Imagen: Los tres hermanos Garrón. / Por: José Samuel Rodrigo
Garrón Claure / Parte de la investigación - Revista de la Biblioteca y Archivo
Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Andrea Rioja, de 17 años, fue testigo del momento dramático
de la muerte de su padre con las balas chilenas desde el Hospicio. Pues
nuevamente Potosí daría a Bolivia lo mejor que tenía, nuevamente, en grandes
hombres. Andrea Rioja, con su alma hecha pedazos y lacerado su corazón, con el
sufrimiento a raíz del desastre nacional sufrido, viviría hasta el año 1927,
muriendo de 75 años de edad, dejando un esposo patriota, hijos ejemplares y el
recuerdo de un Héroe en Pisagua: su Padre.
Sin pensar dos veces Andrea Rioja estuvo presente en la
Batalla de Tacna, conocida como "Alto de la Alianza", el 26 de Mayo
de 1880, en las ambulancias de Bolivia, en las carpas sanitarias para los
heridos que no fueron "repasados" (eliminados por los soldados
chilenos después de la batalla), después del combate.
Andrea Rioja al verse sola frente a la desgracia en su
hermosa y rebosante juventud, se incorporó a la ambulancia Boliviana (servicio
médico en guerra), conociendo más tarde a la Señora Cruceña, Doña Ignacia
Zeballos, otra heroína y voluntaria que se incorporó al Ejército en La Paz,
ambas figuras, exponentes de la Cruz Roja Boliviana, Andrea "la
Kolla" e Ignacia "la Camba", acudiendo al llamado de la Patria
en peligro.
Andrea Rioja posteriormente se casaría con Don José Bilbao
Pastor, con quien tendría en Arampampa, Potosí; una pléyade de grandes hombres
Bolivianos dignos de mencionarlos, de imitar en sus vidas llenas de virtudes,
como el Mariscal de Kilómetro 7, Don Bernardino Bilbao Rioja. El Maestro de la
Medicina Boliviana, Doctor Daniel Bilbao Rioja, el Coronel de Ejército
Eustaquio Bilbao Rioja, Héroe de Guerra, el Abogado Boliviano
Sinforiano Bilbao Rioja, Presidente de la Corte de Justicia
y el Odontólogo Napoleón Bilbao Rioja, nominado al Premio Nóbel de la paz en
Argentina durante tres oportunidades por las universidades de Buenos Aires y la
Fundación de la India Nehru. Cómo no serían grandes hijos al venir de un
Patriota y una Heroína
Andrea Rioja de Bilbao, fue declarada "Mujer meritoria
en la Guerra del Pacífico", mediante la Resolución Suprema del Gobierno de
la República de Bolivia, el 20 de Mayo de 1930, para que su heroico y noble
comportamiento sea imitado por los bolivianos sirva de ejemplo imperecedero a
las futuras generaciones de Damas Bolivianas en tiempos de paz y guerra.
A su muerte, sus restos merecieron los homenajes de rigor,
siendo acompañados con los sones de las marchas militares y de exequias
fúnebres reglamentarias, dejando una inconmensurable herencia, la buena
conducta, la abnegación, el valor, los principios morales, el cumplimiento a su
deber y otras virtudes más.
Andrea Rioja fue declarada "símbolo de la humanidad
Doleniet", elevada a la categoría de institución social nobilísima y a
cuyo recuerdo se ha instituido por el Gobierno Boliviano el "Día de la
Cruz Roja Boliviana" el 15 de Mayo de 1917, en los prolegómenos de la
primera gran guerra europea.
Los tres hermanos Garrón en la Batalla de Tacna (26 de mayo
de 1880)
La batalla más significativa para muchos bolivianos, en la
infausta guerra que enfrentamos por la salida al Océano Pacífico, mediante un
puerto marítimo; sin duda alguna, es la que conocemos como "alto de la
alianza", el 26 de mayo de 1980, tras un año de invasión chilena a la
región del desierto de Atacama y el litoral de Bolivia, como también al sur de
Perú que es nuestro aliado natural.
Allí concurrieron los jóvenes bolivianos, con toda su
determinación, procedentes de todas las regiones de nuestro territorio patrio,
con el objetivo de proteger nuestra salida y contacto con la vía más conocida
de relación humana, el mar, de tiempos inmemoriales a hoy y por siempre en el
futuro, el planeta tiene más agua que tierra y por ello el mar, al ser su
repositorio, se convirtió en el medio más propicio para que las personas de
todos los continentes terrestres habiliten sus puertos de partida y llegada.
