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HOMENAJE PÓSTUMO A LAS MADRES CUYOS HIJOS MARCHARON A DEFENDER EL LEJANO CONFÍN DEL TERRITORIO BOLIVIANO


(Por Diego Martínez Estévez) // Foto: Torrico Zamudio.

A lo largo y ancho del país, miles de hijos se despidieron para nunca más volver, por lo que ya no tenía sentido acudir presurosas, al llamado del aullido de la sirena del tren que desde Villazón retornaba con heridos y también con gran cantidad cartas. En cada estación y población, multitudes de desesperadas madres esperaban ser nombradas por los carteros.

La gran mayoría no sabía leer ni escribir; empero, no faltaban personas, en especial señoritas, que les leían los amorosos mensajes remitidos por sus hijos. Algunas de estas cartas se encuentran transcritas en el libro titulado, “Epístolas de la Guerra del Chaco”, cuya tapa se observa adjunta a este artículo. En la imagen se observa a una madre escuchando atenta, la lectura de la epístola remitida por su hijo.

Desde el punto de vista de la Sociología de la Guerra, la triada: madre – hijo – guerra, al menos en Bolivia, es una asignatura pendiente. Nunca se la abordó, ni siquiera tangencialmente y uno de los miles de casos soslayados incluidos sus efectos psicológicos y materiales, es el que se leerá a continuación.

La señora Epifania viuda de Manchego tuvo cuatro hijos que combatieron en la Guerra del Chaco. Dos ellos - Tomas y Francisco – eran militares de Carrera.

Tomas era capitán cuando en Boquerón, una esquirla de granada de artillería lo hirió de muerte. Era quizás, el oficial que más odio sentía por los paraguayos y no era para menos. El 5 de diciembre de 1928, el Fortín Vanguardia que se hallaba instalado al sur de Vitriones,  dentro del denominado Parque Otuquis, fue sorpresivamente atacado por más de 300 paraguayos. Era un pequeño cuartel donde inclusive existían viviendas para casados y solteros. Las familias pudieron huir, pero no sus cuatro decenas de defensores. Fueron tomados prisioneros y conducidos a látigo, hasta fortín Galpón, situado a unos 80 kilómetros al sur. En el trayecto, dos soldados fueron asesinados; el resto y durante seis meses, recluidos en el “Jardín Botánico” situado en las proximidades de Asunción donde eran sometidos a trabajos forzados y salvajemente vejados, tanto así que todas las mañanas debían entonar el himno nacional del Paraguay. La Liga de las Naciones, después de haber investigado y arribado a conclusiones, estableció sin lugar a dudas que fue el Paraguay el agresor y no Bolivia, disponiendo que el gobierno guaraní reconstruyese el cuartel incendiado. Existen fotografías donde se observa la firma del acta de entrega del cuartel totalmente restaurado.

En Boquerón, cuando las ametralladoras y fusiles dejaban de vomitar sus fuegos, la pieza de Tomás, por mayor tiempo continuaba traqueteando sus mecanismos, hasta que un día, el propio teniente coronel Marzana le llamó la atención por considerar que desperdiciaba munición. El oficial, airado le respondió que no las malgastaba.

Su madre, la señora Epifania viuda de Manchego recibió la terrible noticia sobre el fallecimiento en combate de su querido hijo Tomás, a través de una carta remitida por el Estado Mayor Auxiliar de La Paz, donde se lee:

“La Paz, octubre 26 de 1932”.

“Señora Epifania V. de Manchego”.

“Presente:”.

“Con profundo sentimiento comunico a usted que su hijo, el Capitán Tomás Manchego F., ha muerto en Boquerón, dejando en el seno de sus camaradas y el Ejército en campaña un vacío insustituible. ¡Su nombre lo recordaremos juno a los héroes que murieron en defensa de la Patria! Su ejemplo y civismo será imperecedero. En nombre mio y del Ejército expreso a Ud. mi consideración”.

“Respecto al Mayor Manchego, otro hijo que tiene Ud. en servicio de la nación en el Chaco, no es posible que acceda a su viaje a esta en mérito de que se halla en un puesto de confianza, a la cabeza de su unidad, estimando su concurso como necesario.”.

“Reitero a Ud. mis consideraciones y sentimientos con que la saludo atentamente. (Fdo.) Armando Bretel”.

Desde antes que estallara la guerra, Francisco esperaba vengar las atrocidades cometidas en prisión a su hermano menor, quien, por entonces ostentaba el grado de subteniente. Le llegó la ocasión de saldar cuentas cuando el Regimiento Florida a su mando que cubría “El Mutún”, punto fronterizo con el Brasil, recibió la misión de capturar fortín Bogado que lo encontraron vacío, porque dos días antes, el capitán Rafael Pabón había bombardeado y ametrallado el punto, poniendo en fuga a medio centenar de jinetes. .Aclarar que “El Mutún” se encuentra a unos 40 kilómetros al noreste de fortín Vanguardia donde su hermano, el año 1928 se encontraba destinado.

Al replegarse por falta de sustento logístico y por encontrarse enfermos la mayoría de sus integrantes, el mayor Francisco Manchego se anotició de su muerte. Desde entonces, se empecinó por buscar combate. Su regimiento, para incorporarse a la Tercera División que venía actuando en el sector de Corrales, marchó aproximadamente 700 kilómetros. Esto fue en enero de 1933.

