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LA CONJURA CONTRA EL GENERAL DAZA
En la historia de la Guerra del Pacífico, paralelo
a los hechos fidedignos, han nacido algunas leyendas y mitos que se
han perpetuado por medio de la trasmisión oral o escrita, en los tres países
involucrados en dicha guerra. Así, por ejemplo, grupos económicos interesados
en que no se sepa la verdad histórica de su participación en la pérdida del litoral
boliviano, satanizaron la figura del general Hilarión Daza, quien
fue Presidente de Bolivia en la época en que estalló la guerra. A él se le
achacó responsabilidad en hechos causados por otros. Se dice, por ejemplo,
que la Guerra del Pacífico se produjo porque él infringió el Tratado
de 1974 que Bolivia había firmado con Chile. También se le acusa de la así
llamada 'contramarcha de Camarones', y de haberse vendido a Chile.
Pero investigaciones
posteriores han sacado a la luz antecedentes que demuestran que estas
acusaciones son falsas, que pertenecen a una pérfida y malévola leyenda negra
que se ha tejido en torno a la figura de este valiente y patriota general
boliviano. Fue el chivo expiatorio seleccionado por la oligarquía boliviana,
con la cooperación de la oligarquía chilena de la época, quienes, en la
práctica, los dirigía.
La diplomacia chilena intentó
de diversas maneras contar con la anuencia del general Daza para que dejara de
lado al Perú y se aliara a Chile, pero sin éxito. El gobierno chileno había
entrado en esta guerra para proteger los intereses de una poderosa compañía
anglo-chilena que se había envuelto en litigios comerciales con el gobierno
boliviano. Parece ser que el principal motivo de esta intervención del gobierno
chileno en este problema se debió a que varios accionistas de esa compañía eran
ministros del Gobierno de Chile, y otros pertenecían a la fronda aristocrática,
como denominó don Bernardo O'Higgins a la naciente oligarquía chilena. El
resultado final fue que el litoral de Bolivia y el litoral del Perú pasaron a
pertenecer al territorio chileno, pero las riquezas de estos litorales fueron
para los accionistas ingleses y norteamericanos de dicha compañía salitrera.
LA SUPUESTA COBARDÍA DEL GENERAL DAZA
La calumnia acerca de la
supuesta cobardía del general Daza no era creíble, ya que él tenía reputación
de hombre valiente y patriota. Por ejemplo, Tomás Caivano, que no ocultaba su
antipatía por Bolivia y por el general Daza, no pudo menos que reconocer lo
siguiente, al referirse al desastre de Camarones:
"El hecho por sí mismo injustificable y eminentemente
grave de su fuga [...] no puede explicarse más que de dos maneras: o por suma
cobardía, o por el determinado propósito de abandonar la propia causa.
"Sin embargo, Daza no fue considerado jamás como
cobarde: tenía, por el contrario, fama de experto y valeroso general: fama
ganada y confirmada en varias ocasiones sobre los campos de batalla de las
guerras civiles en su país; y los tres mil hombres que conducía consigo, lo
mejor del ejército boliviano, era toda gente escogida, especie de guardia
pretoriana muy adicta a él, disciplinada y aguerrida durante un largo período
de revolución y de gobierno, y que era el terror de todo el país.
"La fuga de Daza, por consiguiente, no pudo ser y no
fue efecto de cobardía; y excluyendo esto, no quedaría otra lógica explicación
que dar, sino la de que obrase en consecuencia de secretos acuerdos tomados con
Chile" (Tomás Caivano, Historia de la Guerra de América
Entre Chile, Perú y Bolivia, Librería, Importadora, Editora y
Distribuidora Lima S.A: Lima, Perú, 1979. Publicado originalmente en Italia en
1900), tomo II, pp. 201-202)
También el eminente
historiador boliviano don Roberto Querejazu se adhiere al infundio de que el
general Daza entró en connivencia con el gobierno chileno. Pero esta posición
le produce más preguntas que respuestas:
"¿A qué se puede atribuir todas las extrañas actitudes
del general Hilarión Daza en esos días? ¿Por qué trató de anular físicamente a
su tropa haciéndola caminar, deliberadamente, a las horas de sol, con las
caramañolas llenas de vino en vez de agua, haciendo devolver la mayor parte del
agua acumulada en la etapa entre Chaca y Camarones, informando falsamente al
Presidente Prado que no quería seguir adelante y dando la orden de la
contramarcha como si cediese a un 'pedido unánime' de sus inmediatos
colaboradores?" (Roberto Querejazu Calvo, Aclaraciones
Históricas Sobre la Guerra del Pacífico, Librería editorial
'Juventud': La Paz, Bolivia, 1995, p. 167).
Tales preguntas, y otras,
quedan contestadas cuando se acepta que el general Daza fue víctima de un
complot puesto en acción por los verdaderos culpables del inicio y usufructo
de la Guerra del Pacífico, los que finalmente se llevaron el botín.
Hay suficiente evidencia de dicho complot, en el que participaron prominentes
chilenos y bolivianos, dirigidos desde las sombras por los señores de la guerra,
los accionistas de la Compañía de Salitres y Ferrocarril de
Antofagasta. De ahí las siguientes palabras del abogado, jurista e historiador
boliviano, hoy fallecido, don Edgar Oblitas:
"Indudablemente que ahora podemos darnos una
explicación del porqué de la retirada de Camarones. ¿Por qué el ejército de
daza fue abandonado en el desierto? ¿Por qué no se le enviaron los alimentos y
especialmente las provisiones de agua? ¿Por qué en lugar de agua se les
proporcionó vino cuando salían de Arica? Todas estas preguntas no tenían
respuesta, pero ahora estamos en condiciones de descifrar el enigma [...]. Si
Daza hubiese traicionado con la famosa retirada de Camarones, ¿cómo se explica
que éste después de semejante infamia se hubiese dirigido a Arica a ponerse
nuevamente a las órdenes de Prado? ¿Cómo se explica que a partir de ese momento
Daza no se hubiera puesto ya públicamente a favor de Chile y en contra el Perú?
La respuesta, con los nuevos documentos exhibidos o correctamente
interpretados, ya no es difícil [...]. Ahora estamos en condiciones de afirmar
que Daza estaba al centro de dos complots siniestros. Uno instrumentado por
Aniceto Arce, cuya cabeza visible era el general Camacho, con el objetivo de
echarlo del mando del ejército y de la presidencia de la república, para buscar
un entendimiento con Chile; y otro, del Presidente del Perú, Manuel Ignacio
Prado, que quería impedir a toda costa la presencia del general Daza en San
Francisco por emulación y celos" (Edgar Oblitas Fernández, Historia
Secreta de la Guerra del Pacífico, A. Peña Lillo Editor S. A.: Buenos
Aires, Argentina, 1978), pp. 214, 217.
LA MASONERÍA CHILENA SATANIZA AL PRESIDENTE BOLIVIANO
HILARIÓN DAZA
La separación de Bolivia de su
compromiso de alianza con el Perú fue un constante afán del
canciller Domingo Santa María, y nunca cejó en tales esfuerzos. Para ese
propósito activó una red de contactos en Bolivia misma, incluyendo algunos
personajes bolivianos que residían en Chile. Sus principales contactos, si no
todos, eran prominentes masones bolivianos los cuales, al mismo tiempo,
componían la oligarquía minera de su país. Estos empresarios mineros
bolivianos, conscientes de las incalculables pérdidas que sufrirían sus
intereses si la guerra continuaba, apoyaron decididamente los planes del
canciller chileno.
(1) EL INFUNDIO DEL 'JUEVES DE LOS COMPADRES'.
La conjura contra el
presidente Daza empezó poco después de que las tropas chilenas ocuparan
militarmente Antofagasta. En realidad, la campaña de desprestigio contra el
mandatario boliviano se inició en Chile. A fines de abril de 1879, el
multifacético Sr. Benjamín Vicuña Mackenna lanzó la idea:
"La noticia de la ocupación por las armas de Chile de
la plaza de Antofagasta, que tuvo lugar el 14 de febrero de 1879, no llegó
a La Paz con la tardanza de la larga travesía del desierto y el lento
paso de la acémila, sino en alas del vapor y del alambre eléctrico.
