Por: Guillermo Mejillones Quispe.
Las fuentes del Archivo Histórico Militar en su Sub-Fondo: Ejército en Campaña,
se encuentra cuantiosos informes y notas que revelan la intensa campaña del
comunismo (y izquierdismo) promovido por civiles y militares. La detección en
los cuadros de oficiales inculpándolos como comunistas, fue un problema tratado
en los Tribunales de Justicia Militar, la cual, estaba penada por el Código
Penal Militar.
Entre esos asuntos, podemos comenzar analizando la nota con el rótulo “Muy
Reservado”, fechado el 5 de junio de 1931, del Comando de la 4ta División:
Sección II., el cual devela como la propaganda insidiosa entre las filas del
seno del Ejército se estaba generando antes de la guerra:
“Orden de Estado Mayor Nº 12-31. Llamo la atención de los señores generales,
Jefes y Oficiales del ejército, sobre la situación bastante difícil de la
Institución Armada, a raíz de la campaña intensa iniciada por ciertos elementos
que, mediante publicaciones de prensa y propaganda insidiosa, infiltran en el
pueblo el veneno de la discordia y la animadversión hacia el Ejército y sus
componentes. Cuanto se dice y afirma en contra de él es tan monstruosa que
obliga a un análisis sereno y severo del origen de tales afirmaciones, máxime
si es cierto artículos se descubre claramente tecnicismo inherentes a la
administración y organización militar, lo que hace pensar que tales datos salen
del seno mismo del Ejército. Esta campaña difamadora pretenciosa por la ‘prensa
brava’ del país e inspirada, en revés, por pasiones políticas, encubiertas bajo
la capa de comunismo, encuentra en la masa del pueblo un vasto campo de
propaganda que, a través de un criterio falso y apasionado, hace ver en el
uniforme el fantasma de ‘capitalismo’, de la ‘burguesia’ y del ‘parasitarismo’.
A esto habría que agregar la irreflexibilidad de algunos miembros del Ejército
que no piensan ni meditan sobre su situación y representación ante la sociedad,
y provocan, cuidándose poco de sí mismos, escándalos callejeros y atropellos
que hieren profundamente el prestigio y buen nombre de la clase militar.
Y esto se agrava cuando vierten opiniones en contra de la misma institución, ya sea críticamente y desprestigiando a los comandos, ya organizando grupos con falsas ideas de mejoramiento, mejor dicho. Formando camarillas con fines personalistas e inconfesados que, al dividir a los componentes, maniatan a la institución entregándola indefensa y sin fuerza a la voracidad de sus enemigos como a puesto de su maledicencia. Al respecto, llamo la atención de todos los Comandantes de reparticiones y unidades para que con el ejemplo instruyan y eduquen a sus oficiales, orientándolos por el camino del deber, de trabajo y de la disciplina consciente. Principalmente hay que tender a levantar el nivel cultural de los subordinados. Invito a todos los camaradas a considerar con espíritu reposado o imparcial sobre esta situación delicada, y buscar los medios que contrarresten la insidiosa campaña que desde hace algún tiempo soportamos. Debemos comenzar por borrar ciertas rivalidades de arma que aún se dejan sentir, pues infantes, caballeros, artilleros técnicos, todos pertenecen al mismo cuerpo, al mismo organismo, a la misma clase, y, la que es más importante, obedecen a los mismos fines. Por lo que se refiere a nuestras relaciones individuales, si existen malos entendidos entre camaradas, hay que hallar las situaciones con el propósito inquebrantable de olvidar resentimientos y rivalidades, tendiendo la mano del camarada caballeros e hidalgamente, como cumple a todo militar de honor. Dejamos a un lado los prejuicios y las inquinas, las odiosidades y las emulaciones infundas, dedicándonos al cultivo constante y pertinaz de la unidad de la clase militar. Que nuestro lema sea el mismo de muestra enseña nacional: ‘La Unión hace la fuerza’. Todo cuanto digamos sobre el particular nunca estará por demás pero no olvidemos que lo realmente productivo es la acción, los hechos son más elocuentes que todos los discursos y superan a las buenas intenciones. Cuando lleguemos a hacer un cuerpo solo material y espiritualmente, cuando olvidemos nuestras pequeñas diferencias como componentes de una institución noble y homogénea; cuando desinteresadamente compartamos de los mismos anhelos y de las mismas inquietudes y hayamos conseguido la solidaridad indestructible entre nosotros, entonces podemos aniquilar con ventaja y con razón cualquier campaña de desprestigio contra el Ejercito” (AHM. CE-C-017. Comando 4ta División Sección II 1931 (Exp.) PREG-077. Orden de Estado Mayor Nº 12- 31(Muy Reservado) La Paz, junio 5 de 1931.)
