El paraguayo Pérez Ramírez y Lydia Gueiler
Fuente: Lydia - Escrito
por Alfonso Crespo.
Durante los tres Durante la operación victoriosa para las
tropas bolivianas; la de Cañada Stronguest, librada en mayo de 1934. Las bajas
paraguayas sumaron 500 muertos y heridos y, 1389 soldados prisioneros, aparte
de 17 oficiales, entre ellos el capitán Joel Estigarribia, hermano del
Comandante en Jefe del Ejército y otro capitán llamado Mareirian Pérez Ramírez.
Transportados al interior del país, gozaron de un trato
correcto, contrastante con la dureza que sufrían los prisioneros bolivianos en
el Paraguay, Un grupo fue asignado a la ciudad de Cochabamba, donde fueron
recibidos con más curiosidad que hostilidad. En verdad, nunca hubo animadversión
entre los pueblos boliviano y paraguayo, que apenas se conocían, separados por
la geografía. Quizá por ello, la guerra, terrible en otros aspectos, fue un
duelo singular solo entre varones, que salieron a pelear al campo, sin
bombardear ciudades, violar mujeres o matar niños, como lo harían pocos años
después las civilizadas naciones europeas.
En cumplimiento de esta labor, trabo amistad con Pérez Ramírez,
“un hombre guapísimo, de ojos muy lindos, que me impactaron”, confidencio ella
al autor muchos años más tarde. Inevitablemente, surgió un cauteloso idilio con
el paraguayo. Otra muchacha cochabambina también mantuvo relación sentimental
con el capitán Estigarribia; pero fue el suyo el que provoco cuchicheos a la
sordina entre vecinas parleras. “¿Sabía usted? La hija de doña Raquel está en
amores con un prisionero paraguayo. ¡Qué barbaridad!”. Mas Lydia no se inmuto,
dando así una de las primeras muestras de su temple voluntarioso.
“Nuestro romance fue apasionado. Mi madre ignoraba esta
relación y yo temblaba ante la idea de
ue ella se entera, pues sin duda se opondría”. Qué fue lo que pronto ocurrió.
Alguna comedida puso al corriente a doña Raquel sobre el amorío de su hija. ¡La
que se armó!, pero no se rindió a las admoniciones de su madre y esta acabo
cediendo, con una condición: el matrimonio.
La ceremonia tuvo lugar el 9 de marzo de 196, con el
protocolo requerido: Lydia de traje de novia y el , vestido de civil. Se firmó
el acta correspondiente y los recién casados gozaron de una discreta luna de
miel en casa de doña Raquel.
Pérez retorno al Paraguay en uno de los primeros
contingentes de prisioneros repatriados, Lydia se reunió con él en Asunción,
siendo acogida cordialmente por la sociedad paraguaya.
Madre e hija vivieron cinco años en el Paraguay, al cabo de
los cuales, invadido por la nostalgia de su patria, Lydia retorno a Cochabamba,
en separación amistosa con Pérez. Algún tiempo después acordaron divorciarse a
las buenas… No volverían a encontrarse hasta 1965, cuando ella permaneció unos
días en Asunción, exiliada por el presidente Barrientos. Hidalgo como siempre, Pérez
la atendió cortésmente; para entonces él había contraído matrimonio con una
dama paraguaya. Lydia partió hacia Santiago de Chile, donde la acogieron Juan Lechín
y otros exiliados. Un día tendría noticia de la muerte de Pérez.
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