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LA GUERRA DEL CHACO. GEOPOLÍTICA Y POSIBILIDADES ANTE UN CONFLICTO GENERALIZADO EN SUDAMÉRICA

Por: Guillermo Mejillones Quispe / La Paz (Bolivia), marzo de 2017. – Parte de la investigación de la  Tesis de grado para optar al título de Licenciatura en Historia. UMSA.

Karl Von Clausewitz en su obra De la guerra, indica que “la guerra es una mera continuación de la política por otros medios”. “¿Qué es la guerra?, es lo que la diplomacia no ha podido resolver en el campo de las negociaciones”. Los estados mayores de cada país tienen la tarea de estudiar durante el período de paz, el plan bélico y de defensa de cada nación. Estos estudian las posibilidades de guerra con sus vecinos y que desean conseguir por medio de las armas. Cada República fundamente sus geopolíticas de expansión acordes a sus políticas y necesidades económicas desde la antigüedad.
El conflicto bélico del Chaco no sería la excepción, nuestro Servicio Secreto logró acceder a secretos de Estado y actitudes de alianzas que podían generar un conflicto generalizado en Sudamérica. El conflicto del sudeste nos muestra como el estudio por parte de los países vecinos no fue dejada de lado. Bolivia pudo conocer algunos estudios de los países limítrofes sobre una complicación regional y la guerra de coalición, sobre todo con países que limita, en esencial con Argentina.
Según Ruiz Moreno: “los antecedentes que existen acerca de las pretensiones bolivianas, permiten suponer que su objetivo principal seria la obtención del Territorio de Formosa, con lo que aseguraría su salida al mar por los ríos Paraguay, Paraná y Plata. Otro objetivo sería la ocupación de Oran que antes trataba de reivindicar dicho país”. El Estado Mayor General de Bolivia, para entonces consideró reiteradas veces la importancia de recuperar su litoral marítimo que los supuestos objetivos contra la Argentina. Se manejó el argumento entre los generales bolivianos “la popular manifestación que primero se debía comenzar la campaña bélica con el Paraguay”, luego “el plato fuerte seria con Chile”. Estas nociones fueron conocidas por los países vecinos por ello concentraron sus servicios secretos en Bolivia.
El conflicto del Chaco fue un campo de experiencias. La acción diplomática Argentina asegura haber conseguido ante esa guerra resultado de transcendencia. Pretende haber llevado a su definitiva caducidad la doctrina de Monroe, ensayada hasta ese período sin eficacia, en las interpretaciones del Art. 21 del Pacto de la Liga. Ha mantenido la actividad de los neutrales reunidos en Whashitong en todas las incidencias de ese conflicto. El común denominador en los estados fue aunar los esfuerzos para llegar a una paz. Pero, el Comando Superior de Bolivia realizó sus estudios con respecto a la conflagración regional y se interesó en conocer los anteproyectos de la defensa de los demás países para el caso de una ‘guerra de coalición’ generalizada en Sudamérica.
Los estudios que fueron preparados por el E.M.G., fueron minuciosamente trabajados y puestos en consideración del Presidente de la República. El análisis contempla la posibilidad y alianzas de una guerra con: Argentina, Chile y Brasil. Cabe denotar que este estudio se la realizó en el contexto de la guerra del Chaco y sus respectivas realidades con los vecinos.