Y esto se agrava cuando vierten opiniones en contra de la misma institución, ya sea críticamente y desprestigiando a los comandos, ya organizando grupos con falsas ideas de mejoramiento, mejor dicho. Formando camarillas con fines personalistas e inconfesados que, al dividir a los componentes, maniatan a la institución entregándola indefensa y sin fuerza a la voracidad de sus enemigos como a puesto de su maledicencia. Al respecto, llamo la atención de todos los Comandantes de reparticiones y unidades para que con el ejemplo instruyan y eduquen a sus oficiales, orientándolos por el camino del deber, de trabajo y de la disciplina consciente. Principalmente hay que tender a levantar el nivel cultural de los subordinados. Invito a todos los camaradas a considerar con espíritu reposado o imparcial sobre esta situación delicada, y buscar los medios que contrarresten la insidiosa campaña que desde hace algún tiempo soportamos. Debemos comenzar por borrar ciertas rivalidades de arma que aún se dejan sentir, pues infantes, caballeros, artilleros técnicos, todos pertenecen al mismo cuerpo, al mismo organismo, a la misma clase, y, la que es más importante, obedecen a los mismos fines. Por lo que se refiere a nuestras relaciones individuales, si existen malos entendidos entre camaradas, hay que hallar las situaciones con el propósito inquebrantable de olvidar resentimientos y rivalidades, tendiendo la mano del camarada caballeros e hidalgamente, como cumple a todo militar de honor. Dejamos a un lado los prejuicios y las inquinas, las odiosidades y las emulaciones infundas, dedicándonos al cultivo constante y pertinaz de la unidad de la clase militar. Que nuestro lema sea el mismo de muestra enseña nacional: ‘La Unión hace la fuerza’. Todo cuanto digamos sobre el particular nunca estará por demás pero no olvidemos que lo realmente productivo es la acción, los hechos son más elocuentes que todos los discursos y superan a las buenas intenciones. Cuando lleguemos a hacer un cuerpo solo material y espiritualmente, cuando olvidemos nuestras pequeñas diferencias como componentes de una institución noble y homogénea; cuando desinteresadamente compartamos de los mismos anhelos y de las mismas inquietudes y hayamos conseguido la solidaridad indestructible entre nosotros, entonces podemos aniquilar con ventaja y con razón cualquier campaña de desprestigio contra el Ejercito” (AHM. CE-C-017. Comando 4ta División Sección II 1931 (Exp.) PREG-077. Orden de Estado Mayor Nº 12- 31(Muy Reservado) La Paz, junio 5 de 1931.)
Esta Orden General del E.M.G., se pude advertir claramente como nuestro
Ejército antes de las hostilidades con el Paraguay. Se encontraba con una
infinidad de problemas de diferente índole en su interior de sus filas con
rivalidades de distinto orden. Entre ellas estaba el problema del comunismo que
usaron algunos oficiales en señal de descontento con sus mandos. Más adelante
se verá como muchos oficiales usan la insignia comunista como medio para
protestar y justificar algunas acciones como la deserción y el derrotismo.
