Por: Gastón Cornejo Bascopé (*) // Foto: Artilleros bolivianos disparando sus ametralladoras pesadas - Guerra del Chaco
INTENCIÓN DE GUERRA BACTERIOLÓGICA. VIBRIÓN COLÉRICO
Dos importantes obras ilustran aquella grave intencionalidad de contaminación
Bacteriológica como arma de guerra dispuesta por el Comando Militar de Bolivia
para detener el avance del Ejército enemigo en el Chaco Boreal, felizmente
frustrada como delito de Lesa Humanidad ante la historia de América. “Sed y
Sangre en el Chaco” (1967) del Dr. Abelardo Ibáñez Benavente y su réplica:
“Instantáneas de Ayer” del Dr. Gabriel Arze Quiroga. El Dr. Ibáñez Benavente
fue una gran personalidad, egresado y especializado en la universidad de Chile,
desarrolló una labor de especialista reconocida por el medio científico
nacional. Creó la Sociedad Boliviana de Cirugía, además bondadosa y gentil.
En su obra refiere que efectivamente se dispuso enviar cultivos de “Vibrión
Colérico” para contaminar las lagunas abandonadas al retiro de las fuerza
armadas bolivianas.
Orden incumplida que significó la baja con ignominia de dos profesionales, uno
de los cuales fue el Dr. Arze Quiroga. El citado médico testimonió
personalmente lo siguiente: “Después de la derrota de Boquerón, el avance de
las tropas paraguayas fue violento, también la retirada de los nuestros. En La
Paz el Comando Superior analizó la situación y la estrategia para detener al
ejército enemigo. Fue entonces que el Dr. Ibáñez entonces Director de Sanidad
propuso como medida extrema la solución posible: la Guerra Bacteriológica.
Existía la posibilidad de infectar las lagunas, pozos y atajos, en retirada con
Vibrión Colérico para desencadenar una epidemia de Cólera que debilite el
avance enemigo. Que se disponía del agente bacteriológico en cultivo mediante
el “Laboratorio Dr. Luis Prado Barrientos” y que aún se podía lograr la
cooperación del laboratorio “BLASTOS” de la Argentina, dirigida por el
boliviano Dr. Néstor Morales Villazón. Que la prevención en las fuerzas
bolivianas se efectuaría mediante vacunaciones contra el cólera y el tifus en
Villamontes.
Gabriel Arze aseguró que el Comando aceptó la propuesta por unanimidad,
disponiendo el envío de inmediato. El cultivo viajó al Chaco en dos frascos de
vidrio transportados en camiones hasta Villa Montes, en cajas donde además
había bebidas alcohólicas de whisky. Al llegar a destino fueron extraviadas ocasionando
tremendo malestar en la jefatura militar que conocía reservadamente la orden.
Finalmente aparecieron y fue el propio Gral. Peñaranda quien ordenó al Dr.
Gabriel Arze la comisión puntual.
“Me planté aceptando los dos frascos, pero con la íntima convicción de
incumplir la orden. Pensé que efectivamente se trataba de agente del Cólera,
endémico en África y de nefasto historial en el registro de las epidemias
devastadoras con enorme mortalidad, un verdadero crimen biológico, deshonra de la
patria; y siendo la contienda una guerra de posiciones podría contagiar también
al ejército boliviano” relató enfático.
Concluyó recordando que aún al presente podría identificar la falda del árbol
donde fueron enterrados ambos frascos. “Cavé con mi bayoneta una cierta
profundidad y cuando estaba en esa acción, se presentó como un fantasma un
soldadito cruceño enfermo de viruela o de algún cuadro toxi-infeccioso grave.
Pensé que venía a cobrar venganza pues el día anterior, reunido el Comando
local para disponer la retirada, se discutió el destino del enfermo. Se votó
por darle muerte piadosa o dejarlo vivo a merced de los pilas; ganaron quienes votaron por la
segunda moción, yo voté por la primera”.
“Asustado rápidamente escapé y me alejé del enfermo no sin antes cerciorarme
que los frascos quedaron bien enterrados. Cumplí la orden de incendiar el
fortín y me alejé a caballo”. Rememoró la angustia de los responsables cuando
más tarde, arribó en retirada una fracción del ejército al mando de un hermano
del Dr. Daniel Bilbao Rioja, que había tomado agua de la laguna supuestamente
contaminada pero que no presentaba problema de salud ni contagio alguno.
Aseguró el Dr. Arze que efectivamente desobedeció la orden insólita e inhumana,
que nunca fue dado de baja con ignominia como asegura el Dr. Ibáñez, más bien
condecorado recibió los honores de la patria por sus servicios personales y
actos heroicos.
