Este artículo fue publicado el 6 de agosto de 1984 en el
semanario colombiano Semana.
La rápida comunicación en el circuito diplomático entre La Paz y Caracas
permitió localizar con precisión el lugar donde se encontraba secuestrado el
Presidente Hernán Siles Zuazo, en la mañana del sábado 30 de junio, según
explicó a SEMANA el canciller venezolano Isidro Morales Paúl. La perspicacia
del embajador de Venezuela en Bolivia, el médico Jorge Rodríguez Díaz, fue el
elemento clave para obtener el primer dato preciso sobre el paradero del
Presidente secuestrado.
Siles fue secuestrado a las cinco de la madrugada de ese sábado, pero ya a
media mañana era claro que nadie apoyaba el intento subversivo -ni siquiera la
rebelde Escuela de Estado Mayor de Cochabamba- y que el gobierno estaba en
control de la situación. El único problema era encontrar al Presidente.
En estas circunstancias es que el comando secuestrador comienza a disolverse.
Como en todos los episodios de la negra historia de grupos paramilitares en
América Latina, cuando la situación es adversa, huyen, como ratas. Cinco de
ellos buscaron asilo en la embajada de Venezuela, irrumpiendo en sus oficinas.
El embajador Rodríguez, que justamente en ese instante estaba en contacto
telefónico con el canciller Morales en Caracas, les dijo que los aceptaba
provisionalmente, pero naturalmente -y a título de información para considerar
su caso- les exigió algunas explicaciones. Entre los que buscaban refugio se
encontraban el teniente de Ejército, Celso Campos Pinto, y el teniente coronel
de policía Germán Linares.
Campos pertenecía a la propia guardia presidencial, y su acción era un matiz de
deslealtad que no resulta extraño a la oficialidad boliviana asignada al
Palacio Quemado. La mayoría de los Presidentes derrocados, civiles o militares,
han sido víctimas de traidorzuelos. Cuando era presidenta, la actual embajadora
boliviana en Bogotá, Lidia Gueiler, tuvo que soportar a un mayor de la guardia
presidencial que trató de derribar a patadas la puerta de su dormitorio. Es
aparentemente este mismo teniente Campos Pinto el que identificó el lugar donde
otros secuestradores retenían a Siles Zuazo.
Según el relato del canciller venezolano, el embajador Rodríguez transmitió
inmediatamente a Caracas esta información valiosa: Siles se encontraba en una
casa del barrio Miraflores entre las calles Honduras y Estados Unidos. El
canciller Morales tomó entonces contacto inmediato con el embajador boliviano
Walter Guevara Arze (otro ex presidente derrocado) y éste hizo la rápida
comunicación a la cancillería en La Paz. Para el mediodía, las tropas leales
abrumadoramente numerosas ya estaban rodeando la casa de Miraflores y los secuestradores
no tuvieron más remedio que salir con Siles Zuazo, siempre amenazado de muerte,
y buscar refugio en la embajada argentina. Posteriormente también tuvieron que
abandonar la embajada y ahora se encuentran entre rejas.
Para el embajador venezolano Rodríguez, fue un gesto de despedida. Justamente
por esos días tenía que entregar la embajada al nuevo representante. El médico
Rodríguez no había tenido una gestión muy feliz. Designado embajador por su
amigo personal Luis Herrera Campins, era obvio que al llegar un cambio de
gobierno iba a ser reemplazado. Sin embargo, cerró su gestión con broche de
oro, convirtiéndose en factor decisivo para la pronta liberación del Presidente
Siles Zuazo.
OTRO PROBLEMA DE SILES: LA HUELGA GENERAL
No había acabado de salir el Presidente Hernán Siles Zuazo de su secuestro y
del fallido golpe de Estado del 30 de junio, cuando se le vino encima otro
delicado problema: la huelga general decretada por la Central Obrera Boliviana
(COB), la cual, ante el "flagrante y total incumplimiento" del poder
ejecutivo de un amplio acuerdo político-económico suscrito el pasado 30 de
mayo, emprendió el jueves pasado dicho paro de protesta. En vano envió el
Presidente a la COB, un portafolio con los varios decretos que, a juicio de
Siles, retoman lo esencial del acuerdo. La COB, por el contrario, explicó en
documento difundido el mismo jueves que el mandatario boliviano quiere
"vulnerar" el acuerdo de mayo de postergar temporalmente el pago de
amortizaciones e intereses de la deuda externa con la banca extranjera. En
realidad, una de las disposiciones últimas de Siles plantea la
"renegociación de la deuda externa pública con la banca privada
internacional", aunque no ha hablado de reanudar inmediatamente los pagos.
La COB también alega que el gobierno incumplió su compromiso de iniciar el
cobro coactivo de impuestos defraudados por las empresas Tesoro y Occidental
-petroleras norteamericanas- y que no revisó el precio de compra de gas y
petróleo del Estado a dichas empresas extranjeras, por lo que Bolivia pierde
diariamente 271 mil dólares.
El gobierno, que ha declarado que esta conducta de la COB es
"absolutamente desproporcionada" señaló también que la conspiración
antidemocrática de los militares golpistas "sigue en marcha", y que
el secuestro del Presidente tiene aún "muchas ramificaciones"
políticas. Por lo pronto siguen detenidos el mayor del Ejército Luis Ardaya,
segundo jefe militar del secuestro del Presidente, cuyo comandante fue el
coronel del Ejército Rolando Saravia, quien está prófugo. Civiles como los
abogados Alfredo Arce Carpio y Marcelo Galindo y los hermanos Jaime y Gastón
Ponce Caballero, ligados a la derechista Falange Socialista Boliviana (FSB)
también se hallan detenidos.
Lo nuevo es que, según los últimos hallazgos de los investigadores, al
Presidente lo iban a presionar, para que renunciara, personas que no tuvieron
oportunidad de llegar a él, debido a que el secuestro no obtuvo apoyo político
por la vigorosa acción de la COB. ¿Quiénes eran esos misteriosos personajes? ¿Quiénes
proyectaron al más alto nivel la conjura y cuál era su real magnitud? Tales
interrogantes aún no obtienen en La Paz respuestas satisfactorias.
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