Por: LUIS FRANCISCO SUÁREZ PINEDA.
JULIA HELENA FORTÚN DE PONCE, La Navidad en Bolivia.
(Colección Etnografía y Folklore, Ministerio de Educación, Departamento de
Folklore). La Paz, 1957. 147 págs.
Un prólogo y cinco capítulos forman el libro de la señora
Fortún de Ponce.
Trasculturación en América. — Presenta la cultura criolla
como una resultante de la fusión de las culturas ibérica e indígena. La
religión católica se trasplanta al Nuevo Mundo; ésa fue una de las finalidades
de la Corona Española. Sin embargo, los misioneros aceptan costumbres de los
indígenas que incorporan a la religión cristiana como medios de difusión del
catolicismo (danzas, música, etc.).
En el Alto Perú se puede comprobar la influencia de la
conquista española en dos aspectos. Mientras que en los llanos orientales,
cuyos habitantes se hallan en un nivel cultural inferior, la influencia de los
misioneros penetra antes que la de los soldados reales, en la región
altiplánica, sede de altas culturas indígenas, es posterior la influencia del
misionero a la de los vasallos armados del rey.
La música religiosa navideña se incorpora a la celebración
de la navidad cristiana que se implanta muy pronto en todos los pueblos del
Nuevo Mundo con las características específicas que le imprimen la fusión de
las prácticas trasplantadas de España a cada uno de los pueblos del mundo
indígena.
Ámbito Occidental. — La ciudad de Sucre, capital del
departamento de Chuquisaca, es la más conservadora de Bolivia. En cuanto al
folclor navideño, en ella se encuentra el más grande cancionero musical de todo
el territorio. Esta riqueza tradicional se debe a su situación privilegiada
tanto en la época colonial como en la República, y al hecho de albergar en su territorio
muchas órdenes religiosas cultivadoras y propagadoras del culto católico con
sus manifestaciones externas, entre las cuales la música ocupa un lugar
preminente. Pasan de 680 las melodías navideñas que se han podido recoger en la
ciudad de Sucre. En la ciudad de La Plata el nacimiento del Redentor se
festejaba con mucho boato. Existe una colección de infinidad de villancicos
desde 1621, cuyo valor es grande, ya que sólo en Brasil y Venezuela se han
hecho descubrimientos semejantes.
Entre las obras musicales sobresalen dramas litúrgicos, dos
representaciones de negros y otra de locos. Las primeras tienen doble interés,
pues además del aspecto musical sirven para el estudio de los núcleos
coloniales de inmigraciones de negros (p. ej., "el negrito y el
negro", derivados de los respectivos coloniales, el "baile de los
negritos" en el altiplano y el de "los negros morenos" en
diversos lugares). La cultura negra, aunque en ínfima proporción, debió de
tener importancia en la sociedad española durante la época de la Conquista.
Según José Antonio Saco, la conquista musulmana introdujo en España numerosos
negros, y Alfonso VI de Castilla fue herido por uno de éstos; Abderramán III de
Córdoba poseía esclavos negros y blancos encargados del servicio de palacio; el
mismo Alfonso VI empleaba grandes tambores — que formaban parte de las tropas
almorávides — tocados por negros. Es posible que desde el siglo vm hubiera
negros, libres y esclavos, en España. La trata de negros existió en España
antes de la conquista del Nuevo Mundo y sin el obligado origen americano que se
le adjudica. En cuanto a la colección que figura con el nombre de 'locos', en
los cuales se parodian las propias representaciones sagradas, existe un enorme
material relacionado con las fiestas de navidad.
Coreografía. La música y la danza se complementan
recíprocamente, desde que existe la humanidad, en el culto de los dioses.
Instituidos los evangelios de la ley de Cristo, se adopta en España el baile
sagrado, en las solemnes festividades del templo, hasta que en el año 744, el
Papa Zacarías lo prohibe. El pueblo se contentó con realizar ofrendas en los
atrios, en las procesiones y las ofrendas no son otra cosa que danzas
religiosas ambulatorias. Esta costumbre viene a América directamente de la Península
y en el suelo americano se enriquece, evoluciona y se transforma en el fecundo
y activo crisol del criollismo.
El 'bailarín' es la especie más cultivada en la actualidad.
Se baila individualmente o por parejas ante el nacimiento del Niño Dios, sin que
jamás los danzantes den la espalda al pesebre. No tiene fin, sino que
evoluciona con las variantes que le prestan las diversas regiones y la destreza
de los bailarines.
Si se tiene en cuenta que la 'morisca' es la danza más
generalizada en el siglo xv, no sólo en España sino también en el resto de
Europa, puede ser que deriven de ella o de una forma similar los 'bailarines'
de que nos ocupamos. Además hay otro dato importante: la 'morisca' era baile
individual, lo mismo que acontece con los actuales 'bailarines de adoración'
pertenecientes a la categoría de los 'bailarines'. (La 'cuadrilla' tarabuqueña
y el 'chunchito' son dos variedades de danza de adoración).
