Por: Lic. Marco A Flores Nogales - Periodista y presidente
de la Sociedad de Historia de la Guerra del Chaco / Este artículo fue
originalmente publicado en el periódico La Patria de Oruro el 17 de Octubre de
2010.
Tarija.- Era el mes de octubre de 1933, el país está
conmocionado por la guerra con el Paraguay, muchos soldados compatriotas han
muerto en las candentes arenas del Chaco. Pero, aún se tenían que escribir
muchas historias de heroísmo y valor boliviano.
Un ejemplo de sacrificio a costa de la vida, se dio en la
ciudad de La Paz, en el Colegio Militar, cuando un puñado de muchachitos, casi
niños, dio tres pasos al frente en tres oportunidades, para marchar a la guerra
y defender Bolivia.
Sus superiores a toda costa querían que entren en razón y
para ellos hubiera sido mucho mejor que ninguno de los cadetes vaya a la
guerra, pero esos jovencitos cadetes demostraron que defender el territorio
nacional no tiene precio y mucho menos edad, suficiente era con sostener un
fusil y apuntar con certeza a la figura del enemigo que se ocultaba entre los
carahuatales del Chaco.
Por azares del destino, en una calurosa tarde de septiembre,
llegamos a la casa del coronel retirado, Jorge Barrenechea Guzmán, un
excombatiente de la Guerra del Chaco, nacido en la ciudad de Oruro un 25 de
marzo de 1917.
La sorpresa fue mayor cuando nos dijo que había nacido en
Oruro, la alegría fue mía, como si se tratase de un viejo amigo mío, ahora
entiendo que los orureños lejos del terruño somos como hermanos y extrañamos
ese pedacito de suelo.
En todo momento rodeado de su familia, su esposa, hijos y
bisnieta, empezó este viaje al pasado. En el túnel del tiempo, se hacían
ciertas paradas para refrescar la memoria con las viejas fotografías colgadas
en la pared, acompañadas de una limonada muy fría.
TESTIMONIO
Estaba en el tercer año del Colegio Militar, los del cuarto
y quinto año ya habían sido movilizados. En vista que hubo muchas bajas de
oficiales jóvenes, conductores de las pequeñas unidades, faltaban comandantes
de sección, escuadra y grupo.
En esas circunstancias el general kund dio la instrucción
que se buscaran cadetes voluntarios para que marchen a la Guerra del Chaco,
para conducir las pequeñas unidades.
Fue así que en octubre de 1933, se presentó en el Colegio
Militar el comandante de batallón e hizo formar a todos los cadetes y preguntó
¿Quiénes quieren ir a la Guerra del Chaco? Luego dijo a los voluntarios
"Den tres pasos al frente".
Todos nosotros y al mismo tiempo dimos los tres pasos al
frente; nuevamente se lanzó la pregunta y nuevamente los cadetes dimos los tres
pasos al frente, otra vez se hizo la misma pregunta y se agregó que era de
forma voluntaria, pero todo el batallón de cadetes dio los tres pasos al
frente, la decisión ya había sido tomada, el destino estaba marcado para ese
puñado de jóvenes bolivianos.
Luego se escogieron los primeros 90 cadetes, que luego
salimos de La Paz en octubre de 1933. Yo tenía 16 años en ese entonces.
Por esos años vivía en La Paz y era voluntario el ingresar
al Colegio Militar, para culminar la enseñanza de secundaria. Al terminar la
secundaria uno salía de oficial a los 17 ó 18 años, con esa mira ingresé al
Colegio Militar.
Éramos jóvenes llenos de ilusiones, no pensamos en la
gravedad de la guerra.
Del Colegio Militar nos llevaron directamente a la estación del
ferrocarril, toda la gente de La Paz nos despidió. La gente nos aplaudía por el
gesto de ir a la guerra siendo muy jóvenes.
MI MADRINA DE GUERRA FUE MI HERMANA ALICIA.
Los cadetes nos sentíamos felices de haber dado los tres
pasos al frente y presentarnos voluntariamente para cumplir con la Patria.
El viaje fue hasta Tarija, luego nos mandaron a Villamontes
y después a un fortín donde estaba el Comando de Ejército. Luego nos
distribuyeron a las pequeñas unidades. A mí me tocó ir al Regimiento Bolívar 2
de Artillería.
BAUTIZO
Hicimos un recorrido en la línea de defensa, se trataba de
la acción de Alihuatá en el chaco profundo. El primer día fue una sorpresa de
recibir disparos del enemigo; yo había cometido la torpeza de colocarme un
colan (pantalón) de color blanco y un soldado me hace notar ese error me dijo:
"mi cadete usted es un blanco perfecto para los tiradores
paraguayos".
Participé en la batalla de Alihuata, Cervantes y Campo Vía.
La batalla que más recuerdo fue el cerco de Campo Vía, fuimos
encerradas dos divisiones la novena y cuarta comandadas por el coronel Carlos
Banzer Laguna.
