El Paraguay con las acciones llevadas a cabo, ocupaba la gran mayoría del Chaco
Boreal, habían llegado al río Parapeti y su interés se centraba en las zonas
petroleras de Camiri, Ñancorainza y Villa Montes. La guerra cambiaba de
objetivos para el Paraguay y el interés sobre el oro negro adquiría mayor
importancia cada día.
A principios de enero el Mayor Eulogio Ruiz cumplía sus servicios en el Comando
del Destacamento de Carandaití hasta el 30 de ese mes. Por “Orden General 1-35
en el Gran Cuartel General, el 1º de enero de 1935 fue destinado al Comando del
Destacamento Carandaití”.
Por “Orden General Nº4-35 en el Gran Cuartel General, el 6 de febrero de 1935
es destinado al Comando de la Primera División de Caballería, como Jefe de
Estado Mayor” recordando que aún tenía el grado de Mayor.
Durante esta batalla el Mayor Eulogio Ruiz demostró que los años transcurridos
en campaña, su dominio del terreno y la organización de su tropa, le hicieron
acreedor a que fuera nombrado por los que participaron en el chaco, como el
verdadero héroe de Ñancorainza.
Durante la batalla la misión principal del Sector Central fue la defensa de los
pozos petrolíferos de Ñancorainza y Camiri, justamente donde el cumplía las
funciones de Jefe de Estado Mayor. En esa ocasión mostraría su capacidad de
conducción dentro el Estado Mayor. El aprendizaje de Estado Mayor fue de
autoformación en esos años de guerra. La conducción de nuestro ejército se
desarrolló con jóvenes oficiales, que compensaban la falta de formación
académica con la experiencia ganada en campo de batalla.
La Batalla de Ñancorainza, fue clasificada como gran acción, debido a la
magnitud de la operación desarrollada, en amplio frente donde efectivamente
estaba en disputa la posesión de la zona petrolífera. Esta batalla fue
importante para Bolivia. La conducción del Mayor Ruiz en las funciones de
Estado Mayor se aprecia en la siguiente organización: “La cordillera de
Aguarague estaba vigilada por el Segundo Cuerpo boliviano. Los regimientos
Lanza y Manchego en la parte Sur y al Norte el Chorolque, Jordan, Montes y
Murguía, cuidando los angostos de Ururuntiga, Itiyuro y Lourdes y el Abra de
Ururigua”. El 6 de febrero es atacado frontalmente el regimiento Manchego. El
mismo que dejo las instalaciones de una hacienda y se desplegó alrededor del
pozo petrolero. Llegaron las reservas del regimiento Chichas y Chuquisaca y un
escuadrón del Castrillo y los paraguayos tuvieron que ceder el terreno y
retornar a su base de Boyuibe, dejando más de 200 bajas y armamento. Las unidades
bolivianas tuvieron 20 muertos, 50 heridos y 12 desaparecidos.
Al amanecer del 12 de marzo, los soldados paraguayos realizaron su segundo
intento, en el sector central, atacando a los regimientos bolivianos Jordán y
Montes, fracturando la línea boliviana, a lo que contraatacaron las baterías y
el regimiento boliviano formó un bolsón. Uno de los batallones del regimiento
paraguayo “Lomas Valentinas” se situó detrás de las líneas bolivianas, a lo que
los bolivianos bombardearon la cresta. El capitán paraguayo Irineo Diaz,
Comandante de “Lomas Valentinas”, con sus 2 oficiales y 84 soldados se
rindieron. En el bolsón, sin poder avanzar los paraguayos, deciden abandonar el
abra de Ururigua.
El general Estigarribia declara que cuando no pudo tomar Villa Montes, pensó
escalar las montañas: “Al principio todo iba bien, pero luego fracasamos
rotundamente, debido a la ignorancia del terreno y a la falta de entrenamiento
para esa clase de guerra”.
El Mayor Eulogio Ruiz Paz es citado específicamente en la Orden Nº 2/35 del
Comando central, reconociendo su aporte como jefe de Estado Mayor, del comando
de la División de caballería.
Posteriormente como un premio y justo reconocimiento el Mayor Eulogio Ruiz Paz,
por Orden General Nº 6-35, del 12 de abril de 1935 es ascendido a Teniente
Coronel, debido a las acciones tomadas como Jefe de Estado Mayor de la Primera
División de Caballería, por la brillante conducción de sus tropas en la Batalla
de Ñancorainza.
Esta acción que culminó en la victoria de nuestras armas en términos generales
se le atribuyó la brillante conducción del entonces Mayor Eulogio Ruiz, sin
embargo, otro se llevó los galardones y Quintanilla se hizo llamar héroe de
Ñancorainza. A nivel militar esta pretensión de su autonombramiento, ha
generado exacerbadas críticas y la gran mayoría reconoce a Ruiz como el
verdadero héroe.
Esta acción también fue objeto de una citación en campaña con estas palabras: “
Con motivo de la brillante actitud de las unidades que tomaron parte en la
batalla de Ñancorainza, son citados: El My. Eulogio Ruiz, Jefe de Estado Mayor,
de la División de Caballería; Capitán Román Urdininea, Comandante del
Regimiento Chichas; Teniente Edmundo Nogales O., Comandante del Regimiento
Manchego y Tte. Carlos Lopera, Comandante del Regimiento Chuquisaca. Las bajas
del enemigo en esta acción han sido calculadas en 2.000”(Calendario Histórico
Militar 1968 Santiago Pol B.).