La 'cuadrilla' utiliza figuras de la contradanza europea y
de la cuadrilla española. Es el baile típico de navidad en el pueblo de
Tarabuco. Las comparsas ambulantes de muchachos con sus respectivos
instrumentos entran en las casas y tiendas en donde esté arreglado el
nacimiento. La dueña de casa está obligada a recibirlos e invitarlos a un refrigerio.
(El 'negrito' es nombre con que también se conoce esta variedad de bailarín,
próxima a extinguirse). Es un matiz exótico con gestos exagerados, saltos y
piruetas jocosos destinados a despertar la hilaridad de los espectadores. Tiene
su explicación esta variante en la costumbre de todos los hogares ahoperuanos
de que la servidumbre tomara parte en estas manifestaciones del Niño Dios.
Indudablemente los negros que forman parte de la servidumbre de los hogares
acomodados fueron los iniciadores de esta variante ahora casi extinguida.
'Los chunchitos' son un baile de adoración que antiguamente
se practicaba mucho en el departamento de La Paz. Realizan la pantomima
imitando a los 'chunchos', tribu selvícola, la primera en entrar en contacto
con los religiosos evangelizadores. Los 'chunchitos' de navidad son niños del
pueblo que en su danza de adoración portan palos o macanas a manera de machetes
de los auténticos chunchos, y simulan una lucha con enemigos invisibles.
En cuanto a su coreografía, la primitiva forma se ha perdido
y actualmente sufre la influencia tan generalizada del huayño carnavalesco.
El 'huachi-torito' es la especie navideña que sigue en
importancia a los 'bailarines'. Chuquisaca y Potosí son los departamentos de
Bolivia donde más extendida se halla esta forma coreográfica. Es también de
naturaleza pantomímica y se advierten notables influencias de las fiestas
españolas de los toros. Su nombre indica que es un simulacro taurino. En el
fondo es una danza de galanteo y rechazo y de final sumisión. Así pues, en este
caso, el tema erótico se incrusta en el culto católico.
'Machasckas': este término significa 'borrachos'. Es un
baile enteramente indígena, pero adscrito al culto de navidad. El bailarín
solista imita los pasos del beodo. Si bailan mujeres, generalmente se colocan
un corderito al cuello.
El 'mohoceño' es otra danza navideña interpretada por los
indios en dos provincias del departamento de La Paz. Es un espectáculo
atrayente, no por los trajes sino por el aditamento de roscas de pan que se
cuelgan a las espaldas, y por el número de los intérpretes, por las banderas de
colores, por el infaltable 'arco' de plata y por el acompañamiento musical.
Aspecto costumbrista. Un repertorio musical y coreográfico
tan nutrido enmarca un variado cuadro costumbrista. Los preparativos para la
conmemoración del advenimiento del Redentor comienzan con mucha antelación.
Describimos lo más notorio de la celebración en la ciudad de Sucre: faltando
unas cuatro semanas, las mujeres del pueblo y las amas de casa comienzan la
maceración del trigo, cebada y maíz en latas vacías de conservas, y en cuanta
vasija se encuentre disponible, cubriéndolas de lienzos mojados. Los 'triguitos
del Niño', una vez germinados, constituirán el más típico adorno de los nacimientos:
formarán las sementeras y los prados del pesebre. Los alfareros hacen toda
clase de figuritas y las pandillas de muchachos organizan murgas bullangueras.
Pocos dían antes de navidad aparecen los vendedores de algodón nevado (de
azúcar) que con el anuncio de sus pregones dan un toque típico a los
preparativos navideños
Los días 23 y 24 las calles adyacentes al mercado público se
llenan con todo lo que forma parte de los nacimientos: triguitos, figuritas,
musgo. Pero el 24 todas las iglesias y todas las casas tienen perfectamente
arreglado el nacimiento. En los hogares acomodados rodean la imagen del Niño de
joyas, porcelanas, figuritas de alabastro, candelabros de luces y hermosos
jarrones con flores y al pie del pequeño altar se colocan los paquetes de los
niños de casa.