"Llevada en efecto la nueva a Iquique por el barco que
tocó en Antofagasta el domingo 16 de febrero, era comunicada a Tacna el 17 al
cónsul boliviano de esa ciudad, don Manuel Granier, y de allí, por chasquis y a
revienta cinchas, a La Paz.
"El Presidente Daza tuvo conocimiento de lo que pasaba,
el jueves 20 de febrero, día que en aquella ciudad, y en todo Bolivia llámase
el 'jueves de los compadres', porque es el comienzo de retozón y en ocasiones desaforado
carnaval".[7]
Lo que hace inadmisible esta
afirmación del Sr. Vicuña Mackenna es que la noticia no pudo haber llegado
a La Paz por alambre eléctrico, porque en aquella época Bolivia no
contaba con servicio telegráfico. El mismo historiador reconoce que las
comunicaciones desde Tacna a La Paz se hacían "por chasquis y a
revienta cinchas".
En realidad, la noticia de la
ocupación de Antofagasta se trasmitió por una vía más lenta que por telégrafo,
pero más rápida que por acémila. Llegó por chasqui. La invasión se produjo el
14 de febrero; la noticia de lo sucedido llegó a Tacna el 19 por vía marítima;
y al día siguiente salió raudamente el chasqui Gregorio Collque rumbo a La
Paz, adonde llegó el martes 25 a las 23.00 horas con las noticias
acerca de lo que había ocurrido en Antofagasta. La nota había sido
enviada desde Tacna por los cónsules de Bolivia en Tacna e Iquique, y estaba
fechada el 19 de febrero de 1879.
Un investigador chileno nos
entrega los siguientes datos sobre este mismo tema:
"Es importante tener presente, para captar con claridad
situaciones que se verán más adelante, el régimen de comunicaciones existentes
en la época. En Chile, el telégrafo llegaba por el norte hasta Caldera, puerto
unido a Iquique y Arica por cable submarino. De modo que los mensajes iban por
telégrafo hasta Caldera, desde donde podían enviarse a Iquique o a Arica por
cable submarino. Con La Paz, las comunicaciones telegráficas se hacían vía
Caldera-Arica. De ahí por tierra a Tacna, para continuar en igual forma, a las
ciudades del altiplano, demorando en total cinco o seis días. En sentido
inverso se operaba en igual forma.
"La correspondencia demoraba cinco o seis días entre
Valparaíso y Antofagasta, y once a trece días entre Valparaíso y La
Paz".[8]
Al recibir esta noticia, el
Presidente hizo abandono inmediato de la residencia donde se hallaba y, sin
despedirse siquiera de quienes participaban de los festejos, junto con sus
edecanes se dirigió apresuradamente al Palacio de Gobierno para analizar la
situación. Él y sus ministros trabajaron toda la noche en las acciones que
habían de emprender. A la mañana siguiente, tenían preparados los mensajes y
decretos que dieron a conocer al pueblo.
Pero el coronel Eliodoro
Camacho prefirió la versión chilena, la cual reprodujo en su
"Manifiesto":
"Es notorio que el pueblo de La Paz ignoraba
el aviso del funesto 14 de febrero, mientras que el general Daza, aturdido en
el bullicio del carnaval, ocultaba el parte y solemnizaba la ocupación de
nuestro litoral".[9]
Desde entonces los
subsiguientes escritores bolivianos se han limitado a copiar al coronel Camacho
hasta el presente, sin molestarse en hacer una investigación propia para llegar
a la raíz del asunto.
(2) LA SUPUESTA RETIRADA DE CAMARONES.
El historiador chileno, don
Diego Barros Arana, entrega una información reveladora, que debería
definitivamente poner término a la infame calumnia levantada contra el general
Daza acerca de su supuesta 'retirada' de Camarones:
"Durante la marcha, [el general Daza] no había cesado
de telegrafiar al Presidente del Perú para manifestarle las dificultades que
encontraba en el camino, y la dificultad en que su división se hallaba para
seguir avanzando. El Presidente Prado, seguro del poder de sus tropas, y no
queriendo que los bolivianos se llevaran la gloria del triunfo que, según creía
firmemente, debía alcanzar el ejército peruano del Sur, bajo el mando del
general Buendía, previno a Daza que de acuerdo con una junta de guerra, había
resuelto que aquel general atacase a los chilenos sin esperar las tropas
bolivianas que iban del norte, y que por tanto sería inútil y hasta peligroso
que éstas siguieran avanzando. El presidente Daza dio conocimiento de este
despacho a los jefes de su ejército, y en la tarde del 16 de noviembre impartió
a sus tropas la orden de contramarcha".
El telegrama que el presidente
Prado envió al general Daza es este:
"Viendo que no puede pasar adelante con su ejército, el
consejo de guerra que anoche convoqué ha acordado que el general Buendía ataque
mañana al enemigo, siendo por tanto no solamente peligrosa sino innecesaria la
marcha de usted al sur".6
Por el texto de este telegrama
oficial y por la información entregada por el historiador chileno, queda
aclarado lo siguiente:
No hubo 'retirada' de
Camarones, puesto que el general Daza y su ejército no alcanzaron a llegar a
ese lugar, cuando el presidente Prado le ordenó que no siguiera
avanzando.
Hubo una contramarcha, pero no
por voluntad del general Daza, sino por una decisión de la junta de guerra,
cuya decisión le fue comunicada por el presidente Prado mismo.
A la luz de estos
antecedentes, la calumnia levantada contra el general Daza queda
definitivamente desvirtuada. Sólo la mala fe o la desinformación podría
explicar la causa de que se siga propagando este infundio.
Otro historiador chileno también se refiere al desastre de
Camarones, y refuta la lectura popular de la retirada de Camarones:
"Daza partió el día 11 y exigiendo el máximo
rendimiento a su tropa, llega a Camarones el 15, donde queda en espera de la
artillería, que según telegrama recibido de Arica debía llegar ese día.
" El 16, sin noticia de la artillería anunciada, que
nunca salió de Arica y sin noticia tampoco de Buendía, Daza reúne en consejo de
guerra a sus jefes, y el consejo acuerda el regreso de las divisiones a Arica.
Daza ordena el regreso, y él, con toda su caballería, que llega a 450 hombres,
sigue hasta Tana, punto de reunión con Buendía donde llega el mismo 16 sin
tener noticias de Buendía, en vista de lo cual y habiendo visto caballería
chilena en exploración, inicia su regreso a Arica [...].
"Muy variado comentario hacen los diversos
historiadores sobre la vuelta de Daza, llegando algunos a decir que tuvo miedo.
En nuestro concepto, nada más lógico que el regreso de Daza; si Prado no le
manda nunca la artillería, ¿cómo iba a batirse con sólo sus infantes fatigados
en la penosa marcha, con un ejército como el nuestro que sabía bien provisto de
artillería y caballería? Habría sido absurdo que en tales condiciones hubiera
esperado el ataque del ejército chileno, cuya descubierta de caballería alcanzó
a ver desde Tana" (Alfredo Arenas Aguirre, Encina Contra Encina.
Refutación a la obra histórica de Encina sobre la Guerra del Pacífico. Santiago,
1954, p. 118).
(3) LA SUPUESTA CONNIVENCIA DEL GENERAL DAZA CON EL GOBIERNO
DE CHILE.
Con respecto a la acusación de
que el general Daza haya estado en connivencia con el gobierno de Chile, el
historiador chileno Gonzalo Bulnes se encarga de rechazarla por absurda:
"Hay otra explicación de lo sucedido, que es la
insinuación por los historiadores bolivianos y peruanos de suponer que Daza
estaba de acuerdo con Chile y que el retroceder de Camarones lo hizo
para facilitar nuestro triunfo en Dolores.
