Este artículo fue originalmente publicado en El Periódico de
Tarija el 27 mayo, 2018.
La batalla de Cañada Strongest de la Guerra del Chaco, entre
Bolivia y el Paraguay, se libró entre el 10 y el 25 de mayo de 1934. Fue la
mejor oportunidad que tuvo el ejército boliviano, durante toda la guerra, de
cercar a una gran unidad paraguaya. Se caracterizó por una excelente
planificación estratégica y un inadecuado desarrollo táctico y significó una de
las victorias más importantes del Ejército Boliviano en la campaña chaqueña,
conflicto bélico sostenido contra Paraguay de 1932 a 1935. En principio, la
batalla se desarrolló en Cañada Esperanza, pero el nombre fue sustituido por
Cañada Strongest en virtud a que participó en la confrontación el pleno la
planilla del equipo paceño de fútbol The Strongest.
Mayo de 1934 fue el año de la violenta ofensiva del ejército
paraguayo en la cruenta Guerra del Chaco. Campo Grande, Alihuatá y Campo Vía
habían caído en manos enemigas. El presidente Salamanca había destituido al
Gral. Hans Kundt. Los coroneles David Toro y Ángel Rodríguez, asumieron el
mando de las operaciones.
En los planes del Comandante del ejército paraguayo Félix
Estigarribia estaba como objetivo central tomar los Departamentos de Santa Cruz
y Tarija y apropiarse de los campos petrolíferos. Cañada Strongest, la original
Cañada Esperanza fue el último escollo.
Del 10 al 25 de mayo aconteció la batalla de Cañada
Strongest con tres frentes. El eje principal fue la Novena División Boliviana,
cuya tenaz resistencia desbarató la embestida paraguaya, atacando su
retaguardia. La victoria boliviana fue una notable maniobra de flanco,
netamente táctica y representó el triunfo de los movimientos sorpresivos e
inteligentes sobre la fuerza bruta. La aviación boliviana desempeño una valiosa
acción, destruyendo baterías de la artillería paraguaya. El capitán Santiago
Alfredo Pascoe Moscoso, hincha de The Strongest, salió el 21 de mayo en su
avión Curtiss-Wrigth Osprey de Puerto Suárez rumbo a las líneas enemigas. Una
tormenta le obligó a un aterrizaje forzoso y muerió en la población de San
Lorenzo (Viejo), hoy Roboré.
Los siguientes días reinó el silencio y las horas pasaron
con angustia. El miércoles 23 de mayo se difundieron las primeras buenas
noticias: “Nuestras tropas rechazaron los ataques del enemigo en Cañada
Strongest”, titulaba el periódico La Razón. Esa misma noche, un teletipo de la
británica agencia Central Press confirmaba la victoria: “En los momentos más
álgidos de la batalla, los comandos divisionarios paraguayos huyeron
cobardemente, dejando abandonados a su propia suerte a sus combatientes”, decía
el despacho de la prensa internacional.
En Villa Montes fue noche de fiesta. En La Paz, las pizarras
de los periódicos irradiaban y contagiaban la euforia. Una imponente marcha
recorrió las principales calles del centro de la urbe paceña. Los “hurras al
Strongest” y los “viva Bolivia” se confundieron en la noche embriagada de
fervor patrio El 24 de mayo el júbilo reinaba en toda Bolivia. Los periódicos
se agotaron: “las armas bolivianas obtuvieron un gran triunfo en Cañada
Strongest”. Los festejos se extienden por Oruro, Santa Cruz, Trinidad,
Cochabamba, Tarija, Sucre, Larecaja, Chulumani… hasta el último rincón donde había
llegado el radiograma de Villa Montes, que ratificaba la derrota y huida de las
fuerzas paraguayas. Las ondas de radio Illimani, la emisora del Estado,
replicaba la hazaña de los soldados bolivianos y stronguistas que pelearon
multiplicándose en bravura.
Las señoras y señoritas socias del club The Strongest se
dirigieron al general Peñaranda y al coronel Bilbao Rioja en sendas misivas:
“Corazones de madres, esposas e hijas de stronguistas, agradecemos con
exaltación fervorosa de patriotismo el laurel conquistado. Definitivamente, el
club se ha incorporado a la historia de la guerra por la acción de Cañada
Strongest”.
En pleno retroceso de Bolivia, llegó la mayor victoria de la
mano y coraje del equipo de futbol paceño que más y mejores soldados aportó a
la guerra. El resultado fue una contundente victoria sobre las fuerzas
paraguayas con más de medio millar de bajas enemigas y 1.380 prisioneros, entre
ellos 67 oficiales paraguayos, más de la mitad de los capturados en toda la
contienda. Nunca The Strongest se confundió tanto con la patria, nunca antes ni
después un club de fútbol había vencido en las trincheras.
Hace 84 años, Cañada Strongest fue orgullo, fue valor, coraje, arrojo y
sacrificio de soldados que jamás dejaron de ser stronguistas; de gualdinegros
que atacaron y vencieron, que alzaron orgullosos su bandera y su fusil, que
surcaron los cielos para defender nuestra tierra, que escribieron una de las
más luminosas páginas de gloria, teñida de los más vivos colores del coraje, el
amarillo y el negro.
