Escribe: César Vásquez Bazán - Septiembre 18, 2011
/ Extracto de: cavb.blogspot.com
En 1873 el ingeniero Justiniano Sotomayor llegó a
Bolivia como gerente de la Compañía Corocoro, de propiedad de los
chilenos Melchor Concha y Toro, Juan Francisco Rivas, Rafael Gana y
Cruz, y Jerónimo Urmeneta. La Compañía Corocoro se dedicaba a la
extracción del cobre en el pueblo boliviano del mismo nombre. Algún tiempo
después fue nombrado cónsul chileno en Bolivia.
Primera carta del diplomático chileno Justiniano Sotomayor
al presidente de Bolivia Hilarión Daza. Fue enviada el 8 de abril de 1879, al
tercer día de declarada la guerra (Flores y Reyes Ortiz 1879, 80-81).
El 8 de abril de 1879, el ingeniero Justiniano Sotomayor
Guzmán, ex-cónsul chileno en Bolivia y hermano de Rafael Sotomayor, ministro de
guerra y marina de Chile, dirigió la siguiente carta a su “amigo” el presidente
boliviano Hilarión Daza, con quien había tenido oportunidad de alternar durante
su gestión diplomática en Bolivia.
Desde el tercer día del conflicto, la carta del señor
Sotomayor reveló las intenciones que tenía Chile cuando declaró la guerra a
nuestro país. Éstas eran el desmembramiento territorial del Perú, el
aniquilamiento de su población, y la destrucción.
En forma explícita, el criminal Sotomayor escribió que Chile
haría al Perú una guerra a muerte, amenaza que el país del sur cumplió con
el genocidio al que dio inicio el 5 de abril de 1879.
El diplomático Sotomayor también explicó que si Chile ganase
la guerra, Bolivia quedaría sin puertos y anulada como nación, intimidación que
en gran medida ha sido cumplida.
La desvergüenza de la oligarquía chilena no quedó ahí.
Sotomayor recordó al presidente Daza que Antofagasta, Cobija ni ningún otro
puerto del litoral boliviano constituían vías de salida ¡para el comercio
boliviano!
Como Chile ya se había apoderado de
Antofagasta y Cobija a la fecha en que Sotomayor redactó su
carta, era obvio que Bolivia debería olvidarse de recuperar ambos puertos y
todo su litoral. Según el ex-cónsul chileno en Bolivia, pensar en hacerlo sería
un “profundo error”.
La solución para Bolivia era tomar posesión de sus “únicos
puertos naturales” que, para el diplomático chileno, eran −casualidad de
casualidades− los puertos peruanos de Arica, Ilo, Mollendo e Islay.
Para ejecutar esta así llamada rectificación de
fronteras, Bolivia debería unirse a Chile, abandonando su “inconveniente”
alianza defensiva con el Perú. Alineándose con Chile, Bolivia “tendría
seguridad de vencer al Perú” y “tendría en su mano apoderarse de la puerta de
calle de que carecía”. Sin duda, Sotomayor se refería −valga la
redundancia− a Arica, Ilo, Mollendo e Islay.
La carta del ex-cónsul testimonia las intenciones de la
oligarquía gobernante chilena. Desde el mismo momento del inicio de la Guerra
del Salitre, el gobierno del país del sur se fijó como objetivos apoderarse del
litoral boliviano y capturar las provincias peruanas de Tarapacá, Arica y
Tacna. Tarapacá para quedarse con ella; Arica y Tacna para entregarlas a Bolivia
en canje por su antiguo litoral.
Ésos fueron los designios imperialistas de Chile en 1879.
Ciento treinta años después del genocidio y rapiña de la Guerra del Salitre, el
problema para el Perú es que las políticas chilenas de conquista de ayer, sin dejar
de aspirar al dominio de territorios adicionales, han evolucionado hoy hacia un
claro imperialismo económico, con el cual han colaborado los gobiernos peruanos
de las últimas dos décadas.