"Esta versión es completamente falsa y, al revés, el
pensamiento uniforme del Gobierno chileno, después de la campaña de Tarapacá,
era derrocar a Daza, considerándolo como único obstáculo para su inteligencia
con Bolivia".7
"El propósito militar que se tuvo en vista--continúa
diciendo el Sr. Bulnes--, fue derrocar a Daza precisamente porque no había
querido entenderse con Chile, suponiendo que Bolivia estaba deseosa de aliarse
con nosotros y que él se lo impedía.
"Por de pronto me limitaré a transcribir un trozo de la
correspondencia del presidente Pinto, que anticipa ese juicio y revela cuán
lejos estaba de toda inteligencia con el caudillo boliviano:
'A Sotomayor, noviembre 21. Mientras Daza subsista a la
cabeza del gobierno de Bolivia será imposible arreglarse con este país, y
mientras no nos arreglemos con Bolivia será difícil imponer la ley al Perú. Una
vez que batamos al ejército peruano de Tarapacá, creo que debemos pensar en
batir al ejército de Daza, pues una vez destruido, es probable que se produzca
en Bolivia un cambio de Gobierno, y esto allanaría mucho el camino para el fin
de la guerra. No creo en la venida de Daza al departamento de Tarapacá, pero su
venida tendría esa ventaja. Podría ser batido y destruido el ejército que sirve
de base a su poder; se organizaría en Bolivia otro Gobierno'.8
Esta información revelada por el
historiador oficialista chileno, Sr. Gonzalo Bulnes, echa por tierra la
canallesca imputación lanzada en aquella época contra el general Daza, que
grupos interesados se esmeran en mantener vigente
(4) ASÍ FUNCIONÓ LA CONJURA CHILENA PARA DERROCAR AL
PRESIDENTE DAZA
El afán del canciller Domingo
Santa María era separar a Bolivia del Perú, y ponerla a su lado, dejando así al
Perú como el único enemigo al cual destruir. Primero lo intentó con adulaciones
y halagos, tal como se había hecho anteriormente con el general Mariano
Melgarejo. De esta manera, a principio de abril de 1879, el presidente Daza
recibió dos cartas que revelaban estas intenciones, las cuales estaban firmadas
por el señor Justiniano Sotomayor Guzmán, aunque muy probablemente fueron
redactadas por el canciller Santa María. El señor Sotomayor Guzmán había sido
Cónsul de Chile en La Paz por ocho años, y era gerente de la mina
cuprífera de Corocoro. La carta decía así:
"Santiago, 8 de abril de 1879.
Señor don Hilarión Daza
La Paz
"Apreciado amigo:
"Me encuentro aquí desde hace un mes, y Ud. no tendrá
necesidad de que le diga por qué me he venido. La ruptura de relaciones entre
Bolivia y Chile me ha sido muy dolorosa, porque siempre he sido de opinión que
no debería haber en la América del Sur países que cultivasen más
estrechas relaciones de amistad.
"El Perú, por el contrario, es el peor enemigo de
Bolivia, es el que la agobia bajo el peso de sus trabas aduaneras, el
cancerbero de la libertad comercial, industrial y hasta cierto punto, política
de Bolivia.
"Chile ha llevado a Bolivia industrias y capitales.
Con este impulso la minería ha tomado allí un considerable impulso, esa
actividad ha tenido que refluir sobre la agricultura y sobre la riqueza del
país.
"Chile es el único país que puede librar a Bolivia del
pesado yugo con que el Perú la oprime. Chile es también la única nación que,
aliada a Bolivia, puede darle lo que le falta para ser una gran nación, es
decir, puertos propios y vías expeditas de comunicación.
"¿Puede pensarse seriamente en Bolivia en buscar por
Cobija y demás puertos de su litoral una salida para su comercio? Profundo
error. Los únicos puertos naturales de Bolivia son: Arica, Ilo y Mollendo, o
Islay. Aliada al Perú y haciendo la guerra a Chile, ¿qué le sucederá a Bolivia,
si Chile es vencido? Que caerá en manos del Perú, y gemirá como antes bajo el
peso de sus gabelas. Y si Chile triunfase, ¿qué ganarían los aliados? Bolivia,
vencedora o vencida, quedará sin puerto y anulada como nación.
"Por el contrario, Bolivia unida a Chile, ¿no tendría
seguridad de vencer al Perú? ¿No tendrá en su mano apoderarse de la puerta de
calle de que carece?
"Una cosa he notado aquí desde mi llegada. No hay odio
alguno contra Bolivia; se han respetado los bienes y personas de los
bolivianos; la guerra a Bolivia no ha conmovido al país, salvo alguno que otro
movimiento de tropas, parecíamos estar en paz. Pero llegó el momento de
declarar la guerra al Perú, y el país se levantó en masa, como un
solo hombre y todos han conocido que el Perú ha llenado las medidas de sus
intrigas, ingratitudes y deslealtades, y sólo se habla de castigarlo
terriblemente. Al Perú le haremos la guerra a muerte, a Bolivia no podemos
odiarla. ¿Por qué andamos tan descaminados haciendo guerras que no nos
convienen, y contrayendo alianzas que nos convienen menos aún? ¿Sería aún
tiempo de poner las cosas en orden? ¿Y por qué no?
"Ahora o nunca debe pensar Bolivia en conquistar su
rango de nación, su verdadera independencia, que por cierto no está ya en
Antofagasta, sino en Arica. Después de esta guerra ya será tarde. Chile
vencedor no lo consentiría, a menos de tener a Bolivia de su parte. El Perú
vencedor le impondrá la ley a Bolivia, su aliada, y a Chile su enemigo; y Chile
debilitado no podrá ayudar a Bolivia, aunque ésta se lo pidiese. El hombre que
dé a Bolivia su independencia del Perú, será más grande que Bolívar
y Sucre, porque aquellos, sólo le dieron un simulacro de libertad, y
éste se la daría real y verdadera. ¿Estaba reservada a Ud. tan colosal empresa?
"Su afectísimo amigo y seguro servidor.
J. Sotomayor"
Para reforzar sus ideas, tres
días después el Sr. Sotomayor envió una segunda carta.
"Santiago, abril 11 de 1879.
Señor don Hilarión Daza
La Paz
"Estimado amigo:
"Con fecha 8 del corriente me he tomado la libertad de
dirigirle una carta, sometiéndole ciertas ideas que espero le hayan merecido
alguna atención, porque no ha de tardar mucho en llegar el momento de que
puedan ser llevadas al terreno de la práctica.
"Ud. habría tenido ya alguna oportunidad de notar lo
que valen sus aliados actuales, que después de conseguir un fin de poner en
guerra a Chile con Bolivia, y de gritar y hablar mucho, todavía nada han hecho
a favor de Uds., ni harán, ni podrán hacer aunque lo quieran.
"Hace ya muchos días a la fecha, que la escuadra
chilena está bloqueando a Iquique, y la tan poderosa escuadra peruana no ha
salido a proteger ese importante puerto, desentendiéndose así de dar el combate
a que nuestra escuadra le provoca.
"Espero que al fin se resolverá a salir del Callao y
que nuestra escuadra dé buena cuenta de la peruana.
"Dueños nosotros del mar, obligaremos al Perú a hacer
la paz, bajo las condiciones que Chile quiera imponerle y entonces quedará
Bolivia imposibilitado para recuperar su antiguo Litoral y aún para conquistar
jamás a Tacna y Arica, Ilo y Moquegua, que es y debe ser su sueño dorado de
nación.
"El Perú no tardará mucho en dar a Bolivia fundados
motivos de quejas porque no le cumplirá ninguna de las promesas que le ha
hecho.
"No extrañe Ud. que me interese por Bolivia y que desee
verla unida a mi país estrechamente. He estado en Bolivia 8 años y tengo mi
porvenir vinculado a una empresa radicada en ese país, la cual he formado en 6
años de asiduo trabajo. Después de Chile es Bolivia el país de mis simpatías.
"Durante mi permanencia en Bolivia he experimentado
siempre mi parecer de que Bolivia no tiene mejor amigo que Chile, ni peor
verdugo que el Perú. Éste hace el papel de vampiro, que chupa a Bolivia toda su
savia vital, mientras Chile le ha llevado brazos, capitales e inteligencia para
desarrollar su riqueza nacional.
