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DESCRIPCIÓN DE LOS MOXOS A CARGO DE LA COMPAÑÍA DE JESUS EN LA PROVINCIA DEL PERÚ AÑO DE 1754


Este artículo fue publicado originalmente en la Revista Pueblo de Leyenda  Nº 7 - Trinidad, Beni, Bolivia - Febrero de 2010. // Dibujos: 1) Mujer indígena con niño, en las misiones de Moxos. / 2) Indígena de la región de Moxos actual Beni, Bolivia.

1. DESCUBRIMIENTO DE ESTA TIERRA Y NACIONES QUE LA PUEBLAN

Por varios mapas de estas Misiones que han salido al público consta de su altura y extensión, al Sur de 10 a 20 grados; consta también de sus límites que son la sierra o cordillera montuosa del Perú por Sur y Poniente, y por Oriente y Norte las tierras de Portugal continuas al Brasil, cuyos términos aún no están averiguados. Y esta parte es en donde queda mucha Gentilidad que reducir y por donde se extiende la conquista espiritual de estas Misiones porque la que mira a la Sierra como la que registraron los Misioneros ya es toda casi de cristianos pues sólo hay una u otra parcialidad, como los Yuraques, Mayas[?], etc.
Llámanse Misiones de Moxos, no porque los Indios de este impuesto nombre sean los únicos que las habitan, sino porque fueron los primeros que fueron visitados de los Jesuitas Misioneros y recibieron nuestra Santa Fe Católica, antes que las demás naciones. Mas este nombre Moxos no era distinto de la nación a quien se lo aplican, sino impuesto por los españoles y en modo hay variedad de opiniones, porque se dice que fue por escarnio, de este modo:
El primer indio de estos que vivieron en sus tierras a donde con otros salió a comerciar, se dice está manchado como leproso de las picaduras de mosquitos y zancudos de que hay plaga en estas tierras y padeció en los montes, por eso para burlarse le llamaron Moxo, y quede ahí trascendió el nombre a todos los demás de su nación o lengua que se descubrieron. También se dice que el motivo de dicho nombre fue porque a dicho indio preguntaron los españoles de qué nación era, y él juzgó le preguntaban su nombre el cual era Moxo y así profirió; oyendo lo cual los españoles juzgaron era nombre de su nación, induciéndolos a este juicio el saber había hacia estas partes una nación de indios que en tiempo de los Reyes Incas se llamaban Musú y adonde hicieron jornada, como refiere Garcilaso de la Vega, los primeros españoles, a la que llamaron ellos nación de los Moxos, y el nombre de un sólo indio se dió a toda la nación de aquella lengua; y esta opinión parece la más verosímil.
Dio ocasión a este descubrimiento un esclavo fugitivo de Sta. Cruz de la Sierra que retirándose a las espesuras de los montes, e internándose mucho por miedo de las diligencias de su amo, penetró a estas llanuras, vivió algún tiempo amistado con estos indios y volvió después a Sta. Cruz en compañía del que arriba hablamos. Con esta noticia los vecinos de aquella ciudad hicieron varias entradas a las primeras rancherías de estos, ya a comerciar con los amigos ya a coger los que no lo eran para servirse de ellos para criados que llaman piezas.
La multitud y diversidad de lenguas de estas gentes ha dado motivo para explicar con nombre de naciones distintas, los habitadores de las rancherías que se hallan en este país; si bien se halló pueblo tan corto que no llegó a 10 el número de los indios y la población mayor no pasaba de 800 almas. Se hallaban varios pueblos de una misma lengua, pero otros en que era única la que se hablaba sin encontrarse semejante entre las demás. Y la diferencia entre estas lenguas suele ser como de la española y griega y más: son difíciles asíla pronunciación por defecto de letras. A. D. F. L. G. M. 0. de que carecen varias de ellas; también por aspiración y guturación, ya en la nariz, ya en la garganta que confunden el tono de las voces y no percibe el oído más que el sonido o ruido de la confusa articulación. Gran trabajo para los primeros Misioneros.
En los pueblos de indios que tenían trato y amistad con otros había varios que sabían ambas lenguas y estos servían de intérpretes a los fundadores, dependiendo [aprendiendo?] la de una nación para tratar con la otra; asimismo en las naciones entre sí enemigas se hallaron esclavos de muchos años de cautiverio con inteligencia de la lengua nativa y de la de sus amos, de quienes se aprovecharon los Misioneros para comunicarlas.
Conforme se han ido fundando los pueblos se han reducido también a una lengua común todos los indios agregados. Y ya se han reducido toda la multitud y variedad a solas estas diez: Moxa, Mobima, Caniziana, Baurí, Sapí, Cayababa,Mure, Yconama, Ruma [?], Vocorona [Rocorona? Nocorona?]. Las demás oya son muertas o por falta de uso están ya casi olvidadas.
Mucho cuidado tienen los PP. de que no hablen los indios sus lenguas particulares sino actúen la común al pueblo en donde habitan para que se hallen expeditos en las confesiones y perciban lo que se les enseña y predica.
Divídese esta Provincia de Moxos en 3 partidos o regiones: Río, Pampas y Baures; Río se extiende el Mamoré, que se lleva la antonomasia del nombre para hacer él sólo con la comodidad de habitación y número de gentes que viven en los pueblos de una y otra ribera una de las 3 dichas regiones, lo que no se ve en los otros dos que se disputan el caudal de aguas y son el Beni y el Itenes; en él se han fundado 6 pueblos de cristianos que son N. Sra. De Loreto, Santísima Trinidad, S. Francisco Javier, S. Pedro, Sta. Ana, la Exaltación de la Cruz. Pampas se llaman las llanuras de la falda de la serranía del Perú, en esta región hay 5 pueblos, son: los SS. Reyes, S. Pablo, S. Francisco de Borja, S. José, S. Luís y S. Ignacio. Baures tomó la denominación de la primera nación convertida, y es el extremo de estas Misiones por donde confina con los portugueses. Hayen este Partido estos 8 pueblos: Ntra. Sra. de la Concepción, Sta. María Magdalena, S. Miguel, Sta. Rosa, S. Joaquín, S. Martín, S. Nicolás y S. Simón.
El temperamento de esta Provincia en todas 3 partes es muy caliente y húmedo; el calor demasiado proviene de más de estar en la tórrida zona de lo bajo del terreno y ser fuera de eso igual, sin cerros, lomas, o eminencia alguna notable, no encontrándose en gran parte o en la mayor de este terreno piedra alguna ni del tamaño de una avellana. Los habitantes de los pueblos del centro si necesitan piedra, han de caminar 100 leguas hasta la serranía a traerla, y son preciosas aquí las piedras que en otras partes sirven de estarse en los caminos y calles.
La demasía de la humedad proviene de la frecuencia de los ríos y lagunas y de la exorbitancia de lluvias 8 meses del año; empiezan por Octubre y acaban por Junio siendo más raros los aguaceros de aquellos 4 meses. Frío y bastante, se siente algunos días que corre Sur muy fuerte pero este suele durar una semana y después vuelve el calor intenso con más fuerza. Esto califica a esta tierra de malsana, y los enjambres de mosquitos que las humedades levantan..?.. [la hacen] desapacible y odiosa para la habitación de españoles, que sólo por necesidad entran a comerciar por el verano y en breve dan vuelta a sus casas huyendo de tan nocivo temperamento.