En cuanto a su anciana madre, sumida en una profunda depresión y extrema pobreza, le quedaban tres hijos. En una de sus últimas cartas recibidas, Francisco le expresa:

“Un día solemne, tus hijos militares hemos jurado defender nuestra bandera con abnegación y sacrificio mismo de la vida, uno de ellos, el menor, cayó heroicamente en su puesto, el otro sigue cumpliendo calladamente con su deber y es justo que aspire a cumplir debidamente su juramento…”.

De nada servían los consejos de: “sea prudente mi mayor”. “Los soldados del Florida eran testigos de su valentía hasta la temeridad. Muchísimas veces lo vieron en combate avanzar impertérrito exponiendo su vigoroso pecho de atleta al fuego del adversario, para asaltar con sus hombres las trincheras enemigas”.

Aquel juramento tuvo una trágica consecuencia.

Para el 18 de junio de 1934, el mayor Manchego ya no era Comandante del Florida. El mando superior lo nombró Jefe de Estado Mayor de la 4ta. División. Esta gran unidad de combate cubría el sub sector sudeste y apoyaba su ala en la orilla izquierda del río Pilcomayo. Estaba encuadrada en el Primer Cuerpo de Ejército, cuyo frente – Ballivián - se extendía hacia el noroeste por aproximadamente 100 kilómetros. Aquella fecha, su querido ex Regimiento Florida soportó parte del peso del ataque de la 5ta. División paraguaya que logró abrir una brecha en el sector del Regimiento Pérez. El bolsón fue duramente castigado por la aviación, morteros y artillería. Dos días después, la 4ta. División se lanzó al contraataque y Manchego, como en sus viejos tiempos cuando encabezaba el equipo de futbol del Colegio Militar, se aprovisionó de granadas de mano y corrió al punto amenazado para rectificar la línea. Desde una trinchera improvisada comenzó a lanzar sus granadas de mano siendo emulado por sus soldados. Momentos después, a una orden suya, sus hombres saltaron de sus posiciones para irrumpir en las líneas enemigas y luchar cuerpo a cuerpo. Los bolivianos disponían de reservas y podían continuar renovando su empuje incontenible animados por su jefe que peleaba junto a ellos. Atropellaron las sucesivas y tenaces resistencias que les opusieron el 3ro y 7mo. Regimientos enemigos, provocándoles a lo largo de dos días de intensa lucha, 500 muertos. Esta cifra la brinda el coronel Nicolás Delgado en su libro titulado HISTORIA DE LA GUERRA DEL CHACO.

El triunfo fue rotundo para “La Brava Cuarta”, pero a un elevado precio: otro de los mejores oficiales del Ejército de Bolivia: el mayor Francisco Manchego Figueroa, cayó acribillado por una ráfaga de ametralladora.

He aquí las consecuencias por educar a los hijos en los moldes del honor, la lealtad y la defensa a ultranza de la patria.

“Francisco dejó de existir a la edad de 37 años”.

“Nuestro héroe dejó en pobreza a su anciana madre que enfrentado abnegada a las necesidades de su condición, había alcanzado ya los 71 años de edad. Uno de esos días, inmediatamente posteriores a la muerte de su segundo hijo, fue entrevistada en su domicilio en la ciudad de La Paz por un grupo de periodistas de la prensa local y aunque la afligía un profundo dolor por la pérdida de sus hijos militares, Francisco y Tomás y por la ausencia de José y Ramón que aún combatían como simples soldados en el Chaco, la digna matrona se mostró serena y resignada; consciente ante el deber de madre abnegada, en aquella hora suprema de peligro para la patria que exigía de los bolivianos los mayores sacrificios; manifestó que creía haber cumplido ese deber sin esperar recompensa alguna como posiblemente lo habrán hecho otras madres bolivianas”.

“Pocos días después fallecía la señora Manchego en una situación de extrema miseria; junto a su venerable lecho de muerte se encontraron algunas cartas escritas a lápiz que sus hijos Francisco y Tomás le enviaban desde la zona de operaciones del Chaco en la que las que los valientes, con frases de ternura le expresaban su cariño y la consolaban; era el único tesoro que conservaba la generosa matrona. Asimismo, entre esos documentos íntimos estaba una nota oficial del Estado Mayor Auxiliar” donde le hace conocer la muerte de su hijo Tomás. Nota transcrita párrafos más arriba.

“En la Orden General del 20 de junio de 1934 fue ascendido al grado de coronel. En la misma orden, el Regimiento Florida, al que le había dedicado lo mejor de su vida profesional hasta situarlo entre los mejores de nuestro Ejército, pasó a denominarse “Regimiento Manchego 12 de Infantería”.

“En el segundo aniversario de su muerte, los oficiales que habían combatido bajo sus órdenes en el Regimiento Florida mandaron a oficiar una misa solemne en la Catedral de La Paz, en recuerdo del brillante soldado y querido jefe”.

Con el presente artículo, hoy 27 de mayo, fecha consagrada para recordar el “Día de la Madre”, rendimos nuestro más sentido homenaje a las heroínas de la Guerra del Chaco, quienes, como la señora Epifania viuda de Manchego, entregaron a la patria para defenderla, el tesoro más preciado: sus hijos.

BILBIOGRAFÍA CONSULTADA:

CORONEL FRANCISCO MACHEGO FIGUEROA. Autor. General Roberto Ayoroa Zorrilla.

RECUERDOS DE LA GUERRA DEL CHACO. Autor. General Oscar Moscoso Sánchez.

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