Con Argentina

Iniciado el conflicto bélico, Bolivia hizo constantes reclamos frente a Argentina que había actuado con una pretendida neutralidad que decía tener. El interés argentino se basa en intereses económicos que tenían la cúpula gobernante en el Paraguay y su oposición de que Bolivia tuviera su presencia plena en el rio Paraguay. El apoyo denotado que estaba haciendo al Paraguay fue muy notorio. El Ministro de Marina argentino, capitán Pedro S. Casal, garantizó asistencia militar a las autoridades de Asunción, dada la natural inclinación boliviana hacia Brasil.
En el caso de una guerra general sudamericana, la República de Argentina contaba la fuerte alianza con Paraguay, ya que, lo consideraban un valioso aliado, por cuanto, este se convertía en una cuña que podía frenar ejércitos brasileños invasores. La República del Paraguay, en lo que concierne a su vida económica su suerte está ligada a Argentina. “En cuanto al Paraguay, conviene que continúe como estado tapón; es un factor evidente de equilibrio”, regional en sud américa. Viendo el caso extremo que la guerra del Chaco se lleve a otro escenario internacional generalizado. Bolivia estudio retomar la antigua alianza de la diagonal Bolivia, Brasil y Chile contra la Argentina.
En septiembre de 1934, el Servicio Secreto boliviano consiguió acceder un documento Secreto del Estado Mayor de Argentina, este documento era la “Hipótesis N°5”, por el documento Casto Rojas había invertido $ 1.200. El estudio denominado la “hipótesis N°5” analiza cinco posibilidades en relación a la situación bélica del Chaco de ese momento y sus complicaciones regionales en Sudamérica y la guerra:
a) Inicialmente el país del N.E. (Brasil) mantenía una política equidistante de la República Argentina en la contienda pretendiendo ser la nación que debía ejercer el control directo sobre los beligerantes.
b) Esta pretensión se acentuó con la intervención de Chile a favor de Bolivia.
c) Esta situación política podía haber resultado en perjuicio de la República Argentina, pero nuestro gobierno neutralizo este movimiento con el viaje del señor Presidente al Brasil.
d) Chile que hasta entonces había conseguido aliarse con el Perú y Bolivia vio peligrar su estabilidad política con la unión (Brasileña Argentina) y no tuvo más remedio que tomar medidas para volver a su situación anterior. Para esto ha dictado leyes a fin de que los chilenos no puedan enrolarse en las filas del ejército boliviano y ha arreglado el entredicho Chile – Paraguay.
e) Otra medida diplomática de parte de nuestro gobierno ha sido puesta de manifiesto últimamente con el viaje realizado por el Sr. Presidente de la República por el norte de nuestro país, lo que ha traído como consecuencia el proyecto de canalización del Rio Bermejo. Este proyecto convertido en Ley favoreció todo el norte argentino y sería una atracción materia de todos los productos bolivianos del sud hacia el río de La Plata.
Esas fueron las cinco posibilidades que planteó la Hipótesis N°5, del Estado Mayor Argentino, estos realizaron otros estudios más, pero la característica de la hipótesis es que fue elaborado para su momento y respondía a circunstancias del período de beligerancia entre Bolivia y Paraguay. La hipótesis analizó el escenario adverso para Argentina de la posible alianza entre Brasil, Chile y Bolivia contra el país del Plata. El Presidente de Argentina tuvo que viajar al Brasil para bajar la tensión y evitar la alianza los tres países de la diagonal y evitar la guerra general en Sudamérica. En consecuencia, Argentina vio oportuno plasmar sus temores fungiendo como país mediador. La cúpula Argentina, se había inmiscuido bastante con la nación guaraní, de tal manera que su Estado Mayor vio los riesgos provocados y estudio las posibilidades en el caso extremo de complicación con una guerra generalizada, ante los reclamos constantes de Bolivia. 
Los países vecinos veían con preocupación y oportunismo las posibles complicaciones internacionales que podía provocar la guerra del Chaco.
