "que anhelaba más la paz a una nueva gloria".18 Sucre previó que la "campaña quedará concluida en abril y tal vez sin un combate".19 No obstante, con gran presteza movilizó todo el ejército colombiano hacia el Sur porque consideraba que la fuerza militar era una garantía de libertad y de seguridad ante la propagación del caos político que afectaba las Provincias Unidas del Río de La Plata y que amenazaba con propagarse.20
En su condición de Comandante del Ejército Unido del Perú, antes de llegar a Puno, Sucre expidió órdenes para cortar suministros a las fuerzas realistas y controlar el territorio altoperuano.21 El 27 de enero, Sucre instruía al general Lanza sobre tácticas de guerra para hostilizar y bloquear al último general realista,22 aunque sus pronósticos auguraban que Ayacucho sería la última gran batalla de la Independencia.
El 1 de febrero de 1825 Sucre le escribió a Bolívar sobre la conveniencia de conservar la neutralidad de las provincias Altas. Le adelantó algunas ideas esbozadas en el borrador del decreto que se proponía emitir. También expresó: "la situación del país (las provincias Altas) está tan embrollada que ya estoy preparado a recibir mucho látigo de los escritores de Buenos Aires, y dispuesto a perder del Perú la gratitud de mis servicios".23
Cuando el 3 de ese mismo mes se produjo en Acora la polémica entrevista con Casimiro Olañeta, portavoz en ese momento de los criollos autonomistas, Sucre ya tenía el borrador del Decreto del 9 de febrero, según sostiene Charles Arnade. El autor afirma que gracias a las investigaciones de Julio César Gonzales y Demetrio Ramos,24 se conoce que Olañeta intervino para sugerir algunas modificaciones al borrador del decreto que Sucre había terminado de esbozar la noche del 2 de febrero.25
La convocatoria del Mariscal provocó gran contrariedad en el Libertador Bolívar,26 pero ninguna circunstancia podría ya detener el impulso autonomista de Charcas, gestado en varias décadas de levantamientos, revoluciones y guerras de guerrillas.27 La vida de la impaciente República se inició sin esperar el desenlace de las acciones militares ni de las gestiones diplomáticas. La convocatoria a la Asamblea de Diputados movilizó la población de las provincias liberadas. Valentín Abecia, autor contemporáneo, afirma que aquella puede ser considera como la primera acción legislativa que dio consistencia a la República.28
Antes de su caída, el general Pedro Olañeta enfrentaría la desmoralización de sus tropas, el bloqueo de recursos y la deserción de sus oficiales. La acción de Medinacelli, en Tumusla el 10 de abril de 1825,29 terminaría con la vida del obstinado general y con la rendición de sus últimos oficiales. Ocho días más tarde Sucre emitiría una proclama anunciando el fin de la guerra.

EL TERRITORIO DE LA EX CHARCAS

EL ESPACIO Y LA SOCIEDAD

El territorio de las llamadas provincias Altas por el propio Mariscal, era un espacio casi desconocido por sus habitantes. Según datos contenidos en el Atlas del Instituto Geográfico Militar, Bolivia poseía entonces una superficie aproximada de 2'363.769 Km2 y una población aproximada al 1'000.000 y 1'200.000 habitantes.
Según el Informe realizado por J. B. Pentland en 1826,30 cerca de 200.000 habitantes tenían ascendencia europea. Otros 800.000 estaban catalogados como indígenas y 100.000 figuraban como cholos o mestizos. El informe registra 7.000 pobladores de raza negra, la mayor parte esclavos, pero no toma en cuenta los habitantes de las tierras bajas del Chaco ni los de la cuenca amazónica.