Conscientes de esta realidad los hombres, los hermanos,
primos hermanos y parientes en edad militar se alistaron en uniformes y
salieron a combatir contra las fuerzas invasoras en 1879 con las pocas armas
que disponían, después de la toma de Antofagasta.
Procedieron de Tarija, Sucre, Potosí, Oruro, Cochabamba,
Santa Cruz, Beni y La Paz. Convergieron en unidades desde esos distritos, bajo
la comandancia de algunos militares cuya formación no tenía el complemento de
una verdadera organización científica de la ciencia militar.
La milicia aún era rudimentaria, carente de estructuras
sólidas, permanentes, por ello; el destino de muchos soldados bolivianos fue el
mismo, la tumba en el combate, la deshonra en la derrota, la pérdida del
Litoral, a ello se debe añadir la deficiente política exterior de una
Cancillería también rudimentaria, con una falta de entendimiento político y de
total carencia de objetivos nacionales.
No hubo familia que no dejó hombre alguno sacrificado en el
tiempo que duró la invasión y la guerra, fue una época en la que se inmolaron
nuestros hombres, porque no existieron instituciones e institutos militares
acordes a un ejército moderno, al extremo que no teníamos una escuadra naval
militar de guerra, para que defienda nuestra costa, menos una fuerza aérea
porque esa arma no se desarrolló aún, tampoco se contaba con una batería
costera de artillería que goce del atributo más necesario como la maniobra y
dirección de blancos con mediano alcance.
Pasar un desierto sin agua potable para llegar exhausto a
combate ya era un signo de derrota, porque sortear la adversa geografía para
llegar a nuestra costa ya era un problema en contra de los bolivianos, por cuyo
motivo la quinta división no salió del altiplano que recorrió con soldados
carentes de las necesidades más elementales.
En Sevaruyo, Don Mariano Garrón, al observar la total
carencia de recursos de nuestras tropas, de su propio hato y con su propio
peculio, obsequió un buey a cada batallón y atendió en su casa de hacienda a
los oficiales procedentes del sur alistados con la tropa.
En la casa de hacienda de la familia Garrón, descendientes
del Fiel de la Casa de Moneda en Potosí, discutieron para alistarse en los
regimientos para ir a combatir, la madre se oponía, las hermanas no decían
palabra alguna, el padre decía que iría con ellos para cuidarlos, los tres
hermanos Garrón, dijeron vamos los dos mayores, el menor decía si van ellos yo
también voy. Lágrimas y sonrisas, seriedad y angustia en los rostros de los que
venían de Manuel María Garrón, primer alcalde de Potosí en la era republicana,
y de Mariano Garrón Barragán, Caballero cadete del General José Ballivián en la
Batalla de Ingavi, no podían faltar a la cita con la gloria en defensa de la
integridad territorial de Bolivia, asediada por todos sin compasión, tratando
de quitarle lo que puedan, como si fueran lobos al acecho de su presa. Ellos no
lo permitirían aún a riesgo de sus vidas.
Entre las unidades de combate más importantes se encontraban
"Los libres del sur", cuyo contingente estuvo formado por la elite de
la juventud Boliviana, bajo el mando del Coronel Castro Pinto, su uniforme azul
y "quepí" rojo los distinguía de las demás unidades y entre ellos
tres jóvenes patriotas dispuestos a dar su vida por Bolivia, Pedro Garrón
Fagalde, José Garrón Fagalde y Ricardo Garrón Fagalde, potosinos, soldados, que
fueron marchando hasta Tacna para reforzar al ejército aliado que entraría en
combate en la meseta del "Inti Orko", al sur de Tacna, ellos fueron
con su padre quien viajó con el mismo motivo porque uno era menor de 16 años y
no le correspondía marchar al combate, se alistó para no separarse de sus dos
hermanos mayores, la marcha fue sacrificada, llegando a Oruro desviaron hacia
el oeste para acercarse a territorio peruano cruzando la cordillera.
Cuando se encontraban en Tacna, lograron hacer preparar una
pintura que mostraba a los tres hermanos con sus grandes y pesados fusiles de
"abancarga", en uniforme, la misma que se encuentra en custodia del
Doctor Alex Torres Garrón en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, como un
legado familiar, como una muestra del patriotismo, como ese sentimiento
nacional de aquellos defensores de la amada Patria, que necesitó el concurso de
sus hijos más queridos en los momentos más graves de peligro, mostrando de
izquierda a derecha a Ricardo Garrón, Pedro Garrón y José Garrón, Pedro es muy
probable que hubiera tenido mayor grado militar que Ricardo y José.