Analizando otro documento con el rótulo “Muy Reservado”, con fecha 21 de
octubre de 1932 dirigido al Estado Mayor General, a tres meses iniciado el
conflicto armado con el Paraguay, revela lo siguiente: “hacen saber con toda
veracidad que la propaganda comunista en nuestro país y muy especialmente en
nuestro ejército tiende a desarrollarse con carácter sumamente grave. Se tiene
conocimiento que varios individuos de tropa y hasta un oficial de los elementos
movilizados últimamente y cuyo nombre se adjuntan más abajo, se hallan
comprometidos en la propaganda de una acción comunista, para lo que habría que
identificar a dichos individuos y en caso de que sea evidente la permanencia de
estos en los diferentes fortines del Chaco, deberá proceder a la averiguación
de sus antecedentes y actividades a las que se hallaban dedicados”426. Estos
grupos de comunistas, fueron los primeros que conoció el E.M.G., empero, no se
le dio la debida atención o precaución hasta que se fue agudizando el tema.
La Sección II, del Comando Superior boliviano, en uno de sus radiogramas se
advertía la siguiente información: “Población interior Bolivia realizan
manifestaciones pidiendo la Paz y al gobierno un minuto de reflexión ante la
estéril matanza de sus hijos en el Chaco. En Bolivia apelase al supuesto
peligro rojo para justificar. La ‘tentativa de rebelión comunista de varios
soldados’ según las gacetas bolivianas en Bolivia confundese el cansancio y
agotamiento de sus tropas con la existencia de un peligro comunista stop”. En
el primer año de guerra los diferentes jefes de unidades no tomarían muy
encuentra estos antecedentes. Sin embargo, algunos oficiales de manera
particular proveyeron el peligro y dictaron algunas medidas como el Mayor
Cuellar, el 19 de octubre de 1934, dirigió mediante nota a sus comandantes de
escuadrón las deserciones a la Argentina y los casos de izquierdismos están
especificados en los siguientes puntos:
“Son izquierdistas: 1º Los que hagan predicas de doctrinas disolventes o
extremistas. 2º Los que critiquen disposiciones superiores, con el ánimo de llevar
el desaliento de la tropa. 3º Los que propalen falsas noticias tendientes a
mermar la moral de la tropa. 4º Los que atenten contra su salud para ser
evacuados del frente. 5º Los que se causen heridas con el mismo fin stop”( AHM.
Histórico Archivo Militar, DPTO I-EMG, C S C-006, Sec. II, Legajo Nº 2 (Exp.)
595 C.S.C. “Informaciones de ZPO pila, Octubre, 19 de 1934”).
El Comando Superior en vista de los casos de deserción e izquierdismo/comunismo
ocurridos en las fronteras con los países vecinos (Argentina, Brasil), lamentó
tener que insistir con el uso de la fuerza constantemente puesto que era
necesario un control riguroso. Para que estos no desemboquen en una rebelión
generalizada, temor del Alto Mando boliviano. Muchos jefes de divisiones en el
frente actuaron con brutalidad realizando fusilamientos colectivos a los
desertores que eran capturados.
El peligro comunista que se cernía en las filas militares fue tomado enserio ya
desde finales de 1933. Recién el Comando Superior comenzó a preocuparse, ya
que, una propaganda de esta magnitud ponía en serio la estabilidad interna del
Estado en guerra contra un enemigo externo. Sumado a ellos los levantamientos
indígenas y un comunismo internacional en las fronteras. Así son paulatinos los
circulares que emite el E.M.G. de Bolivia como el del 19 de octubre de 1934,
que explicaba:
“Se ha descubierto la circulación clandestina de un volante tendencioso que
titula ‘Aguanta y calla’, destinado a provocar desmoralización en las filas de
nuestro Ejército. Existe motivos suficientes para suponer que son los choferes
los encargados de hacerlo llegar al frente, unas veces con malicia, otras con
conocimiento de causa o en forma inocente, y que el sistema empleado para
obtener su difusión es utilizando cajetillas de cigarrillo, de fosforo o
encomiendas particulares. Recomienda a usted dar la misión a algunos
reservistas de confianza para que vigile discretamente a los choferes y
constaten si tal Documento u otros de igual naturaleza, circulan entre los
combatientes la labor para contrarrestar esta campaña que afecta tan
íntimamente la moral y el espíritu del soldado”( AHM, Caja: CSC-001. (Exp.) 592
CSC. Sec. II, Informativo desde Asunción en 315 hojas, lugar del 6 al 17,
(legajo Nº 6), 1934. Circular Nº 500-34, del Comando Superior del Ejército en
Campaña, GCG. 19 de octubre de 1934. Al señor Coronel Comandante de
Destacamento Carandaiti (Puesto Comando).