Para las élites que formaban parte de la estructura social colonial, la referencia espacial se circunscribía a los imprecisos límites de la Audiencia, pero sin el concepto de unidad territorial. Para los indígenas, en cambio, el territorio era un espacio trajinado,31 un factor que cohesionaba la comunidad y generaba recursos y posibilitaba el intercambio entre comunidades. En la etapa de transición la Audiencia dividía su espacio en cuatro Intendencias,32 en las que existía diversidad de recursos naturales y económicos. Las tierras bajas estaban muy poco vinculadas a las tierras altas, siendo consideradas territorios de "bárbaros" por formar parte de las antiguas misiones jesuíticas y franciscanas.
La sociedad estaba edificada sobre bases estamentarias divididas según los componentes étnicos y los porcentajes de sangre europea y su relacionamiento político con el Estado español. El factor económico también podía predeterminar el ascenso social, aunque en grado restringido. Las tradiciones culturales ahondaban la fragmentación de la sociedad colonial en desmedro de los intereses económicos de la Corona y del desarrollo de la sociedad. Las clases poseedoras de la riqueza, o sociedad criolla (propietarios de haciendas, descendientes de ricos azogueros y beneficiarios de las mitas mineras, alto clero, comerciantes y funcionarios y algunos profesionales), constituían grupos reducidos con relación a la población indígena. Compartían entre ellos privilegios y cuotas de poder en la administración colonial; éstos fueron los herederos del poder económico y político que quedó vacante al irrumpir el nuevo orden republicano.
El espacio estaba dividido en el país urbano y el país rural. Al sobrevenir el ciclo republicano esta división no se atenuó. Los centros urbanos con predominio de los criollos estuvieron, sin embargo, condicionados por la mestización. Los indios eran migrantes, se ubicaban en las áreas periféricas y en labores subalternas. Las ciudades con tradición minera, como Potosí y Oruro, sufrieron un descenso demográfico por la crisis minera; mientras que por las características del mercado, por sus recursos agrícolas y la migración indígena, La Paz y Cochabamba experimentaron algún crecimiento. Las áreas rurales, con un predominio poblacional indígena y ocupadas en parte por un sistema hacendatario, conservaban sus instituciones tradicionales como el cacicazgo y la comunidad indígena.33
A su llegada, el Mariscal percibió los estragos de la crisis motivada por los quince años de economía de guerra y por los perjuicios ocasionados por la baja producción de plata. Casi había desaparecido el antiguo esplendor del Cerro Rico de Potosí, alrededor del cual se desarrolló la economía colonial de la antigua Charcas.34 La minería estaba abandonada;35 el deficiente obsoleto desarrollo tecnológico había ocasionado su estancamiento, y a ello se sumaba la falta de capitales y la carencia de azogue para la refinación de los minerales de plata.36 Se advertía el quebranto del comercio. La precaria producción agropecuaria apenas sostenía las pesadas cargas y contribuciones que demandó la guerra de guerrillas y el mantenimiento de los ejércitos patriotas y realistas.37

LA TRANSICIÓN

El panorama de la realidad social, económica y cultural, el vacío de poder, el riesgo de la desintegración de las provincias, impulsaron a Sucre a tomar decisiones políticas inmediatas con respecto a las provincias. Su espíritu militar le llevó a plantear estrategias bélicas para liberar a las provincias de factores conflictivos. Al despuntar el alba de su gobierno militar, su espíritu organizativo le condujo a realizar un reconocimiento preciso de las condiciones generales del territorio, de la economía y de la sociedad.
Sus primeras disposiciones revelan un sentimiento antiespañol; prima en él la voluntad de excluir y eliminar la influencia de "los godos"38 de la administración pública y de la Iglesia. Para nombrar funcionarios ordena a los Presidentes de Municipalidades, Cabildo Eclesiástico y Jueces de Comercio que, conforme a un anterior Decreto de Bolívar de 11 de enero de 1825 dictado en el Perú, en cada distrito se formen Juntas de Notables para elegir funcionarios patriotas y honestos.39
Las disposiciones provisionales de Sucre pretendían invalidar vicios administrativos y prácticas corruptas de la antigua estructura colonial, así como buscar consenso para los flamantes funcionarios. También se prohibió la compra de cargos públicos y la captación de subvenciones extras que beneficiaban a los antiguos funcionarios coloniales.40
Durante los primeros meses de la etapa de transición, el Mariscal Sucre actuó como un representante colombiano y puso en práctica su experiencia acumulada a su paso por la Intendencia de Quit041 y su corta misión en Lima.42 Las frecuentes consultas informes, así como los partes de guerra y oficios despachados: los mandos superiores de Perú y Colombia, reflejan esa dependencia a la Gran Colombia.43 En la medida que Sucre prolongaba su permanencia en el territorio, su criterio político y administrativo adquirió mayor independencia y autonomía.
