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LA PRESENCIA DE MANUEL BELGRANO EN EL ALTO PERÚ, SU INTENSA RELACIÓN CON LA MILICIA TARIJEÑA Y SU TRIUNFANTE INGRESO A POTOSÍ


Este artículo fue originalmente publicado en el Periódico digital de Tarija el 3 de junio de 2018. // Para más: Historias de Bolivia.

La milicia tarijeña participó en la batalla de Salta al mando de Manuel Belgrano. Los tarijeños Gabino Ibáñez y Manuel Rojas comandaron secciones de la Caballería e infantería. El 21 de junio de 1813 Belgrano entró triunfante a Potosí en compañía de José Antonio Álvarez de Arenales, Manuel Ascencio Padilla e Ignacio Warnes.
La batalla de Salta librada el 20 de febrero de 1813 en Campo Castañares, actual zona norte de la Ciudad de Salta, durante la Guerra de Independencia de la Argentina. El Ejército del Norte, al mando del General Manuel Belgrano y de Eustaquio Díaz Vélez como Mayor General o Segundo Jefe, derrotó por segunda vez a las tropas realistas del brigadier Juan Pío Tristán, a las que había batido ya en septiembre anterior en la batalla de Tucumán.

BATALLA DE SALTA

La rendición incondicional de los realistas garantizó el control del gobierno rioplatense sobre buena parte de los territorios del antiguo Virreinato del Río de la Plata, aseguró la región y permitió a los patriotas recuperar, provisoriamente, el control del Alto Perú.

TARIJEÑOS AMIGOS INSEPARABLES

En la Batalla de Salta, Manuel Belgrano tuvo en sus filas a miembros de la milicia tarijeña que participaron en la Batalla de Tucumán y en el éxodo de Jujuy. El 12 de enero de 1813 Manuel Belgrano dijo al Gobierno de Buenos Aires “… los tarijeños, son nuestros amigos inseparables”. En el parte enviado por Belgrano al Gobierno de Buenos Aires el 27 de febrero de 1813 destacó el comportamiento de los jefes y soldados, mencionando a los tarijeños Gabino Ibáñez que tuvo a su mando una de las secciones de la Caballería y Manuel Rojas que comandó una de las secciones de las cinco columnas de la infantería. Las fuerzas de Belgrano contaban con 3.700 hombres y 12 piezas de artillería de los cuales 103 murieron y 433 fueron heridos. Las fuerzas españolas 3.400 hombres y 10 piezas de artillería, registrando 103 muertos y 433 heridos. Como consecuencia del triunfo patriota en la batalla de Salta, los españoles se rindieron entregando 2.188 fusiles, 200 espadas, pistolas, carabinas, 10 cañones, todo el parque de guerra y tres banderas reales. Entre los prisioneros figuraron diecisiete jefes y oficiales realistas.
Gabino Ibáñez en el año 1804 se incorporó al regimiento de Milicias de Caballería de Tarija, tuvo activa participación en la actividad pública de la Villa de San Bernardo y participó en el Cabildo de 18 de agosto de 1810 que eligió a José Julián Pérez de Echalar como Diputado por Tarija al Congreso de Buenos Aires.

PEDRO ANTONIO FLORES, ENCABEZANDO EL PELOTÓN DE LA MILICIA CHAPACA.