Primera carta del ex-cónsul de Chile en Bolivia, Justiniano Sotomayor,
al presidente de Bolivia Hilarión Daza
(Flores y Reyes Ortiz 1879, 80-81)
Santiago, Abril 8 de 1879
Señor don Hilarión Daza
La Paz
Apreciado amigo:
Me encuentro aquí desde hace un mes, y Ud. no tendrá
necesidad de que le diga porque me he venido.
La ruptura de relaciones entre Bolivia y Chile me ha sido
muy dolorosa, porque siempre he sido de opinión que no debiera haber en la
América del Sur países que cultivasen más estrechas relaciones de amistad.
El Perú por el contrario, es el peor enemigo de Bolivia, es
el que lo agobia bajo el peso de sus trabas aduaneras, el cancerbero de la
libertad comercial, industrial y hasta cierto punto política de Bolivia.
Chile ha llevado a Bolivia industrias y capitales. Con ese
impulso la minería ha tomado allí un considerable impulso; esa actividad ha
tenido que refluir sobre la agricultura y la riqueza del país.
Chile es el único país que puede librar a Bolivia del pesado
yugo con que el Perú la oprime.
Chile es también la única nación que, aliada a Bolivia,
puede darle lo que le falta para ser una gran nación, es decir, puertos propios
y vías expeditas de comunicación.
¿Puede pensar seriamente Bolivia en buscar por Cobija y
demás puertos de su litoral una salida para su comercio? Profundo error.
Los únicos puertos naturales de Bolivia son Arica, Ilo y
Mollendo, o Islay.
Aliada al Perú y haciendo la guerra a Chile, ¿qué le
sucederá a Bolivia si Chile es vencido? Que caerá en manos del Perú, y gemirá
como antes bajo el peso de sus gabelas. Y si Chile triunfase ¿qué
ganarían los aliados? Bolivia, vencedora o vencida, quedará sin puertos y
anulada como nación.
Por el contrario, Bolivia unida a Chile ¿no tendría
seguridad de vencer al Perú? ¿No tendría en su mano apoderarse de la puerta de
calle de que carece?
Una cosa he notado aquí desde mi llegada. No hay odio alguno
contra Bolivia, se han respetado los bienes y personas de los bolivianos; la
guerra a Bolivia no ha conmovido al país; salvo alguno que otro movimiento de
tropas, parecíamos estar en paz. Pero llegó el momento de declarar la guerra al
Perú, y el país se levantó en masa como un solo hombre y todos han conocido que
el Perú ha llenado la medida de sus intrigas, ingratitudes y deslealtades y
sólo se habla de castigarlo terriblemente.
Al Perú le haremos la guerra a muerte; a Bolivia no podremos odiarla.
¿Por qué andamos tan descaminados haciendo guerras que no nos convienen, y
contrayendo alianzas que nos convienen menos aún?
¿Sería aún tiempo de poner las cosas en orden?
¿Por qué no?
Ahora o nunca debe pensar Bolivia en conquistar su rango de
nación, su verdadera independencia, que por cierto no está en Antofagasta, sino
en Arica.
Después de esta guerra ya sería tarde; Chile vencedor no lo
consentiría, a menos de tener a Bolivia de su parte. El Perú vencedor le
impondrá la ley a Bolivia su aliada y a Chile su enemigo; y Chile debilitado no
podría ayudar a Bolivia, aunque ésta se lo pidiese.
El hombre que dé a Bolivia su independencia del Perú, será
más grande que Bolívar y que Sucre, porque aquellos sólo le dieron un simulacro
de libertad, y éste se la daría real y verdadera.
¿Estaba reservada a usted tan colosal empresa?
Su
afectísimo amigo S. S.
J. Sotomayor
Fuente
Flores, Zoilo y Serapio Reyes Ortiz.
1879. Refutación al Manifiesto del Ministro de Relaciones Exteriores
de Chile sobre la guerra con Bolivia. Lima: Imprenta de “El Nacional”.
© César Vásquez Bazán, 2011
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