Un quebradero de cabeza y un tema que atrapó la atención de Sucre desde su llegada, fue la movilización, atención y ubicación de las divisiones colombianas y locales. Se veía" en mil conflictos para sostener más de 10.000 hombres de tropa que hay desde el Desaguadero a Tupiza".44 Si bien el Alto Perú recibía subvenciones del Bajo Perú, recayó sobre el flamante gobierno la mayor carga. En poco tiempo el problema se agudizó. Los envíos destinados a cubrir gastos de alimentación y vestido sufrían frecuentes desfalcos mientras crecían las obligaciones con los oficiales y las tropas. "Del Cuzco y Arequipa no me mandan absolutamente nada, antes toman cuanto pueden en perjuicio de este ejército".45
Persuadido de que la frontera sur era flanco más débil de la región por la proximidad del caos político en las provincias del Plata, puso en alerta su ejército hasta la llegada de Simón Bolívar. Por otra parte, el ingreso de divisiones argentinas en misiones militares y diplomáticas,46 así como las invasiones brasileñas al territorio de Chiquitos (Santa Cruz), le indujeron a mantenerse alerta.47 Es justamente a consecuencia de estas incursiones armas que Sucre empezaría a preocuparse por las quejas de los indios de las regiones bajas de Santa Cruz y la situación de injusticia y esclavitud que afectaba a los originarios de Mojos y Chiquitos.48
La presencia del ejército auxiliar del Norte, disminuido en número, los ejércitos argentinos, la presencia de oficiales de alta graduación, se prolongaría durante toda su gestión y sería la principal fuente de discordia. Y más tarde, el argumento que traería inestabilidad política a la joven República.

EL POLÍTICO

José María Rey de Castro, secretario de Simón Bolívar entre 1824 y 1828, en su diario de campaña, Recuerdos del Tiempo Heroico,49 establece una analogía entre Sucre y Julio César. Este, al superar el Rubicón, en el siglo I antes de nuestra era, dejó de ser el delegado de Roma (Romae Legatus) en las Galias colonizadas para marchar sobre Roma, derrotar a Pompeyo y transformarse en César.
En nuestra interpretación, el "Rubicón" de Sucre significa la metamorfosis del guerrero. Cuando el Mariscal cruza el río Desaguadero el 2 de febrero de 1825, avanza como militar sobre los territorios de la ex-Audiencia y se transforma en político para dar cabida al estadista.
Sucre llega a Charcas con una corta experiencia administrativa como Intendente de Quito. Ejerce esa función desde junio de 1822 hasta que deja Guayaquil con dirección a Lima en abril de 1823. Durante 22 meses, entre abril de 1823 y febrero de 1825, desempeña en el Perú una labor diplomática, política y guerrera a la cabeza del ejército vencedor en Ayacucho.
Las primeras medidas de carácter normativo, catalogadas como Ordenes y Resoluciones dictadas por el Mariscal, están impregnadas de principios republicanos que se habían puesto en vigencia en las repúblicas ya instituidas. Su aplicación en el territorio de las provincias Altas allanó el camino, recorrido luego por Bolívar, y prepararon el terreno para el conjunto de Decretos y Leyes que éste dictaría en su corto gobierno. 50
Las circulares enviadas a los presidentes de los departamentos entre los meses de abril y mayo de 1825 así como sus indagatorias sobre ingresos, rentas y gastos; sobre población, educación y servicios existentes en cada provincia, tuvieron el propósito de conocer la realidad social y económica.
