Desembarco de las tropas chilenas en Pisagua, 1879.
Por: José Samuel Rodrigo Garrón Claure / Fragmentos de su investigación titulada: Combatientes en la Guerra del Pacífico: Andrea Rioja De Bilbao. Los tres hermanos Garrón en La Batalla de Tacna / publicado enwww.revistasbolivianas.org.bo. Abril de 2015.
Para asegurar sus operaciones militares de asalto e invasión el Estado Mayor
del Ejército de Chile había dispuesto el envío de espías chilenos al altiplano
boliviano, constatando e informando los movimientos que realizaba la Quinta
División Boliviana cuyo Comandante General fue el General Boliviano Narciso
Campero Leyes, cuya base estaba en la localidad de Cotagaita, que
presumiblemente podía atacar a las fuerzas expedicionarias chilenas en
Caracoles y en Calama después de los incidentes del puente de Topater sobre el
río donde sucumbió Don Eduardo Abaroa Hidalgo. También los espías chilenos
informaban desde Sucre y la Paz, como Concha y Toro en la Empresa Minera
Huanchaca como accionista y las finanzas del nuevo Banco Nacional de Bolivia
creado en Valparaíso como también el señor Lorenzo Claro en el palacio de
Gobierno de Bolivia, muy relacionado a los negocios mineros de Bolivia. Con
esas informaciones, el General Erasmo Escala, de Chile, se dio cuenta que el
General Narciso Campero Leyes, de Bolivia; solamente amagaba los pasos
fronterizos en la cordillera andina, que sólo amenazaba, que solamente recorría
amagando por esos territorios, pero que no atacaría Atacama, ni Tarapacá, por
que no tenía ni los medios ni la voluntad de hacerlo ya que su objetivo era
proteger la mina de plata de Huanchaca y la ciudad de Oruro. Bien informado el
Estado Mayor del invasor se concentró en asestar un golpe más sobre Pisagua.
A los 20 días del desastre de punta de Angamos, 15 barcos chilenos trasladaron
a 10.850 soldados araucanos a las costas de Tarapacá. Entre la tropa se
distinguían 850 jinetes de caballería, con 850 nobles equinos chilenos,
artillería con su respectiva dotación, zapadores especializados en cavar
trincheras y pontoneros o soldados conocedores en el tendido de puentes, para
desembarcar en las playas angostas de Pisagua y luego subir el acantilado,
tomar el "Hospicio" que era la cumbre y avanzar sobre Pozo Dolores a
27 kilómetros de distancia, lugar en el que se encontraba una mina de salitre,
además la toma del ferrocarril que conectaba la mina con el puerto sobre el
Océano Pacífico, la costa era menos de 200 metros entre las aguas y el risco
pétreo del acantilado, las pocas casas de madera estaban a escasos metros del
mar, casi a nivel del puerto, la playa es un herraje ondulado e inclinado al
mar, detrás en zig zag subiendo la línea del ferrocarril por el risco, hasta la
cumbre.
En el momento de la invasión chilena, el ejército aliado peruano boliviano que
defendía Pisagua estaba com puesto por 790 hombres Bolivianos, firmes y
determinados acantonados en la cumbre, con los regimientos "Victoria"
e "Independencia", los cuales tendieron sus carpas en "El
Hospicio".
En la población de Pisagua se encontraba la Señorita de 17 años, hija del
Boticario Rioja, Droguería del Boliviano quien prestaba servicios en el lugar,
su nombre: Andrea Rioja, quien después casaría más tarde con Don José Bilbao
P., también Boliviano, Potosino, de Arampampa.
La flota chilena amanece en pisagua
Al comenzar las 06:00 del 1ro. de noviembre de 1879, un nuevo día reflejó la
presencia de 20 barcos chilenos en la bahía, el Boticario Bilbao se incorporó
en las filas del Ejército boliviano que acampaba en "El Hospicio"
para defender el salitre acumulado, el ferrocarril y el puerto.
La flota marítima de guerra bien pertrechada por Chile, que llegó del sur, con
los invasores chilenos, comenzó con un alevoso cañoneo y ataque al amanecer del
2 de noviembre de 1879, después de navegar 4 días y medio desde el puerto de
Valparaíso en el sur, pasando por el puerto de Antofagasta detentado por Chile,
a las 06:00, luego de observar la bahía y las defensas aliadas, el vapor
chileno de fabricación inglesa bautizado como "Lord Cochcrane", en
agradecimiento a la Corona Británica debido a su apoyo en su homenaje, este
misterioso personaje británico era el "Conde de Dundonald", marino
que nació en Annsfield (Lanark) el año de 1775, murió en 1.860 a la edad de 85
años, peleando en la guerra de independencia a favor de Chile contra los españoles,
recibiendo del General Bernardo Ohiggins, el grado de Vicealmirante de la
Escuadra de Guerra de Chile y que el año 1819 recorrió toda la costa de Perú
para retirar al poder español, tomando la localidad de Pedro de Valdivia en
febrero de 1820. Aceptó llevar al Ejército Libertador de José de San Martín
Matorral a Lima, que se había preparado en el norte argentino actual con el
dinero saqueado en Potosí por los ejércitos expedicionarios de Juan José
Castelli, Manuel Belgrano y José Rondeau. Este marinero británico fue un
mercenario porque también prestó sus servicios a Brasil en 1822 y a Grecia en
1827, como leemos, su espíritu pirata le daba un lugar en Chile, pues había
pasado por Argentina y esos otros países sin mayor gloria. El blindado chileno
llevaba su nombre por ser fabricado en los astilleros de la Reina Victoria en
su isla.