Se incorporó al Ejercito Auxiliar Argentino donde fue ascendido con el grado de Teniente y participó en las batallas de Guaqui, Río Piedritas, Tucumán y Salta obteniendo el aprecio del Gral. Manuel Belgrano. Con el grado de Capitán comando una sección del Escuadrón Dragones bajo el mando de Gonzales Balcarce. El 30 de agosto de 1816 Belgrano designó a Ibáñez Teniente Gobernador y Comandante de Armas de Santiago del Estero, en 1817 ascendió a Teniente Coronel de Caballería de Línea y ratificado como Gobernador de Santiago del Estero, cargo que ocupó hasta 1820. A la conclusión de su carrera militar y retorno a su tierra natal Tarija, se unió a Bernardo Trigo y Eustaquio Méndez y participo en el movimiento de 1826 que motivó la incorporación de Tarija a la República de Bolivia. En 1831 fue elegido Diputado por Tarija y firmó la Constitución Política del Estado promulgada por el Mariscal Andrés de Santa Cruz. Desempeño las funciones de Diputado por Tarija hasta 1839. Ibáñez destacó entre los próceres de la emancipación del Río de La Plata y el destino de Tarija.
La batalla de Salta resultó una nueva e importante victoria para los revolucionarios. Como consecuencia de este triunfo los ejércitos realistas fueron detenidos en su avance hacia el sur y estas tierras nunca más pudieron ser recuperadas para el extinto Virreinato. Belgrano nombró a Díaz Vélez Gobernador Militar de la provincia de Salta y éste colocó a la bandera argentina en el balcón del Cabildo y los trofeos apoderados de los realistas los ubicó en la Sala Capitular. Los triunfos de Tucumán y Salta permitieron la recuperación del Alto Perú por los rioplatenses. Díaz Vélez, el 17 de mayo de 1813 como Jefe de la avanzada del ejército vencedor en la segunda campaña al Alto Perú, ingresó a la ciudad de Potosí y posteriormente el 21 de junio de 1813 Belgrano entró triunfante a Potosí en compañía de José Antonio Álvarez de Arenales, Manuel Ascencio Padilla e Ignacio Warnes.

BELGRANO TUVO A PEDRO ANTONIO FLORES COMO ASISTENTE

Manuel Belgrano y Miguel Martin de Güemes tuvieron como asistente al tarijeño Pedro Antonio Flores en la guerra de la Independencia. El caudillo salteño Martín Miguel de Güemes, le otorgó el grado de Coronel y lo nombró Gobernador de Tarija. Pedro Antonio Flores acompaño al Gral. Manuel Belgrano en las luchas contra los ejércitos realistas, fue Comandante del “Escuadrón de Tarijeños” y participó en el Éxodo de Jujuy. Conocido es el aporte que hizo Tarija con hombres, víveres, dinero y monturas a los cuatro Ejércitos Auxiliares Argentinos que ingresaron al Alto Perú. Este territorio tuvo una serie de líderes, destacando Pedro Antonio Flores junto a Francisco de Uriondo y Eustaquio Méndez. Flores entre otros, tuvo estrechas relaciones y actividades con los próceres argentinos Martín Miguel de Güemes y Manuel Belgrano, pues llevaron a cabo una política contestataria contra las tropas realistas, que de manera permanente asediaban a Tarija, que se convierte en una especie de bisagra por su ubicación geográfica estratégica.
Esta realidad, sin dudas, demuestra que la comunicación que hubo entre Salta y Tarija, siempre fue muy fluida. La comunicación epistolar entre Güemes, Belgrano, Francisco de Uriondo y otros jefes locales tarijeños era factible por una serie de razones, entre ellas, los pueblos de Tarija y Salta estaban muy ligados por las mismas ansias de libertad, por compartir historia, territorio y cultura. En Tarija las acciones estuvieron bajo los objetivos de la estrategia de Martín de Güemes, aplicada por Pedro Antonio Flores, cuando no a instancias de las espontáneas y no bien ordenadas tácticas de los jefes locales, que en lo esencial trataban de emboscar y desgastar a los regimientos realistas.