Los resultados proporcionaron datos aproximados sobre la cantidad de la población y sus requerimientos inmediatos. 51 Los informes sobre rentas y recursos económicos le permitieron esbozar un presupuesto tentativo. El conocimiento de los problemas que afectaban a la minería también le otorgó la posibilidad de plantear un plan de reactivación tecnológica. 52
En materia tributaria resolvió no apresurar soluciones y dejó en manos de la futura Asamblea de Diputados la tarea de modificar el régimen vigente por otro más moderno. "... Yo no he querido dar ningún reglamento que altere los establecimientos de la hacienda pública", escribía a José María Plaza, presidente de Cochabamba. En esa etapa de ajustes institucionales su propósito era levantar los empréstitos de guerra.53 "Se ha aliviado al pueblo de los empréstitos". Además, "es menester no precipitamos porque si destruimos las rentas nos veremos forzados a contribuciones directas".54
Alos tres meses de su llegada a Bolivia, Antonio José de Sucre volcó su mirada sobre el patrimonio y el excesivo poder económico de la Iglesia. Mediante circular del 6 de mayo de 1825 pidió informes al Dean de Chuquisaca sobre las rentas, diezmos e hipotecas que gravaban propiedades en su favor. Otra circular ~ la misma fecha señalaba: "para objetos importantes al conocimiento del gobierno supremo informen sobre" el número de conventos, de monjas, de rentas, colegios de cada departamento, número de colegiales, cátedras, fincas, rentas de cada colegio y la institución que las sustentaba. 55 Esta circular es la primera en ocuparse del costo de la educación. Si ésta era pagada por las municipalidades o por los diezmos. "Cuánto cuesta al año cada Una de estas escuelas, qué se enseña en ellas y qué reformas necesitan". También se interesa sobre los servicios y el destino de las rentas municipales, "si es para el servicio de la policía" (...), "servicio de la Iglesia (...) o en favor de algunos individuos". Su preocupación está centrada en la cantidad de recursos y en la correcta utilización de los diezmos y de los recursos municipales.56
El inicial propósito fiscalizador de Sucre sobre los recursos y bienes de la Iglesia lo enfrentó con una estructura de dominación difícil de desarticular. La Iglesia, viciada por su caducidad, por la inmoralidad y el espíritu 11 godo de gran parte de su clero" según Sucre, era una importante fuente de riqueza, la única susceptible de ser empleada en beneficio de la sociedad.
Como una primera medida Sucre asumió el "patronato regio" para sí mismo, y el vicepatronato para los prefectos de departamentos. Esta figura secular otorgada por los príncipes de la Iglesia a los de la monarquía, daba la prerrogativa de elegir y fiscalizar a las autoridades eclesiásticas. A sucre le permitió controlar las designaciones, fiscalizar al alto clero y proponer una Iglesia más dispuesta a participar de los proyectos republicanos.57 Estas disposiciones develan su inclinación por el Estado laico y la intención de someter a la Iglesia al poder central.58
Una vez finalizada la guerra (abril de 1825), Sucre empezó la tarea de reubicar las divisiones colombianas y organizar las primeras divisiones nacionales, sobre la base de veteranos y patriotas, al mando de oficiales colombianos y locales de su confianza. Se formaron los cuerpos de caballería, infantería y artillería.59 La organización militar buscaba contrarrestar la onda caótica que, proveniente de las Provincias Unidas del Río de La Plata, amenazaba expandirse hacia el norte. El coronel Francisco Burdett O'Connor, amigo y hombre de confianza de Sucre, fue encargado de la vigilancia y protección de la frontera sur del territorio.

