Foto: El clan familiar Busch, Carmona y Goytia el día de la
foto oficial como presidente. Era julio de 1937. // Este artículo fue publicado
originalmente en el periódico El Deber de Santa Cruz el 6 de Julio de 2017.
Por más de una década Robert Brockmann se dedicó con pasión
y esmero a descifrar y reunir los fragmentos dispersos y contradictorios de la
vida de Germán Busch, el héroe del Chaco y del que se han relatado mil y una
historias en las que la leyenda y el mito han ensombrecido al hombre. Es
precisamente su figura humana y compleja la que rescata el investigador y
periodista en Dos disparos al amanecer, la biografía que acaba de editar sobre
la vida y muerte de Busch.
Brockmann nos cuenta detalles de la que es considerada la
biografía más completa del ex presidente boliviano.
Hay decenas de lugares, desde provincias hasta escuelas que
llevan su nombre, pero es muy poco lo que se sabe realmente de la vida de
Germán Busch ¿A qué cree que se deba eso?,¿es algo sintomático de la
historiografía boliviana?
Se debe a varios motivos, subjetivos y objetivos. Busch fue
un héroe de guerra indiscutido. Además, buen mozo, un presidente con logros
impresionantes y desaparecido en la flor de su vida. Todos los requisitos para
la inmortalidad. No tuvo tiempo de convertirse en villano. Y aparte de sus
condiciones propias, su figura fue reconstruida por todo el aparato del MNR
durante todo el resto del siglo XX. Nuestra historia tiene pocos héroes
indiscutidos y Busch debe ser el último de nuestros grandes héroes. Por todo
ello tiene un lugar merecido en el panteón de nuestro imaginario nacional. Sus
malhechos quedan, en comparación, empequeñecidos.
En la introducción de su libro usted confiesa su asombro por
lo poco que se ha escrito de Busch respaldado con documentos históricos y la
gran cantidad de textos apologéticos. Acerca de él, ¿ha resultado más fácil
quedarse con la leyenda que escudriñar al personaje real?
A los bolivianos no les ha quedado opción que quedarse con
el Busch mítico, porque no hubo, prácticamente, intento serio de dibujar una
figura precisa de él. Es irónico, dada la dimensión del personaje y su
importancia para nuestra historia, nuestra siquis y nuestra identidad como
bolivianos.
La biografía light de (Luis) Azurduy solo tuvo una edición
en 1940 y se perdió prácticamente. Matilde Carmona publicó en los años 80 una
recolección de textos apologéticos. La compilación de Juan Carlos Durán, de
1997, es una buena recolección de documentos, subtitulada Apuntes para una
biografía. Los libros de Mariano Baptista directa o indirectamente sobre Busch
son también recopilaciones de documentos y testimonios. Y hay otros. Pero ni
una biografía, ni un solo cuerpo literario en el que se pueda leer toda su vida
en orden.
Admite también que la vida y obra de Busch se le hizo por
momentos inasible y que abandonó el proyecto de su biografía en más de una
oportunidad ¿Qué lo animó a volver a retomar esa labor? ¿Se siente satisfecho
con el resultado final?
A pesar de su corta vida, Busch tuvo efectos multiplicadores
en casi todo lo que tocó. Solo sus leyes, sobre todo su Ley General del
Trabajo, y su Constitución, dan para volúmenes (aburridos, burocráticos, áridos
y técnicos, pero volúmenes). Y me voy enterando, aun ahora, de otras medidas
suyas, pequeñas y medianas, importantes y que siguen vigentes. Busch abrió las
puertas a todo eso. “Medidas legales” no son lo más atractivo de colocar en una
biografía, pero a la vez, no podía dejar de por lo menos mencionarlas. Mis
amigos escritores me aconsejaban que ignore lo que fuera narrativamente
complicado, pero ello hubiera resultado en una biografía incompleta. Mis
tribulaciones y dudas se debieron a todos estos aspectos técnico-legales que
eran tan poco literarios, pero que no podían ser ignorados. Al final, creo y
espero haber sorteado con éxito ese obstáculo y que mi libro no se lea como un
compendio.
¿Por qué considera que el único libro serio que trata sobre
él y su tiempo es El dictador suicida de Augusto Céspedes?