Para Argentina: “Si bien esta frontera es la menos favorable para el desarrollo de operaciones militares con masas importantes, presenta el inconveniente de que a ella solo llega una radial directa y de escaso rendimiento. La situación de Bolivia es mejor que la nuestra [Argentina], pues si bien su radial Uyuni-Tupiza La Quiaca presenta las mismas características y condiciones que Jujuy-La Quiaca, la distancia en que se encuentra de los centros vitales de este país significa importante ventaja”. Bolivia está mejor ubicada bélicamente contra la Argentina con respecto a sus centros de abastecimiento en este sector. Por ello, los militares argentinos advirtieron a su gobierno no agravar el conflicto del Chaco, ya que, el tema de abastecimiento estaba en gran desventaja con su ejército y podía repercutir de gran manera en desarrollar la guerra contra Bolivia.
Ernesto Florit respecto a la penetración pacifica de la frontera con Argentina dice: “del total de extranjeros que habitan nuestras fronteras, en la frontera Norte (Salta, Jujuy) el 50% son bolivianos; en Mendoza el 50% son chilenos; en Entre Ríos el 15% son uruguayos; en Corrientes y Misiones el 10% son brasileños”. “Respecto a Bolivia, conviene acordar facilidades para la salida de sus productos al Rio de la Plata”. Como este tema existieron muchos otros factores que ponían en gran ventaja bélica a Bolivia entre una guerra con el Argentina, aun cuando este país constituía una potencia militar en ese período, no sería fácil la campaña para este país en el norte de su territorio. 
En consecuencia, se buscó mantener un difícil equilibrio en la relación bilateral entre Argentina y Brasil, que se reflejó en políticas de acercamiento y cooperación mutua, y políticas de competencia. Fue muy importante entre estos dos países el acercamiento y el “Pacto antibélico o Pacto de No Agresión y de Conciliación”. Los viajes del Presidente argentino a Río de Janeiro en 1933 y del Presidente brasileño a Buenos Aires en 1935, con sus consecuentes tratados firmados. Pero, ambos estados siempre se veían con desconfianza mutua.
El gobierno argentino apoyo al Paraguay con la intención de no permitir a Bolivia se extendida hasta el río Paraguay, lo que provoco en Brasil simpatías hacia Bolivia. No obstante, las gestiones de autoridades de La Paz respecto a conseguir apoyo brasileño no se concretaron. El gobierno de Getúlio Vargas no permitió al de Bolivia pasar armas por su territorio. Sumado a ello el desacuerdo del gobierno norteamericano que veía la peligrosa agravar la tensión entre Brasil y la Argentina.
En diferentes momentos del conflicto Bolivia estudió la posibilidad de una ruptura de las relaciones diplomáticas con la Argentina y que pondría en inminente peligro nuestra integridad territorial, sobre todos los departamentos de Tarija y Santa Cruz, incluyendo nuestras zonas petroleras, ante ese contexto coercitivo Bolivia mantenía su política subalterna a las sesiones en las conferencias de paz llevadas por Argentina.
Se presentó una acción, a fines del mes de junio de 1933, un frustrado intento de comprometer al gobierno de Bolivia en el derrocamiento del Presidente argentino, general Agustín Pedro Justo. El emisario del ex general argentino Severo Toranzo entrevistaron al Cónsul de Bolivia en la provincia de Salta, Luis Felipe Lira y Girón, para solicitar la cooperación del gobierno de La Paz en un movimiento subversivo destinado a derrocar a las autoridades argentinas. La cooperación boliviana debía consistir en la entrega de armas y explosivos para hacer volar los puentes entre Córdoba y Salta, a fin de impedir la sofocación de la rebelión por parte de las guarniciones salteñas. En compensación, el gobierno boliviano obtendría la ruptura de la neutralidad Argentina en la guerra del Chaco. Las autoridades nacionales rechazaron la propuesta, y el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino decidió expulsar de Salta al cónsul boliviano.

