ectos y que, en general durante ese lapso, se expresó una
manifiesta superioridad humana y material boliviana y en muchos casos, también
cualitativa en el nivel de unidades de combate.
—Por eso, la guerra del Chaco terminó
convencionalmente, es decir, por acuerdo de partes, en junio de 1935; pero,
desde el punto de vista militar, vale decir técnico, la guerra fue sólo
detenida en un momento y en un punto cualquiera de su desarrollo puesto que
ninguno de los dos ejércitos había conseguido aplastar a su adversario y
dominar su voluntad de lucha. Por tanto, en este aspecto, sí es evidente que el
conflicto finalizó sin vencedores ni vencidos.
—Por tanto, si independientemente de los resultados
que podían haberse obtenido en caso de continuar la guerra, sólo tuviéramos en
cuenta la mejor situación estratégica, la superioridad de medios, la mejor
disposición de las tropas para seguir luchando y el mejor apoyo logístico, que
tenían los dos ejércitos el último día de la guerra, convendremos en que,
ciertamente, al boliviano le correspondían las mayores posibilidades.
—Si las guerras se ganaran también por puntos y no
sólo, y exclusivamente, por el quebrantamiento de la voluntad de lucha del
adversario mediante la aplicación de la fuerza de las armas Bolivia, podía
haber ganado la del Chaco.
— Gral. Juan Lechín Suarez —
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