Otro testimonio al respecto la dio el D. Juan Guerra, quien presentó en el
congreso de historia de la medicina, un acucioso trabajo que confirma lo
expuesto anteriormente.
Finalmente, el Dr. Carlos Alfredo Rivera, de La Paz, relata en su artículo “La
Medicina Durante la Guerra del Chaco: Memorias de un Estudiante” que él tuvo
participación personal y conocimiento de la preterida guerra bacteriológica con
la siembra del cultivo de Cólera. Sucedió durante el ingreso al Chaco, en una
camioneta que conducía a los doctores Ibáñez Benavente, Guzmán, y a él que
ingresaba al Chaco en calidad de Suboficial Sanitario en el trayecto de
internación a la zona de operaciones desde el Fortín Muñoz hacia Saavedra en septiembre
de 1932.
“Cuando llegamos al Fortín Saavedra, lo primero que hicieron fue detenerme
porque un cajón de whisky que se llevaba sobre la camioneta donde proseguimos
el viaje, se había extraviado. Pero finalmente lo “ubicaron”. La palabra
“ubicado” era sinónimo de “robado”, se había logrado ubicar el cajón en cuyo interior
no había whisky, estaban las botellas con el cultivo de vibrión colérico. Como
se encontraron, me dejaron en libertad, pero estuve prácticamente un día
encerrado en la habitación de un oficial de nombre Max Toledo a quien,
posteriormente en la revolución del 46, cuando oficiaba de Director de
Tránsito, lo colgaron del farol en la plaza de San Pedro. Vimos que los soldados en Saavedra estaban en completa retirada después del desastre
de Boquerón. En el Fortín Arce donde había material sanitario almacenado
tuvieron que echarlo a las lagunas cercanas durante la retirada. Era todo un
desbande y los soldados botaban hasta sus fusiles a la vera de las sendas y
picadas, fue algo tremendo. La retirada era violenta, tocaban las bandas de
música el Himno Nacional para que los soldados se detuviesen y escucharan las
sagradas notas” “Recuerdo perfectamente cuando un día me ordenaron para que fuera a Cuatro
Vientos a vacunar contra el cólera a los soldados de ese fortín. Fui en
compañía de un chaqueño que me llevó en la ambulancia del hospital. Llevamos
una cantidad de vacuna enviada de La Paz justamente para prevenir el Cólera
cuando seguramente debían producirse casos en el supuesto que se echasen los
cultivos en alguna cañada, laguna o retención de agua que servía para beber.
Al correr los días me contaron que habían sembrado los cultivos en una de esas
cañadas pero sin prevenir a los soldados que estaban viniendo de Agua Rica
hacia Cuatro Vientos y que, por la sed intensa que tenían se fueron
directamente a beber a esa cañada. Se supo después que esos cultivos no servían
para nada porque nunca se produjo un solo caso de cólera sin la conservación ni refrigeración del caso”.
El Dr. Carlos Alfredo Rivera ignoraba hasta el Congreso de Historia de la
Medicina en la Guerra del Chaco, donde se trató el tema, que esos cultivos
nunca fueron sembrados. De otra parte el Dr. Rafael Torrico, desvirtuó la
calidad bacteriana de los cultivos, no eran de vibrión colérico ya que no
existían en Latinoamérica ni en laboratorio alguno de Bolivia o de Argentina.
Aseguró que se trataba de un cultivo de “Salmonella Tiphy” de escaso poder
patógeno epidémico.
* Gastón Cornejo Bascopé, nacido el 3 de Noviembre de 1934, es Médico Cirujano, egresado de la carrera de medicina de la Universidad de Chile con estudios de post grado de cirugía en Suiza. Al regresar a su país fue jefe de cirujanos de la Caja Nacional de Salud y docente en la Facultad de Medicina. Fue Presidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia. También fundó la Sociedad de Cirujanos de Bolivia, de la que fue su primer Presidente y la Sociedad de Historia de la Medicina en Cochabamba. Fue senador por Cochabamba por el Movimiento al Socialismo, fue elegido presidente de la Sociedad de Historia y Estudios Geopolíticos de Cochabamba.
Excelente trabajo Prof. Cornejo. Gracias por ilustrarnos una vez más.
ResponderEliminarSaludos cariñosos.
Dr. Christian TRIGOSO AGUDO
Excelente relato quedara en los anales de la Historia Militar y Bacteriologiaca del Pais
ResponderEliminarExcelente relato..quedara escrito ennla historia Militar y Bacteriologia de nuestro pais
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