Porque, en verdad, no hay otro. Todos los otros son
recopilaciones de textos. Y es una verdadera pena, porque creo que Augusto
Céspedes desperdició su gigantesco talento literario en escritos ante todo
políticos. Igual que Montenegro. En una cosa coincido con Fernando Diez de
Medina: El dictador suicida (1956) no es una biografía, sino un ensayo
político-histórico, en el cual Busch ni siquiera es el principal protagonista.
El protagonista es esa entelequia llamada ‘La Rosca’. Y el Busch que surge de
las páginas de El dictador suicida es una construcción política interesada, no
siempre necesariamente apegada al verdadero personaje, sino a la idea que el
Movimiento Nacionalista Revolucionario quería que el país tuviera sobre Busch.
Y esa es la idea que todos hemos mamado y se nos ha machacado desde la
Revolución Nacional.
¿Por qué el borrador de la biografía de Busch escrita por
Carlos Montenegro (y recuperado en 2012 por Mariano Baptista) fue una decepción
para usted?
En los varios libros de recopilaciones de documentos de y
acerca de Busch, especial pero no exclusivamente de Mariano Baptista Gumucio,
siempre hubo referencias a la biografía de Busch, trunca y perdida,
presuntamente escrita por Carlos Montenegro, y basada en largas conversaciones
entre ambos amigos. Montenegro y Busch mencionan esa obra en sus intercambios
epistolares; también Céspedes, Valentín Abecia (hijo) y otros autores. Para los
estudiosos de Busch, era el Santo Grial. ¡Una biografía con base en los
testimonios del biografiado! Aparentemente Busch, ya siendo presidente, le
pidió a Montenegro archivar el proyecto y el manuscrito se perdió tras la
muerte del autor. Por las descripciones en las cartas, se supone que era un
borrador bastante avanzado. Por intrincados azares familiares, el manuscrito
apareció en 2012 y fue a parar, merecidamente, a manos de Mariano.
Se lo pedí y, siempre generoso, me lo dio. Eran seis
carpetas de muy diferentes tipos y tamaños de papeles, en relativo desorden,
muy garabateados y tachados. Había muy, muy poco en limpio que pudiera ser
usado para armar un libro. Pero ese era un problema menor. El problema mayor es
que no había mucha información dura o nueva. Sobre todo, había acerca de la
niñez y adolescencia de Busch. El resto, mucha paja y poco, si acaso, algún
grano. Como Céspedes, Montenegro se desviaba por las ramas de la política.
Ordené y digitalicé el manuscrito y se lo devolví a Mariano. En todo caso, no
utilicé su libro como fuente, sino el manuscrito mismo.
¿Usted cree que, como dijo René Zavaleta Mercado, “Busch
representa la concepción heroica de la nación”?
Busch es el primero en tener un atisbo de lo que será el
nacionalismo, o en términos zavaletianos, “lo nacional popular”. El
nacionalismo ya tenía décadas de existencia en Europa, pero Busch y sus
colaboradores que fundarán posteriormente el MNR, todavía no daban con el
término ni con el concepto preciso. Busch da nacimiento a una cosa desmesurada
con su decreto del 7 de junio de 1939, que establece que los mineros deben
entregar al Estado el 100% de las divisas por exportaciones de mineral. El
decreto nunca se va a poner en práctica (Busch morirá antes). Pero la medida
enciende una luz en la mente y en el corazón de los bolivianos, que iluminará
su camino al futuro.
Es paradójico que una persona como Busch, que no le gustaba
los regionalismos, haya estado durante años en medio de la polémica acerca del
lugar donde nació.
Sí. Esto se debe a falta de rigor histórico y a las
falencias del Estado boliviano. Busch es una víctima más del registro
inapropiado de los generales de ley –los datos básicos- de los bolivianos. En
aquel entonces no había certificados de nacimiento estatales, sino certificados
de bautismo, emitidos por la Iglesia. Y en realidad, la versión del nacimiento
beniano tiene mucho más asidero que la versión del nacimiento cruceño. Está
basada en declaraciones de la madre. Numerosos testigos que escucharon en otras
tantas ocasiones y lugares a Raquel Becerra contar las circunstancias del
nacimiento de Germán, lo colocan en El Carmen del Iténez.
