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LEVANTAMIENTOS INDÍGENAS DURANTE LA GUERRA DEL CHACO


Por: Guillermo Mejillones Quispe. // UMSA, La Paz - Bolivia 2017.

René Danilo Arze Aguirre, en 1987 público su obra: Guerra y conflictos sociales. El caso rural boliviana durante la campaña del Chaco, este trabajo con referencia a la guerra del Chaco desarrolla la “guerra interna” que vivió Bolivia durante la campaña bélica y la causas que motivaron esa guerra interna e identifica el tipo de conflictos sociales agrarios especialmente en las zonas andinas. Producto de las sucesivas políticas estales de discriminación de las sociedades rurales. Estas convulsiones sociales tuvieron una significativa gravitación en el ordenamiento rural boliviano y, consecuentemente, en la conducción y desenlace de la guerra (René Danilo Arze Aguirre, Guerra y Conflictos Sociales, 1987. p.131). Los levantamientos indígenas en el altiplano originó un sentimiento de rechazo en el campesino, tras las duras represión a causa del reclutamiento. Los movimientos reivindicadores del campesinado estaban sujetos a la defensa de sus tierras y en contra de los abusos de los patrones y autoridades locales.
La contribución de Carlos Mamani Condori, en su tesis de licenciatura defendida en 1989, titulada Agresión colonial y resistencia comunaria 1966-1935, expone que en vísperas de la declaratoria de guerra con el Paraguay, la violencia colonial recrudeció notablemente. Las poblaciones indígenas fueron los principales focos de violencia entre indígenas y latifundistas y vecinos del pueblo. Desde el comienzo, la guerra tuvo la virtud de desnudar las contradicciones coloniales de la sociedad, que adopto una ropaje señorial y paternalista, donde el blanco ‘civilizado’ y ‘moderno’ hacia el papel de padre y el indio ‘bruto’ y ‘salvaje’ hacia el papel de hijo. Esa coyuntura permite apreciar el garrote que ese padre uso en contra de sus hijos, quienes, pese a estar defendiendo la patria en la línea de fuego, contemplaban impotentes como la guerra brindaba a sus opresores criollos una oportunidad más agredir y usurpar sus disminuidas comunales.
Por su lado, Roberto Choque indica: Los conflictos internos de Bolivia, durante la contienda bélica, estaban reflejados en las luchas sociales y políticas. Entre las primeras, además del conflicto obrero–patronal, las sublevaciones indígenas fueron notables en los diferentes puntos del país, con mayor énfasis en los lugares donde predominaban las haciendas y pueblos mestizos. El movimiento indígena no solamente realizaba sus acciones desde las comunidades y haciendas, también lo hacían desde los centros urbanos416. Es muy notable ver como autores como Choque enfocaron en estudiar las rebeliones indígenas y sus diversas causas, sin embargo, les falto profundizar los nexos con el comunismo y las relaciones con los levantamientos indígenas durante la guerra.
Fueron permanentes las amenazas de sublevación indígena tanto en el altiplano como en los valles de La Paz y estado de alerta entre otros departamentos del interior del país. La justicia militar organizaba varios procesos contra los cabecillas de las sublevaciones indígenas y también el juzgamiento del grupo de la Sociedad Republica del Qullasuyu417 . Las amenazas de sublevación de indígenas se intensificaban contra los propietarios de las fincas, mientras la guerra del Chaco entraba a su etapa decisiva con el ataque boliviano al Fortín Nanawa en 1933. Todos los acusados de sublevación eran perseguidos y considerados como omisos. El gobierno trataba de justificar sus acciones de represión con los indígenas rebeldes acusándolos omisos, remisos, desertores y comunistas (Roberto Choque Canqui, Historia de una lucha desigual, 2005, p.86). La organización ‘Sociedad Republica del Kollasuyo’, liderizada por el comunario Eduardo L. Nina Quispe es, sin duda, la agrupación que más sospechas despierta a este respecto.
Las rebeliones indígenas comprendida entre 1932 y 1934, se caracterizó por la resistencia al reclutamiento. Las amenazas de sublevación se mantuvieron ante las autoridades, vecinos y hacendados en permanente estado de emergencia. Por su parte, los organismos represivos del Estado realizaban múltiples esfuerzos por contener, siempre con violencia, a numerosos indígenas rebeldes. Durante ese período, la actitud de los hacendados y vecinos fue de permanente acusación a los indígenas de subversores contra el orden público420. Durante el año 1934 la guerra del Chaco se desarrollaba con novedades poco favorables para la cusa boliviana. En el resto del país los rumores y las amenazas de sublevación indígena en las comunidades y haciendas seguían preocupando a los vecinos, autoridad y a los propios hacendados. En las provincias: Los Andes, Ingavi, Umasuyo, Larikaja, Yungas, Loayza, Sikasika y Pakaxa del departamento de La Paz, el temor, los rumores y las amenazas de sublevación indigenal provocaban permanentes alarmas entre las autoridades encargadas de hacer guardar el orden público y dar satisfacción a los hacendados quejosos. Por su parte el gobierno era presionado a ejercitar la represión contra los indígenas rebeldes.
Tanto: Arze, Mamani y Choque coinciden en sus investigaciones que los levantamientos indígenas durante el conflicto del Chaco estuvieron ligados a los problemas de la tierra, los cuales se fueron arrastrando desde mucho antes y se agudizaron al estallar el conflicto con el Paraguay. Sin embargo, desarrollaron ligeramente el tema del comunismo con base en las fuentes de archivo que revisaron. Mencionan que los indígenas fueron acusados y detenidos por comunismo. Pero, para entender los conflictos internos que se dieron y los mecanismos de represión que utilizó el Estado, es imprescindible cruzar y contrastar la información con los archivos militares. Ya que, se analiza a un Estado en guerra contra otra nación y sus problemas internos.
