Por: JUAN GONZÁLEZ YUSTE, 11 de Octubre de 1982.
Una nueva etapa histórica se abrió ayer en Bolivia, cuando
el general Guido Vildoso Calderón, máximo dirigente del régimen militar
imperante en el país andino, hizo solemnemente entrega de sus poderes al
Congreso nacional y este invistió acto seguido con la banda presidencial a
Hernán Siles Zuazo, vencedor de las elecciones generales celebradas en julio de
1980, junto con Jaime Paz Zamora, que ocupará la vicepresidencia de la nación. La
democracia quedó así restaurada al ponerse de nuevo en marcha las agujas del
reloj de la historia boliviana en el mismo punto donde las detuvo, en julio de
1980, el sangriento golpe de Estado encabezado por el general Luis García Meza,
quien continúa hoy en activo en las filas del Ejército, al igual que sus
sucesores en el régimen militar que finalmente entregó ayer un país
económicamente hundido a los civiles.
Tras ser investido con la banda y la insignia presidenciales
por el presidente del Senado, Hernán Siles Zuazo, pronunció un breve discurso
de tono más bien moderado en el que pidió la unión de todos los bolivianos para
crear una "nueva época de paz, unidad y trabajo" en el país y para
crear una auténtica democracia. "No temo la responsabilidad que asumo
porque estoy seguro de que el pueblo vencerá", dijo el nuevo presidente de
Bolivia entre salvas de aplausos de los senadores, congresistas y del público
congregado en el exterior del palacio legislativo que seguía por altavoces la
ceremonia.
EL GENERAL VILDOSO RECONOCIÓ EL FRACASO DE LAS FUERZAS
ARMADAS PARA HACER FRENTE A LA CRISIS QUE PADECE BOLIVIA
Tuvo Siles palabras tranquilizadoras para las empresas
privadas y advirtió a los trabajadores que aunque participaran en los consejos
de administración de las empresas ello no deberá interferir en el normal
proceso productivo. Tras declararse católico practicante, el nuevo presidente
concluyó señalando que estará "al servicio de los últimos, para que sean
los primeros".La normalidad democrática, interrumpida desde el fin del
segundo mandato presidencial de Víctor Paz Estenssoro, en 1964, parece así
reanudarse en este atribulado país andino, que atraviesa por una de las peores
crisis de su historia, más grave aún que la resultante de la desastrosa guerra
del Chaco, en los años treinta.
En la ceremonia de entrega de poderes, celebrada en el
palacio legislativo ante más de setenta delegaciones extranjeras, el general
Guildo Vildoso, que ocupó la presidencia del país por sólo ochenta días, dijo
que las fuerzas armadas eran conscientes de la necesidad de ceder el poder a
los civiles "para que encaren con firmeza el conjunto de medidas
necesarias para reactivar la economía interna y para renegociar nuestra deuda
externa".
El Ejército boliviano se retira a sus funciones específicas,
según Vildosojo que "no implica indiferencia ni marginamiento". El
presidente saliente trató de justificar la intervención de las fuerzas armadas
en política, "a veces, justo es reconocerlo, con posiciones y resultados
negativos", pero dijo que ello no era culpa exclusiva de los militares.
Vildoso pidió una auténtica reconciliación entre civiles y
militares por el bien de Bolivia, y calificó de "ejemplar" la forma
en que había cedido los poderes a su sucesor civil. Acto seguido, el presidente
del Senado nacional, Julio Garrett Aillon, invistió como presidente
constitucional de la República a Hernan Siles Zuazo.
Hernan Siles Zuazo se dispone, así a iniciar un nuevo
período de la revolución nacionalista que el mismo comenzara hace más de
treinta años.
Este enfrentamiento podría reproducirse casi idénticamente
ahora, treinta años después, en opinion de varios analistas políticos. Con
minoría en el Parlamento y la COB en contra o, por lo menos, no totalmente a
favor, Siles Zuazo lo tiene realmente diricil, se piensa aquí.