Esas versiones están juradas. ¿Quién va a saber mejor que la
madre dónde parió a su hijo? La otra versión es la del testamento del padre,
Pablo Busch. Pablo Busch, muy malherido en 1908, dictó su testamento y en ese
documento consigna las fechas y lugares de nacimiento de sus hijos. Allí dice
que Germán nació en San Javier de Chiquitos. ¿A quién creerle? Pablo Busch estaba
moribundo, quién sabe en qué grado de conciencia. Pablo Busch había abandonado
a Raquel Becerra y a sus cinco hijos hacía cinco años. Yo prefiero, y elegí,
creerle a la madre, que crio sola a sus hijos. Es cierto que el certificado de
nacimiento fue emitido en San Javier, pero eso fue cinco meses después del
nacimiento.
Muchos se han apropiado de su figura y han hecho un
Busch a medida, según la ideología
Es una ironía, una paradoja y un sarcasmo del destino. Me
sorprende ver a Busch como símbolo de irredentismos regionalistas. Cuando Busch
amenazó explícitamente con pasar por las armas al intento de partido
regionalista en 1938. De todos modos, no puede dejar de mencionarse que Busch
utilizaba su origen genéricamente ‘camba’ a conveniencia. Según las
circunstancias, se declaraba cruceño o beniano. Y fundó Pando. Estoy seguro de
que Germán abominaría las orientaciones regionalistas y odiaría que se utilice
su imagen como símbolo de un irredentismo trasnochado. Pero esa apropiación
acaso se deba también, por parte de otro tipo de fuerzas políticas, a su propia
indefinición.
Era socialista? ¿Era nacionalista? ¿Era nacionalsocialista?
Sí y no, depende cuándo y para qué.
¿Por qué decidió relatar la famosa bofetada de Busch
a Alcides Arguedas con la transcripción del diario personal del propio
Arguedas? ¿No hubo otros relatos de testigos del hecho?
En efecto, no hay otra versión. Pero el propio Arguedas se
encarga de hacernos saber que la bofetada (en realidad, dos puñetes) se fue
construyendo desde más de un año antes. Arguedas decidió escribir artículos
para incomodar al Gobierno de Busch, y al presidente en particular. Los
escribió con insistencia y persistió incluso después de recibir respuesta
pública. Si a Arguedas no le gustaba Busch, cometió la indelicadeza de
desconocer la majestad de la investidura presidencial. Podríamos decir que
Arguedas labró su propia golpiza. Tengo un dilema moral: encuentro repudiable
la actitud de Busch, pero, por otro lado, también tengo la certeza de que
Arguedas merecía una bofetada. No sé resolverlo.
El libro da luces acerca de lo que fueron las últimas horas
de la vida de Busch y también ayuda a reivindicar a personas, como Eliodoro
Carmona, injustamente acusados de su asesinato durante años.
En efecto, el libro sostiene, con solidez, quiero creer, que
fue un suicidio y no un asesinato. Se podría argumentar que el episodio del
suicidio pudo haber sido mejor manejado por los involucrados –Carmona y Goitia,
y por la propia Matilde. El episodio dura dos horas, desde las 3:30 hasta las
5:30. Hay diez minutos entre el primer y segundo disparo. Uno de los cuñados
pudo haber ido a buscar ayuda, quizás, o quizás no. Matilde pudo haber
ingresado al escritorio tras sonar el primer disparo. Pero quizás estas escenas
eran recurrentes. Aparentemente lo eran. Pero no tengo ni sombra de duda de que
fue suicidio.
He escuchado numerosas versiones del asesinato. Todas
similares y todas diferentes. Que lo mató Hochschild, la Standard Oil, o La
Rosca (a esa la quiero conocer un día), o el propio Carmona. Los motivos son
mineros, o por tráfico de armas, o por celos, o por borrachera. Y cada versión
tiene un presunto testigo presencial: “Mi padre, mi abuelo, el tío de mi primo”
vieron cómo Carmona lo había asesinado. Al final, la lista de personas
presentes en la casa en ese momento es una, y está establecida.
No hubo otra gente que la que figura en las actas policiales
y es difícil creer que se hubieran podido poner de acuerdo para mentir y
encubrir a otros si los hubiera habido. Si hiciéramos caso a todas las
versiones de asesinato, tendría que haber habido una pequeña multitud en el
escritorio de Busch. O el detalle que no encaja: “Busch era zurdo” (no era).