Los archivos militares por varios años no estuvieron al acceso de los investigadores, aun cuando ya paso más 80 años del conflicto bélico. La respuesta es sencilla, este archivo custodia celosamente aun información aun con carácter secreto, reservado y confidencial de la época. Cuidaron muy bien muchos militares con respecto a las responsabilidades que podían acarrear muchas acciones de la campaña bélica, en caso de los levantamientos, crímenes de guerra, etc. Después que terminó la guerra, se puede notar en los libros referentes a la guerra del Chaco, como algunos autores describen pasajes de la guerra muy bien documentados, mucha de esta información fue a parar a manos particulares, se podría decir que casi todos los que estuvieron en alguna repartición pública del Estado durante la guerra se llevó documentos a su casa, eso explica cómo después de la guerra escriben y publican citando fuentes de archivo de manera meticulosa.
Sin embargo, pese a esos embates documentales, los expedientes que aun custodia los archivos militares nos revelan diversos temas que aún faltan por estudiar en su verdadera magnitud para entender la guerra. Este es el tema del comunismo, que sin lugar a duda fue casi ignorado por la historiografía boliviana y los que escribieron sobre el Chaco. El tema del comunismo para los servicios secretos del Estado, fue un tema muy grave que tuvo que afrontar los servicios reservados. Iniciada la guerra existieron serios indicios de acciones comunistas en los archivos de la Sección II, que en una primera etapa no se le dio la importancia que debía. Desde finales de 1933, es cuando el tema comunista copa la atención del Comando Superior y el Supremo Gobierno.
Habían estado planificando para Bolivia un movimiento comunista desde el exterior, pequeñas células intentaron aprovechar el descontento indígena con respecto a sus tierras y el agresivo reclutamiento que estaba provocando el Estado Mayor con un marcado descontento en las poblaciones tanto en la urbe cono en el campo. Agentes comunistas de talla internacional buscaron por diversos medios lograr un fuerte nexo con grupos de indígenas en el altiplano, pero, solo lograron acercamientos ligeros. Los comunistas propusieron al indígena la consigna “minas al Estado y tierras a los indios”, no fue muy bien entendida por los líderes indígenas que veían en el “blanco” como una casta opresora y su desconfianza a ellos era muy marcada, se les distribuía panfletos con la consiga comunista, pero, una gran mayoría no sabía leer ni escribir, y no tuvo su impacto sobre el indígena y sobre todo el leguaje originario que se usaba para el nexo no favoreció a estas células que hicieron los acercamientos en diferentes poblaciones indígenas.
Los servicios secretos del Estado, desde 1934 lograron identificar algunos individuos en el territorio nacional y se fue expulsando paulatinamente a estos agentes comunistas internacionales. Sucedió lo mismo que en los juicios por espionaje no existían pruebas suficientes como para someterlos a sendos juicios por instigación y meterlos a prisión. A muchos de los tuvo que expulsar del país. Pero, el comunismo estaba siendo orquestado desde el exterior el Comando Superior, decide comisionar a agentes secretos con el fin exclusivo de indagar movimiento fuera de las fronteras y sus planes con Bolivia.
Choque señala: Al inicio de la guerra del Chaco, la sublevación indígena estaba vinculada con las acciones de propaganda comunista en la región altiplánica de La Paz422. René Danilo Arze sostiene que, los levantamientos campesinos de la guerra del Chaco llegaron en efecto a su punto álgido cuando Eduardo L. Nina Quispe y otros dirigentes fueron aprehendidos por las fuerzas policiales del gobierno del Presidente Salamanca. Meses antes del apresamiento de este líder campesino, el 16 de marzo de 1933, un comandante de la Legión Cívica había sindicado de “comunistas” a la agrupación “Sociedad República de Kollasuyo”423 . Siguiendo al mismo autor, “El fin de la rebelión campesina terminó para las autoridades con la captura de 150 rebeldes, quienes fueron trasladados a la ciudad de Sucre, en calidad de detenidos y el alzamiento considerado por el gobierno como un movimiento estimulado por el comunismo, sindicándose al dirigente comunista Gustavo Navarro, conocido por el seudónimo de Tristán Marof, como uno de sus ideólogos”.
No es simple coincidencia que se encuentre entre la correspondencia de las diferentes reparticiones del Estado durante los tres años de guerra, notas indicando que son acusados de comunistas, en muchos casos si lo eran, pero, el comunismo sirvió al Estado en guerra como mecanismo de persecución y represión y amordazamiento a cualquiera que se oponga al orden interno. Pero, sin duda, en otros casos fueron notables las acciones comunistas que trataban de aprovechar los levantamientos indígenas para ganar adeptos y convertirlos en comunistas de orden partidario. En efecto los comunistas nacionales e internaciones habían incitado acciones desde el inicio de la guerra hasta la finalización, empero, su conflicto interno debilitó de gran manera su proyecto para la región sobre todo con Bolivia.
El Comando Superior decidió tomar medidas severas que sofocaran los problemas internos, exilio a izquierdistas, persecuciones en levantamiento indígenas, en la línea de fuego fusilamientos al amparo del Código Penal Militar, represiones violentas en los reclutamientos entre otros. A pesar de esas acciones, los levantamientos indígenas preocuparon a las autoridades de gran manera.

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