ENTREGA DE PODERES
La inusual ceremonia de ayer, en que un militar entregó el
poder al presidente constitucionalmente elegido, ante los aplausos de civiles y
militares, no es nueva en la historia boliviana, salpicada de golpes de Estado.
Sin ir más lejos, en agosto de 1979, el general David Padilla entregaba el
poder, en un acto similar, al presidente Walter Guevara Arce, elegido como
presidente provisional ante la incapacidad del Congreso para decidir entre
Siles Zuazo y Paz Estenssoro. Dos meses después se producía el golpe del
entonces coronel Natush.
Asistieron a la ceremonia los presidentes de Perú, Fernando
Terry; de Colombia, Belisario Betancur, y de Ecuador, Oswaldo Hurtado Larrea, y
el ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez. Estos países, junto con
Bolivia, firmarán, seguramente mañana, una declaración conjunta, la Declaración
de la Paz, en favor de la democracia en América Latina.
Especial sorpresa causó la inesperada presencia del
vicepresidente cubano, Carlos Rafael Rodríguez, encabezando una delegación de
su país y en representación de Fidel Castro. Cuando acaban de cumplirse quince
años de la muerte de ErnestoChe Guevara en Bolivia, la asistencia de
representantes castristas a la ceremonia de toma de posesión de Siles Zuazo
supone un giro copernicano en las hasta ahora hostiles relaciones entre los dos
países. "Es pronto aún para hablar de establecer relaciones
diplomáticas", declaró el vicepresidente cubano.
Por el contrario, el miembro de la Junta de Gobierno de
Nicaragua Sergio Ramírez, habló de un inmediato restablecimiento de relaciones
entre Managua y La Paz. La ruptura del aislamiento internacional impuesto a la
dictadura militar de García Meza y sus sucesores era palpable ayer ante el
aluvión de representantes extranjeros que se felicitaban por la restauración
democrática en Bolivia. El representante de la Comunidad Económica Europea
anunció el inicio de una ayuda económica al necesitado, país andino, La
representación española estaba encabezada por el ministro de Administración Territorial,
Luis Cosculluela, quien declaró a la Prensa local que era un honor asistir a la
toma de posesión de Siles, "que representa la restauración de las
libertades en un país hermano". Por parte del PSOE asistieron Guillermo
Galeote y Elena Flores.
Numerosos exiliados políticos bolivianos han regresado a su
país en los últimos días, principalmente desde México, Perú y Venezuela. La ex
presidenta Liaia Gueiler, derrocada en el golpe de julio de 1980, que impidió
el acceso al poder de Siles Zuazo, retornó también de su exilio voluntario en
Chile.
Lidia Gueiler dijo que no busca ningún tipo de revanchismos
y que perdona a sus enemigos políticos, al tiempo que exhortó al pueblo
boliviano a mantenerse unido en esta etapa crucial de su historia y a no caer
en provocaciones.
Desde primeras horas de la mañana, numeroso público se había
ido concentrando en la plaza de Murillo, donde tienen su sede el palacio
Quemado, la residencia presidencial y el palacio legislativo.
Formados en grupos de a cinco, con un brazalete en el brazo
izquierdo en el que se leían las siglas del partido de Siles (MNRI), un nutrido
grupo de trabajadores de la construcción ingresó en la plaza poco antes de
mediodía entonando canciones revolucionarias y coreando eslóganes tan
inequívocos como "abajo los militares".
Más tarde llegarían los mineros, con sus cascos de trabajo y
sus cartuchos de dinamita colgados de la espalda, gritando "Siles Zuazo ya
está en el poder" y "El pueblo, unido, jamás será vencido"
gritaban.
En las empinadas calles de La Paz se preparaban los festejos
para esta noche, madrugada del lunes en España.
Este artículo apareció publicado en el periódico español El País el 11 de Octubre de 1982.
No hay comentarios:
Publicar un comentario