Misa de campaña, Guerra del Chaco.
Por: Isabel Velasco / 30 de septiembre de 2009 / Este artículo fue extraído de
su blog: www.isabelvelasco.com
Es mucho lo que no se sabe de las increíbles hazañas de los miembros de
Servicio Secreto de Bolivia en la Guerra del Chaco. El Domingo pasado la
Revista “Escape” del periódico de La Paz: “La Razón” publico una interesante
historia basada en los personajes que participaron en “OPERACIÓN ROSITA” nombre
idílico que fue usado para una de las magníficas historias de estos personajes
que poblaron los salones, corredores, túneles, buques, arenas, oficinas, en su
papel de espías, durante el conflicto bélico con el Paraguay.
Como escuche, miles y millones de veces estas historias, hay una que creo
deleitara a los lectores de esta Revista: La Historia del Tata Ivar! Que se las
relato con afecto y en memoria de mi padre el Espía Numero 13, Jefe del
Espionaje Boliviano durante la Guerra del Chaco, Don Gastón Velasco Carrasco.
Dice que este joven nació en Jalisco, México, fue enclaustrado muy joven en un
Seminario de donde al final de sus estudios místicos canto su primera Misa y
recibió los secretos confesionales de sus primeros feligreses allí en
Guadalajara, estado de Jalisco, bajo el cielo de México su tierra natal.
De apuesta presencia varonil, rostro de tez trigueña, picaros ojos bajo cejas
tupidas, carialegre, amable y atractivo con las gentes de su parroquia, se lo
conocía por su charla amena y decidora con sus cofrades clérigos y sus
compinches amigos, era un paradigmático sacerdote tonsurado y ensotanado de
hábito negro que infundía respeto y veneración. Pero cuando algo le picaba o se
percataba de algún pecado mortal, explotaba de ira, lanzaba juramentos
amenazando con la excomunión a los enemigos de Dios y de la Patria.
Por el año de 1928, la lucha política en México recrudeció violentamente contra
la clerecía, originándose sañuda persecución al sacerdocio católico. Plutarco
Elías Calles impuso su autoridad por la fuerza, frente al desenfreno de la
oposición clericalista contra su gobierno.
En estas tremendas tribulaciones de asedio y persecución, nuestro personaje se
hallaba comprometido en la subversión y las autoridades le tenían ojeriza
pisándole los talones todo el tiempo a fin de capturarlo. Ivar opto por liar
sus bártulos, preparo sus maletas y de la noche a la mañana se hizo humo de
Guadalajara, llegando a Bolivia al amparo de la Jerarquía Eclesiástica. Sentó
sus reales en los valles cochabambinos, donde el obispado le asigno para el
servicio del culto la parroquia de Sipe Sipe. El Tata Ivar fue por esos pueblos
y caseríos con ademanes abaciales, predicando el amor de Dios al prójimo, Tenia
la especialidad de conocer todos los sortilegios que redimen los pecados
humanos y procuran a los mortales una amplia entrada al cielo.
El Tata era comilón, gustaba de la buena chicha. Frecuentemente viajaba a
varias parroquias e iglesias de la ciudad donde oficiaba de cura suelto. Hacia
también colectas religiosas destinadas a la propagación de la fe. Su carácter
resuelto y animoso lo llevo a la conquista de muchos amigos, en especial de
políticos del Partido Republicano, conociendo entre ellos a Don Daniel
Salamanca con quien trabo íntima amistad y se hizo su partidario.
Tomo parte activa en las elecciones de 1931, allí en Cliza a la cabeza de un
grupo de sus correligionarios, no trepido en asaltar las ánforas electorales
revolver en mano, obteniendo así el triunfo de Salamanca para la Presidencia de
la Republica en ese distrito electoral.
Es así que desde el punto de vista pintoresco, el Tata Ivar a “lo mero macho”
de las tierras de Jalisco, llego a ser el hombre de confianza de S. E. el
Presidente Salamanca, quien lo designo Jefe de Policía de la ciudad de
Cochabamba. Desapareció el apóstol y surgió el guardián del orden público.
El clérigo mexicano, como Jefe de Policía hizo tabla rasa con vagos y
malentrentenidos amigos de lo ajeno que pululaban por esos lares, sembró el
pánico entre el elemento del hampa hasta exterminarlo. Bien pronto el Tata se
dio a conocer por su bravura en las disputas con los malvivientes, a quienes
los tenía en jaque y a sus contendores a puño limpio. Era diestro en el manejo
del revolver Colt calibre 38, que para amedrentar a los bellacos lo manipulaba
con entera destreza, haciéndolo girar entre los dedos índice y pulgar de su
mano y cuando apuntaba y apretaba el gatillo era bala segura en la humanidad
del delincuente que huía corriendo de la justicia.
En Junio de 1932 se enfrenta con la Guerra del Chaco, en estas circunstancias
es nombrado en el alto cargo de Director General de Policías con sede en la
ciudad de La Paz donde de inmediato se pone en campaña para imponer el orden y
disciplina, erradicar el vicio en todos sus niveles.
Este hombre tan severo gozaba de buena reputación como sacerdote, como policía
era respetado y temido por todos en general. Para el solo había un reglamento
especial que ejercitaba contra los profesionales del vicio. Sin necesidad de
recurrir a decretos gubernamentales, impuso por su cuenta y riesgo el “toque de
queda”. A las doce de la noche no había un alma viviente en las calles,
hombres, mujeres y niños estaban emplazados a cumplir sus deberes y todo el
mundo andaba pianito y de puntitas porque así lo exigía el estado de guerra.