"El Perú oprime a Bolivia con sus leyes de tránsitos o
de aduanas, y en Chile se ha visto con pena ese estado de cosas, y se ha simpatizado
con las aspiraciones de un noble país que lucha en vano para
obtener vías propias para ponerse en relación con el resto del
mundo.
"Buscar esa solución por el Amazonas, o por Cobija o
Mejillones, son sueños; porque esas vías serán en todo caso mucho más caras que
la de Tacna y Arica, aún cuando en esta se cebe la codicia del Perú.
"Para Bolivia no hay salvación, no hay porvenir,
mientras no sea dueño de Ilo, y Moquegua, Tacna y Arica.
"Imagínese Ud. a Bolivia en posesión de esos
territorios. En muy poco tiempo una línea férrea uniría a Tacna con La
Paz, y el telégrafo la pondría en contacto con el mundo entero. La industria y
el comercio tomarían un inmenso desarrollo. Bolivia vería incrementarse
rápidamente sus rentas, afluir la inmigración, crecer la población; sus
importantes productos agrícolas y mineros irían a competir con los de sus
vecinos en los mercados del mundo. Bolivia podría tener marina de guerra y
marina mercante. En vez de consumirse en disturbios y revoluciones internas,
emplearía su actividad en progresar y enriquecerse.
"La posesión de Tacna y Arica sería para Bolivia la
varita mágica que todo lo transformaría.
"Bolivia, que encierra en su seno tantas o mayores
riquezas que Chile y el Perú, y a las que solamente faltan puertos propios
en situación conveniente, llegaría en muy poco tiempo a competir con sus
vecinos en población, rentas, riquezas y adelantos materiales de todo género.
"La alianza con el Perú, la derrota de Chile, ¿pueden
darle algo parecido? ¿Tendría siquiera gloria? ¿La gloria no sería para el
Perú, y los gastos y perjuicios de la guerra no serían para Bolivia?
"¿No quedaría Bolivia más oprimida que antes por el
Perú y con menos probabilidades de salir jamás de su posición secundaria y
avasallada? Y en caso de vencer Chile por mar, que es lo más seguro, a la
escuadra peruana, ¿cómo podría Bolivia pensar en atacarnos en Antofagasta? Todo
su valor y decisión ¿no serían vencidos por el desierto aun antes de llegar a
las manos?
"El Perú que ha sido desleal con Chile y con Bolivia en
repetidas ocasiones, no tardará en dar a Ud. algún motivo poderoso de queja que
sirva de punto de partida para la alianza con Chile, la cual aquí no
encontraría grandes dificultades para ser aceptada según el espíritu que he
podido observar en la generalidad del pueblo, el cual, si odia al Perú, ha
tenido más bien simpatía por Bolivia, hasta la última emergencia que nos ha
hecho romper relaciones.
"Con gusto me impondré de la comunicación que tenga a
bien darme para seguir trabajando por la difusión de mi idea, dado caso de
ser aquella favorable.
"Su afectísimo amigo y S.S.
J. Sotomayor"
El presidente Daza, de común
acuerdo con sus ministros, en categórico rechazo al contenido de las cartas del
Sr. Sotomayor, hizo llegar copias de éstas al Gobierno de Perú.
A pesar de este rechazo a sus
pretensiones, el canciller Santa María aún no se daba por vencido y elaboró una
táctica más directa. Envió al Sr. Luis Salinas Vega, un boliviano que residía
en Santiago, a entrevistarse con el Presidente de Bolivia para ver qué tan
dispuesto estaría para recibir proposiciones más concretas por medio de un
enviado especial. Él dijo que estaría de acuerdo siempre que el
portador de tales proposiciones le inspirase confianza. El señor Salinas le
mencionó a dos destacados bolivianos que residían en Santiago, los señores
Emilio Lillo y Gabriel René Moreno. El general Daza eligió al Sr. René Moreno.
De modo que el 29 de mayo de
1879, el canciller Santa María hizo entrega al Sr. Gabriel René Moreno de su
credencial y las bases que contenían la propuesta chilena. El texto de la
credencial era este:
"Credencial. Santiago, 29 de mayo de 1879.
Al señor Gabriel René Moreno.
Interesado el Gobierno de Chile en poner término a la guerra
que sostiene contra Bolivia, mira con placer la buena disposición de usted para
coadyuvar a la consecución de este deseo.
En consecuencia, el Gobierno de Chile verá con satisfacción
que usted se acerque al Excelentísimo Presidente de Bolivia y le signifique
nuestros sentimientos a este respecto. Mi gobierno espera que el de Bolivia
escuchará con benevolencia cuanto usted le exponga en este sentido, y en
conformidad a lo que usted ha expresado en nuestras conferencias verbales. La
palabra de usted contará en su abono con sus antecedentes personales y la presente
nota.
Dando a usted mis agradecimientos por el noble espíritu que
lo anima, me ofrezco de usted atento servidor".
Al mismo tiempo, el ministro
Santa María movía sus contactos en La Paz y, como resultado, el
presidente Daza recibió una sorpresiva nota de parte de los señores Aniceto
Arce y Adolfo Costa Du Reis, en la cual se le conminaba a que aceptara la
propuesta chilena. Esta increíble nota decía, en parte:
"Como representantes de las fortunas más valiosas, y a
nombre de este país, le manifestamos a Ud. que es preciso ponerse de acuerdo
secretamente con el Presidente de Chile, mediante una entrevista que deberá Ud.
tener con el señor René Moreno".
Debe haber sido chocante para
el presidente Daza constatar el descaro de estos típicos representantes de la
oligarquía boliviana en su intento por dictar órdenes al Presidente de la
República para cautelar sus propios intereses mercantiles.
Días después, el 8 de junio,
el señor Gabriel René Moreno entregó en Tacna la propuesta chilena de
reconciliación al presidente Daza y su canciller señor Serapio Reyes Ortiz. El
texto de las 'Bases' propuestas es este:
REPUBLICA DE CHILE
Ministerio de Relaciones Exteriores
BASES.
1. Se reanudan las amistosas relaciones que siempre han
existido entre Chile y Bolivia y que sólo se han interrumpido desde febrero del
presente año; en consecuencia cesa la guerra entre las dos Repúblicas, y los
ejércitos de ambas se consideran en adelante como aliados en la guerra contra
el Perú.
2. En testimonio de que desaparecen, desde luego, todos los
motivos de desavenencia entre Chile y Bolivia, se declara por esta última, que
reconoce como de la exclusiva propiedad de Chile, todo el territorio
comprendido entre los paralelos 23º y 24º, que ha sido el que mutuamente se han
disputado.
3. Como la República de Bolivia ha menester de una
parte del territorio peruano para regularizar el suyo y proporcionarse una
comunicación fácil con el Pacífico, de que carece al presente, sin quedar
sometida a las trabas que le ha impuesto siempre el gobierno peruano, Chile no
embarazará la adquisición de ese territorio, ni se opondrá a su ocupación
definitiva por parte de Bolivia, sino que, por el contrario, le prestará al
presente la más eficaz ayuda.
4. La ayuda de Chile a Bolivia constituirá, mientras dure la
guerra actual con el Perú, en proporcionarle armas, dinero y demás elementos
necesarios para la organización mejor de su ejército.
5. Vencido el Perú y llegado el momento de estipular la paz,
no podrá ella efectuarse por parte de Chile, mientras que el Perú no la célebre
igualmente con Bolivia, en cuyo caso respetará todas las concesiones
territoriales que el Perú haga a Bolivia, o que ésta imponga a aquel. Tampoco
podrá Bolivia celebrar la paz sin la anuencia e intervención de Chile.
6. Celebrada la paz, Chile dejará a Bolivia todo el
armamento que estime necesario para el servicio de su ejército y para mantener
en seguridad el territorio que se le haya cedido por el Perú o que haya
obtenido de éste por la ocupación, sin que le haga cargo alguno por las
cantidades de dinero que haya podido facilitarse durante la guerra, las que
jamás excederán de seiscientos mil pesos.