El Comando Superior mediante circular hace conocer a los Jefes y Oficiales del
Comando del Cuerpo de Caballería en el frente sobre actitudes subversivas en el
interior de las filas: “Este Comando Superior ha recibido información en
sentido de que en el seno de la tropa y especialmente entre la que actúa en los
sectores avanzados, estarían fermentando corrientes de subversión, de
indisciplina y hasta, posiblemente, de Anarquía. El origen de este Hecho parece
que está en una noticia tendenciosa que ha sido difundida entre la clase
subalterna, sin duda por personas que buscan en este procedimiento un objetivo
político”430. El seguimiento a elementos contrarios en el teatro de operaciones
fue encomendada a la Policía Secreta de cada sector que desplegó personal en
diferentes puestos en retaguardia a fin de detenerlos y prever cualquier
contingencia en el Chaco.
De acuerdo a la nota fechado en Villazón, el 24 de noviembre de 1934, la
Dirección General Etapas informaba: “Los trabajos de los comunistas y desertes
son activismos por el momento (…), un cifrado del Ministerio de Relaciones,
indicando se tomen medidas severas en esta frontera por tenerse conocimiento
que verdaderos núcleos de desertores y comunistas del N. Argentino se ponían en
movimiento encabezado por Tristan Maroff”. El ejército procedió de manera
drástica con soldados que se negaban de entrar en combate y se realizó raudos
fusilamientos en el teatro de operaciones.
Esos grupos numerosos de soldados que iban desertando de la línea de fuego y en
su mayoría se concentraban en poblaciones fronteras del norte argentino y parte
en el Brasil. El caso de la guerra del Chaco las deserciones han sido
numerosísimas, en desproporción extraordinaria con cualquier otra guerra de los
tiempos recientes. Sobre toda en las filas del ejército boliviano fueron miles
los desertores que huyeron con su armamento y se apostaron en la frontera
Argentina. Por el lado paraguayo, los desertores de igual forma se apostaban en
la frontera Argentina, el gobierno desde Buenos Aires instruyó capturar a los
desertores paraguayos para enviarlos nuevamente a las filas del ejército
paraguayo.
Una de muchas causas para la deserción en las filas bolivianas se debe a la
campaña antiguerrista que Tristan Marof impulsó entre los evadidos, desertores
y omisos. Este personaje fue el representante más radical quien con una intensa
tarea sobre los desertores bolivianos apostados en el norte argentino, impulsó
la propaganda contra la guerra. Según Ricardo M. Setaro: vivían en la Argentina
15.000 exiliados por anti guerreros o simplemente refugiados por negarse a
luchar. El 1932 y 1933, autoridades bolivianas poco hicieron con respecto a los
desertores que se estaban concentrando en el norte argentino.
Personeros bolivianos tuvieron la oportunidad de hablar con un centenar de
desertores en las poblaciones de La Quiaca y Jujuy. La mayoría atribuye al
gobierno del Dr. Salamanca la mala dirección de la guerra, por ello expresaban
en común que se vieron obligados dejar las filas antes de ser sacrificados
inútilmente en la línea de fuego. El Supremo sobierno había enviado diversas
comisiones para traer de regresó a los desertores haciéndoles diversas
propuestas sin éxito. En conversación con los desertores uno expresó:
“‘Salamanca y Canelas, se habrían dado el placer de hacernos fusilar por la
espalda, en la línea de fuego, si hubiéramos tenido la candidez de creer en sus
falsas promesas; esos hombres trágicos, sedientos de sangre, acabaran por segar
toda la juventud de nuestra patria si no se les hace saltar del Poder cuanto
antes’. Por esta circunstancia, el cambio de Gobierno operado últimamente, hizo
renacer en ellos la esperanza de volver”( ALP.FTS. Expediente N°7, “Documentos
Reservados I, noviembre 1934.abril 1935”, Informe Reservado al Señor Ministro
de Guerra, fechado en La Paz, 2 de enero de 1935).