“¿Por qué no había guardia?” (se explica) o que el forense era en realidad
literato. Finalmente, Carmona, el presunto asesino de la versión del
magnicidio, no se hizo rico y más bien, con la muerte de Germán, perdió el
poder que tenía. El estigma cayó sobre su persona y su familia y terminó
retirándose a vivir al campo. Nadie mata a su gallina de los huevos de oro, a
cambio de oro.
René Zavaleta también escribió: “Después de su muerte, se
sabe que la revolución es irremediable…” ¿Usted cree que fue así?
Casi la totalidad de los 25 meses de Gobierno de Busch es
una búsqueda de identidad política. Finalmente encuentra su camino, con el
decreto del 7 de junio de 1939. En las 11 semanas que siguieron a ese decreto,
su gobierno había encontrado el rumbo y Busch le dio al país el atisbo de lo
bueno que sería que la patria -él hablaba siempre de la patria-
aprovechara sus propios recursos naturales para su gente. Esa sola noción
iluminó un nuevo horizonte político. A partir de allí ya no habría vuelta
atrás. Y en ese sentido, sí, la revolución fue irremediable.
¿Todavía hay más cosas para contar acerca de la vida de
Busch?
Claro que sí. Busch es inmenso. Se puede escribir biografías
con énfasis en cualesquiera de sus medidas. Falta, y mucho, una biografía
guerrera de Busch. Muy a propósito, no quise incidir mucho en su rol de héroe
de guerra. Sus datos militares están desordenados y, mientras hice la
investigación, el archivo del Estado Mayor no estuvo disponible. Entiendo que
ahora lo está. Todo eso está por escribirse y ojalá alguien lo haga. Hay
decenas de biografías de Churchill, por ejemplo. Y podría argumentarse que Churchill
murió a los 91 años y Busch a los 36. Pero queda mucho que descubrir de
Busch.
Un trabajo de más de una década
¿Quién es Robert Brockmann?
Robert Brockmann nació en Cochabamba en 1963 y
estudió Filosofía y Ciencia Política en Cides- UMSA. Es licenciado
en Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana..Realizó
estudios de Periodismo en la Akademie für Publizistik de Hamburgo (Alemania)
y de Foto Periodismo en la universidad del estado de Arkansas.
Es autor de El general y sus presidentes. Vida y tiempos de
Hans Kundt, Ernst Röhm y siete presidentes de Bolivia 1911-1939. (2007) y de
Tan lejos del mar. Bolivia entre Paraguay, Chile y Perú en la década extraviada
1919-1929 (2012), libros con los que obtuvo los premios Franz Tamayo y Bautista
Saavedra.
La biografía de Germán Busch es el fruto de más de una
década de investigación en archivos no solo bolivianos, sino también de
Estados Unidos y Alemania. Además de consultar fuentes directas y acceder
a información inédita hasta ahora. “Ha sido, pues, el libro más difícil que he
escrito, y el más corto. La confusión que sentía Busch acerca de la orientación
de su Gobierno se traducía en este libro en la dificultad de explicarlo. Es la
suya una vida confusa, corta pero intensa, como si fueran varias. Asimismo, su
pensamiento es inclasificable, abigarrado, diría Zavaleta”, escribe Brockmann
en la introducción de Dos disparos al amanecer •
Historiador y un diestro cronista
"Este nuevo libro de Robert Brockmann pone en evidencia
una vez más su minuciosa mirada de historiador pero que revela, como en ninguno
de sus libros precedentes, su destreza de cronista, de narrador...
...Los hallazgos de este libro son muchos: la amistad de
Busch con Hoschild, su decisión inamovible de recibir a los migrantes judíos
(totalmente a contracorriente de todo y de todos)y, al mismo tiempo, sus
coqueteos con el nazismo. Robert Brockmann logra dar vida a un personaje
inmenso, mas no se engolosina con él, no lo adula. Al contrario, su austeridad
lo hace más visible, más imponente.
Incluso si uno tuviera la duda (razonable) de que a Busch lo
asesinaron sus enemigos, no importaría porque da tanto placer este libro que
puede el lector poner entre paréntesis sus creencias y aprender de él. No
hay fanatismo en estas páginas, hay curiosidad, hay rigor, pero también una
gran pasión. Además está la subhistoria, el país que fuimos y que nos explica
nuestras marcas de nacimiento que permanecen como fósiles vivos”
Magela Baudoin (Fragmento del texto de la contratapa
de Dos disparos al amanecer)
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