CONVERGENCIAS IDEOLÓGICAS EN EL MARISCAL

Aunque la instrucción básica que recibió el mariscal Sucre fue de carácter militar, existen suficientes elementos biográficos para comprobar en sus orígenes familiares y locales una lógica inclinación a las ideas emancipadoras. La guerra de liberación en la que se vio envuelto desde los quince años, aceleró la carrera elegida y consolidó su ideales republicanos que al fin de su vida defendería con su propia sangre.60 Desde 1810 estuvo al servicio de la causa patriota, desempeñándose desde 1811 como oficial bajo el mando del general Miranda y como instructor del Ejército de Oriente. Algunos autores sostienen que en 1817 conoció a Simón Bolívar, poco después de la toma de Valencia (Colombia).
Sucre no visitó Europa para instruirse como algunos de sus contemporáneos. Sin embargo, la guerra de liberación y las ideas liberales expandidas en América, forjaron sus principios republicanos. Las limitaciones de su etapa formativa fueron superadas por la influencia y la estrecha relación con personalidades de su tiempo en el transcurso de su carrera militar; contribuyó a ello su temperamento analítico y la obligada práctica política.
Para comprender los fundamentos que sustentaron los ideales del Mariscal de Ayacucho, en primer término estableceremos las afinidades más importantes con las ideas liberales de Bolívar. Por su importancia, esa relación afectiva, militar, ideológica y política merecería un amplio estudio que no forma parte de este trabajo. En segundo lugar, es preciso identificar las líneas matrices del discurso de las élites liberales y, por último, analizar el pragmatismo político que primó en la fase de organización republicana, sustituyendo el ideal de perfección política que se pretendía alcanzar durante la era revolucionaria.

Artículo siguiente: AFINIDAD ENTRE EL PENSAMIENTO DE BOLÍVAR Y SUCRE Parte II

Notas
1. Concepto utilizado por varios estudiosos de la historia boliviana: Charles Amade, William Lofstrom, entre otros.
2. Sabino Pinilla, 1944 (1975).
3. Alberto Crespo, 1992.
4. Ver Marcos Beltrán Avila, La logia que independizó a Bolivia, 1948.
5. La "guerra doméstica" es entendida de dos maneras por los distintos especialistas en la guerra de independencia. Algunos sostienen que respondía a un plan desestabilizador con alcances continentales, mientras que otros autores interpretan que fue la rebeldía de un militar muy conservador que quiso mantener la estructura colonial.
6. William Lee Lofstrom, 1983.
7. René Zavaleta Mercado, Lo Nacional Popular, 1986.
8. ADS: Archivo de Sucre, t. V, VI. Fundación Vicente Lecuna, Banco de Venezuela, 1978.
9. COLDOR: Colección de Leyes, Decretos y Ordenes de la República, 1815, 1826, 1827, 1828.
10. La primera edición facsimilar completa de El Cóndor de Bolivia ha sido publicada el mes de marzo de 1995, por el Banco Central de Bolivia.
11. ADS, vol. V, p. 127.
12. Ibíd., pp. 78-80.
13. Carta al prefecto del departamento de Arequipa, (ADS, vol. V, pp. 90-92).
14. ADS, vol. V, p. 101.
15. Pedro Antonio de Olañeta, de tendencia monarquista, fue uno de los protagonistas de la llamada" guerra doméstica". Se reveló contra el virrey La Sema, de tendencia constitucionalista. La guerra doméstica, en opinión de muchos historiadores (José Luis Roca, entre ellos), al dividir las fuerzas realistas favoreció la guerra de liberación.
16. ADS, vol. V, 1978.
17. Casimiro Olañeta, abogado nacido en Charcas, de familia española, llamado" dos caras" por Gabriel René Moreno, fue un político controvertido que desempeñó importantes cargos públicos en la Colonia como en la República. Según Moreno fue uno de los hombres públicos que ejerció mayor influencia en la suerte del país. Fue Presidente de la Asamblea, Presidente de la Corte Suprema, Prefecto de Potosí, varias veces Ministro. Dice Moreno "que su gusto por la palabra sólo cedía en ardor a su propensión a conspirar". Gobernó hablando, hablaba por gobernar.
