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MÉNDEZ ARCOS: EL HÉROE QUE ENCADENÓ A LA COLUMNA DE HIERRO


Este artículo fue publicado originalmente en el matutino paceño, La Razón (Edición Impresa) / Fernando Beltrán/Eduardo Chávez / 06 de julio de 2014.

Antes de comenzar a escribir sobre el héroe de la Guerra del Chaco Félix Méndez Arcos es necesario cuadrarse y hacer un saludo pretoriano por su valentía y coraje demostrados en el campo de batalla, donde ofrendó su vida en defensa de la patria. Después de 79 años del fin de la guerra, vale la pena recordar el acto sublime que, aunque es poco conocido, pasó a la historia como “La Columna de Hierro” o “La Sección de Hierro” que defendió con sus vidas Villamontes.
En un ensayo sobre la contienda que enfrentó a Bolivia y Paraguay entre 1932 y 1935, el historiador y excombatiente de esa guerra Roberto Querejazu Calvo relata cómo fue la embestida del enemigo contra Villamontes y cuál fue la actitud de los soldados que estaban al mando de  Méndez Arcos.  
“El Comando paraguayo acercó frente a ese despliegue a 18 regimientos distribuidos en seis divisiones, con un total de 15.000 combatientes. Los ataques paraguayos fueron detenidos sin cambio de la situación. Un cuarto asalto paraguayo (del regimiento Corrales) hizo retroceder cien metros al regimiento Campos.
El Comando boliviano ordenó sucesivos contraataques para rectificar la línea fracturada”, escribe como contexto el historiador.

SOLDADOS VALIENTES

La gesta gloriosa sería revelada después de la contienda militar. “El regimiento Campos al volver a sus trincheras encontró un cuadro glorioso a la vez que macabro: los cadáveres de 25 de sus camaradas que no quisieron retroceder ante el cuarto asalto del enemigo, el 20 de febrero. Eran todos componentes de la sección del subteniente Félix Méndez Arcos, que seguían empuñando sus fusiles en las posiciones en las que quisieron detener la avalancha del adversario. Cerca de ellos, (según los partes de guerra) ‘a distancias variables de seis a ocho metros yacían 29 muertos del regimiento paraguayo Corrales”.
El relato de Querejazu Calvo concluye con la necesidad de las autoridades y del Alto Mando de Bolivia de inyectar moral y valor a los combatientes y al país todo, así que se hizo conocer el sacrificio de los soldados de “La Sección de Hierro” y los restos del subteniente Méndez Arcos, del cabo Valentín Berríos y de los soldados entre los cuales se identificó a Manuel Villca, Manuel María Roncal y Lorenzo Vargas fueron enviados a los lugares de origen de los héroes para que sus familiares los entierren luego de los honores militares que merecieron por su coraje.
Pero la referencia a Méndez Arcos, especialmente en La Paz, se limita a la denominación con su nombre de un instituto educativo en el barrio de San Pedro y de una calle en Sopocachi, cerca de la plaza España. El reconocimiento a su heroísmo fue casi inmediato porque meses después de la guerra, el 8 de marzo de 1936, se creó el Patronato Nacional de Huérfanos de la Guerra, su propósito inicial de atender a los hijos de los fallecidos en el Chaco.
A principio de la década de los años 40 tomó la denominación de Félix Méndez Arcos. Para 1944 se constató que los hijos que perdieron a sus padres durante la contienda no requerían la protección estatal, sus familias llenaban esa carencia, es así que el 2 de septiembre de ese año se integró un organismo que sustituyó el patronato mixto para constituir el Patronato Nacional de Menores.
Luego de idas y venidas que afectaron su funcionamiento para atender a niños y jóvenes, en la década de los años 80 se estableció que el centro atienda a jóvenes  entre 14 y 18 años, provenientes de las provincias paceñas, que estén en orfandad absoluta, parcial, abandono de la familia y de bajos recursos económicos. A ellos se les ofrece formación técnica en Mecánica Automotriz, Mecánica Industrial, Electricidad, Electrónica, Carpintería y Panadería.
Actualmente, el Centro Educativo Integral Félix Méndez Arcos (CEIFMA)  brinda sus servicios a adolescentes varones de escasos recursos económicos provenientes de las provincias del departamento.
Así, la gesta heroica queda en los anales de la historia militar y en una difusión escasa, para que no quede sepultada en la memoria nacional, los altos mandos militares y las autoridades nacionales estudian  un proyecto para declarar el 20 de febrero como el Día del Soldado Boliviano, en honor a la caída de los hombres que defendieron con su vida Villamontes.
Hijo de Encarnación Méndez Arce  y Marcelina Arcos, Félix Méndez Arcos nació el 28 de mayo de 1905 en Cochabamba, aunque algunas versiones señalan que como sus padres eran comerciantes nació en Antofagasta, Chile, durante un viaje, y que al regreso al país fue inscrito en el valle.
Estudió la primaria en la escuela fiscal Nº 3 de Cochabamba y la secundaria la hizo en el colegio Sucre. En 1924 cumplió con el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento Pérez 3 de Infantería, alcanzó el grado de sargento de una sección de ametralladoras, dominó las Maxim y las Vickers, esas armas le acompañaron hasta la muerte en Villamontes.
Tras licenciarse del cuartel con la matrícula N° 2435 y con una contextura física envidiable se dedicó al fútbol y formó parte del Tunari Football Club. En 1927 se casó con Julia Grosberger y fue padre de  Luis Ángel, María Uberlinda y Félix Rafael.
Apenas comenzada la guerra, Méndez Arcos se enroló como reservista del Ejército de Bolivia y participó en varias batallas, entre ellas Platanillo y Fernández. Fue soldado del Regimiento 20 de Infantería. Luego pasó al temido y legendario Regimiento Campos  6 de Infantería. Fue ganando diferentes grados hasta alcanzar el de subteniente comandante de sección, la misma que estaba compuesta por los otros 24 valientes que resistieron el cuarto asalto paraguayo a Villamontes. De acuerdo con relatos de excombatientes, en ese momento de la guerra, el bando enemigo decía que almorzaría en el puesto atacado y cenaría en Santa Cruz.
Llegó el 20 de febrero de 1935. Con 29 años cumplidos, junto a los 24 soldados a su cargo, del glorioso Regimiento Campos, detuvo al enemigo, sin reparar en los límites. Y allí cumplió el juramento de defender con su vida el territorio boliviano.
Años después de la muerte de Méndez Arcos, en la década de los años 40, la publicación  Semana Gráfica realizó un reportaje a la familia del héroe firmado por Martín del Fortín, la página historiamilitarbolivia.blogspot.com recupera el diálogo del cronista con el hijo del soldado.
“En el N° 62 de la calle Oruro, en la casa de la ‘Sección de Hierro’, (nos recibe) doña Josefina Grosberger, de físico agradable y que inspira gran simpatía.
Rafaelito, el hijo del héroe, se encapricha en el momento de la visita del repórter, levantando los hombros a su hermanita María Uberlinda y negándose a acceder, para jugar juntos en la canilla, que fluye abundantemente en medio del patio y donde hay otros niños mojándose, haciendo una gran algarabía. Rafaelito tiene un porte burgués y aunque no sabe decirlo, ya se considera demasiado hombrecito y por eso refracta a los demás chiquillos”, escribió en ese entonces.
Lo que sorprende es la imagen que tenía el niño de la guerra y, especialmente de su padre héroe. Antes de jugar con los de su edad. Félix Rafael “ha preferido más bien construirse un par de lentes de aviador con las tapacoronas de las botellas, pero no ve nada, no obstante sus esfuerzos por sostener el original artefacto óptico”. Cuando le pregunta, ¿dónde está tu papá?, Él sin dudarlo responde “Papito está en la guerra, y a mí tampoco me vencen cuando juego a los soldaditos”.
La recuperación en la memoria histórica del país de la figura de Félix Méndez Arcos está en marcha, el 14 de junio, con motivo de la celebración de los 79 años de la firma del acuerdo de paz y el fin de la Guerra del Chaco uno de los nietos del subteniente y el recopilador de las gestas del Ejército boliviano, Fernando Beltrán, entregaron al Museo de Historia Militar, en el Colegio Militar de Irpavi, una imagen en la que se lo ve con el uniforme engalanado con el grado de subteniente.
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Fotos 1) Mendez Arcos. 2) La esposa de Méndez Arcos. 3) La familia guarda sus imágenes, las de su esposa y, con especial recelo, sus documentos.
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