Queda desde ahora establecido que la indemnización de guerra
que el Perú haya de pagar a Chile, habrá que garantizarse precisamente atenta
la situación financiera del Perú, y su informalidad con sus compromisos, con la
explotación del salitre del departamento de Tarapacá y los guanos y demás
sustancias que en el mismo puedan encontrarse.
Una convención especial arreglará este asunto.
Iguales convenciones se celebrarán sobre los demás puntos
que sea necesario precisar, esclarecer o completar.
El presidente Daza y su
canciller Reyes Ortiz le expresaron al enviado especial de Chile su más
enfático rechazo a las bases propuestas y éste tuvo que regresar a Santiago con
las manos vacías. Después de su partida, estas autoridades bolivianas
entregaron copias legalizadas de las bases chilenas y de la credencial del Sr.
René Moreno al Perú y otros países amigos del continente.
Con este acto, el presidente
Daza cavó su tumba. Comprendiendo que todos sus esfuerzos por doblegar al
irreducible mandatario boliviano serían en vano, el canciller Santa María se
puso en contacto, una vez más, con la oligarquía minera boliviana y otros
enemigos internos del presidente Daza con el decidido propósito de planear su
derrocamiento.
Utilizó primeramente al Sr.
Federico Lafaye, un personaje boliviano al servicio del Gobierno de Chile. Pero
las gestiones del Sr. Lafaye no tuvieron éxito. Entonces recurrió al coronel
boliviano Benigno Eguino, el cual se hallaba en Santiago en calidad de prisionero.
El coronel Eguino aceptó la misión y se dirigió a Arica.
En carta al coronel Emilio
Sotomayor Baeza, el canciller Santa María hizo esta revelación:
"Veinte días ha que partió de aquí el coronel Eguino,
con quien convine cuanto debía hacer para que la alianza peruana terminase. En
mi poder tengo el plan concertado. En él entraba tentar a Camacho como el único
jefe que podría derrocar a Daza".9
¿Cuál sería el procedimiento que
utilizaría el coronel Eguino para llevar a cabo la misión que le encomendó el
canciller chileno, esto es, "derrocar a Daza"? Él mismo lo dejó
consignado en sus Memorias:
"Marcharía yo a Tacna con el pretexto de conseguir mi
canje, pero en la realidad, con la misión secreta de operar un movimiento
político, mediante el cual, el general Daza sería reemplazado con el comandante
en jefe del ejército boliviano, coronel Eliodoro Camacho, quien rompiendo la
alianza con el Perú, se entendería directamente con Chile para la inmediata
celebración de paz entre ambas naciones. Chile se quedaría entonces a entender
sólo con el Perú, que muy pronto sería aniquilado; y terminada la guerra,
Bolivia obtendría los territorios de Tacna y Arica, en cambio del departamento
de Cobija, que junto con la provincia peruana de Tarapacá pasarían a dominio de
Chile".10
El 27 de diciembre, el
presidente Daza partió de Tacna en tren rumbo a Arica para dar a conocer al
contralmirante Lizardo Montero el proyecto que había concebido.
Aprovechando su ausencia
temporal de Tacna, el coronel Camacho y otros prepararon el golpe de Estado
contra el presidente Daza. cuyos planes contaron con la colaboración del
contraalmirante Montero. Como primera medida, alejaron a los batallones de
línea de la ciudad, enviándolos en un día de aseo a un riachuelo cercano; luego
se apoderaron del parque de municiones y de los cuarteles de las unidades que
habían sido alejadas de la ciudad. Así, Tacna quedaba bajo el control de los
complotados.
El historiador chileno, don
Diego Barros Arana, da detalles de la conjura montada para derrocar al
presidente Daza:
"Sin embargo, la deposición de Daza ofrecía las más
serias dificultades [...]. sus soldados, o lo menos, algunos de sus batallones,
lo amaban con delirio [...]. Los jefes militares sabían bien que el día en que
se tratase de su deposición, habían de hallar una resistencia más o menos
formidable.
"Fue necesario obviar esta dificultad. El
contraalmirante Montero, interesado como el que más en la deposición de Daza
[...], facilitó el camino para llevarla a cabo. Llamó a Arica al presidente de
Bolivia para discutir su plan de campaña; y éste, sin sospechar el lazo que se
le tendía, se presentó allí en la mañana del 27 de diciembre.
"Durante algunas horas el jefe peruano y el presidente
de Bolivia discutieron cordialmente las futuras operaciones de la guerra. Daza
expuso su proyecto para destruir al ejército chileno. Montero lo
aprobó en todas sus partes, declarando que él mismo estaba pronto a secundarlo,
atacando al enemigo por un lado, mientras los bolivianos lo atacaban por el
otro. Los dos generales se separaron a las cuatro de la tarde como los mejores
amigos.
"Daza se dirigió entonces a la estación del
ferrocarril. Había ya tomado el tren en que debía volver a Tacna, cuando un
oficial peruano le mostró un telegrama que en el acto lo obligó a bajar de su
asiento, como herido por un rayo. Ese telegrama anunciaba que durante su
ausencia, el ejército boliviano se había sublevado bajo la voz de algunos de
sus jefes, y que sin encontrar la menor resistencia, había depuesto al
presidente Daza y reconocido como jefe al coronel don Eliodoro Camacho".11
El telegrama que el coronel
Camacho había enviado al contraalmirante Montero decía lo siguiente:
"Tacna, 28 de diciembre de 1879.
"El Ejército Boliviano ha desconocido la autoridad del
General Daza y se pone a mis órdenes, y yo a las de V .S., para cumplir nuestro
deber de defensa de la alianza. El Ejército Boliviano saluda a V. S. y en su
persona, al heroico y valeroso Ejército de su hermana aliada.
"Sírvase V. S. transmitir este suceso a S. E., el
doctor Piérola, ofreciéndole el homenaje de nuestros respetos.
"Eliodoro Camacho"
El general Daza estimó
que el contraalmirante Montero, en su condición de jefe del ejército
peruano, debía deponer a los sublevados y reponerlo a él en el poder. El
historiador chileno don Diego Barros Arana comenta:
"Sin sospechar la burla de que había sido víctima, el
general Daza se dirigió con esta pretensión al jefe peruano [...]. El fragmento
siguiente que copiamos de esa nota contiene la narración completa de esta bien
urdida y bien ejecutada intriga".12
Después de hacer un recuento
de cómo había sido invitado por el contraalmirante Montero a una entrevista, y
del tenor de lo que conversaron, y de cómo estando ya embarcado en el tren
recibió la noticia de parte del jefe peruano del motín que se había gestado en
Tacna en el cual se le depuso del mando de las fuerzas bolivianas, siendo
reemplazado por el coronel Eliodoro Camacho. La nota del depuesto presidente
Daza, fechada el 28 de diciembre de 1879, y transcrita por el historiador
Barros Arana, decía, en parte:
"El motín escandaloso encabezado por el coronel Camacho
y apoyado por unos cuantos jefes desleales--decía en su nota el general Daza--ha
sido una alevosa sorpresa al ejército y un engaño perverso para sepultar en la
vergüenza la honra de la nación que me ha confiado sus destinos. Todos los
cuerpos de infantería se hallaban fuera de sus cuarteles en aseo, y por
consiguiente sin un cartucho de munición para castigar el grito de rebelión.
* * *.
"Así, pues, y conociendo que este estado en que se
halla el ejército puede, no muy tarde, ocasionar un desborde que podría poner
en serios conflictos a la población de Tacna, es que deseo que US. con el tino
y sagacidad que le caracterizan, restablezca el orden turbado, dejando que el
ejército que clama por mi presencia, obre con absoluta libertad e independencia
y no sugestionado por los traidores a Bolivia".
El historiador chileno comenta sobre
las vanas expectativas del general Daza:
"Las esperanzas del general Daza se vieron muy pronto
burladas. El contra-almirante peruano, guardando todas las fórmulas de la más
solemne seriedad, se negó en los términos siguientes a apoyar las pretensiones
del presidente de Bolivia".