EL EXODO JUJEÑO

Se denomina Éxodo Jujeño a la retirada hacia Tucumán emprendida por el Ejército del Norte comandado por el General Manuel Belgrano en la vanguardia y secundado por el Mayor General Eustaquio Díaz Vélez en la retaguardia y la milicia conformada por tarijeños, chicheños, salteños y jujeños y la población de San Salvador de Jujuy que evacuó la ciudad completa y sus campos el 23 de agosto de 1812, ante el avance de las tropas realistas provenientes desde el Alto Perú.
Tarijeños y Chicheños estuvieron en el éxodo de Jujuy
El rigor de la medida se respaldó con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran la orden. La determinación del éxodo, obedeció a que las fuerzas realistas al mando del Brigadier Juan Pio Tristán, avanzaba desde Suipacha con una dotación de 4.000 hombres para ocupar el territorio de Jujuy y Salta, acabar con el ejército argentino del norte que retrocedía diezmado por la derrota en la batalla de Guaqui y llegar hasta Buenos Aires.
La orden especificaba que la retirada debía dejar sólo campo raso frente al enemigo, de modo de no facilitarle casa, alimento, ganado, mercancías ni cosa alguna que le fuera utilizable. Los cultivos fueron cosechados o quemados, las casas destruidas, y los productos comerciales enviados a Tucumán. El rigor de la medida debió respaldarse con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran la orden. La población acató sin mayores actos la medida a partir de los primeros días de agosto, demorándose algo más los vecinos pudientes, que requirieron de Belgrano carretas para transportar sus bienes. La población efectuó un largo trayecto de 360 km hasta Tucumán. El ejército patriota comenzó su retirada ese 23 de agosto de 1812, en horas de la tarde se arreó el ganado y se prendió fuego a las cosechas para desguarnecer al enemigo. Belgrano fue el último en dejar la ciudad deshabitada, dejando la tierra arrasada.
Sin embargo, ante la presión y cercanía del ejército realista se entabló el combate de Las Piedras el día 3 de septiembre de 1812. La rápida reacción de Díaz Vélez logró allí una victoria, cayendo en poder de los independentistas comandantes españoles. El éxito obtenido en el combate de “Las Piedras” por Díaz Vélez asistido por Pedro Antonio Flores alentó a Belgrano a detener la marcha. Belgrano motivado por ese triunfo e invitado por los tucumanos y la colaboración de la poderosa familia Aráoz y con el joven teniente Gregorio Aráoz de Lamadrid y desobedeciendo las órdenes impartidas desde Buenos Aires, se trasladó hacia San Miguel de Tucumán, donde derrotó al ejército de Tristán para seguir con una segunda victoria en la Batalla de Salta. En ambas ocasiones el registro histórico destaca la participación de la milicia conformada por tarijeños y chicheños.

3 DE JUNIO DE 1770 NACE MANUEL BELGRANO 

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, nació en Buenos Aires, (Argentina) Provincias Unidas del Río de la Plata, un día como hoy, el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, situada en la actual avenida Belgrano Nº 430, contigua al Convento de Santo Domingo y fue bautizado por el sacerdote Juan Baltasar Maciel y Lacoizqueta en la Basílica Nuestra Señora de la Merced al día siguiente. La madre de Manuel Belgrano era María Josefa González Casero, nacida en la ciudad de Buenos Aires, de familia procedente de Santiago del Estero y según el genealogista Narciso Binayán Carmona, era descendiente del conquistador, explorador y colonizador español Domingo Martínez de Irala (1509-1556). Sus antepasados tenían un remoto origen mestizo guaraní, que compartía con muchos próceres de la época de la Independencia y con grandes personajes paraguayos y argentinos.

MANUEL JOSÉ JOAQUÍN DEL CORAZÓN DE JESÚS BELGRANO. 1770 – 1820. 

Su padre, Doménico Belgrano Peri, era de origen italiano, oriundo de Oneglia, en Liguria, comerciante autorizado por el rey de España para trasladarse a América que llegó a Buenos Aires en 1754. Figuró entre los comerciantes opulentos que se empeñaron en lograr el establecimiento del Consulado de Buenos Aires, del cual su hijo Manuel iba a ser su Secretario. El hecho de que su familia tuviera como jefe a un europeo hizo que la familia Belgrano a diferencia de las típicas familias de origen español de su tiempo, permitió que los Belgrano poseyeran más libertad de acción y a su vez mayor amplitud de actividades y criterios que tuvo como su máximo exponente en Manuel Belgrano. En 1788 Domingo se vio envuelto en un proceso judicial por considerárselo cómplice en la quiebra de un funcionario real de la Aduana. El virrey Loreto ordenó su prisión y el secuestro de todos sus bienes. Hubo un muy largo proceso judicial que Manuel se ocupó de seguir atentamente para poder ayudar a su padre. Finalmente, en enero de 1794, siendo Virrey Arredondo, una sentencia le restituyó la plena libertad de sus derechos y el goce de sus bienes, absolviéndolo de culpa y cargo, pero la fortuna familiar quedó fuertemente mermada y falleció en septiembre de 1795, justo al poco tiempo de que su hijo Manuel regresara de España. Tuvo quince hermanos, dos de ellos sacerdotes, entre los cuales se destacaron como patriotas Francisco, Joaquín y Miguel Belgrano.