Las escenas de Belén acordes con el paisaje palestino sólo
son interpretadas en los nacimientos de las iglesias y conventos; la población
mestiza, derrochando imaginación, crea un escenario diferente y traslada el
nacimiento a un típico rincón de los valles andinos. El 24, a eso de las ocho,
se inicia la procesión nocturna. La imagen del Niño sale de la catedral en
altar portátil, escoltada por ángeles e iluminada por multitud de faroles. Las
campanas echadas a vuelo y el griterío de las murgas y los chiquillos producen
en todos los corazones un sentimiento de sana alegría. Uno de los rasgos más
simpáticos lo dan los niños del pueblo que rinden por medio del baile un
homenaje al Niño. Con varios días de anticipación se reúnen los chiquillos de
los barrios apartados para formar sus comparsas, conjuntos musicales a base de
instrumentos de percusión ingeniados por ellos mismos. Estas pandillas bailan
delante del Niño, durante la procesión, y en determinado momento se agachan
para pelar sus cañas, que más tarde les servirán como arma contra los muchachos
de otras pandillas. En algunas ocasiones se embisten con agresividad y resultan
algunos muchachos contusos o arrestados por la policía. A continuación se
dirigen a la plaza Dieciséis de Julio para hacer otra procesión eminentemente
popular. Durante la misa de gallo se interpretan alegres sones alusivos a la
fiesta. En los hogares no faltan para estas festividades la chicha y la picana,
plato típico para tal efemérides. Se baila y cuando el alcohol comienza a
subirse a las cabezas se tapa al Niño del pesebre hogareño y se sustituyen las
danzas místicas por la cueca y el zapateado.
Ámbito oriental. — Esta región comprende los departamentos
de Pando, Beni y Santa Cruz. Sobresale por el aspecto costumbrista, en
creencias, magias, mitos, fuegos, refranes, trajes, alimentos, etc. Trinidad,
capital del departamento de Beni, ha conservado intactas curiosas expresiones
tradicionales de navidad. El 24 por la noche la ciudad se llena de indígenas
que bailan muy organizados hasta la hora de la misa. Luego recorren la ciudad
hasta el amanecer. El 'torito', baile propio de todas las regiones, tiene en
esta provincia características distintas por la adición de máscaras y por la
duración de la danza. Este baile no sólo se ejecuta en navidad sino en otras
festividades, especialmente en la de la Santísima Trinidad. Las comparsas de
angelitos, interpretadas por niños y adolescentes que representan un coro
celestial, tienen su rústico disfraz y van por todas las casas donde hay
nacimientos y ante éstos ejecutan sus danzas, después de lo cual la dueña de
casa les obsequia con bombones y confites, antes de proseguir su visita a otras
residencias.
Las 'bárbaras': esta danza femenina también es autóctona.
Las ejecutantes van armadas de flechas que simulan lanzar contra los
espectadores. Los 'herodcs' es el nombre de otra comparsa que tiene como
primera finalidad la representación de la escena bíblica de la degollación de
los inocentes y que se presenta el 28 de diciembre, protagonizando todo el
pasaje bíblico.
Ámbito tarijeño. — Rico venero, especialmente en el aspecto
folclórico-musical. Los preparativos, aquí como en las comarcas ya mencionadas,
llevan unos cuantos días: arreglo de imágenes, de trigos, de conjuntos musicales.
El rasgo más notable de los festejos navideños del ámbito tarijeño lo
constituyen las danzas religiosas populares, de las que existe gran variedad y
entre las que descuella la danza de la trenza, que parece se bailaba en América
antes de la llegada de los españoles. Los dueños de nacimientos organizan una
adoración. Previamente se proveen de un palo de tres a cuatro metros de alto,
generalmente adornado en la cúspide con trenzas de colores. Comienzan el baile
los más pequeños, los remplazan luego niños más grandes, y a éstos los
sustituyen, para finalizar, personas mayores. Además de esta danza se
encuentran otras como el 'carnavalito', original y simpático baile interpretado
por mujeres provistas de pañuelos portados en diagonal con las dos manos. La
'ch'ullusca', uno de los bailes más representativos de los tarijeños, se baila
no solamente en navidad sino también en las fiestas de San Roque. La 'cuadrilla
de navidad' es otra simpática danza navideña de características muy semejantes
al carnavalito. Además, podemos citar el 'sapito', interpretado exclusivamente
por hombres; el 'monito', que mantiene íntima vinculación con los 'negritos',
del repertorio chuquisaqueño y la 'cadena', que es la más sencilla de las
danzas de navidad, interpretada por niños. Cuando por cansancio y agotamiento
se comprueba la fatiga, tocan las 'pascuas', que ponen fin a los homenajes
domésticos de navidad. A los primeros acordes de estas melodías comprenden los
asistentes que la adoración del día ha llegado a su término. Esta es la danza
navideña que con más fe y sentimiento interpretan los tarijeños.
Breve antología poética de Navidad. — Para finalizar su
trabajo la señora Fortún de Ponce presenta una breve antología de villancicos,
muchos venidos de España y difundidos en Bolivia como en otras de las naciones
americanas de habla española. Como complemento del trabajo se incluyen
fotografías de pesebres e imágenes de la Virgen representativas del arte
escultórico y pictórico boliviano y algunos grabados que indican los pasos y
danzas.
El trabajo de la Sra. Fortún de Ponce es un interesante
aporte al conocimiento de costumbres típicas de Bolivia, descritas con
precisión y sencillez.
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