El mes de diciembre de 1934, se estudió la posibilidad de repatriar unos 1,000
desertores para que vuelvan voluntariamente, en cambio el Gobierno debía dictar
un decreto de amnistía en el que se haría constar expresamente que se les
permite repatriarse para prestar sus servicios en retaguardia. Pero, no logró
tal propuesta. En la ciudad de Jujuy, se hizo circular un pliego obteniéndose
firmas para demostrar que no solo ese número estaría listo a retornar a
Bolivia, sino mucho más. El Tte. Augusto Delgado fue el encargado de conseguir
el mayor número posible de firmas para el efecto.
El Comando Superior y el Supremo Gobierno vieron la posibilidad de “repatriar a
cualquier costa a dichos desertores, es una medida necesaria y urgente para
evitar que se entreguen por entorno a la causa comunista y procuren entrar al
territorio violentamente, en connivencia con elementos izquierdistas exaltados
del interior, que es lo que pretende Tristan Maroff después de la campaña”. La
intención de repatriar a los desertores, tenía como objetivo principal
incorporarlos a los servicios auxiliarles en retaguardia y sobre todo debilitar
el movimiento comunista que se estaba encubando en poblaciones del norte
argentino. Sin embargo, se denotaban algunas dificultades de fondo que iba
provocar la repatriación tal como lo advierte el informe semanal de la Sección
II-A.
Con base en el Informe Semanal N°35 de la Sección II-A. del E.M.A., de fecha 14
de diciembre de 1934, respecto al movimiento comunista se informaba lo
siguiente: “(…) un grupo de comunistas bolivianos había ido a Jujuy con el objetivo
de proseguir viaje hacia la frontera con Bolivia y tratar de enrolarse como
voluntarios en el ejército, con objeto de hacer propaganda comunista y procurar
realizar motines y rebeliones entre las filas de los combatientes. Conviene
tomar medidas de suma precaución y vigilancia en la frontera así como en el
interior del país, Se ha minado a la indiada en La Paz, a los mineros de
Potosí, Oruro, a los ferroviarios, y se hacen trabajos activos en las filas del
ejército. Vigilase a Ismael Castellón, que es agente de Maroff y mantiene
correspondencia con él. Castellón se halla actualmente preso en el Panóptico de
La Paz, y está comprometido para sublevar a los presos de la cárcel” (ALP.FTS.
Expediente N°71, “Documentos Reservados I, noviembre 1934- abril 1935”, Informe
Semanal N°35 de la Sección II-A del Estado Mayor Auxiliar, fechado el 14 de
diciembre de 1934.).
Analicemos otra advertencia sobre posibles incorporaciones de comunistas a las
filas militares, la cual expresaba: “Según noticias que me transmitieron, y que
comunique inmediatamente a nuestro Ministro Dr. Rojas, para que las
telegrafiara (el viernes 23 del actual), deberán partir de esta 30 jóvenes
comunistas bolivianos que van por partidas para incorporarse en el Ejercito y
hacer propaganda comunista en las filas. El sábado 24 debían adelantarse cuatro
comunistas para ir hasta Jujuy, y de allí dirigirse a la frontera y presentarse
como voluntarios”436. De acuerdo al agentes encubierto Nº4, informaba los
siguiente: “(…) Maroff debe ir esta próxima semana a ‘La Quiaca’ con objeto de
ocuparse personalmente del viaje a territorio boliviano de los jóvenes
comunistas que deber ir con el pretexto de ingresar voluntariamente en el
ejército para hacer trabajos comunistas en él”437. En consecuencia, las autoridades
vieron que el tema de la repatriación y reincorporación de soldados debía
tomarse con sumo cuidado. Empero se concluyó inicialmente primero considerar
las verdaderas cantidades que se habían apostado en esa población fronteriza.
