Foto: Vista de la Catedral de Sucre / Extraído de www.geograficasucre.8m.net
La revolución del 25 de Mayo de 1809 fue definitivamente
precursora y significó el inicio de los movimientos emancipadores de la
dominación española en el continente. La gesta libertaria se reflejó en el
movimiento insurreccional; en los panfletos y pasquines tan fuertes como la
espada, "hasta conmoverla profundamente y lanzarla a la revolución en
conquista de la libertad".En esto coinciden historiadores e investigadores
como Gabriel René Moreno, Valentín Abecia, Emilio Fernández, Monseñor de los
Santos Taborga, el sacerdote jesuita y profesor valenciano Dr. Estanislao Just
Lleó, Josep Barnadas, Osvaldo Cutolo, Jorge Siles Salinas, Ramiro Condarco,
José Luis Roca, Charles Arnade, Javier Mendoza, Hugo Poppe Entrambasaguas, para
mencionar a algunos de los más renombrados. Lamentablemente, algunos —como lo
dejan en claro los paceños Genoveva Loza Balsa y Juan V. Reyes Aramayo en su
obra "Los hechos del Primer Grito Libertario en la América Hispana e
inicio de la Guerra de la Independencia en el eje La Paz – Cuzco"—
pretenden encontrar limitaciones en los hechos históricos del 25 de Mayo de
1809.
LA REVOLUCIÓN CALUMNIADA
Ya enfrascado en la polémica, y como anticipándose a los
conflictos que hoy en día también se generaran a partir de la errónea
atribución de la primera gesta libertaria por parte de un grupo de paceños,
Hugo Poppe Entrambasaguas, en "La Revolución Calumniada", hizo un
impecable relato de los hechos, que a continuación resumimos para que se
comprenda, a cabalidad, los acontecimientos de aquel entonces:"El 30 de
abril de 1825, el Mariscal de Ayacucho ingresó en Chuquisaca. El 25 de mayo de
ese año, dispuso que fuesen públicamente conmemorados los sucesos de la
Revolución de 1809, y rindió su personal homenaje a los revolucionarios de
Charcas, por haber sido los primeros en proclamar la independencia de América
(...)
Ese constante tributo del Héroe de la Independencia, del
Padre de la Patria, es el veredicto de la historia, definitivo y para siempre,
sobre la significación de la Revolución del 25 de Mayo en la emancipación de
América. Pero ese acontecimiento excepcional ha sido mal comprendido y peor
interpretado. Por eso, se justifica, plenamente, la afirmación de Estanislao
Just Lleó, el investigador más autorizado del tema, cuando dice: ‘el movimiento
de Charcas ha sido el gran desconocido de la historia hispanoamericana’ (1)
Añadiremos nosotros que ha sido también la ‘Revolución
calumniada’ porque se ha pretendido restarle méritos atribuyéndole tibieza,
debido a que en su ejecución se invocó el nombre del rey Fernando VII.
Los que razonaron así no tuvieron la capacidad suficiente
para comprender el profundo alcance de la hábil estrategia de los
revolucionarios de mayo, que al formular lo que René Moreno llama el ‘silogismo
altoperuano’, acuñaron la mejor fórmula para unir en un solo frente a la
aristocracia peninsular, a su burocracia, al criollaje ávido de figuración y
privilegios y a los demás sectores sociales, incluida la gran masa popular
conocida como la ‘plebe’.
Todos habían jurado lealtad y vasallaje al monarca reinante.
En el momento en que éste perdió el poder a manos de los franceses, había
desaparecido todo vínculo con la metrópoli y —sostenían los universitarios— los
altoperuanos estaban libres para autogobernarse. Nada los obligaba a obedecer a
junta gobernadora alguna. Cualquier pretensión de Joaquina de Borbón no era
otra cosa que alta traición a la patria.
Conocido el cautiverio del rey de España, los
revolucionarios razonaron pura y simplemente: su juramento fue de fidelidad al
rey, no habiendo rey no tenían por qué obedecer a ninguna otra autoridad de la
península, mucho menos de Portugal o el Brasil.
Conclusión: razón y derecho para declararse libres, aunque
tuvieran que seguir echando vítores al rey o ‘glorias si ya hubiera muerto’. He
ahí por qué la Revolución de Mayo se hizo invocando el nombre del monarca
depuesto. Como argumentaba un realista, buscando desenmascarar la conducta
encubierta de los revolucionarios, ‘concibieron el sistema revolucionario, de
que faltando el rey y la España sería heroísmo de lealtad establecer la
independencia’ (2).
Las convicciones emancipatorias de los revolucionarios están
escritas y han pasado a la historia, cual testimonios eternos de su fundamento
independentista y republicano innegable. La sangre vertida la noche de los
sucesos del 25 de mayo, tampoco fue tibia. Hirvió generosamente derramada en el
asalto al local presidencia de la audiencia, con el fuego del ardor libertario
de Chuquisaca.