2. ENTRADA DE LOS MISIONEROS Y FUNDACIÓN DE LOS PRIMEROS PUEBLOS

No obstante lo adverso de este clima, los Jesuitas como tienen de costumbre sacrificaron su salud y vida a la caridad y celo de la conversión de las almas.
El P. Pablo [sic] Marbán fue el primero que encendido en el deseo de la salvación de (7) las almas determinó a probar fortuna viviendo en estas tierras; concertase con los españoles que entraban a comerciar para que lo trajesen a los primeros ranchos y lo dejasen entre los bárbaros sin más subsidio para su manutención que la confianza en Dios, ni más escolta para su defensa que la Divina Providencia.
Estuvo entre ellos por espacio de 3 años sufriendo indecibles trabajos y desprecios, hasta que en premio de su paciencia fue Dios servido de que se dispusiesen los ánimos y diese principio a la Fundación del Pueblo de Loreto.
Casi al mismo tiempo se fundaron por unos Misioneros que entraron los pueblos de la Trinidad, S. Javier, S. Ignacio y S. José; de la misma nación Moxa que se repartió entre estos mezclándose con otras de varias lenguas. Y porque fuera preciso referir el número de naciones que se agregaron a estos y a los demás pueblos, y los modos de reducirlos al gremio de la Iglesia, pondremos por verbigracia, al pueblo de S. Ignacio y al modo de éste se puede colegir la forma de los otros porque todos los Misioneros como llevados de un mismo espíritu siguieron un mismo método para entablar estos pueblos.
Dio principio el pueblo de S. Ignacio el P. Antonio de Orellana por los años de 1.680. La primera nación que visitó para reducirla a vida política y (8) convertirla a nuestra Sta. Fe, fue la Punuana, pueblo gentílico como de 600almas que tenían su habitación a 6 leguas de distancia del sitio en donde está ahora S. Ignacio hacia el Oriente. Estaban situados en una pequeña llanura a la ceja de un monte, dos lagunas por los costados y el río Eseneru en frente.
Recibieron de paz al Padre en la primera visita por venir acompañado de muchos indios ya amistados que había sido sus aliados en las guerras. Gustaron mucho de su afabilidad y suave trato y mucho más de los regalos de cuñas, machetes y cuchillos que repartió entre ellos, pero le costó bastante la reducción de estos infieles al cristianismo.
Había entre ellos muchos hechiceros; estos tenían trato familiar con el demonio el cual se les aparecía y hablaba siempre que le invocaban con ciertas cláusulas que para su comunicación habían pactado. Y en este lance de tratar su reducción a la fe, es no sólo mediante los hechiceros impedía, sino que también se les aparecía visiblemente en figura humana, espantosa, arrojando fuego en el aliento, y hacía los últimos esfuerzos para retraerlos del trato de los Misioneros; les predicaba muchas veces disuadiéndoles la amistad que tenían (8) con aquel sacerdote amenazándoles con muchos trabajos en lo venidero, diciéndoles que les obligarían a hacer unas casas desmedidas de grandes, desproporciona dasa sus fuerzas y les cargarían de tanto trabajo que morirían rendidos a la fatiga. Conocía muy bien de gente perezosa y dada al ocio, por eso les ponderaba tanto las fábricas de Iglesias.