De acuerdo al Informe Reservado dirigido al Señor Ministro de Guerra de fecha 2
de enero de 1935, con referencia a los desertores y remisos al servicio
militar, según el cálculo hecho por le Tte. Augusto Delgado, desertor radicado
en Jujuy que ha recorrido varios puntos de aquella región, debieron existir 15,
000 desertores y remisos, diseminados en las provincias de Jujuy, Salta y
Tucumán. Este cálculo está de acuerdo con la apreciación hecha al respecto por
el Cónsul de La Quiaca y por el Cnl. Roberto Schnorr, Jefe de Etapas de
Villazón. En su generalidad fueron obreros, estudiantes y oficiales de línea,
siendo mayor el número de clases que tuvieron actuación al principio de la
campaña438. Sin embargo, el 2 de enero de 1935, cinco medidas fueron
presentadas ante el Ministerio de Guerra para contener el movimiento comunista
en la frontera con la Argentina, y fueron las siguientes:
1) Descongestionar de elementos bolivianos la zona del Norte argentino,
procurándose la repatriación del mayor número posible mediante un decreto de
amnistía y un comisionado especial.
2) Promover a otro destino a los cónsules de Jujuy y Tartagal, designándose en
su reemplazo a personas de conocido dinamismo, a fin de llevar a cabo con
mayores facilidades el punto anterior. Hacer igual designación en el Consulado
de Salta, en vista de la renuncia del Dr. A. Arauz.
3) Organizar policías militares en las capitales de departamento y en Villazón,
con personal de confianza y en número suficiente para poder mantener el orden
público y sofocar enérgicamente cualquier movimiento subversivo.
4) Confinamiento disimulado a zonas apartadas, de elementos agitadores
comunistas que en los momentos actuales son un peligro en los principales
centros, como lo son también en la línea de fuego.
5) Destinar al Cnl. Roberto Schonorr a la Sección II-A., del Estado Mayor
Auxiliar, desde donde tendría amplitud para desenvolver una acción positiva
anticomunista y de contra espionaje, por ser un jefe enérgico que por sus
aptitudes e investigaciones propias esta al cabo de las tramas delictuosas que
se han venido desarrollando en contra de la defensa nacional.
De las cinco medidas propuestas se realizaron dos, el cambio de algunas
autoridades militares y civiles en el sector, y se reforzó los contingentes de
Policías y Militares apostados en la región fronteriza quienes estaban
instruidos de afrontar cualquier acción contrarias al orden. Además, se reforzó
con él envió de agentes secretos a estudiar el desplazamiento del comunismo
internacional que estaba proyectado en el sector respecto a Bolivia.
Con respecto, a la “repatriación del mayor número posible mediante un decreto
de amnistía y un comisionado especial”. Las autoridades militares y civiles
vieron que no era conveniente y propicio hacer la repatriación de estos desertores
apostados en el norte argentino, ya que, existía la advertencia de los agentes
desplegados para investigar a estos bolivianos fuera de Bolivia. En suma, la
advertencia señalaba que estos desertores querían ingresar a las filas del
ejército para masificar la propaganda comunista, izquierdista y derrotista.
Muchos desertores se habían presentado y enrolado con otra identidad y estos
estaban propalando en las filas del ejercicito la propaganda comunista y/o
izquierdista. Repatriar ese número considerable desertores con ideas derrotitas
e incorporarlos a los servicios auxiliares constituía un verdadero peligro para
el seno del Ejército en Campaña, es por ese motivo que hasta la finalización de
la guerra no se repatrio al grueso de desertores y remiso del norte argentino.
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