Con Chile

Chile era consciente que tanto Perú como Bolivia en algún momento iban a tomar represalias para resolver la cuestión pendiente que dejó la guerra del Pacífico. El más afectado seria Bolivia porque se quedó sin puertos para el comercio internacional. Pero, inevitable fue el conflicto con el Paraguay y fue forzoso para Bolivia el tránsito de armamento por puertos chilenos.
Antes de la guerra entre Bolivia y Paraguay: El Presidente electo del Paraguay, José P. Guggiari, hizo entonces una gira por varios países americanos. Se detuvo especialmente en Chile, cuyo gobierno veía con desagrado a Bolivia por las pretensiones bolivianas de obtener una salida propia al Pacífico. Se supo que Chile vendió armamento al Paraguay y se afirma que Guggiari firmo pactos secretos de ayuda chilena al Paraguay en contra Bolivia. Según la apreciación del diplomático de los Estados Unidos Spruille Braden: “Al principio de la guerra, Chile era pro-Paraguay; pero el Gobierno del Paraguay tuvo la desgracia de trasferir a Chile como su Ministro a J. Isidoro Ramírez, quien se había hecho persona no grata en el Perú. (…) fue cogido in fraganti en actividades no diplomáticas, tales como la de contratar agentes de espionaje en el Ejército chileno. Chile rompió relaciones con el Paraguay y transfirió sus simpatías a Bolivia”. Y geopolíticamente le convenía a Chile que Bolivia mirara al atlántico y no al Pacífico. Sin embargo entre Chile y Paraguay existía un pacto defensivos contra Bolivia.
El Presidente Alessandri tenía buenas razones para temer que con la ayuda que Argentina suministraba al Paraguay y la simpatía de Chile hacia Bolivia, algún incidente imprevisto puede envolverse en tal guerra, y que Brasil seguidamente se incorpore a las bases de la diagonal, aquel concepto antiguo de una alianza de Brasil, Bolivia y Chile, contra las ambiciones agresivas de Argentina. Las relaciones diplomáticas de Bolivia con Chile, durante el conflicto fueron buenas, pero, Chile siempre vio a Bolivia con suspicacia.
Con base en el documento Secreto del Estado boliviano de 1935: “Notas Extractadas de Directivas de Defensa Nacional de Bolivia”, con respecto a Chile se decía: Ante el conflicto del Chaco Boreal y a pesar de la bravura y altivez araucana, “Chile se ha mantenido casi medroso ante posible complicaciones y contingencias”. Cuando se le reclamó aplicar el Tratado de 1904 con energía, respecto de Bolivia para obligarla a la paz, por una neutralidad vigorosa, el Presidente Alesandri, en carta confidencial manifestó “que solo se resolvería a hacerlo con la garantía de una alianza Argentina”. Un diario de sesiones secretas del Senado de Chile, revela que el Canciller Tocornal afirmó sus temores de Bolivia y la necesidad de apoyarse en Argentina. Puesto que, Bolivia mantenía su mirada permanente en el Litoral usurpado por Chile. El tema de la guerra del pacifico había dejado un tema pendiente que afectaba más a Bolivia. 
Desde la finalización de la guerra del Pacífico, el Estado Mayor General de Bolivia, había considerado a Chile, como su principal amenaza presunta de orden vecinal. Pero, para la década del treinta, Chile no se encontraba en buena situación: económica, social y política.
Sumido en una crisis, “nacido de una revolución y mientras todo el Continente ofrecía el cuadro de inestabilidad de veinte revoluciones que han cambiado en todas partes los regímenes políticos, sin haberse aun afianzado en forma suficiente la estabilidad de los recién constituidos”. En la mayoría de los países respondía al mandato de corte dictatorial. La crisis de 1929, había provocado problemas en economías como la chilena, para la década del treinta se sumas los problemas de índole político y social.
El caso particular de Chile, ha estado al borde de una especie de comunismo y en lo económico y se ha expresado con más dolencia la bancarrota de sus principales productos de exportación con el cobre y el salitre, esto precipito su derrumbe financiero. Su sistema económico era expresión de la vieja tendencia imperialista. El Ministro boliviano Alvarado, de vuelta de una misión desempeñada en Santiago, declaró en la Comisión Exterior que el tratado comercial que había suscrito Bolivia con Chile le había quedado como un auxilio, dentro del concepto, dijo en palabras textuales, “de un país protector a un país protegido”. Chile ya no constituía para Argentina el primer peligro, peor para Bolivia. Sin embargo, la Argentina en contienda con otra nación fuerte de América debía contar a su espalda con la segura agresión de Chile y hacerla aliada.
Con información del servició reservado, se supo que: “(...) el Gobierno de Chile estaría dispuesto a cederle un puerto soberano a Bolivia en Arica, con más un corredor, si Argentina quisiera tomar a su cargo exclusiva la reconstrucción del ferrocarril trasandino. Ruiz Moreno habría dicho a Zubizarreta que el Gobierno argentino estaría dispuesto a ese sacrificio pecuniario calculado en diez millones de pesos, siempre que mediante él se lograra solucionar el pleito del Chaco a satisfacción del Paraguay”.
La política chilena respecto al conflicto del Chaco fue bonancible. Con la Argentina mostraba cierta preocupación y temores. De acuerdo al documento: “Actitud de Chile en el actual conflicto del Chaco” de febrero de 1935. “Chile, o mejor dicho sus hombres dirigentes, temen a la República Argentina. Es la ‘obsecuencia’ de que le he hablado al señor Cruchaga. Ha desaparecido el coraje de otros tiempos, cuando Walker Martínez y Barros Arana desafilaban al gaucho. Ahora hay la certidumbre de la inferioridad. Chile no puede medirse con el Brasil, emulo de hegemonía”. A ello se agrega la desconfianza cada día creciente con respecto al poder militar de Bolivia. La política de Chile es desconcertante. En algunas ocasiones se muestra amable y cordial para Bolivia, en otras no. Respeta los tratados y no obstaculiza el ingreso de elementos de guerra por sus puertos, lo que para Bolivia fue muy favorable.
Chile se encuentra a gran distancia del Paraguay. En cambio con Bolivia se encuentra entrelazada comercialmente y se enfoca en el desarrollo de su porvenir. Por otro lado, “(…) que no siendo Chile vecino del Paraguay, tampoco le incumbe el riesgo. Es la Argentina que lo aceptara y que pugna en todas partes por no quedar sola”. En tal medida, es por demás claro la inclinación de Chile hacia Bolivia durante el conflicto del Chaco. Sin embargo, “Semejante gravitación obligaría a Chile y el Perú que son los países irresolutos, y que no hacen ahora otra cosa que escudriñar quienes o cuales secundan a la Argentina, a los Estados Unidos y al Brasil”.
El 7 de febrero de 1935, Carlos Calvo en nota reservada dirigida a David Alvestegui, expresaba: Si fuera posible quebrar las veleidades de la política chilena e inducirla a una cooperación más real y más sincera, seguramente el Perú seguiría al mismo camino y así se conseguiría dejar solos a Argentina y Uruguay, con la circunstancia de que Argentina en muchas ocasiones está impedida de obrar en su propio nombre. Bien se podría dejar entrever a la Moneda un programa de sólido y eficaz entendimiento económico con Bolivia en término tales que le haga suponer constituye el primer paso hacia esa aproximación que en el ideal chileno desde hace mucho tiempo.