Las noticias el 25 de mayo de 1880, eran inquietantes en
Tacna porque el nerviosismo de la población se había manifestado al recibir las
comunicaciones de que un poderoso ejército chileno desembarcaba desde el 22 en
el sur de ese pueblo tacneño bajo las órdenes del General Baquedano y el señor
Francisco Vergara, tomando posiciones en Calana, Chaplina, Yaras y Quebrada
Honda. Por otra parte el ejército aliado (peruano-boliviano) se organizó para
el combate bajo el mando del General Boliviano Narciso Campero y el Almirante
Lizardo Montero después de una discusión en la que se mencionaba la comandancia
del Coronel Heliodoro Camacho, toda vez que había un problema político en
territorio Boliviano, el General Campero estuvo a punto de eludir la
responsabilidad histórica del momento frente a tan grande peligro, mientras el
ejército de Chile se mantenía con un objetivo, vencer en la batalla y entrar a
Tacna.
El 26 de mayo de 1880 a las 08:00 sin haber probado bocado
alguno, la tropa aliada se preparaba para la inmortalidad, se dio el parte
telegráfico de "enemigo a la vista" y los batallones ocuparon sus
puestos, la vanguardia se preparó para las guerrillas y las piezas de
artillería se emplazaron en orden de batalla.
Los soldados bolivianos de "Libres del sur"
quedaron en el flanco izquierdo del campo de batalla, bajo las órdenes del
Coronel Eliodoro Camacho. Eran 206 muchachos, detrás de nueve cañones y dos
ametralladoras. Los aliados sumaron 12.000 hombres y los invasores 19.600,
entre los combatientes se encontraban algunos veteranos bolivianos quienes
habían combatido en las batallas de San Francisco, Tarapacá y Piragua.
El Comisario de la Quinta División, Eloy Delgadillo y un
voluntario argentino llamado Florencio Del Mármol, narraron y dieron testimonio
escrito de esa fatídica mañana peruano-boliviana, no dejaron de asistir los
curiosos y las rabonas, para ver el enfrentamiento y ser testigos del combate,
otros de manera morbosa se alistaron para ver cuál sería el resultado. El
Diario del Señor Manuel Alba narró otros incidentes preliminares al combate,
muchos enfermos y heridos no quisieron quedar al margen del histórico momento
de gloria.
El fuego de la artillería comenzó a las 09:00, se observaba
el avance de la vanguardia chilena y las guerrillas aliadas, el Coronel Manuel
Pando se movía inquietante sobre un sector a otro con 2 cañones marca
"Krupp", el cañoneo y las detonaciones se hacían más intensos y el
duelo era mayor, las divisiones de soldados chilenos avanzaban para el choque
de infanterías con las fuerzas aliadas.
Los libres del sur, llamados también en dialecto quechua
como "mamahuacka-chis", quienes se habían despedido un año atrás de
sus hogares, estaban en combate, el ala izquierda se diezmaba con los ataques
chilenos a las 10:00. Se recibió la noticia de que el Coronel Ismael Montes
Gamboa estaba herido y su hijo Ismael lo atendía en línea de combate. Hubo
momentos en que la elite de la juventud Boliviana los "Libres del
Sur" daba muestras de valor inconmensurable, al extremo que Ricardo Garrón
se entregó de cuerpo entero a un cañón enemigo chileno, para que no rompan la
línea en su unidad de fusilería, la narración del libro genealógico de la
familia Garrón, escrito en la Academia Nacional de ciencias genealógicas y
heráldicas de Bolivia, tomo dos, una calle de la ciudad de Potosí, la Villa
Imperial de su Majestad Don Carlos Quinto de España, lleva el nombre de Ricardo
Garrón Fagalde en su memoria, por la forma heroica en la que murió en combate,
según se narró; mientras los tambores redoblaban y los hombres marchaban, con
el abanderado al medio, en pleno arrojo Ricardo Garrón salió de la fila con su
fusil y bayoneta calada, corrió hacia la boca del cañón chileno, que no dudó un
segundo y le disparó a boca de jarro volando su cuerpo, provocando en él una
muerte instantánea, ante los desesperados ojos y gritos de sus hermanos que lo
llamaban para que no vaya a entregarse a la muerte, muerto él, la situación
enardeció a los jóvenes soldados bolivianos en línea que enrostraron a los
chilenos en la batalla, cargando con determinación y firmeza, arrollando a los
enemigos, disparando y punzando con las bayonetas a los cuerpos de los
invasores, muriendo gran parte de esos bravos potosinos de su elite estudiosa y
familiar, defendiendo la tierra y arena de aquel suelo de nuestro sempiterno
aliado peruano. Su padre volvería con dos hijos combatientes llevando la
ausencia de Ricardo Garrón a Potosí y la Casa de Hacienda de la familia, pero
con el recuerdo sincero del valiente que no retrocedió en el llamado de la
gloria.