18. ADS, vol. V, p. 103.
19. Ib{d., p. 122.
20. Las Provincias Unidas enfrentaban divisiones internas y tenían gobiernos federales autónomos. El general Las Heras asumió el mando el 9 de marzo de 1824. En esa etapa se vivía la ocupación de la Provincia Oriental por el Imperio del Brasil, que inclusive llegó a hacer jurar la nueva Constitución de la Banda Oriental. Aquella región se vio entre dos frentes: el Alto Perú y la Provincia Oriental.
21. Numerosas órdenes y disposiciones enviadas desde los cuarteles generales de Cuzco, Sicuani, Juliaca y Lampa durante el mes de enero (ADS, vol. V).
22. ADS, vol. V, pp. 108-110.
23. Ib{d., p. 127.
24. Charles Arnade, en "La hazaña de la Libertad", Cuadernos de Historia, Ed. El País, La Paz, 1995.
25. Ib{d. 26. ADS, vol. V, p. 372.
27. Ver Charles Arnade, La dramática insurgencia de Bolivia y Gunnar Mendoza, El Diario de un Comandante de la Independencia americana (1814-1825) por José Santos Vargas.
28. Valentín Abecia, 1994.
29. El mariscal Sucre quedó profundamente disgustado por la muerte del general Pedro Antonio de Olañeta (ASD, vol. V, pp. 372-373). No recibió el parte de la batalla porque ésta nunca se dio. En la última acción de Tumusla, el día 1 de abril se disparó un solo tiro, el que hirió de muerte a Pedro Olañeta.
30. Joseph Barclay Pentland, contratado por Simón Bolívar, elaboró un informe sobre el aspecto político, económico y cultural de la sociedad boliviana en los primeros años de la República, sobre geografía, población y recursos naturales y humanos. Ver carta de Bolívar a Sucre en el Archivo de Vicente Lecuna, con referencia a Pentland de 12 de junio de 1826.
31. En concepto de algunos investigadores contemporáneos como Roberto Choque, "espacio trajinado" corresponde a una figura relacionada con el activo comercio indígena y la organización interna del mercado colonial.
32. En 1825 la Audiencia de Charcas comprendía cuatro intendencias: Intendencia de La Plata, con aproximadamente 145.000 habitantes; La Paz, con unos 375.000 h.; Potosí, con 250.000 h.; Cochabamba, con unos 75.000 h.; incluía Santa Cruz y los territorios de Chiquitos y Mojos con unos 9.000 criollos y mestizos, sin contar la población originaria, dispersa en las tierras bajas (Informe Pentland).
33. La comunidad indígena fue y continúa siendo un sistema tradicional de organización. Los indios "originarios" eran los que más se beneficiaban de ella. Los "agregados", "forasteros" y "yanaconas" no eran reconocidos como titulares de las tierras de comunidad, salvo en algunas circunstancias.
34. La economía de Potosí era tan importante para el Perú que la creación del virreynato de Buenos Aires provocó un desajuste para el erario al separársele de la zona minera de Potosí, considerado por el virrey de Lima Caballero de la Croix (1789), fIel principal nervio del reyno".
35. Según Antonio Mitre, durante la etapa de transición la producción de plata disminuyó en un 35% con respecto a la primera década del siglo XIX. A consecuencia de la guerra se agudiza la tendencia descendente iniciada a fines del siglo XVIII. Los trabajos de rehabilitación minera empezaron a principios de la década del 30 y fueron determinantes a partir de 1870.
36. Antonio Mitre, El monedero de los Andes; Luis Peña loza, Historia Económica de Bolivia, coinciden en señalar que al fundarse la República la minería pasaba por gran depresión productiva. Entre las causas se señalan el agotamiento de Potosí. La paralización de Huancavelica, -mina de azogue-, dificultades en la navegación con España, escasez de mano de obra y, sobre todo, obsolescencia tecnológica. Según el informe de J. B. Pentland, en 1826 existían en Potosí solo seis minas en producción y 15 establecimientos metalúrgicos activos. Calculó la existencia de 1.450 mineros en socavones, 450 en los ingenios y 5.000 minas abandonadas.