La respuesta del contraalmirante
Montero decía, en parte:
"El acontecimiento de que me informa oficialmente V. E.
es de suyo tan grave y trascendental que no es posible aventurar
calificativo alguno sin que el supremo gobierno de Bolivia, a quien desde luego
lo he participado por conducto del encargado de negocios del Perú, se sirva dar
a esta jefatura superior las convenientes explicaciones.
* * *
"Mientras tengo el honor, pues, de resolver con el
gobierno de Bolivia, y con V. E. en la parte que le concierne, la situación
excepcional en que han venido a colocarse los intereses de la alianza, he
creído conveniente asegurar el orden de la localidad, disponiendo que el
ejército boliviano salga a ocupar cantones; y una división del Perú se
establezca mientras tanto en la ciudad de Tacna".13
Con semejante
respuesta--la cual no podía ser otra, considerando que el contralmirante
peruano también participó en el complot contra el presidente boliviano--el
general Daza comprendió que ya no podía esperar apoyo alguno de sus aliados. El
corresponsal que tenía en Arica el diario limeño El Comercio, que
parecía estar al corriente de la intriga que derribó del mando al presidente de
Bolivia, entregó un informe detallado de todos los pormenores de la
conspiración. Y al referirse a la ayuda solicitada por el general Daza para que
el ejército peruano lo repusiera en el mando, dice sarcásticamente:
"El inocente general Daza ha tenido el candor de
dirigir una nota al contraalmirante Montero pidiendo apoyo y ayuda para que
nosotros lo salvemos de la estrepitosa caída, hecho que manifiesta que su
cerebro no está en sus cabales, o que su astucia es muy atrevida".14
Volvamos a los datos que
entrega el historiador Barros Arana acerca de las peripecias que estaba
sufriendo el general Daza:
"En el primer momento de despecho, solicitó asilo en
alguno de los buques de guerra neutrales que había en el puerto. Los comandantes
de esos buques se negaron a recibirlo. No queriendo permanecer más largo tiempo
en Arica, el 4 de enero de 1880, Daza emprendió a caballo su viaje por los
caminos de la costa hasta Mollendo, y en ese puerto tomó el ferrocarril que lo
condujo a Arequipa [...]. Parece que hasta entonces Daza abrigaba alguna
esperanza de verse repuesto en el gobierno de Bolivia. Creía que sus
partidarios reaccionarían contra la revolución operada por el ejército, y que
lo llamarían para confiarle de nuevo el mando del estado. Por eso había ido a
establecerse en Arequipa, para tomar allí el ferrocarril que va hasta las
orillas del lago Titicaca, y volver a La Paz al primer llamamiento
que se le hiciera.
"Pero en lugar de ese llamamiento recibió sólo la
noticia de una revolución ocurrida en la misma ciudad de La Paz el
día 28 de diciembre. El pueblo había depuesto a Daza del gobierno de la
república y del mando del ejército, y había nombrado una junta de tres
individuos para que desempeñase el mando provisorio".15
El acta de esa resolución,
respaldada por centenares de firmas del pueblo de La Paz, declaraba lo
siguiente:
"El pueblo de La Paz, reunido en comicio popular,
considerando:
"1. Que la ineptitud, cobardía y deslealtad del general
en jefe del ejército boliviano han llegado a afectar los vínculos de la alianza
con la hermana república del Perú; alianza que Bolivia está resuelta a
sostener, sin omitir sacrificio alguno;
"2. Que el funesto sistema de desaciertos de la ominosa
administración del general Hilarión Daza ha conducido a la ruina del país en el
interior, el descrédito en el exterior; a la deshonra nacional en la guerra que
Bolivia sostiene con la república de Chile, habiendo burlado las nobles
aspiraciones del pueblo boliviano, por la bastarda ambición de su dominador,
cuya política disolvente ha ocasionado la bancarrota de la hacienda pública y
la violación de las garantías sociales;
"3. Que el departamento de La Paz, consecuente al
espíritu de fraternidad con los demás de la república, considera como primera
necesidad la organización del poder público, para lo que desea y espera el
concurso de todos los pueblos, cuya voluntad respeta, declara:
"1). Que el pueblo de La Paz ratifica y
sostiene la alianza perú-boliviana para hacer la guerra a Chile, y protesta
seguir la suerte común hasta vencer o sucumbir en la actual lucha.
"2). Que destituye al general Hilarión Daza de la
presidencia de la república y del mando del ejército boliviano y nombra general
en jefe de éste al general Narciso Campero y ruega al señor contraalmirante
general Lizardo Montero se haga cargo del mando del ejército boliviano hasta
que el general Campero se constituya en el teatro de la guerra.
"3). Que nombra una junta de gobierno compuesta de los
señores coronel Uladislao Silva, doctor Rudesindo Carvajal y coronel Donato
Vásquez, para que, poniéndose de acuerdo con los otros departamentos, convoque
a la brevedad posible una convención nacional, quedando privados del voto
pasivo para la magistratura suprema los que hicieren la convocatoria. Mientras
tanto, la junta de gobierno atenderá a las urgentes necesidades de la guerra.
"La Paz, diciembre 28 de 1879". (Siguen las
firmas) 16
Quienes han leído con atención
los antecedentes indicados en este ensayo pueden darse cuenta de que acusar al
general Daza de "afectar los vínculos" de alianza con el
Perú es una villanía, ya que él siempre se opuso a las insinuaciones de que se
separase del Perú y se aliara a Chile. Obviamente, los redactores de esa acta,
que luego hicieron firmar al público desinformado, ocultaron convenientemente
el hecho de que el general Daza había sido irreducible en su afán de permanecer
inalterable al lado del Perú. Curiosamente, se nota una descoordinación entre
los grupos complotados. En Tacna, se le derroca y se proclama al coronel
Camacho como jefe del ejército boliviano; pero, en el mismo día, se le derroca
en la Paz y se proclama como jefe del ejército boliviano al general
Campero.
Por la lectura de este documento,
el general Daza comprendió que sus enemigos habían triunfado sobre él, y que no
le quedaba otra opción que el exilio. Así que regresó a Mollendo, y allí tomó
un vapor que lo llevó a Europa.
La conspiración dirigida desde
Chile por el canciller Santa María, con la complicidad de los grupos de poder
bolivianos, todos unidos por lazos masónicos, había conseguido el derrocamiento
del presidente Daza y el enlodamiento de su imagen. Pero la verdad siempre
termina por salir a flote, los pocos datos históricos que han sobrevivido a la
censura interesada de sus enemigos dejan entrever que el depuesto presidente de
Bolivia fue víctima de una siniestra maquinación, y posteriormente silenciado
para siempre cuando llegó a Bolivia con el determinado objetivo de revelar la
identidad y propósitos de los verdaderos culpables de los cargos que se le
imputaron a él.
SALINAS VEGA Y RENÉ MORENO Y LAS BASES CHILENAS DE 1879
"Los señores
Salinas Vega y René Moreno, ambos bolivianos, se prestaron a conducir a Tacna
las propuestas de Chile, no obstante que ellos bien sabían que existía un pacto
entre su patria y el Perú, y que este último país sólo había entrado en la guerra
para no quebrantarlo y permanecer fiel a su aliada. Uno y otro bien merecían
ser denominados traidores, aun cuando su propósito principal fuese mirar por
los intereses de Bolivia que creían salvaguardar, haciendo que renunciase al
litoral en cambio de Tacna y Arica. El ministro Serapio Reyes Ortiz, en su
Defensa, confiesa que Daza rechazó las propuestas que se le hacían, pero en
cambio le costó trabajo convencer a Moreno que no era posible incurrir en una
deslealtad para con el aliado, y que el honor nacional exigía que se mantuviese
el pacto entre ambas naciones. Al fin pareció ceder, y manifestó que de haber
sabido que los jefes militares de su patria eran opuestos a toda transacción
con el enemigo, no habría aceptado el ser portador de las propuestas chilenas.