Con Brasil

Las directivas de defensa del Estado Boliviano coinciden repetidas veces en contar con la alianza del Brasil, ya que, este es un aspecto fundamental para Bolivia en su defensa. Durante el conflicto del Chaco, Bolivia debía contar con el apoyo del Brasil en el caso de agravarse la situación con la República de Argentina. 
“Las directivas preparadas por el Estado Mayor del Ejército en sus números IV y V con sus apartados A, B, C, D, y E, consideran la máxima hipótesis de guerra, en el caso de una coalición de todos las repúblicas vecinas contra la Argentina sola, y estudia los objetivos principales y complementarios de Chile, Brasil, Uruguay, Bolivia y Paraguay. En el número VI dentro de dicho hipótesis máxima establece, en el orden de importancia de los problemas adversarios, primero Chile, segundo Brasil y Uruguay, en acción conjunta y tercero como enemigo secundario Bolivia y Paraguay”.
En ese momento la estabilidad de la paz regional dependía fundamentalmente de la amistad entre la Argentina y Brasil. La acción diplomática de Argentina considera haber logrado importantes acercamientos con el Brasil traducido en su política diplomática. No generar ningún problema de ningún orden con el Brasil fue prioridad para la Argentina. Las gestiones diplomáticas de la República del Plata fueron hábiles y cuidadosas cuando trataban con el Brasil.
El Brasil ha persistido en su complacencia con la Argentina, esto por el tema del Acre, y por la desmesurada ambición del Presidente Getulio Vargas, y por las cuestiones lugareñas de San Paolo que quizá encontrasen puerta de escape gracias a algún soplo de imperialismo, ya sobre todo, por el motivo de que no hay efecto sin causa, y que no se divisa a cual responde la nueva política.
Según las “Notas de Defensa del Estado Boliviano”: El Brasil acariciaba desde varias décadas llegar con sus ferrocarriles hasta Santa Cruz para vincular esa zona, una de las más fértiles del mundo, con sus puertos del Atlántico. Brasil vio de manera oportunista también la tendencia separatista de Santa Cruz que se estaba propagando en diferentes países de la región. Este país ya había conseguido de Bolivia extensas zonas con el Mato Groso y el Acre, no estaba descartado en sus geopolíticas de expansión el departamento de Santa Cruz y su anexión al Brasil.
Lo cierto es – como lo demuestra el caso del Brasil – que ninguna seguridad debe fincarse en países que no nos pertenecen por alianzas políticas. Es el único lazo formidable que causa derechos y obligaciones. De otro modo, no es posible repetir la frase de Cristo: “Con migo estas, o no estás conmigo”.
En materia internacional es mejor la suspicacia que la confianza. Lo prueba la aventura de la guerra del Chaco ejecutada por el señor Salamanca sin prever el auxilio argentino, ni las consecuencias que aun en Chile la guerra pudo producir. La República del Uruguay mostro apoyo ante la causa paraguaya y su alianza con la Argentina ente un conflicto regional. El Perú, había mostrado su apoyo a Bolivia en Ginebra y en temas de internación de armamentos por puertos peruanos eran favorables. Sin embargo, Chile y Perú coincidían en no ver a una Bolivia fuerte y victoriosa que infundadamente creían podría más adelante complicar la política del Pacífico. La política del Perú había cambiado después del fallecimiento de Solón Polo y Bolivia bebió afrontar diversos tropiezos que antes no existían. Los demás países como: Colombia, Venezuela y el Ecuador mostraron apoyo ante Bolivia.

Foto: Prisioneros bolivianos capturados en la Guerra del Chaco.
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