37. Las guerras de independencia fueron devastadoras en el espacio de la Audiencia de Charcas. Tanto los ejércitos realistas, como los auxiliares de las Provincias Unidas y los propios guerrilleros, hacían incursiones para aprovisionarse y en muchos casos obligaban a pagar contribuciones. Para mayor información ver El Tambor Vargas, Diario de un Comandante de la independencia americana.
38. ADS, vol. V, p. 22; vol. VI, pp. 12-13.
39. ADS, vol. V, p. 205.
40. Ibíd., p. 343.
41. Sobre su paso por la intendencia de Quito se consultó Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, de Alfonso Rumazo y el Archivo de la correspondencia de Sucre, vol. III y IV.
42. Ibíd.
43. ADS, vol. V, Caracas, 1978.
44. ADS, vol. VI, p. 175.
45. Ibíd., p. 173.
46. El ingreso de Urdininea y de Arenales al territorio de las provincias altoperuanas indujo a Sucre a escribir una gran cantidad de correspondencia, dudando de la veracidad de los solidarios propósitos de los argentinos (ADS, vol. V, pp. 385- 399).
47. Las invasiones al territorio de Chiquitos fueron obra del goberna¬dor del Matto Grosso que, por medio de su lugarteniente José María Velasco, firmó una capitulación con Sebastián Ramos, Gobernador de Chiquitos para entregar el territorio al Emperador del Brasil, antes que al Ejército colombiano. Sucre contestó duramente a la provocación del comandante que dirigía la invasión, Manuel José de Araujo (ADS, vol. VI, p. 84).
48. ADS, vol. VI, p. 328.
49. Ver José María Rey de Castro, Recuerdos del tiempo heroico. Pajinas de la vida militar y política del Gran Mariscal de Ayacucho, edición facsimilar, 1883, (Lima 1995).
50. Simón Bolívar llegó a Bolivia por el Desaguadero. Entró en La Paz el 18 de agosto de 1825 y permaneció gobernando el territorio hasta el 1 de enero de 1826, fecha en la que designó al mariscal Sucre como su sucesor, hasta que la Asamblea elija al primer presidente constitucional.
51. ADS, vol. VI, pp. 16-372.
52. Ibíd., p. 173.
53. Ibíd., pp. 373-467.
54. Ibíd., p. 56.
55. Ibíd., pp. 35-173.
56. Ibíd., p. 36.
57. En 1827 José María Mendizábal, de origen jujeño, vicepresidente de la Asamblea de 1825 y de la Constituyente de 1826, fue el único prelado en el país por lo que se lo consideró jefe de la Igl~sia boliviana. En 1825, el Mariscal había recibido la propuesta de Ramón Antonio de Azín para fundar una Iglesia Nacional. Con la firma de "El sacerdote americano libre" Azín proponía, en opinión de Joseph Barnadas, "una Eleclesiología local", que otorgue prerrogativas alejadas de la influencia colonizadora. (Ver Historia General de la Iglesia en América Latina, manuscrito de J. Barnadas).
58. Es probable que algunas ideas, como una propuesta para constituir "Un modelo de constitución civil del clero" para América, que circuló en Francia en 1819, hubieran llegado al continente americano. Su autor, el canónigo y destacado hombre de letras Juan Antonio Llorente, en 1817 también había escrito Historia Crítica de la Inquisici6n española (Ponencia presentada por Charles Dufour en el Encuentro Internacional de Historia sobre el Siglo XIX, en Sucre-Bolivia, entre el 25 y el 29 de agosto de 1994).
59. ADS, vol. V, p. 448.
60. Alfonso Rumazo González, 1968.

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