Por: Pablo Michel - Investigador e Historiador / Publicado
en el periódico La Patria el 29 de septiembre de 2016.
Un episodio muy poco conocido que hasta hoy ha sido, la
historia del Regimiento 50 de Infantería, más conocido como los
"Cuchilleros de la Muerte".
Este regimiento fue creado por un requerimiento especial de
los altos mandos bolivianos; resultado de los alarmantes informes que llegaban
al Estado Mayor boliviano, sobre las desalmadas prácticas de comandos
irregulares paraguayos contra combatientes bolivianos.
Este regimiento 50 de Infantería, debía poner fin a estas
prácticas y para ello se nutrió de efectivos provenientes de las cárceles
bolivianas y comandadas por oficiales del Ejército y sobre todo carabineros de
la Policía.
Un año antes de la creación de este regimiento especial
boliviano, se había creado en el Paraguay un grupo irregular denominado los
"Macheteros de Jara", este nombre adoptado en relación a su
comandante, un cuatrero de nombre Plácido Jara y lo de "macheteros"
por el arma favorita de los soldados paraguayos que era el machete, así como el
de los bolivianos era el cuchillo bayoneta. Los "macheteros de Jara"
habían sido creados con el fin de bajar la moral de los hombres bolivianos… y
¿cómo lo hacían? … de una forma brutal; pues estos macheteros cuando realizaban
por las zonas de operaciones, y encontraban a soldados bolivianos perdidos, los
degollaban con sus machetes, y cuerpos y cabezas eran colgados en los árboles
para atemorizar y desmoralizar a miles de oficiales y soldados
bolivianos.
Se sabe que en una ocasión, un pelotón de bolivianos se topó
con veinte cuerpos deshechos por los "Macheteros de Jara", lo que
provocó el llanto de jefes como el del propio Bernardino Bilbao Rioja.
En resumen… los "Macheteros de Jara" eran un
furibundo grupo de ex forajidos paraguayos que hacían sus correrías contra los
oficiales y soldados bolivianos.
Esta fue la razón urgente de los mandos bolivianos para la
creación del regimiento 50 "Cuchilleros de la Muerte", que había reclutado
en sus filas a los oficiales más terribles y a los delincuentes más avezados,
con el fin de bajar también la moral de las patrullas paraguayas.
Cuando los avezados bolivianos del 50 de Infantería,
encontraban a los "pilas" extraviados en la zona de operaciones, de
inmediato los degollaban con el cuchillo bayoneta de sus fusiles.
Cuerpos y cabezas eran expuestos y además les cortaban los
"miembros viriles" y los ponían en las bocas de los infortunados
paraguayos.
Estas acciones, hicieron legendario también al "famoso
Regimiento 50 de Infantería", porque cuando las patrullas paraguayas se
perdían en el Chaco y sorpresivamente escuchaba el grito:
"reeeeegiiiimiiieeeentooo ciiincuuueentaaa de infantería, calen
bayonetas", tenía dos opciones: escapar lo más rápido posible o la otra
era orinarse en los pantalones y esperar a la muerte, según los propios
informes paraguayos.
Un día, durante la segunda mitad de 1934, una pequeña
patrulla boliviana de apoyo compuesta por seminaristas, el cura del regimiento y
sanitarios se perdieron por su desconocimiento y falta de preparación militar.
De pronto se dieron cuenta que estaban siendo rodeados por un regimiento
paraguayo con más de 400 efectivos y era obvio que iban a ser capturados o,
peor aún, muertos por la tremenda desigualdad numérica.
Los seminaristas y los estudiantes de medicina, empezaron a
temblar mientras que las antorchas de los cientos de "pilas" se
acercaban.
Ya faltaban pocos metros para que los paraguayos atrapen a
los bolivianos rodeados, pero… sorpresivamente… se oyó una arenga del joven
monaguillo que acompañaba a los emboscados: "Reeeegiiimiiieeentoooo
ciiincuueeentaaaaa deeee infaaaanteeerííííííaaaaaa, calen bayonetas"…
y milagrosamente los cientos de paraguayos se dieron la vuelta para escapar con
los rostros de pánico por todas las direcciones del campo. Este engaño tan
oportuno, más producto de la típica picardía cochabambina del monaguillo con
"nervios de acero", salvó a este pequeño grupo de incautos religiosos
y paramédicos bolivianos.
En el año 1959, esta anécdota fue contada por los
protagonistas paraguayos y bolivianos con una coincidencia asombrosa.
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