DIPLOMÁTICO, ECONOMISTA, POLÍTICO, ABOGADO Y MILITAR

El prócer argentino, fue diplomático, economista, periodista, político, abogado y prominente militar rioplatense de destacada actuación en la actual Argentina, Paraguay y Bolivia durante las dos primeras décadas del siglo xix en el territorio del Alto Perú, durante las luchas independentistas del continente americano contra el dominio del imperio español. La vida y actuación militar del Gral. Manuel Belgrano está estrechamente vinculada a Bolivia, principalmente con los Departamentos de Tarija y Potosí, donde participo en acciones militares como General del Ejército del Norte y tuvo a su cargo la Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú, dirigiendo el Éxodo Jujeño y comandando las victorias de los revolucionarios en las batallas de Tucumán y Salta, aunque también fue dos veces derrotado por los realistas. Participó en la defensa de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata en las invasiones inglesas de 1806 y 1807 y fue nombrado sargento mayor del Regimiento de Patricios a las órdenes de Cornelio Saavedra. Profundizó sus estudios de táctica militar y promovió la emancipación de Hispanoamérica respecto de España apoyando las aspiraciones de la princesa Carlota Joaquina en la región, aunque sin éxito.
Fue uno de los principales patriotas que impulsaron la Revolución del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, que destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. La Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires de 1810 tuvo como Presidente al militar boliviano Cornelio Judas Tadeo Saavedra Rodríguez y a Manuel Belgrano como Vocal. Cornelio Saavedra Rodríguez nació el 15 de septiembre de 1759 en la hacienda rural de Potosí (Bolivia), llamada “La Fombera”, comunidad de Otuyo a 80 km. de la Villa Imperial en el camino a la ciudad de Sucre (Chuquisaca).
En 1811, Belgrano fue Jefe de la expedición militar que la junta de Buenos Aires envió al Paraguay que finalizó cuando se celebró el Tratado Confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires. Fue también el jefe de una de las Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental. En 1812 creó la bandera de Argentina en la actual ciudad de Rosario. La educación del pueblo fue una de sus principales preocupaciones y para ello elaboró durante su estadía en España un plan de acción con avanzadas ideas sobre la misma.

ESTUDIOSO DE LEYES Y ECONOMIA

Estudió en el Real Colegio de San Carlos, actual Colegio Nacional de Buenos Aires. Entre 1786 y 1793 estudió Derecho en las universidades españolas de Salamanca y Valladolid, donde se graduó en Leyes, con medalla de oro a los 18 años de edad en la Chancillería de Valladolid, dedicando especial atención a la economía política, siendo el primer Presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política en Salamanca. Durante su estadía alcanzó un éxito y prestigio que le permitió obtener del Papa Pío VI una autorización para leer literatura prohibida. Dicha concesión se le otorgó “… en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos con la única excepción de las obras obscenas”.

Casa de Manuel Belgrano, demolida a inicios del S. XX

De esta manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau y Filangieri y se imbuyó de las tesis fisiocráticas de François Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Gaspar Melchor de Jovellanos y Pedro Rodríguez de Campomanes.
Siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de hacerle adoptar, como a José de San Martín, el ideario revolucionario de finales del siglo xviii. Ambos orientaron su desempeño en la vida política hacia las necesidades fundamentales de todo pueblo: soberanía política, económica y posesión de los territorios que explotan a partir del trabajo. Tanto Belgrano como San Martín fueron firmes creyentes en el desarrollo a partir de las industrias, la producción y el comercio de bienes dentro de un marco justo en beneficio de la Patria y el pueblo en su conjunto. Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España que discutía con atención la Revolución francesa. Uno de sus pensamientos expresaba: “como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad y fraternidad y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente”. De regreso al Virreinato del Río de la Plata, quizás a través de su primo Juan José Castelli se interesó por el pensamiento de Francisco Suárez, quien declaraba que el poder de los gobiernos deviene de Dios a través del pueblo.

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