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EL COMUNISMO; OTRO DE LOS ENEMIGOS QUE ENFRENTO BOLIVIA EN LA GUERRA DEL CHACO


Por: Guillermo Mejillones Quispe. // Parte de su investigación para optar el título de licenciatura en Historia. / UMSA  // Foto: Guerra del Chaco, tropas bolivianas.


El matutino La Trinchera del 7 de agosto de 1962 expone que: En la guerra del Chaco, Bolivia añadió a sus enemigos el máximo de todos: el comunismo. No sólo tuvo que luchar contra el ejército paraguayo; contra la naturaleza inhóspita de las llanuras chaqueñas; no sólo tuvo que enfrentar a Saavedra Lamas, el canciller argentino convertido en amparo y protección del enemigo, y contra Conrado Ríos Gallardo, el canciller chileno, que polarizaba en su despacho de Santiago de Chile las informaciones del espionaje internacional contra Bolivia para pasárselas al Paraguay. El comunismo fue también su tremendo enemigo (La Trinchera, 7 de agosto de 1962, “El Comunismo y la Guerra del Chaco”). Sin duda, el que más afectó en el lado boliviano fue la campaña contra la guerra organizada desde el exterior.
La actitud anti guerrista de muchas organizaciones izquierdistas llevó a una organización incluso fuera de las fronteras. Tras los aprestos bélicos por ambas partes, se llegó a una inminente guerra entre estos dos países. Por ello, el programa trazado por la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana realizada del 1 al 12 de junio de 1929 en Buenos Aires, condensan en su programa en los siguientes puntos:

- Separación de la Iglesia del Estado.
- Expulsión de elementos del Ejército, de ingrato recuerdo para ellos.
- Disminución del presupuesto de Guerra.
- Suspensión de contratos con ciertas Compañías.

Claro que hasta ese momento, “(…) las reclamaciones obreras tenían como único fin un aumento de salarios. Jamás en ellas se había propuesto obligar a los gobernantes a ciertos actos políticos relacionados con las atribuciones del Estado”( Humberto Costas, “Bolivia y las causas del Comunismo”, En: Revista Militar Ejército de Bolivia, (Agosto) La Paz, 1930, p.487). Bolivia tenía importantes gestiones en compra de armamento en Europa. Argentina tenía intereses económicos en Paraguay. Así la promesa comunista llena de seducción y promesas ejercen sobre estos países antes de iniciarse la guerra y tomaría una característica muy particular.
La “Asociación Continental Americana de los Trabajadores” en Montevideo el año 1931, ya había resuelto el apoyo incondicional a los obreros de ambos países y un rotundo rechazó contra la guerra que se estaba gestando con los choques de patrullas y una difícil diplomacia por ambas partes. La Asociación de los Trabajadores defendía a los obreros de ambos países, llevando el mensaje en las diferentes naciones de Sudamérica, el mensaje contra la guerra se propalo con publicaciones como el folleto divulgado como en julio de 1931 titulado “Contra la guerra en América. Bolivia y Paraguay”. Este denunciaba las pretensiones ambiciosas de los intereses transnacionales ajenos a los del obrero que estaba llevando a la guerra a los dos países más pobres de América y reivindicaba los postulados del proletario. Y llamaba a la conciencia a los obreros de ambos pueblos a promover la revolución proletaria para no ser víctimas de la cruel guerra que consumiría bastantes vidas de obreros y campesinos. Tras las hostilidades se socializaría la propaganda contra la guerra en ambos países de manera sigilosa.
La Internacional Comunistas con sede en Montevideo había financiado con fuertes recursos económicos en propaganda propalando la responsabilidad de la guerra a las dos transnacionales: Standar Oil y la Royal Dutch, las cuales según ellas provocaron el conflicto del Chaco con sus intereses económicos.
En Bolivia, diversas organizaciones se pronunciaron contra la guerra. La FOT de Oruro declaró inmediatamente: “Nos oponemos a la guerra, porque tenemos la solemne promesa de los trabajadores del Paraguay y de toda América, que ellos jamás irán a la guerra, que la declaración de guerra de sus gobiernos responderán con la insurrección general”( H. Klein, citado por Irma Lorini, 1994, p.118). El Partido Socialista Revolucionario, se refirió al gobierno de Siles como inepto y criminal (…) que ha querido precipitar a Bolivia en una guerra con Paraguay, explotando la ingenuidad y patriotismo del pueblo boliviano, el Partido Laborista vio al conflicto como un atentado militarista del Paraguay, que no solo ha roto los principios pacifistas sino que ha herido hondamente la dignidad humana.
Los gobiernos burgués-conservadores de ambos países muy poco hicieron en serio para evitar la guerra, sino que cedieron a la presión e intereses de otra índole. El Partido Comunista Paraguayo organizó en varios puntos de su territorio activos comités anti guerreros, cuyas propuestas llegaban hasta las trincheras. Se postulaba el cese del fuego, la confraternización de los ocasionales combatientes y la concertación de una paz negociada, que contemple los verdaderos intereses de los trabajadores y campesinos. Sin embargo, estos postulados de no ir a la guerra en Paraguay serían severamente reprimida a diferencia de Bolivia que se realizó de manera holgaba fuera de las fronteras, llegando a postulados mucho más ambiciosos. Los opositores al gobierno paraguayo firmaron un acuerdo hasta la finalización de la guerra a fin de no agitar el problema político interno y aunar esfuerzos con el enemigo.
Al estallido de la guerra, dos sentimientos muy marcados persisten en la coyuntura, unos a favor de la guerra otros en contra. Pero, el humo del patriotismo aclama y se apoya para ir a la guerra en La Paz. El Presidente Salamanca tras anunciar que Bolivia debe por ante todo limpiar su honor nacional tras las agresiones paraguayas con choques de patrullas y la toma de fortines vivió un ambiente donde se enerva los ánimos (unos a favor de la guerra y otros en contra). Es así que el hombre símbolo, lleva a Bolivia al conflicto armado, manejando el dilema de “pisar fuerte en el Chaco” y poder tomar la integridad del Chaco y llegar hasta Asunción con la Cuarta División que se encontraba en el sudeste. Su actitud belicista precipito el conflicto. En tanto, se subestimó bastante al enemigo con el apoyo de la Argentina y la guerra duró tres años en los que Bolivia sería la más afectada con continuos desastres militares y como resultado la pérdida considerable de su territorio.
De acuerdo al trabajo de Pablo Stefanoni, la agitación antiguerrista tuvo una gran importancia en la articulación – y extensión – del comunismo continental, anudando vínculos con los emergentes movimientos antiguerreros europeos que se preparaban para la conflagración mundial. La peligrosidad del movimiento comunista no emanan de su fuerza numérica, sino del papel que empezó a desempeñar dentro y fuera del país en su calidad de gestor de los ‘Comités antiguerreros’. Llamado al pueblo a volver las armas contra el gobierno reaccionario y a oponerse al conflicto imperialista en el Chaco, los comunistas se convertían en blanco preferido de las persecuciones oficiales. Mientras algunos de sus dirigentes eran encarcelados, como Perfecto Ibarra y Obdulio Barthe, o asesinado, como Demetrio Flores, el partido divulgaba su plataforma mínima de lucha contra la guerra y por la formación de un gobierno su plataforma mínima de lucha contra la guerra y por la formación de un gobierno democrático – popular a través del folleto Ocara Poty Cue-mi, de su periódico Bandera Roja y de miles de volantes distribuidos en la capital. Las propuestas de los comités contra la guerra en ambos países, tenían otro alcance de fondo. Estallada la guerra comenzaría con las persecuciones y exilios.

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