A las 07:00 el blindado chileno, descargó su mortífera artillería asesina sobre
el puerto destrozando en primer lugar la artillería de costa aliada que era de
dos cañones fijos e inmóviles, luego; dos barcos más dispararon sus cañones,
eran la corveta "Magallanes" y el buque "Covadonga", tras
el bombardeo el puerto, las casas y el poblado quedaron en nada, mostrando
destrucción y humo, mientras la población civil se retiraba angustiada con el
miedo de la llegada de los degolladores chilenos con sus "corvos"
(cuchillos tipo chileno largo y de punta curveada).
Un artículo de la prensa de Bolivia expresó lo siguiente:
Cuando con lágrimas en los ojos y maldiciendo en los labios huían las mujeres y
los niños despavoridos, de aquella hecatombe humana. Andrea Rioja, de 17 años,
se mantuvo en las alturas de Pisagua, en la cumbre del risco, "El
Hospicio"; en espera del resultado final de la acción, para socorrer a su
padre, el autor de sus días y ver los restos de su hogar destruido, la botica
de su progenitor deshecha, con una esperanza vana porque su padre sucumbió
heroicamente bañando con su sangre heroicamente las aguas del Océano Pacífico,
en el tremendo bombardeo chileno, en medio de las llamas, el fuego y el salitre
ardiendo que consumieron los escombros de su vivienda querida. Ahora, sin
padre, ni hogar, ni fortuna, huérfana en plena juventud en la hora luctuosa,
con resignación cristiana y sin vacilaciones, se incorporó voluntariamente en la
ambulancia, contra la oposición de los jefes militares, para ayudar a
contribuir en los servicios auxiliares de guerra al no poder tomar el fusil. Se
impuso el sagrado deber de atender las dolencias corporales y morales de los
compatriotas heridos por la metralla chilena, un rasgo que sublima a la mujer
boliviana que sin miedo en la circunstancia tradujo el sentido filosófico de la
verdadera patriota.
Informe del General Buendía al General Prado
Mientras tanto, el peruano Juan Buendía, descendiente del Marqués de Castellón,
quien nació en 1814, amable, cortesano, elegante y muy perfumado de buenos
modales y de exquisita educación, era el Comandante de la fuerza aliada en la
región de Tarapacá, informando que estuvo en Pisagua en la víspera de la invasión
chilena, había llegado allí el 31 de octubre de 1879, para inspeccionar a las
tropas Bolivianas acantonadas en el Hospicio, encargadas de la defensa del
puerto, para informar la situación al General Prado quien se encontraba en la
Capital de los Virreyes. Su parte militar expresaba: "Antes de comenzar la
inspección el 2 de Noviembre de 1879 fui avisado de la presencia de 20 buques
de Chile, ordenando de inmediato las operaciones".
Su informe ratifica y confirma que los aliados soportaron el cañoneo naval sin
disparar hasta el momento del desembarco chileno, también dice: que la defensa
estuvo compuesta por los Batallones Bolivianos "Victoria" e
"Independencia" conformados por 780 plazas y algunos guardias de la
gendarmería de Perú. Después de 7 horas de heroica resistencia y de combates
por los soldados del Ejército de Bolivia y los Gendarmes "Nacionales"
de Perú, acordaron con el General Boliviano Pedro Villamil retirar las fuerzas
por la diferencia numérica de 4.000 soldados chilenos contra 900 aliados, sin
contar las reservas que disponía Chile en sus vapores, barcos y blindados. La
retirada fue disciplinada, la conducta de los Jefes, Oficiales y Soldados fue
bizarra y la de Gendarmes "Los Nacionales" de Perú, muy abnegada. Las
recomendaciones especiales tendrían que comprender a todos los que se batieron
en su presencia.
Las bajas chilenas fueron 58 hombres muertos y 178 hombres heridos en tanto que
las bajas aliadas fueron de 102 soldados de la División Boliviana que
defeccionarían después del combate, retornando a Bolivia.
Es increíble que un país que se hacía llamar "hermano", transandino,
le arrebate la herencia costera a otro "hermano" y además le
sustraiga la riqueza al otro país "hermano" del norte. Perú y
Bolivia, víctimas de la ambición familiar. Sorprendente egoísmo del
"hermano" que no respetaba los designios de sus miembros mayores en
la Logia de masones "Lautaro", como Simón Bolívar, Andrés de Santa
Cruz, Bernardo O'Higgins y José de San Martín Matorral, secta que desde su
fundación en Mendoza, Provincia Argentina del norte en 1815 duró hasta 1822.
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