"La opinión sana de
Bolivia condenó a Luis Salinas Vega y a Gabriel René Moreno. En la obra
titulada: Acusación al ex Presidente de la República de Bolivia,
General Hilarión Daza, por los delitos de traición a la Patria, peculado y
violación de las garantías constitucionales, publicada en La Paz, en 1893,
por la Cámara de Diputados, se citan como comprobantes de la traición
de Daza, las obras que dieron a luz así Salina Vega como René Moreno, y,
respecto a este último, se dice: 'Consta que éste fue agente obligado del
general Daza, quien le comisionó para que fuese portador de las proposiciones
chilenas, que él a su vez en comunicación directa con el chileno Justiniano
Sotomayor, habíase valido de Luis Salinas Vega para comenzar la connivencia con
el enemigo extranjero, cuyas bases importaban una traición al aliado'.
"Hay alguna imprecisión
en este párrafo, pero lo que importa en el mismo es la declaración que
hacía la Cámara de tener por delito de lesa patria el entrar en
conversaciones con el enemigo.
"A esto debe añadirse lo
que dice Eufronio Vizcarra en su Estudio Histórico de la
Guerra del Pacífico, Cochabamba, 1889, p. 118: 'Cuando Salinas Vega
comunicó a René Moreno el resultado de sus conferencias en Tacna, este último
se negó terminantemente a intervenir en el asunto porque, según su propia
expresión, 'las proposiciones eran inicuamente inmorales por su forma alevosa
contra el Perú', pero, por una de esas inexplicables contradicciones en que
incurren los hombres, René Moreno, que había calificado de inmorales las
proposiciones de Chile, resultó el portador de ellas'.
"Más tarde, ante el
clamor público que lo acusaba de traidor, publicó en Chile un folleto
titulado: Daza y las bases chilenas de 1879, en que denigra a su patria y
al gobierno. La autoridad política de Sucre denunció el folleto y René Moreno
fue condenado a 4 años de prisión 'por haberse puesto al servicio de la
República de Chile y por haber suministrado al enemigo, en su citado
folleto, noticias acerca de la situación militar, política y económica de
Bolivia'.
"René Moreno, que no
volvió a poner los pies en su patria, continuó en Chile, en donde ya llevaba
residiendo mucho tiempo ha, y conservó en el fondo un oculto resentimiento para
con el país en que había nacido, y también con el Perú".17
La reivindicación del general Daza. Una reparación pendiente
Los antecedentes ya mostrados
sobre la conspiración de que fue víctima el general Daza arrojan un
manto de dudas sobre la veracidad de las acusaciones que se hicieron en su
contra. Más aún, los siguientes datos refuerzan la proposición de que él era inocente
de los cargos que se le imputaban:
"Daza permaneció en Tacna
por un tiempo, pero muy poco después se retiró a Arequipa. La Convención
Nacional de Bolivia lo declaró el 16 de setiembre de 1880 indigno del
nombre de boliviano y ordenó se le sometiese a juicio. Esta disposición del
Congreso la firmó Campero, su sucesor en el gobierno, el 26 de setiembre. Daza
pasó a Europa, y en Paris suscribió su conocido Manifiesto. El 1 de diciembre
de 1882 pidió su repatriación a fin de defenderse de las acusaciones que se
habían lanzado contra él. El Ministerio de Gobierno, por resolución de 2 de
febrero de 1883 acordó que se le diese permiso de ingreso en el país, una vez
instaladas las Cámaras. En la carta que dirigió a Campero el 1 de diciembre de
1882, le decía: 'No me anima otro propósito que el de vindicarme, y, logrado
que sea, me retiraré del país a lamentar mis desdichas'.
"El 10 de mayo de 1894,
en Uyuni, muy cerca de la estación, recibió dos tiros por la espalda. En el
juicio pericial se constató el hecho. (V. Proceso Daza. Defensa del
teniente coronel Andrés Guzmán Achá por el abogado Feliciano Abstoflor, Potosí,
1895) La policía que custodiaba a Daza no le defendió. Pese a lo
intrincado del asunto, y al propósito deliberado de encubrirlo, la participación
de los militares es manifiesta. El juez del partido de Potosí dio
auto de prisión contra los militares sindicados como asesinos del general,
pero la Corte anuló dicho auto e hizo que pasase el asunto a la
justicia militar. (V. también Paz Solano, M. T. Narración de la
Guerra Entre Perú i Chile, La Paz, 1884)
"Es indudable que se
trató de echar tierra sobre el crimen [...]. Es sintomático el que hubiese
desaparecido la pequeña maleta que Daza llevaba consigo, y que desapareció
después de su muerte. Sin duda contenía documentos comprometedores, que habían
de servir a Daza para su defensa, pero que también implicaban la deslealtad de
otros muchos.
"En setiembre 5 de
1893, la Cámara de Diputados de Bolivia acusó a Daza de traición,
violación de las garantías constitucionales y malversación de fondos públicos.
No se llegó a una conclusión definitiva. (V. Luis P. Ampuero, Isaac J. Eduardo,
Juan B. Saavedra, Proceso Político Contra el Ex Presidente de la
República, General Hilarión Daza, sus Ministros de Estado y Otros Ciudadanos
Particulares, Organizado por la Legislatura de 1893. Edición
autorizada por el Honorable Senado nacional, La Paz, 1894)
"Después de lo dicho
hasta aquí, podemos preguntarnos, ¿hubo en verdad traición por parte de Daza?
Creemos que no hubo motivo para arrojar sobre él tan fea inculpación. Daza fue
solicitado por los agentes de Chile a fin de que rompiera con la alianza y dejara
solo al Perú. El Gobierno del Mapocho había adoptado esta actitud casi desde
los comienzos de la guerra, y sólo después de la toma del Huáscar, cuando llegó
a tener el dominio del mar, sin que el Perú pudiese oponerle un solo
barco, varió de parecer".18
La insistencia de algunos en
Bolivia en seguir repitiendo las infamias que se montaron en el pasado contra
la reputación del general Daza sólo puede compararse con la pertinacia de
aquellos que en Chile persisten en mantener viva la leyenda de que Bolivia
nunca tuvo litoral propio.
UNA CARTA ESPURIA ATRIBUIDA AL GENERAL DAZA
Escritores e
historiadores chilenos hacen mención de una carta que atribuyen al
general Hilarión Daza, que él habría escrito al prefecto de Cobija, coronel
Severino Zapata para anunciarle que su gobierno ha "fregado a los
gringos". El historiador chileno don Francisco Antonio Encina afirma con
desparpajo que en ella el general Daza le comunicaba "al prefecto Zapata
la reivindicación de las salitreras detentadas por la compañía", aunque,
en realidad, la carta no indica a quien va dirigida, y es altamente dudoso que
su autor haya sido el general Daza. Esta es la carta:
"Mi querido amigo: Tengo
una buena noticia que darle. He fregado a los gringos, decretando la
reivindicación de las salitreras, y no podrán quitárnosla por más que se
esfuerce el mundo entero. Por lo demás, Ud. verá si conviene más arrendarlas o
explotarlas por cuenta del estado. Espero que Chile no intervendrá en este
asunto empleando la fuerza; su conducta con la Argentina revela de
una manera inequívoca su debilidad e impotencia, pero si nos declara la guerra,
podemos contar con el apoyo del Perú, a quien exigiremos el cumplimiento del
tratado secreto. Con este objeto voy a enviar a Lima a Reyes Ortiz. Ya ve Ud.
como le doy buenas noticias que Ud. me ha de agradecer eternamente, y como lo
dejo dicho, los gringos están completamente fregados, y los chilenos no tienen
más que morder y reclamar, nada más.
"Manténgase con energía y
no tema, porque en mí hallará todo apoyo, desde que su conducta es en bien de
Bolivia, y yo no tengo otro anhelo que el bien de mi patria. Esperando que así
lo haga Ud. y se conserve bueno, lo saluda su amigo y compatriota. H.
Daza.
