Por: Guillermo Mejillones Quispe - La Paz (Bolivia), marzo de 2017. // Foto:
Soldado boliviano en el Chaco. / Internet.
Antes de las hostilidades, el Contralor General del Estado, en noviembre de
1930 ante los Jefes del Ejército expresó drásticamente su opinión sobre la
situación económica del momento:
“(…) es fácil recibir aplausos, adquirir esa falsa popularidad que ha engañado
a los anteriores gobiernos repartiendo el dinero, creando puestos innecesarios,
pagando a precio de oro la adulación, comprando la opinión (…), suprimiendo en
cambio la libre censura e información al pueblo de la forma de manejo de sus
intereses, pagando servicios secretos, fomentando el espionaje, teniendo siempre
sobre la cabeza de quien quiera que se atreva a juzgar mal los actos del
gobierno, el confinamiento, las prisiones, los atropellos, festejando,
banqueteando y haciendo todo aquello que se hace cuando se maneja sin escrúpulo
el dinero ajeno, (…) a disponer de la hacienda pública a su antojo, aquello
tenía que traducirse y se traduce en oposición que por no tomar el camino
franco entra en el vericueto de los chismes”.-( Revista Militar Nº 107 y 108
(noviembre y diciembre) 1930. (El Diario La Paz.). pp. 858-859)
El Contralor General del Estado, no era consciente del verdadero papel que
jugaban los servicios reservado para un país. Se dieron desaciertos con
referencia a la reducción de las partidas presupuestarias en unidades
estratégicas del Estado boliviano antes de la guerra. Velar por la seguridad
interna y externa, no podía ser un tema ligero para la supresión económica en
sus diferentes servicios:
“[La] supresión llegaba a la cancillería y al E.M.G. informaciones aproximadas
sobre los aprestos militares del Paraguay, pero, eran desestimados por el
Gobierno y Comando Superior Militar, p.e.: echando en saco roto las
informaciones verídicas del General Gumucio sobre la preparación del Paraguay
para la Guerra del Chaco y de Jorge Alemán comerciante de Formosa y proveedor
de la D.I.4., antes de la contienda; este último amigo personal del General
Carlos Quintanilla el 3 de septiembre de 1932 hablando confidencialmente con
Quintanilla que era Comandante del I.C.E., hizo la prevención que ‘…el Paraguay
tiene fuertes concentraciones de tropas desde Casado a Isla Pio y que en
próximos días desencadenaría su ofensiva sobre Boquerón con 6.000 hombres…’.
Quintanilla inmutándose le replicó al señor Alemán: ¡Ni nosotros podemos poner
en el Chaco 5.000 hombres y el Paraguay va atacarnos con 6.000, usted trata de
desmoralizarnos! La profusión de noticias sobre el enemigo que sucesivamente el
Alto Mando político y militar recibía provenientes de las diferentes fuentes
fue corroborada por los hechos y permanentemente denegadas por el Gobierno y
E.M.G. de Bolivia. A esta negligencia de los altos hombres del mando boliviano”
(Jorge Antezana Villagran, La Guerra del Chaco. Analisis y Critica sobre la
Conducta Militar, Tomo I, Impresores Editorial ‘Calama’, La Paz, 1981. p. 100.
Jorge Antezana Villagran, La Guerra del Chaco, 1981, p. 100.)
Desde la crisis económica por la baja cotización y comercialización de los
minerales y especialmente desde el período presidencial del doctor Daniel
Salamanca, se habían reducido las partidas del presupuesto del servicio
diplomático, suprimiéndose los agregados militares y el Servicio de
Inteligencia. La Junta del Consejo Supremo de Economía, resolvió hacer una
disminución del 30% del presupuesto en todos los ramos, en la imposibilidad de atender
los servicios administrativos conforme al presupuesto y por sugestión expresa
se demuestra que algunos de ellos han sido imposibles llegar a este porcentaje
de descuento.
La Junta ha tenido que oír el clamor del profesorado, ha tenido que ceder ante
la urgencia de elevar los cuadros de policía para el mantenimiento del orden y
ha tenido que reorganizar el servicio de comunicaciones para incrementar su
renta. Asimismo, como breve antecedente, debemos mencionar el juicio de
responsabilidades iniciado en 1931 por la Cámara de Diputados contra el
ex–presidente de la República Bautista Saavedra por malversación de los
caudales públicos durante su presidencia. Entre las diez acusaciones
principales la sexta expresaba: “Por malversación y defraudación de fondos
públicos, para el sostenimiento del espionaje y cuadrilla de mazorqueros que
sembraron el terror en toda la República durante el período de su gobierno [de
Bautista Saavedra]”159. Solo con este punto de la acusación podemos, denotar
claramente que nuestras autoridades nacionales no entendieron el verdadero
papel que jugaba el espionaje para un Estado.
La política austera de Salamanca afectó en gran medida el accionar de algunas
reparticiones reservadas del Estado. Iniciada las hostilidades, recién se vería
la necesidad de intensificar los servicios reservados en sus diferentes esferas
y su verdadera importancia en la guerra.
Los ministerios que trabajaban con sus servicios secretos fueron el Ministerio
de Relaciones Exteriores y Ministerio de Guerra, E.M.G., tuvieron que atender
todo los años de 1932 1933, con escasos presupuestos destinados al pago de los
agentes fuera de nuestras fronteras.
Durante los años 1934 y 1935, con respecto al financiamiento del Servicio
Secreto, según afirma Luis Fernando Sánchez: “El patrocinio provenía de un
grupo de empresarios bolivianos agrupados en el ‘Centro de Propaganda y Defensa
Nacional’: Jorge Saenz, Simón Patiño, Mario Bedoya y otros, patriotas genuinos
que subrepticiamente – erogaron grandes sumas de dinero sin esperanzas de
retornó ni deseos de obtener ventaja alguna, sólo por el deseo de aportar a la
seguridad de la patria en peligro; algo también único y digno de orgullo para
todos”. Sin embargo, los recursos económicos del Centro de Propaganda y Defesa
Nacional eran consignados en un porcentaje mayor para los servicios de
retaguardia (propaganda, transporte, sanidad, herramientas, medicamento,
comunicaciones, etc.) básicamente enfocados para apalear las necesidades de los
servicio en retaguardia. No se encontró en los archivos ningún dato que refiera
que el Centro de Propaganda y Defensa Nacional haya aportado sumas con destino
al Servicio Secreto boliviano.
El Supremo Gobierno desde el año 1934, vio que era tarea primordial reforzar
económicamente las partidas de los servicios secretos erogando importantes
sumas de dinero a sus partidas presupuestarias, aun así no fue suficiente. Tras
revisar la documentación de archivo, tampoco se ha podido corroborar que el
“patrocinio provenía de un grupo de empresarios bolivianos” tal cual afirma el
General Luis Fernando Sánchez en su libro: Soldados de Siempre. Luego de
revisar minuciosamente la documentación inherente al tema y una revisión
pormenorizada del Fondo documental del Grupo Patiño que custodia la COMIBOL, se
puede afirmar fehacientemente que no existe ninguna referencia documental que
Simón Patiño haya erogado sumas de dinero con destino a los servicios secretos.
Si bien Patiño, hizo contribuciones económicas importantes al Estado durante la
guerra, hasta ahora no se encontró ninguna documentaciones que refiera se
destine esos recursos plenamente al servicios reservados del Estado.
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