Después de la victoria de las fuerzas de Melgarejo en el
campo de las Letanías desde una de las cumbres que rodean a esta ciudad (La Paz),
le intimo rendición (26 de enero). “Tengo a orden de S. E. el presidente
provisorio de la república y general en jefe del grande e invencible ejercito
de diciembre” (Decía en una nota el secretario general don Mariano D. Muñoz), “para
intimar a ustedes que depongan las armas y se rindan a discreción, en el
perentorio termino de veinticuatro Horas, bajo la conminatoria de que esa
ciudad será tomada por asalto, siendo ustedes los únicos responsables de la
sangre vertida por la funesta consecuencia de una acción de guerra provocada
insensatamente por ustedes, que carecen de toda investidura que pudiera
legitimar su torpe resistencia…”
“¿Aceptáis esta intimación? Tenéis amplias garantías. Conservaos
en el seno de la patria y permaneced tranquilos en el seno de vuestros hogares,
a donde podrán igualmente restituirse los que se hallen hoy ausentes por consecuencia
de sus compromisos políticos. Olvidemos nuestro luctuoso pasado y pensemos solo
en el brillante porvenir de la patria.
“¿La rehusáis? Resignaos a las consecuencias y culpaos a vosotros mismos y a vuestra temeridad.
“¿La rehusáis? Resignaos a las consecuencias y culpaos a vosotros mismos y a vuestra temeridad.
“No olvidéis que están prisioneros en nuestro poder más de quinientos
de vuestros compañeros, cuya buena o mala suerte depende del patriotismo o
insensatez con que contestéis a esta intimación.”
La Paz se sometió. La sangre derramada en los campos de Viacha,
no había satisfecho, sin embargo, la cólera de Melgarejo, que una vez dueño de
la ciudad de La Paz, levanto en ella el cadalso político. Dos ciudadanos, Games
y Llanos, son aprehendidos, a pesar de la amnistía expresamente ofrecida en la
nota de intimación que acabamos de ver; y condenados a muerte por una orden verbal
del general Melgarejo, son ejecutados en alta noche en la plaza, frente al
palacio. Muchos otros ciudadanos que han tomado parte en la revolución, entre
otros el doctor Valle, secretario general de Arguedas, y el doctor Feliz Reyes
Ortiz, son buscados con ahínco (Antes de tomar la ciudad de La Paz. Cuando venía
en marcha, Melgarejo había asesinado por su propia mano en Oruro a un sargento
y a un soldado. Además en el camino de Coro Coro había hecho fusilar a un capitán
de apellido Balderrama.) Ningún habitante de la ciudad se cree seguro; y el
reinado de terror queda definitivamente establecido.
Los demás pueblos de la Republica se van sometiendo a medida
que tienen noticia del desastre de las Letanías.
La nación ha luchado, sin fortuna, durante un año entero, por lo que sede al
fin a la necesidad del reposo, y aunque el gobierno de diciembre proclama la
paz, lo único que en realidad comienza es la tregua del cansancio.
Fuente: La legación de Chile en Bolivia desde setiembre de
1867 hasta principios de 1870. De: Ramón Sotomayor Valdés.
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