Y pudo tanto el demonio con estas exhortaciones que la mitad de la gente de aquel pueblo se resolvió a seguirle y retirarse tan lejos que no pudiesen ser visitados de los Misioneros. Llevóse capitaneando más de 300 indios a parajes tan remotos que hasta hoy no se ha podido averiguar a donde fueron. Los demás que se quedaron en su sitio se redujeron a repetidas visitas del Padrea admitirlo en sus tierras y a abrazar la Fe que les enseñase; bien que en sus ausencias no dejaba de aparecerles el demonio y instarles a la retirada. Hasta que por último viniendo el Padre a fijar asiento y que al día siguiente había de decir Misa en su pueblo se desapareció el demonio en un razonamiento desesperado que les hizo diciéndoles que hasta aquella hora había sido su dios, su defensor y padre, pero que en adelante sería su capital enemigo, con esto se precipitó a una laguna y no volvió a aparecerse más, por más que (9) lo invocasen sus hechiceros.
En esta nación hizo asiento el P. Antonio y reconvenidos después los indios porque se habían inclinado más a seguir su parecido (partido?) que el contrario respondieron que siempre el demonio los dejaba llenos de terror y miedo y con las manos vacías y el contrario el Padre cuando los visitaba les dejaba muchos regalos y con la dulzura de sus palabras, alegres y consolados. Por [eso] eligieron más gozar de su gustosa compañía y suave trato.
Aquí tomó lengua el Fundador para solicitar otras naciones con que no tenían comercio y amistad los Punuanas. Envióles embajadores manifestándoles sus deseos de visitarlos y llamando sus capitanes para agasajarlos, y habiéndoles ya ganado los ánimos, redujo a formar el pueblo a las parcialidades siguientes:
Casabeonos, hablaban la misma lengua de los Punuanas con alguna diferencia de vocablos; lengua moja corrupta; tenían su habitación al Poniente de S. Ignacio, tres leguas distantes del sitio donde está ahora.
Los Moaboconos, de lengua muy distinta de la moja. Hablaban la de S. Luís llamada Docuicuna que se extinguió. Habitaban hacia el Norte a tres leguas de distancia a donde se fundó primero S. Ignacio y se ha mudado en donde estos vivían.
(10) Furinaboconos: también de otra lengua; vivían una legua distantes de los Moubeonos, al Norte.
Chuseboconos: de lengua tan distinta y extraña que no fijaba con otra; vivían en el Río Sebu en donde estuvo primero el Pueblo.
Jauriboconos: hablaban la lengua moja, corrupta; su pueblo distaba 10 leguas hacia el Sur.
Caunamanas; Chanucos, distaban 12 leguas para 0riente; su lengua era moja. La gente de este pueblo se dividió, parte fue a S. Javier y parte vino a S. Ignacio.
Phoeboconos: de lengua extraña; estaban 15 leguas distantes a Nordeste. Los más de estos Gentiles fueron a S. Javier.
Carrigirionos: vivían en un monte distante 7 leguas al Este; su lengua era mixta de Phoeboconos y Moubeonos.
Paraboneonos: vivían en el Río Apere 15 leguas distante; su lengua muy distinta de la moja.
Comobeonos: de la misma lengua de los de arriba; vivían cerca de ellos en una laguna grande de 5 leguas de las llamadas Batanaboco.
(11) Urcionos: vivían 20 leguas distantes al Poniente en el Monte Cabitu; su lengua moja corrupta.
Arreboconos: nación muy corta que casi se había extinguido con las guerras, de lengua moja, a 14 leguas distante al Sudeste.
Mounobeonos: vecinos de los de arriba y de la misma lengua.
Cayupinas: vivían 15 leguas distantes al Norte sobre el río Echevchicuré; su lengua era Docuicuna.
Churimanas: vivían cercanos a los de arriba; su lengua era Mobimah.
Oboroponos: de lengua Moja; vivían 13 leguas al Norte. A estas Naciones visitó el P. Orellana muchas veces, que reducidas a un pueblo quedaron con el nombre de parcialidades, así las llamaremos en adelante, y de esta multitud y variedad que concurrió a la fundación de un sólo pueblo se puede hacer el cómputo en orden a los que también se juntaron para las fundaciones de los demás pueblos de estas Misiones.