Conocía al dedillo todos los rincones de la ciudad, los sitios de placeres
nocturnos así como todos los antros de perversión. Contaba con la colaboración
de una “Pandilla Juvenil” con efectivo servicio de inteligencia, que el mismo
había organizado entre mozalbetes quinceañeros quienes detectaban el más mínimo
movimiento de los elementos perversos del hampa. Por las noches principalmente
había que cuidar la ciudad de las aventuras y el escándalo. Entonces eran muy
conocidos los salones de diversión: “El Gato que Fuma” en Churubamba y el
“Caballo Blanco” en la cuesta de la Pisagua, donde se reunía toda clase de
gente, reservistas en comisión, otros que habían salido del Chaco con permisos
especiales, así como también desertores, omisos y emboscados llenaban esas
guaridas de alboroto, juerga y escándalos, divirtiéndose con birlochas
perdularias de mala vida.
En momentos que la algarabía y el alboroto de las borracheras subían de tono al
son de las estridentes orquestas, entre cuecas y bailes a cuales mas
arrebatadores y entusiastas con el jaleo y zapateo, sorpresivamente irrumpía al
local la patrulla juvenil a la cabeza del Tata Ivar… Todos temblaban a sus
gritos “Sálvese quien pueda”!!! ..!Alto quien vive!..Arriba las manos carajo!!
Los despavoridos tenían que presentar sus libretas y documentos militares uno
por uno. Para los omisos y emboscados no había conmiseración, mientras para los
cumplidores de la patria había luz verde, permiso y licencia para seguir
farreando y bailando hasta las doce de la noche!
Los tiempos no eran muy normales ni muy tranquilos. Por eso había que poner
orden en la ciudad y de continuo se efectuaban redadas de malvivientes que iban
a parar con sus huesos a los calabozos policiales. También se hacían redadas
con mujeres de la vida alegre y tempranillas que eran castigadas severamente.
A las reincidentes se las avergonzaba con el rape de sus cabellos, dejándolas
calaveras, “muru” imillas, a muchas díscolas se les marcaba cortándoles media
oreja. Muchos ladrones y rateros incorregibles, así como los “izquierdistas” y
“derrotistas” traidores a la patria fueron fondeados en el lago Titicaca sin
misericordia.
A la mañana siguiente de sus correrías policiacas y detectivescas, el Tata Ivar
como si nada, mediante la taumaturgia de oración y del rosario volvía a ser el
Tata cristiano conquistador de almas, oraba y decía misa todos los días en el
Templo de la Merced, confesaba, bautizaba, daba la comunión y los santos
sacramentos, era hondamente amoroso con sus feligreses.
Mi propósito era relatar algunas de las aventuras y correrías de este diablo
policía ensotanado. Un personaje interesante el Tata Mexicano…amiguísimo y
encubridor de Gastón Velasco, Carlos Ackerman, Augusto Salinas, Rosita Aponte,
Cristina Velasco y Lidia Gueiler Tejada. Contacto en los elegantes antros y
salones de la época, informante y activo miembro del SSB.
Sucedió que en esas circunstancias el Servicio Secreto Boliviano se había
anoticiado de la presencia de un espía paraguayo, quien fue localizado en el Hotel
Paris, se trataba de un comandante aventurero compadrito, farsante de
nacionalidad argentina, llamado Juan Florentino Chamorro, es de hacer notar que
en su país este tunante pertenecía a una aristocrática familia con muchos
reales, pero disparado y en busca de emociones y sensaciones diferentes, dejo
su Buenos Aires querido y se metió en menudo lio, quería tal vez experimentar
algo de sus románticas novelas, amigo de la aristocracia y vividor empedernido.
Un personaje. Asiduo de los clubs y de las fiestas diplomáticas fue
inmediatamente contratado en Asunción para ejercer el espionaje en Bolivia, el
novato cayó en las primeras de cambio en manos del contraespionaje boliviano.
Sometido a juicio fue a parar a la cárcel de San Pedro, pero como este sujeto
era solo un presunto espía, el tribunal de justicia militar lo absolvió de
culpa y lo puso en libertad con la disculpa de haber estado en Bolivia muy poco
tiempo. La voz del Embajador Argentino, las damas diplomáticas y demás
amistades de su país, convencieron al Presidente para liberarlo. Chamorro feliz
de su suerte.. seguro de que se había fumado en kullu pipa a las autoridades en
La Paz, emprendió viaje hacia Guaqui, una multitud de argentinos que lo
estimaban lo despidió desde la Estación Central, contento escucho las ruedas
del tren avanzar… se acomodó en su poltrona de primera clase y sonriente miro
el camino, con fortuna y una sonrisa de oreja a oreja. Mas él nunca llego a su
destino, pues fue interceptado en un lugar de la pampa del Altiplano por el
Tata Ivar quien con un fuerte pelotón de “sus soldados” lo llevo hasta una
pampa del cementerio más cercano, le hicieron cavar su tumba y el mismo Tata se
encargó de ejecutarlo con las célebres palabras: “YO SOY BOLIVIANO Y NADIE SABE
LO PELIGROSOS QUE SOMOS LOS SOLDADOS DE MI PATRIA! POR LO TANTO COMO JEFE DE
POLICIA Y MIEMBRO DE SSB ME ENCARGO DEL ASUNTO” disparándole con la Colt 38.
Quedo tieso el porteño y si algo sucedió por esos lares…nadie se acuerda.
El Gobierno como era de esperarse, no tenía solución ante las autoridades de la
Embajada Argentina... El Tata Ivar se hallaba bajo peligro de muerte,
Salamanca, su amigo, lo hizo fugar al Perú. El Tata comenzó a ejercer
nuevamente su apostolado, sin embargo una noche en el puerto del Callao fue
brutalmente acuchillado por unos pandilleros. El hecho no fue esclarecido, pero
se cree que fue obra del espionaje argentino infiltrado en Paraguay.
¡Maravilloso!
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