LA ACCIÓN BOLIVIANA
El ejército paraguayo, durante los meses de marzo-abril de
1934, había preparado diferentes planes para destruir al ejército boliviano que
defendía el fortín Ballivián y puso en marcha un ataque del Primer Cuerpo
paraguayo sobre el Segundo Cuerpo Boliviano para, luego de derrotarlo, aislar
al Primer Cuerpo que defendía Ballivián y obligarlo a rendirse. La preparación
se hizo lentamente permitiendo que el ejército boliviano tomara diversas
medidas preventivas una vez descubierta las intenciones del enemigo.
TROPAS BOLIVIANAS EN EL CERCO AL BATALLÓN ESTIGARRIBIA.
CAÑADA STRONGEST. MAYO 1934
La principal fue traer, desde Carandayty, a la 9.ª División
(también llamada División de Reserva) formada recientemente como consecuencia
de la derrota boliviana en la Batalla de Cañada Tarija. Esta división fue
reforzada con regimientos reunidos de otros sectores y ubicada estratégicamente
al sur del ala derecha del Segundo Cuerpo. El plan del coronel Ángel Rodríguez,
del Estado Mayor boliviano, era ofrecer como cebo a la 8.ª División y dejar que
los paraguayos avanzaran sobre ella hasta cierto límite para poder encerrarlos
después mediante una acción concéntrica que juntase a sus espaldas a fuerzas
del Primer y Segundo Cuerpo. Este plan debía cercar al grueso del Primer Cuerpo
paraguayo, desarticular su ofensiva y destruirlo.
El día 10 de mayo, 5.500 soldados paraguayos de la 7.ª
División, al mando del Cnel. Ortiz, y la 2.ª División, al mando del Tcnel. José
Rosa Vera, avanzaron para atacar al ejército boliviano conformado por dos
Cuerpos de la 8.ª División boliviana, al mando del Tcnel. Menacho, sin
sospechar que se metían en una trampa.
El día 18 de mayo, el general Peñaranda abandonó
prudentemente el fortín Ballivián y trasladó su puesto de mando a Samaihuate, a
123 km al norte de Ballivián y a 105 km al sur de Villa Montes. El primer
síntoma de que algo raro estaba ocurriendo fue cuando la 8.ª División
boliviana, en lugar de replegarse frente al envolvimiento enemigo, lo que era
habitual en los bolivianos, aumentó su resistencia frenando a las fuerzas de la
2.ª División paraguaya. A las 03.00 horas del día 19, fuerzas enviadas por el
mayor paraguayo Lorenzo Medina, del RI-16, constató la presencia de gran
cantidad de tropas bolivianas bien pertrechadas que avanzaban hacia el camino
‘’El Lóbrego‘’ por detrás de las dos divisiones paraguayas.
El día 19 de mayo, cumpliendo con el plan meticulosamente
diagramado, la reforzada 9ª División boliviana con 6 regimientos, una batería
de acompañamiento y un cuerpo de zapadores, con un total de casi 14.000
hombres, al mando del Crnel. Francisco Barros, marchó en dos columnas y cortó
el camino denominado “El Lóbrego” en la retaguardia de las Divisiones
paraguayas. La trampa estratégica había funcionado y solo faltaba que el coronel
Barros solucionara los problemas tácticos menores para lograr el aniquilamiento
total de las fuerzas enemigas.
RENDICIÓN PARAGUAYA
Si no hubiera sido por la dubitativa conducción del teniente
coronel paraguayo José Rosa Vera que en su tardía retirada se desorientó en el
monte, perdió tiempo y agotó a sus fuerzas, el logro boliviano hubiera sido
únicamente la captura del pequeño batallón Estigarribia. Después de soportar
durante cinco días los intensos ataques de fuerzas inmensamente superiores y de
romper, para escapar, dos de las tres líneas que lo encerraban, el 25 de mayo
de 1934 a las 12.30 horas, se rindió finalmente el tenaz batallón al mando del
capitán Joel Estigarribia con 7 oficiales y 180 soldados. Cómo había ocurrido
en otras oportunidades en la Guerra del Chaco, una pequeña unidad conducida con
energía y decisión había logrado detener a poderosas fuerzas enemigas.
Las tropas bolivianas tomaron prisioneros a 67 oficiales y
1.389 soldados. Esta gran proporción de oficiales (1 oficial por cada 21
soldados), que mostraba la estructura y conducta operativa del ejército
paraguayo, sorprendió al comando boliviano. Más de la mitad de los paraguayos
que cayeron prisioneros durante toda la guerra se capturaron en esta batalla.
Si bien la maniobra en Cañada Strongest no alcanzó el objetivo de aniquilar
todo un Cuerpo de Ejército enemigo, su resultado parcial tonificó la moral del
comando, combatientes y población de Bolivia. El ejército paraguayo aprendió la
lección de no menospreciar la capacidad de su oponente y ajustó todos los
recaudos de seguridad con patrullajes cercanos y lejanos, inteligencia sobre el
enemigo.
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