3. REPUGNAN LOS INDIOS JUNTARSE

El corto número de Operarios Evangélicos y lo distante y disperso de las rancherías de los Gentiles llamaba la razón a que se juntasen en un paraje para que así fuesen adoctrinados y asistidos. Tuvieron los misioneros grandes dificultades que vencer para reducirlos a que dejasen sus antiguos pueblos y se mudasen a una parte y les costó el reducirlos muchas visitas y viajes. Después de haber consentido en recibir el Evangelio y que todos querían ser cristianos se dilataba el Bautismo por este embarazo. Cada parcialidad quería atraer al Padre que los doctrinaba y quería que los demás se mudasen al sitio donde ellos habitaban. Tenían todos mucho amor a sus parajes y a cada uno le parecía que su estación era la mejor del mundo.
No es de extrañar la repugnancia que tuvieron estas gentes a juntarse en un pueblo, pues una de las propiedades de estos indios es el estar separados; siempre les tira la división en todo, viviendo en una casa sin pared alguna que separe aposentos; ellos la fingen imaginaria y apartan entre sí la comunicación y trato. Van por agua a una misma laguna o río las mujeres, y cada parcialidad tira por distinto camino tomando círculos y rodeos por no concurrir con otras cuando podían vía recta hacerla con más brevedad y menos trabajo. Lo mismo hacen los hombres cuando entran o salen de sus casas al campo, van rodeando largo trecho para no concurrir con la vereda de los parciales; así los pueblos están hechos un laberinto en contorno de caminos.
Para vencer los fundadores esta nacionalidad dispusieron que se tratasen casamientos de unas parcialidades con otras; los varones se habían de casar con mujeres de parcialidades extrañas. Con esto consiguieron dos cosas muy importantes para la unión de todos. La primera: El trato familiar de unos con otros por razón de los parentescos. La segunda que siendo el pueblo una confusión de lenguas se reducía a una común que pudiese servir a todos. Ellos entre sus parientes siempre hablaban su lengua nativa. Los grandes o adultos, gente ruda, no eran capaces de reducirse a escuela o método para que aprendiesen otra. Sus hijos, los muchachos, no aprendían otra que la que oían hablar continuamente a sus padres y cómo entenderían al Misionero que los catequizaba en lengua moja.