En otras reseñas, también se resalta su actuación con la Primera División de
Caballería en la acción en el Sector central; se ganó terreno durante todo el
día.
El Regimiento Warnes se lanzó al asalto a las 7 de la mañana del día 17 de
abril al sur de la Picada de Cuevo, rompió la línea rival y penetró por la
apertura. El Chichas avanzó hacia Boyuibe, el Chorolque hacia Cumbaruti y el Colorados
hacia la bifurcación de los caminos al Norte de la quebrada de Cuevo.
La contraofensiva boliviana había culminado cuando el enemigo fue obligado a
retirarse de Charagua y de las márgenes del Parapetí”.
De acuerdo al parte semanal para mayo de 1935, las unidades: Comando División,
Intendencia Divisionaria, Regimientos: “Castrillo” 6 de Caballería, “Chichas” 7
de Caballería, “Warnes” 11 de Caballería, “Loa” 4 de Infantería, “Chorolque” 33
de Infantería, estuvieron encuadradas a la Primera División de Caballería, y en
cuya división se encontraba en la conducción como Jefe de Estado Mayor el
Teniente Coronel Eulogio Ruiz. El número de efectivos al 11 de mayo de 1935 era
de 3884, entre oficiales y soldados.
Para explicar el valor de Eulogio Ruiz Paz en la guerra del Chaco, presentamos
un testimonio de Porfirio Diaz Machicao; quien de acuerdo a sus párrafos
describe su vivencia y sentimientos. Él estuvo combatiendo, de ahí que hace una
descripción de la conducta y actuación en campo de batalla de su héroe.
“Para mí fue un signo del destino porque ese fue el brazo armado que no disparó
contra mi pecho. Pero yo -soldado castigado- me enorgullecí de estar entre
todos sus héroes. Quise ser como ellos. Pero la gloria me rechazó para
mantenerme en mis límites de humildad. Pocos le dieron alcance en bravura,
pocos le igualaron en sentido humano y heroico. Porque hay una verdad: más
piedad guarda en el alma el más valiente. Y no hay como la guerra para leer en
las almas y en los corazones.
Él era el comandante de una caballería magistral. Su regimiento era una especie
de conjunto mitológico de carandaiteños, tarijeños y kollas y actuaba allá
donde estaban las nubes más cargadas. Se llama la unidad móvil. Yo lo vi,
muchas veces, en esos afanes de apercollar al enemigo con una violencia y un
sentimiento encendido de coraje. Parecía un General Patton, es decir ya un
predestinado. Colocaba a sus hombres en sus sitios y dejaba, con ternura
paternal, la consigna de guerra. Una vez se adueñó de un cañón de
acompañamiento e hizo blanco en el horizonte. Y él - con mano propia- sin
segundos, ni terceros. Primero en la orden y primero en su cumplimiento. Era el
capitán de sí mismo. Con que impulsos lo disponía todo. En la fiebre de la
batalla era jefe, soldado, estafeta, director del tránsito. ¡Ah¡ qué fiebres mi
coronel!!... era la combustión que pide la gloria para iluminar todo el campo
de batalla.
Yo fui humildemente - un soldado de ese soldado.
Y si le lloro hoy es porque me quedan otorgadas las lágrimas. Mi vida era una
gracia que me hizo, pobre repete que merecía el fusilamiento.
Pero, a Dios gracias, me tocó esa calidad de jefe. Digno de toda gratitud.
Era el que ponía el corazón en medio de la centella.
El regimiento “Castrillo”, 6 de caballería inscribirá su nombre entre sus
héroes tutelares. Fue un varón de guerra con alto sentido patriarcal del mando.
Ejercía una extraña pedagogía de valor, esperanza y muerte. Porque era
definitivo y sobrio. Una convulsionada lágrima asomaba a sus ojos en las horas
de los ajustes trágicos, soldado recio. Soldado del chaco: vencedor de la
naturaleza y del hombre. Soldado para un minuto de la Historia. Historia para
un minuto del hombre.
Están sus cenizas guardadas en la tierra que lo vio nacer y por ello Tarija ha
de acrecentar su orgullo y varonía. Esta junto al epónimo Moto Méndez. Si, con
justos derechos. Por el solo suceso de llamarse Eulogio Ruiz.
Mi vida estuvo siempre en la conmoción heroica. No la cambio por ninguna. La
guardo como un derecho que me sirve para ponerme hoy, como ayer, frente al
soldado heroico. Y hoy para decirle:
Hombre de guerra: dios no te negará nunca los dones de la santa paz.”
Cuanta sabiduría brota de las almas nobles que saber reconocer la grandeza del
hombre. El relato realmente es conmovedor porque el comandante Eulogio Ruiz
Paz, no sólo era jefe, sino más bien padre y amigo a la vez. Sufría con
lágrimas ante la tragedia y era un temerario en el combate. Muy pocos son los
superiores que se consideran soldados y actúan como tales. Ésos son los mejores
jefes, porque saben lo que cuesta cumplir una orden, peor aún en guerra cuando
todos están en apronte de matar o morir.
Del Libro “Huellas Del Chaco” De Roberto R. Ávila Castellanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario