Los volantes a Yungas, esos intrépidos choferes que
exploraron el “camino de la muerte”
Por: Ivone Juárez / Pagina Siete, 1 de mayo de 2016.
A inicios de 1960, cuando a los tambos de La Paz todos los días llegaban los
camiones de los Volantes a Yungas cargados de fruta y personas, la ansiedad de
los comerciantes y compradores crecía al escuchar las historias que traían los
choferes que habían atravesado una vez más el "camino de la muerte”. Esa
serpenteante y estrechísima ruta de tierra construida al borde de
precipicios camuflados por una densa vegetación que llevaba al paraíso de La
Paz: los Yungas.
Las historias, en su gran mayoría, eran sobre camiones volcados o desaparecidos
en los precipicios que parecían no tener fin y sobre actos heroicos para ayudar
a los heridos y rescatar a los muertos. Así, el temor por el "camino de la
muerte” crecía más y más, menos para José Harb, Carlos Cortez, Alfredo Heredia
(al que llamaban El Huallajtas), José Lanza, Julio Valencia, Julio Miranda, el
K’ullu Salmón, el doctor Michel y otros transportistas que desafiaron todos los
temores y decidieron implementar el primer transporte de pasajeros a Yungas en
flota.
En 1963 bautizaron su servicio con el nombre de Flota Yungueña e instalaron su
parada en la calle Santa Cruz, esquina Isaac Tamayo, justo al medio de los
tambos. Decidieron que Caranavi y Coroico serían sus primeros destinos.
"Era difícil acostumbrar a los pasajeros a subir al bus porque preferían
ir en camión. Decían que si el camión se volcaba desparramaba a los pasajeros,
pero si estaban en el bus estarían encajonados y todos morirían”, cuenta Julio
Miranda en la Memoria 2013 de la Flota Yungueña. Miranda fue uno de los
primeros choferes que transportó pasajeros a los Yungas en buses.
Pero el servicio logró convencer a los paceños y otros, y rápidamente se amplió
a Chulumani e Irupana y a otros destinos, primero a Nor y Sud Yungas y luego a
los departamentos de Beni y Pando, "abriendo rutas en el monte”, afirma el
actual presidente de la Flota Yungueña, Miguel Cuevas.
El dirigente cuenta que a los primeros conductores se sumaron otros choferes,
como Justo Maidana, del Sindicato Villa Victoria; Dario Velásquez, de Coroico;
Julio Franco, de Irupana; Julio Masi, de Chulumani y otros.
En 1965 la Flota Yungueña inauguró su primera oficina, que estaba ubicada en la
calle Viacha, esquina Kennedy. Unos años después se trasladó a la calle
Coroico, equina Yungas y en 1971 se desplazó a la avenida Tejada Sorzano. En
1976 la flota instaló sus oficinas en Villa Fátima, donde permanecen hasta
ahora, añade Cuevas.
"Viajábamos en las Galguito, flotas de Ford y Chevrolet. Con esas
herramientas llegamos a Nor y Sud Yungas. Cada socio traía su bus, que debía
ser nuevo”, cuenta Mario Gutiérrez, secretario de Transportes de la flota. A
sus 16 años comenzó a ser chofer, primero de camión y luego de flota, siguiendo
el ejemplo de su padre Juan Daniel Gutiérrez.
"Uno nace para ser chofer”, dice Mario. "Yo aprobé el examen para la
ingresar a la Escuela de Clases, pero por problemas económicos no pude
ingresar, así comencé a manejar”, añade.
Valiente y precavido
Pero para ser chofer de la Flota Yungueña se tenía que cumplir ciertos
requisitos: cinco años de antigüedad, presentar un garante personal con bienes,
ser valiente, precavido, responsable y sobre todo solidario, remarca Leonardo
Masi, socio chofer de la flota desde hace 38 años.
"El camino antiguo era tan estrecho, sobre todo a la altura de Sacramento,
que teníamos que tener mucha precaución. Los de entrada teníamos que ir por el
lado derecho, lo de salida por la izquierda y llevar el volante con firmeza,
con nervios de acero”, rememora Leonardo.
Mario Gutiérrez recuerda que cuando el Servicio de Caminos limpiaba las
carreteras en tiempo de lluvias a veces dejaban la ruta resbalosa. "En el
volante sentía que las ruedas patinaban y un sudor frío me cubría. Mi cuerpo
quería comenzar a temblar porque me comenzaba a dar miedo, pero tenía que
controlarme. Mantenía las manos firmes al volante, tenía tantas vidas a mi
cargo que seguía, implorando a Dios que me iluminara”, cuenta.
"Muchos compañeros habían muerto en accidentes y me acordaba de eso, pero
tenía que controlarme”, añade.
Todavía recuerda el accidente a la altura de San Juan, donde el camión de
Carlos Pizarroso, que llevaba 99 pasajeros, se embarrancó. "Sólo una
persona sobrevivió, todos murieron, hasta el compañero Pizarroso y su esposa”,
recuerda.
Rescatistas
Los choferes tenían también que cumplir otra cualidad: la solidaridad, dice
Leonardo Masi.
"Cuando en el camino nos encontrábamos con un accidente, parábamos y
bajábamos a ayudar. Nos amarrábamos con sogas y bajábamos los precipicios para
cargar a los muertos y heridos. No había ambulancias y los camiones sacaban a los
muertos sobre sus cargas”, afirma.
Y el transportistas y su ayudante también tenían que estar preparados para
enfrentar derrumbes y cualquier incidente en la ruta a los Yungas. "Los
derrumbes eran constantes, igual que los desbordes de ríos y había que
cruzarlos porque teníamos que llegar a nuestro destino”, cuenta Mario
Gutiérrez.
Lupe Valdez, dirigente de la flota, cuenta que sus compañeros eran víctimas de
muchas enfermedades provocadas por el calor que tenían que soportar hasta por
un mes para llegar a destinos como Cobija, Pando.
"Los mosquitos les picaban y se enfermaban con malaria y otras
enfermedades que mataron a muchos”, dice la mujer, hija de Humberto Valdez, uno
de los choferes que dejó la vida en la "carretera de la muerte”, como
muchos conductores que hoy, 1 de mayo, Día del Chofer, son recordados por sus
compañeros.
"No era su hora de morir”
Conducir por el "camino de la muerte” ha dejado muchas impresiones en los
choferes de la Flota Yungueña. Son inolvidables porque para ellos representa un
encuentro con la muerte.
Cada uno tiene una historia que contar. Mario Gutiérrez tiene la suya.
"Era de noche y, a la altura de El Balconcillo, una mujer hizo una señal
para que parara la flota. Paré y me pidió que la llevara a Chuspipata. Era una
señorita muy simpática que se quejaba por el frío. Le presté mi chamarra y
conversamos por un gran momento. Cuando avanzamos un buen tramo, me pidió que
parara. Lo hice y bajó pidiéndome que la esperara. Eso hice, pero no regresaba.
Bajé de la flota, la busqué pero no la encontraba. De pronto aparecí frente a
una cruz, sobre la cual estaba colgada mi chamarra. El pánico me atrapó y sólo
atiné a regresar a la flota”, cuenta.
"Es que en ese lugar sucedieron muchos accidentes y ha muerto mucha gente,
de la que seguramente no era su hora”, explica el chofer.
"Niño San Cristobal, cuídame”
En La Cumbre, desde donde comienza el descenso a la zona tropical de los Yungas
de La Paz, se encuentra la imagen del Niño San Cristóbal y una gran cruz, hasta
donde todos los años, cada 7 de mayo, los choferes que viajan a Yungas llegan
para venerar a las imágenes.
"Es la Cumbre y ahí está el Niño. Nos pedimos de todo corazón que nos
proteja. No sólo a nosotros que conducimos, sino también a nuestros pasajeros,
que tienen familia y que tienen que regresar vivos con ellos”, dice Leonardo
Masi.
El conductor asegura que así buscan protegerse de los mortales accidentes de
tránsito que aún se dan en el camino a Yungas. "Antes los accidentes eran
más frecuentes por el camino antiguo. La nueva ruta es más segura, pero siempre
puede darse una desgracia. Por eso nos encomendamos al Niño San Cristóbal”,
añade Masi.
El chofer cuenta que en agosto, también en la Cumbre, brindan ofrendas a la
Pachamama pidiéndole su protección.
POSTDATA:
ResponderEliminarAmpliando la información el señor DARIO VELASQUEZ, MI BISABUELO, A SIDO TRACTORISTA EL AÑO 1947 Y 1948 EN EL CAMINO CHUSPIPATA COROICO DONDE EL SERVICIO DE CAMINOS TENÍA RECIDENCIA EN LA LOCALIDAD DE COROICO, Y LOS PRICIONEROS DE LA GUERRA DEL CHACO LLAMADOS PILAS ERAN LOS AYUDANTES DE LOS TRACTORISTAS, POR ESO ES QUE EN COROICO EXISTEN VARIOS HIJOS DE PARAGUAYOS LLAMADOS PILAS, ENTONCES MI BISABUELO, EL SEÑOR DARIO VELASQUEZ EL AÑO 1950 ES UNO DE LOS PIONEROS FUNDADORES DEL SINDICATO VOLANTES A YUNGAS, Y EL MISMO, EL AÑO 1966 JUNTO CON LOS DUEÑOS DEL HOTEL PREFECTURAL DE COROICO FUNDAN LA FLOTA YUNGUEÑA Y LA ESPOSA DEL SEÑOR DARIO VELASQUEZ (PASIFICA VARGAS)EDAD(88 años) MI BISABUELA AUN VIVA EN LA CIUDAD DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA FUE LA PRIMERA AGENCIERA DE LA FLOTA YUNGUEÑA (VENDIENDO PASAJES PARA LOS BUSES (COROICO-LA PAZ)
ATT. EDAD (16 años)JORGE MIGUEL BALCAZAR VELASQUEZ CEL.75502605 BISNIETO MENOR DEL SEÑOR DARIO VELASQUEZ
Y EL ARQUITECTO JUAN CARLOS VELASQUEZ VARGAS HIJO MENOR EDAD(51años)CEL. 73090958