El movimiento coetáneo del 10 de agosto de 1809 en Quito, donde
actuó el universitario chuquisaqueño Manuel Rodríguez de Quiroga, ¿quién podría
decir que no fue de libertad por haber invocado el nombre de Fernando VII? Y
¿quién podría dudar del radicalismo de la Revolución del 25 de mayo de 1810, en
Buenos Aires, donde actuó Mariano Moreno, brillante universitario de Charcas?
(...)
La falta de estudios exhaustivos de las fuentes
documentales, los conocimientos parcelados, incompletos, las prevenciones
regionalistas y provincianas no han permitido a algunos historiadores la justa
valoración de la auténtica Revolución del 25 de mayo de 1809, cuya
significación y alcances, según el estado actual de las investigaciones, sólo
puede desentrañarse en el gran marco de la totalidad global de la vida y de los
acontecimientos revolucionarios de la Audiencia de Charcas, los sucesos del Río
de La Plata y la realidad coetánea de la España misma (...)
Si inicialmente la acción revolucionaria duró sólo esos
siete meses, su fermento y alcances revivirá constantemente. Esta constancia de
su mensaje y de su influencia será, como afirma, con toda justicia, el
investigador Just Lleó, la ‘mayor gloria del grupo revolucionario
chuquisaqueño... la idea que empezaron el 25 de mayo de 1809 no cesará ya en
América hasta su perfecta consecuencia... marcó con su ejemplo al resto del
continente el camino a seguir. Este será, pues, el sentido y alcance del 25 de
mayo de 1809 en Chuquisaca" (3)
En esa época La Plata tenía una población de unos 18.000
habitantes, de los cuales un cinco por ciento formaba la matrícula
universitaria, con algo más de 800 estudiantes y el claustro universitario
superaba el número de noventa graduados. Era, indudablemente, una población
cosmopolita, con vecinos llegados de todas las latitudes, atraídos por la
Universidad de San Francisco Xavier y el prestigio de la Academia Carolina de
practicantes juristas (...)
Los anónimos, los panfletos y pasquines fueron el vehículo
para la circulación de las ideas de la conspiración. Se cita que esos
documentos unas veces eran redactados en la misma Charcas, y otras provenían de
afuera... Entre esas manifestaciones tan incisivas, corrosivas, cargadas con la
fuerza de la pluma, se destacan principalmente dos, que expresan el contenido
ideológico que inspiraba a los revolucionarios de mayo. En la literatura
política de la emancipación constituyen, en suma, la cumbre del pensamiento
revolucionario.
El primero de ellos es el célebre Diálogo entre Atahuallpa y
Fernando VII en los Campos Elíseos. Circuló los días cercanos a la revolución de
mayo, adquirió gran popularidad y está calificado como el ‘prototipo’ de la
expresión de los intelectuales de la revolución. Su autor, como ahora se sabe
sin lugar a dudas, fue Bernardo Monteagudo.
El otro documento es muy conocido en su texto, porque desde
1809 ha tenido más difusión, aunque su origen y autor han permanecido en una
especie de penumbra. Hace tiempo que se le reivindica para Chuquisaca, con
pruebas documentales concluyentes y definitivas.
Guillermo Francovich (4) sostuvo que Michel, el emisario de
Charcas, llevó a La Paz el documento titulado ‘Proclama de la ciudad de La
Plata a los valerosos habitantes de La Paz’. Esta Proclama ha adquirido más
fama que cualquier otro documento del período emancipatorio y ha sido
difundido, desde el último cuarto del pasado siglo, como Proclama de la Junta
Tuitiva de La Paz, indebidamente como es sabido.
La verdad, fue el mensaje de Chuquisaca a los valerosos
habitantes de La Paz y de todo el Perú. Es el testimonio de la convicción y el
fervor con que los revolucionarios de mayo emprendieron en 1809 la lucha por la
emancipación. Es la condenación terminante de los padres de la patria a toda
forma de despotismo y tiranía. Es el verbo de la revolución de Chuquisaca,
expresado con gallardía por un universitario de Charcas con estilo elegante,
redacción depurada, llena de armonía, profundidad en las ideas y rotunda
claridad en sus propósitos de libertad y de independencia republicana.
Es un bello poema en prosa que, desde sus primeras sílabas,
suena como un vibrante himno de combate:
‘Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el
seno mismo de nuestra patria... hemos guardado una especie de silencio bastante
parecido a la estupidez... ya es tiempo de organizar un sistema nuevo de
gobierno, fundado en los intereses de nuestra patria... ya es tiempo en fin de
levantar el estandarte de la libertad... Valerosos habitantes de La Paz y de
todo el imperio del Perú... no miréis con desdén la felicidad de nuestro suelo,
ni perdáis jamás de vista la unión que debe reinar entre todos, para ser en
adelante tan felices como tan desgraciados hasta el presente’" (5).
Fuente: Correo del Sur.
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