4. DIFICULTAD EN PREDICARLES

El modo de reducirlos a que aprendiesen la Doctrina Cristiana era captando primero la benevolencia de su bárbaro genio. Proponíales la conveniencia de bienes temporales, el descanso de la paz y seguridad de sus enemigos de quienes estaban rodeados; el beneficio del comercio con los españoles de quienes recibirían muchas cosas de que carecían y necesitaban. Después entraban las pláticas de Dios, más preguntando y como por curiosidad de averiguar las cosas que por impulso a sermones ruidosos. Preguntaban a este y al otro quién creó el Sol, Luna, etc. de dónde vinieron los primeros hombres del mundo? En sus respuestas desprendían su ignorancia y de ahí tomaban ocasión para enseñarles.
Son estos indios muy habladores en concurriendo muchos o en concursos, y no pueden estar juntos sin estar parlando unos con otros; por lo que fue al principio difícil reducirlos al silencio que se requiere universalmente en el  auditorio de sermones o pláticas. Por esto se multiplicó a los fundadores el trabajo habiendo de instruir a cada uno en particular, lo que se haría más fácil si se redujesen a instrucción en común. Y aún después de advertidos que les importaba oír y callar mientras se les predicaba y si les ocurriese alguna dificultad por entonces la disimulasen y que concluida la plática podían preguntarla, todavía le interrumpían cada rato con preguntas frívolas e impertinentes. El Padre con gran prudencia respondía brevemente sin exasperarse ni mostrar desprecio de sus futilidades y volvía al hilo de la plática hasta que saltaba otro con otra pregunta semejante. Poco a poco se fueron reduciendo a Silencio y compostura de la gente culta en los sermones. Después se entabló que los Justicias anden celando por la Iglesia y si sedes manda alguno en parlar con otro o se deja vencer del sueño mientras se predica, con un azote le corrigen o despiertan.
5. FORMA DE LAS POBLACIONES DE LOS GENTILES
Los pueblos gentílicos de unas casas pajizas de 5 o 6 varas de alto puestas sin orden ni concierto de calles. Otras casas pequeñas, redondas, en forma de pabellones con puerta muy estrecha donde se recogían a dormir cuando les obligaba la necesidad, a ese refugio una casa muy capaz en donde quepan todos los del pueblo y muchos forasteros, que servía para los convites a ellas. Una plaza para los juegos y bailes y una calzada de tierra aglomerada confuente para danzar cuando hubiere todo en la plaza. También solían amontonar tierra como un cerro pequeño o huaca que servía de atalaya a las centinelas.
Las alhajas de casa eran muy pocas, su hamaca para dormir, arco y flechas, cántaros, ollas, mates, cedazos para colar la bebida, tallos de madera para rallar la yuca, y otras frutas, esteras, canastas para pescar proporcionadas a los peces en su variedad y un banquito de una cuarta o poco más de alto y media vara de largo para sentarse y algunas pieles de animales; algunos instrumentos de labranza, y a esto se reducían sus menajes. Colgaban alrededor de sus casas las cabezas de los animales y pájaros que flechaban, y las cáscaras de huevos de avestruces y otras aves, unas por superstición y juzgando que aquellas calaveras daban fortuna para aquellas cazas, y otras para hacer alarde y jactarse de ser grandes cazadores. También por ese motivo amarraban en forma de amuleto el arco de piedra bezar de algún mono u otro animal, la que hacía en su concepto certeros los tiros.

La postura de sus pueblos era siempre con monte a la espalda para ganar la arboleda y emboscarse cuando fuesen acometidos del enemigo. Y en estos lances de ser acometidos de improviso se subían a varios árboles copudos que para este fin tenían registrados. Allí se ocultaban entre las ramazones, de modo que no podían ser vistos de los que los buscaban, y disparaban a traición sus flechas a los contrarios que se divisaban por el monte.
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