Este documento se encuentra en
la obra monumental de don Pascual Ahumada Moreno, "Documentos de la
Guerra del Pacífico, tomo 1, p. 93.
El escritor boliviano, don
Alberto Gutiérrez, no cree en la autenticidad de dicha carta, y así lo expresó:
"Tenemos muchos motivos
para considerar esta carta apócrifa. Daza no escribía ninguna correspondencia
por su propia mano, ni dictaba ninguna de sus cartas. Tenía secretarios, a
quienes encargaba la sustancia de sus comunicaciones. La carta copiada podría
explicarse como un acto de espontaneidad personal, que sólo es
posible cuando está escrita por mano propia o por el dictado literal a un escribiente.
Daza no usaba ninguno de esos procedimientos. Su educación literaria y
académica era muy limitada y no habría podido permitirle la redacción referida,
ni aun con las frases vulgarísimas que en ella están comprendidas. Tampoco eran
esas sus ideas políticas. No era capaz de afirmar que Chile se sometería por
debilidad y por impotencia, porque sus convicciones eran contrarias a ese
concepto. Había visitado personalmente el litoral boliviano en 1875 y había
aprendido a conocer la iniciativa de Chile en aquellos parajes, la influencia
que tenían sus capitales y la fuerza de cohesión nacional, que era uno de los
rasgos distintivos de su carácter.
"Lo que ha seducido a los
comentadores chilenos y especialmente a Bulnes, es la palabra fregado, que
le parece muy adecuada a las condiciones de la educación de aquel caudillo.
Sobre esa palabra ha bordado Bulnes otra leyenda. Asegura que cuando le
anunciaron en Arica que el ejército se había revolucionado y lo había depuesto
de su cargo de general en jefe, Daza se dejó caer sobre su asiento
exclamando: Me han fregado (Gonzalo Bulnes, Guerra del Pacífico, tomo
1).
"Ningún documento
poseemos, por desgracia, que exponer a los que exhiben y publican como
auténticos los escritores chilenos. Sólo tenemos, para tacharlos de antojadizos
o de imaginarios, los de la lógica y del buen sentido, que la crítica histórica
prefiere a los que se exhiben aun con la firma supuesta de unos u otros
personajes".19
En realidad, la expresión
"he fregado a los gringos" señala más bien una autoría chilena que
boliviana. Tómese en cuenta que cuando el capitán Carlos Condell vio
que la Independencia había encallado, cesó de huir y, frotándose
las manos, exclamó: "¡Aquí se fregaron!".
Además, el escritor boliviano
don Alberto Gutiérrez no fue el único en dudar de la autenticidad de la carta
que se atribuye al general Daza; el historiador chileno don Benjamín Vicuña
Mackenna también la consideró espuria. (Véase Historia de la
Campaña de Tarapacá, tomo 1, p. 153).
Dicha carta supuestamente fue
encontrada en la correspondencia que llegó a Antofagasta desde el gobierno
boliviano cuando esta ciudad ya estaba ocupada militarmente por Chile. Este
documento fue enviado al presidente Aníbal Pinto por el coronel Emilio
Sotomayor con el siguiente comentario: "A la llegada del vapor del norte,
cayó en mi poder la carta que le adjunto. Este documento es de alta importancia
y fehaciente prueba de las negociaciones con el Perú. 18 de febrero de 1879.
(Gonzalo Bulnes, Guerra del Pacífico, tomo 1, p. 90.) El portador de
la carta fue don Evaristo Soublette, enconado enemigo del general Daza.
LA SUPUESTA HUIDA DE LOS SOLDADOS BOLIVIANOS DEL CAMPO DE
BATALLA
Se hace circular la leyenda de
que los bolivianos huyeron de los enfrentamientos con las tropas chilenas en
Camarones, Pisagua, San Francisco, el alto de la Alianza, etc., dejando a
los peruanos solo frente al enemigo. Esa enseñanza se ha inculcado a los
pueblos de Chile y del Perú; incluso al pueblo boliviano. Pero los porfiados
hechos históricos parecen indicar otra cosa. A continuación las impresiones
vertidas por algunos escritores e historiadores peruanos y chilenos sobre el
desempeño de los soldados bolivianos:
"La división de Tacna [es decir, el pequeño ejército
del general Daza] era la que más intensamente preocupaba a los chilenos"
(Benjamín Vicuña Mackenna, Historia de la Campaña de
Tarapacá, tomo 2, pp. 817).
El historiador peruano don
Modesto Molina dice:
"El arrojo del 'Illimani' [se refiere al batallón
comandado por el coronel boliviano Ramón Gonzalez] fue heroico y ejemplar. En
ese asalto, el coronel boliviano señor González, fue más allá del heroísmo y
llegó a la temeridad. Ese jefe es todo un valiente".
Refiriéndose a la batalla del
Alto de la Alianza, del 26 de mayo de 1880, un autor peruano, que tampoco
simpatizaba con Bolivia, pudo decir lo siguiente sobre el valor de los soldados
bolivianos:
"El ejército boliviano se portó también con valor. El
competente jefe de Estado Mayor del ejército aliado, general boliviano Juan
José Pérez, cayó como todo un héroe. El general boliviano Eliodoro Camacho
resultó gravemente herido" (Emilio Luna Vega, Perú y Chile en Cinco
Siglos, impreso en los talleres gráficos de la Librería
Editorial 'Minerva':Miraflores, Lima, Perú, 1982), p. 366.
Don Diego Barros Arana relata
un caso de fuga de soldados, pero no se trata de soldados
bolivianos:
"El vigoroso ataque de la división chilena que embistió
contra el flanco izquierdo de los aliados produjo antes e una hora una seria
confusión en esa ala. A pesar del número mayor de sus defensores y de las
ventajas de su posición, la línea se sintió vacilar, y un cuerpo peruano que
había tomado el arrogante nombre de 'Batallón Victoria', volteó caras y se
entregó a la fuga. Fue inútil que el general Campero mandara hacer fuego contra
él; los fugitivos no querían volver al combate, y continuaron corriendo en
dispersión", Diego Barros Arana, Historia de la
Guerra del Pacífico, (Editorial Andrés Bello: Santiago de Chile,
1914. Publicado originalmente en 1880), p. 233
-------------------------------------- 0
----------------------------------------
[7] Benjamín Vicuña Mackenna, Historia
de la Guerra del Pacífico, (Editorial West: Santiago de Chile)
[8] Manuel Ravest Mora, La
Compañía Salitrera y la Ocupación de Antofagasta
1878-1879, (Editorial Andrés Bello: Santiago de Chile, 1983).
[9] Eliodoro Camacho, Manifiesto
del Coronel Eliodoro Camacho sobre el acto del 27 de diciembre de 1879, (Imp.
'El Nacional: Tacna, Perú).
6 Eliodoro Camacho, Manifiesto del
Coronel Eliodoro Camacho sobre el acto del 27 de diciembre de 1879, (Imp. 'El
Nacional: Tacna, Perú).
7 Gonzalo Bulnes, Guerra del
Pacífico, (Editorial del Pacífico S. A.: Santiago de Chile, 1955)
8 Ver nota 7.
9 Ver nota 7
10 Miguel Mercado Moreira, Guerra
del Pacífico. Nuevos esclarecimientos, (Editorial Fénix: La Paz,
Bolivia, 1955).
11 Diego Barros Arana, Historia
de la Guerra del Pacífico, (Editorial Andrés Bello: Santiago de
Chile, 1914. Publicado originalmente en 1880.
12 Ver nota 11
13 Ver nota 11
14 Ver nota 11
15 Ver nota 11
16 Ver nota 11
17 Rubén Vargas Ugarte, Guerra
Con Chile. La Campaña de Tacna y de Lima. Documentos Inéditos, Editor
Carlos Milla Batres: Lima, Perú, 1970, pp. 12-13
18 Ver nota 17, pero pp. 10-12.
19 Alberto Gutiérrez, La
Guerra de 1879, Editorial Francisco de Aguirre, S. A.: Buenos Aires,
Argentina, 1973, pp. 185-187
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