Como dijo nuestro célebre historiador; Don Roberto Querejazu
Calvo: "eran tan hombres como ellos, no adolescentes amaricados cuyas
madres consideraban todavía tiernos incapaces de soportar los brutales rigores
de una guerra", eran hombres sin miedo.
El medio día estaba sellando la decisión final y a las dos y
media de la tarde el destino sellaría el resultado, el General Juan José Pérez
había recibido un impacto de bala en la cara, el Coronel Eliodoro Camacho
mantenía una esquirla en el vientre, los Colorados de Bolivia hicieron gala de
su denuedo y el Coronel Felipe Ravelo cayó mortalmente herido en el campo de
batalla, cientos de soldados aliados e invasores estaban tendidos en el terreno
de Marte, Dios de la Guerra, se miraban las chaquetas ensangrentadas de los
soldados que se enfrentaron en las diferentes unidades militares a los corvos
cuchillos chilenos de los rotos y huasos asaltantes cuyos abuelos alinearon con
el pirata Francis Drake de Inglaterra; desde lo alto el polvo y el humo de las
granadas, de la pólvora, las balas y cohetes hacían aún más insoportable el
ambiente sangriento que daría lugar al conocido "repaso de bayonetas"
que mataron a los heridos aliados para no dejar testigos del combate sin
compasión alguna de aquellos invasores chilenos, asesinando a los heridos
aliados peruano-bolivianos.
Después de la batalla, la retirada, los pocos bolivianos con
sus unidades militares destrozadas se replegaron hacia las montañas, la tregua.
El Capitán Adolfo Vargas, huyendo del "repaso
chileno" de los "Libres del Sur" fue encontrado malherido, con
una bala que le atravesó el pecho y con poca esperanza de vida.
Del contingente de "Los libres del sur" muy pocos
retornaron a la Patria, pasarían los años, lustros, décadas y al llegar al
centenario de la Guerra del Pacífico, en 1980, en Tacna, se encontró el cuerpo
enterrado del oficial boliviano de los "Libres del Sur", muerto,
destrozado, pero con su uniforme azul aún conservado en el desierto,
envolviendo sus huesos, que fue enterrado en el monumento al soldado
desconocido en el campo de la alianza. Lugar de la batalla del "Alto de la
Alianza", emocionante momento en el que estuvo presente otro héroe de la
familia Garrón, esta vez el de Yujra en la guerra por el Chaco para defender el
petróleo boliviano en 1932, el Académico de Número, letra "I" de la
Academia Boliviana de Historia Militar, nuestro General de Ejército, Diplomado
de Estado Mayor, Don Mario Garrón Ordóñez, que fue tres veces Prefecto
Departamental de Potosí, quien presenciaría emocionado el homenaje de los
Colorados de Bolivia y del Ejército de Perú al Soldado Boliviano aliado en
aquella Guerra del Pacífico de 1879, que más que una guerra fue una invasión al
huano (guano) y el salitre, a la plata y el cobre, maldita riqueza que nos
privó del mar por la ambición despertada por Lucifer en el espíritu honesto del
hombre de bien, esos huesos y uniforme, cuyos restos ahora reposan en la tumba
de los valientes héroes bolivianos del Alto de la Alianza peruano-boliviana.
Así acaban los verdaderos hombres, como los troyanos y los
espartanos, en el campo de Marte, gran gloria a ellos, que no retrocedieron al
saber las noticias de su patria agraviada, invadida, despojada, arrollada por
el Imperio Británico y la República de Chile, el boliviano que no renuncia a su
derecho marítimo, como ninguno, rinde tributo y un homenaje a la valiente
juventud boliviana, el ejemplo de los hombres determinados, decididos,
resueltos, inagotables, fuertes y fornidos, conscientes de sus derechos,
dispuestos a resistir todo embate.
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