Por: Luis S. Crespo - gonzalocrespo30@gmail.com El Diario, 13 de Junio de 2017.
Después del desastre del Alto de la Alianza, el Gral. Narciso Campero, con los
restos de las divisiones bolivianas, se dirigió a Bolivia por el camino directo
de Tacna a La Paz. “Inmensos sacrificio y rudos trabajos me ha costado -dice el
general- el reunir y conducir con orden esos restos, exponiéndome a riesgos aún
mayores que los del campo de batalla, considerando la larga travesía que ha
habido que practicar con un ejército derrotado, y desmoralizado por la misma
derrota. Pero esos sacrificios son insignificantes, si se considera que he
logrado salvar cerca de mil hombres, es decir una cuarta parte del ejército, y
dos piezas de artillería; reduciendo así nuestra derrota a las condiciones de
una honrosa retirada...”.
El mismo 26 de mayo el Gral. Campero, acompañado de algunos pocos oficiales
avanzó hasta la ranchería de Palca, donde pernoctó. El hombre que pocas horas
antes había mandado más de nueve mil hombres, se encontraba en una cocina, con
pocos amigos, y “expuesto a mayores riesgos que los del campo de batalla”.
Al día siguiente continuó la marcha, y el 4 de junio llegó a Corocoro. Aquí
recibió el día 5 a la comisión que la Convención Nacional le había enviado para
hacerle saber su nombramiento de Presidente de la República, y expresarle el
voto de confianza y gratitud que había expedido a favor del ejército nacional,
por su heroico comportamiento en la batalla del Alto de la Alianza.
Formaban la comisión de la Convención Nacional los diputados Emilio Fernández
Costas, Fernando Eloy Guachalla y Melchor Chavarría, a la que se adjuntó
voluntariamente el igual Pastor Sainz.
Ante numerosa concurrencia, y ante los jefes, oficiales y soldados que
acompañaban al Gral. Campero, las tres convencionales pronunciaron patrióticos
discursos, reducidos a alentar a los derrotados y a manifestar que el pueblo,
por medio de sus representantes, daba las gracias a los que dignamente habían
cumplido con su deber.
La historia de Bolivia no registra una escena más patriótica ni más conmovedora
que ésta.
Los defensores de Bolivia, cuyo valor no había podido evitar el desastre que
habían sufrido, fatigados por la campaña de un año y la pelea más tenaz y
obstinada que se ha- ya visto, traían, sin duda, tan enlutado su corazón, como
abatido su espíritu, cuando la palabra de aliento de la representación nacional
fue a retemplar su patriotismo y a reanimar su fe en los destinos de la Patria.
Entre ahogados sollozos del más vivo sentimiento, entre elocuentes lágrimas que
decían gratitud, unión y venganza, se escucharon los discursos de los
convencionales, así como la contestación del Gral. Campero. Concluida esta
homérica escena, los miembros de la comisión legislativa volvieron a La Paz, y
el Gral. Campero continuó su marcha sobre Viacha, a donde llegó un 13 de junio
de 1880.
Los jefes y oficiales que lo acompañaban fueron: Coroneles: Pedro J. Aramayo,
Ramón González, Ezequiel de la Peña, Pedro P. Vargas, Fructuoso Solares,
Lizandro Peñarrieta, Pablo Idiaquez, Belisario Anteza-na, Manuel Deheza, Severo
Espinoza Galle-guillos.
Tenientes coroneles: Zacarías Alba, José I. España, Vicente Crespo, José María
Guz-mán, Celso Ibarra, Zenón Velázquez, Rafael Sainz, Zenón Ramírez,
Escolástico Viscarra, César Moscoso, Juan Balsa, Miguel María Soto.
Comandantes: Fernando Monroy, Loren-zo Bedregal, Vicente del Castillo, C. Durán
de Castro, Octavio Rivadeneyra, Demetrio Carpio.
Mayores: Ricardo Eguino, Luís D. Romero, José María Yánez, Felipe de la Barra,
Sagárnaga, Isaías Soto.
Capitanes: Romualdo de la Peña, Zenón Matos, Daniel Bedregal, Ladislao Oquendo,
Delfin Rodrigo, Angel Echarte, Pastor Medinaceli.
Teniente 2º. Zacarías Blanco.
Subtenientes: Ascencio Antezana, Félix R. Peñaranda. Julio Silveti, José
Rivadeneyra.
El mismo día 9, el Gral. Campero recibió en Viacha la visita del vicepresidente
Arce, del doctor Cabrera y de otros personajes que habían salido de La Paz a
darle la bienvenida.
Al día siguiente, 10, el general entró en La Paz, habiendo quedado los restos
del ejército en Viacha, para descansar y reorganizarse.
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