Por: Ángel Sandóval.
Una de las contiendas más sangrientas y decisivas de la
Guerra de la Independencia americana. Los cruceños jugaron un papel histórico y
político en esta gesta libertaria.
El gobierno argentino de Gervasio A. posada, en 1821,
dispuso que la calle más céntrica de Bueno Aires, lleve el nombre de florida,
en honor a esta crucial batalla.
– A continuación fragmentos de las obras completas de
Humberto y José Vásquez Machicado:
Todos veteranos de la “patria vieja” como solían llamarse
ellos con orgulloso énfasis, coincidían en los siguientes datos: Arenales,
después de su derrota en San Pedrillo, se presentó en el pueblo de Florida, fue
hecha porque tuvo noticias de que el Coronel Ignacio Warnes se había replegado
a este pueblo.
Arenales llegó con un pequeño resto de su tropa que
constituían unos treinta a cuarenta lanceros. Warnes viendo que sus tropas no
estaban bien disciplinadas y por este motivo no podían hacer frente al aguerrido
ejército del Coronel José Joaquín Blanco, optó por retirarse al pueblo de
Florida, con 400 hombres. La fuerza con que Blanco llegó a Santa Cruz en
persecución de Warnes era de unos 500 soldados.
Blanco antes de dejar la ciudad de Santa Cruz, designó como
a su lugarteniente a un militar llamado Francisco Udaeta, con una fuerza de
unos 100 infantes. Este feroz realista inmediatamente de ido Blanco mandó
fusilar a Cuestas y a Cárdenas, oficiales de Warnes.
Cárdenas, antes de ser pasado por las armas, y en el momento
en que un soldado realista intentó vendarle los ojos, se negó a esta ceremonia
y con voz clara y un acento enérgico, pronunció las siguientes palabras:
“Quiero ver venir las balas que me han de matar porque defiendo el suelo en que
nací”.
Mientras tanto, Warnes recibió anuncios de que Blanco se
aproximaba a marchas forzadas en su persecución. El ejército patriota resolvió
esperarlo en el lugar de Florida. Pero antes, Warnes quiso distraer a las
tropas de Blanco, mientras se ultimaban los preparativos del combate. Para
ello, destacó al Coronel cruceño José Manuel Mercado, al mando de unos
veinticinco o treinta hombres al punto denominado la “Paliza” a unas cinco o
seis leguas de Florida a objeto de estorbar el paso de la vanguardia realista.
En efecto, el Coronel Mercado trabó una ligera refriega en aquel lugar y ante
la superioridad del enemigo optó por emprender una precipitada fuga hacia
Florida, asiento del Estado Mayor de Warnes.
Warnes en posesión de los datos trasmitidos por Mercado sacó
sus fuerzas del pueblo de Florida y las desplegó en formación en lo ancho de la
playa del río Florida.
El jefe patriota al revisar sus tropas, al observar que uno
de sus soldados de infantería de origen guaraní, cavando un foso y ocultándose
a medias en él, se aprovechó en seguida de la enseñanza y ordenó inmediatamente
se procediese a cavar una zanja en línea. De esta manera la infantería de
Warnes estaba protegida por esta especie de trinchera. A la vista del enemigo
sólo estaba la caballería, situada a un costado de la infantería patriota.
La caballería realista atacó furiosamente a la igual
patriota: en lo más recio del combate y estando el ejército de Blanco a una
cincuenta varas de las de Warnes, la infantería que estaba oculta en foso en la
playa, recibió orden de atacar, habiendo ejecutado la orden con descargas
cerradas que causaron el terror y el espanto en la caballería realista; esta
circunstancia aprovecharon las huestes de la Patria para seguir a los
atacantes, sable en mano.
El desorden y la confusión reinaban en la caballería de
Blanco. A fin de rehacerse los jinetes retrocedieron hacia el pueblo de
Florida. Al efectuar esta maniobra se encontraron con su infantería que venía
por un camino estrechísimo que corría a lo largo de un barranco de unos cien
metros de altura y por otro lado un curiche profundo; algunos soldados
realistas, en la desesperación, y viéndose acosados materialmente por las
fuerzas insurgentes, se tiraron a lo más hondo de las aguas cenagosas,
pereciendo irremisiblemente.
La infantería, haciendo un esfuerzo, dio media vuelta y pudo
llegar hasta la misma plaza de Florida. Hay que tener en cuenta que este pueblo
está situado en el mismo barranco del cauce del río, habiendo colocado Warnes
su ejército en la playa del lado Sud.
La estrechez de la pequeña plazoleta del pueblo no permitía
el desarrollo de las armas de fuego fuera de que la cercanía de los
combatientes hacía imposible el cargar de inmediato los fusiles, de manera que
la lucha tuvo que llevarse a sable, lanza y bayoneta.
En medio de la confusión y fiereza, se encontraron los jefes
patriota y realista Warnes y Blanco respectivamente; ambos montaban briosos
corceles; momento hubo en que Warnes llevaba la peor parte porque el caballo de
éste, para emplear una expresión criolla “boquimuelle”. Uno de los soldados del
jefe patriota, un negro apellidado Ainque, al observar la mala situación de
Warnes se precipitó sobre Blanco y con la culata de su fusil le asestó un feroz
golpe en la nuca que lo dejó desvanecido.
El coronel Warnes, se aprovechó de este accidente y
cimbrándose sobre su caballo asestó a su rival Blanco un fuerte sablazo en el
cuello que concluyó con la vida del caudillo realista. El soldado patriota, el
negro Ainque, viendo que Blanco estaba muerto, se apresuró a despojarlo de su
uniforme, casaca, gorra y sable y cabalgando sobre el caballo del vencido,
partió veloz hacia el campo patriota, donde ya se dejaban escuchar los primeros
gritos de la victoria.
Arenales al observar que la caballería había sido
dispersada, y al no divisar grupos compactos de enemigos, se lanzó en
persecución de tres lanceros que tomaban el camino de Santa Cruz, pero lo hizo
con tal bravura que se aportó de su escolta, lo que fue aprovechado por los
prófugos para, a las pocas cuadras de la plaza Florida, volver con sus
cabalgaduras contra el atacante y le asestaron tal número de lanzazos y
sablazos que lo dejaron por muerto. Arenales tenía trece gloriosas heridas.
Hasta aquí el relato viejo.
(Transcripción Ángel Sandóval). Tomado del periódico El
Día, martes 25 de mayo 2010.
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