Los combates eran de un fuego nutrido de las armas,
especialmente del Regimiento Bolívar que tenía los cañones "Kruf" de
75 milímetros. Yo era el comandante de la pieza de artillería. Los combates
eran de día y de noche.
La falta de agua y comida era una dificultad constante;
había que buscar unas calabazas que se encontraban bajo la tierra y tenían
agua, sino esperar nomás la llegada de los carros aguateros a la primera línea.
Lo que más comíamos eran unas laguas de harina y conservas
argentinas de carne.
El teniente en ese entonces Germán Busch, nos visitó a los
cadetes cuando nos encontrábamos en Muñoz y nos felicitó por la actitud que
habíamos tomado y nos deseó mucho bienestar en la campaña.
SOLDADO
El comportamiento del soldado boliviano en las trincheras
era muy bueno, los soldados eran valientes. Por lo general eran soldados del
altiplano que sufrían mucho por el calor, incluso habían soldados que fueron
movilizados con ropa de jerga que era para el altiplano.
El soldado paraguayo era de todo, había gente bondadosa
otros nos insultaban mucho.
Caí prisionero con la Batería Torrez, en el cerco de Campo
Vía. El enemigo cercó a las dos divisiones y quedamos en una picada, esperando
que se hicieran las tratativas para negociar la rendición. Nos tomaron
prisioneros y nos llevaron a Isla Poi y luego nos trasladaron hasta Asunción,
donde estaba prisionero hasta que la guerra terminó.
No recuerdo muy bien el trato que nos dieron, pero fue un
trato muy humano, pero no faltaron los paraguayos que nos trataban con
severidad.
Nosotros fuimos encerrados en un local que antes fue una
fábrica y se había incendiado anteriormente. Eran tres galpones enormes, donde
estaban destinados los oficiales, jefes y cadetes, donde tuve la desgracia de
caer prisionero.
Yo vi un caso patético, cuando se estaba negociando la rendición,
había soldados bolivianos tirados en el suelo en una picada y pasó un oficial
paraguayo que iba con la comisión negociadora.
Entonces un soldadito boliviano se paró y dijo "Viva el
oficial paraguayo", inmediatamente se paró un sargento boliviano le
disparó y lo mató. Fue una reacción muy rara y ese pasaje lo tengo grabado en
mi mente.
Era una vida completamente sacrificada, mucho calor, pero a
iniciativa de un oficial boliviano, los cadetes que habíamos caído prisioneros
que éramos unos 11, organizaron cursos para que estudiáramos durante el tiempo
de prisión.
Teníamos algunos libros y recibíamos enseñanza de los
oficiales como tenientes y capitanes. No obstante de la situación que teníamos,
esas enseñanzas nos ayudaron a sobrellevar el cautiverio.
La gente paraguaya no podía acercarse a nosotros, durante
ese tiempo aprendí a hablar un poco el guaraní.
La comida que nos daban venían en medios turriles y todo era
en base de maíz.
En cautiverio recibíamos encomiendas de nuestras familias en
Bolivia, mi madre me mandaba dulces, roscas de maíz e inyecciones, porque yo
tenía la enfermedad del paludismo.
Tenía un amigo, capitán de sanidad de apellido Aparicio, era
chuquisaqueño, y él me trató con mucho cariño.
LIBERTAD
El comandante de la prisión, era un capitán de apellido
Godoy y nos dijo que la guerra había terminado y que en poco tiempo saldríamos
por la Argentina.
Nos liberan y entramos al país por Villamontes, la gente nos
recibió muy bien, luego llegué a La Paz y me encontré con mis hermanos y mi madre.
Orlando Montoya, José Galindo, José Camacho.
En Tarija somos dos los sobrevivientes del Batallón Tres
Pasos al Frente, el coronel Azurduy y mi persona.
Es lamentable que haya un desconocimiento total de la
campaña de la Guerra del Chaco. En los colegios no se habla sobre esta guerra y
ni siquiera se hace una hora cívica recordando el sacrificio de tantos
bolivianos y defender el territorio nacional y que gracias a ello tenemos el
petróleo y el gas que son el sustento de la economía boliviana.
GRATITUD AL SOLDADO
Con esas palabras en tono de reproche terminó de contarnos
su historia el orureño Barrenechea. Siempre mantuvo la calma, pero cuando la
entrevista había terminado, sus emociones no pudieron ser contenidas y lloró.
No sé explicar si aquellas lágrimas que mojaron ese viejo rostro fueron de la
emoción de recordar pasajes tristes de una guerra o a lo mejor ese llanto fue
contenido desde 1933, cuando siendo un muchachito fue a ofrendar su vida en
defensa de Bolivia.
Ayudado por un pañuelo, su mano temblorosa secó sus lágrimas
y luego nos regaló una sonrisa que difícilmente podré olvidar, menos a este
valiente orureño hijo de Pagador digno de ser llamado Héroe de la Patria.
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