Tomado de: Arica, Símbolo de Gloria // http://hlzarica2.cl.tripod.com/capitulo_8.htm // Foto: Arequipa a mediados de siglo XX.
Con la victoria de Socabaya se da paso a la formación de la
Confederación Perú Boliviana que la conformaron tres estados federados;
el Estado Sud-Peruano fue integrado por las provincias de Ayacucho,
Arequipa, Cuzco y Puno se constituyeron en Sicuani el 17 de marzo de 1836, la
asamblea constituyente estuvo formada por los ex diputados de los Departamentos
y funcionó bajo la dirección del Secretario General de Santa Cruz, don Andrés
María Torrico, para el estado Sud-Peruano fue elegido presidente don
Pío Tristán (“el último virrey”), Bolivia, el otro Estado confederado, se
reunió en Tapacarí el 18 de junio, acordando también la federación, quedando
elegido como presidente el general José Miguel Velasco; y
por último el Estado Nor-Peruano se constituyó en Huaura el 6 de agosto de ese
año quedando presidido por el general Luis José Orbegosos. Constituidos los tres
estados Santa Cruz en Lima decreta el 28 de Octubre de 1836 el establecimiento
de la Confederación, el “Ciudadano, Restaurador y Presidente de Bolivia,
Capitán General de los Ejércitos, General de Brigada de Colombia,
Gran Mariscal Pacificador del Perú... más otros títulos rimbombantes”
convoca a un Congreso constituyente en la ciudad de Tacna, las deliberaciones
del Congreso de Tacna se inician el 18 de abril de 1837; el 1º
de mayo de ese año se firma el “Pacto de la Confederación Perú –
Boliviana”, se contempla un poder ejecutivo a cargo de Andrés de Santa
Cruz y Calahumana con el rango de “Supremo Protector” elegido por 10
años, un poder legislativo compuesto por dos cámaras una de Senadores y otra de
Diputados, y un poder judicial a base de las Cortes Supremas de las tres
repúblicas, por último se estableció una bandera de la Confederación.
Después de los acontecimientos de Socabaya (Arequipa) en
febrero de 1836 renace en los pobladores de Arica, Moquegua, Tacna y Locumba el
deseo de vincularse a la soberanía boliviana, por lo que en los municipios de
estos pueblos se desarrollan sendos cabildos con ese objetivo, el 22 de marzo
de 1836 se lleva a efecto en Arica una significativa asamblea de notables
presidida por el Gobernador accidental coronel Francisco López de Quiroga en
la sede de la municipalidad donde se toman acuerdos que interpretaban el claro
sentir de la población ariqueña de esos convulsionados años, para testimonio y
resolución se levantó un acta que rezaba así:
Dado en la ciudad de Arica a 22 días del mes marzo
de 1836 se acuerda lo siguiente:
Primero.- La ciudad de Arica en ejercicio de su
Soberanía reasumida por la disolución del pacto, quiere se forme un
Departamento de las provincias de Moquegua, Tarapacá, y la de su nombre, con
independencia absoluta del de Arequipa.
Segundo.- La ciudad de Arica se erige en cabeza de
Provincia, compuesta de los distritos de Codpa, Belén y Socoroma.
Tercero.- La ciudad de Arica en la parte que le toca se
une a la Nación Boliviana y forma una porción de su familia.
Cuarto.- Sin embargo de que este pronunciamiento
conforme con la justicia que emana de la misma naturaleza, que inspira la
necesidad de emplear los medios más necesarios y acertados para lograr la
prosperidad; recelándose intenten las capitales desmembradas alguna
agresión, prevaliéndose de la debilidad en que se halla este
distrito: desde ahora y para entonces se acoge bajo la protección de la
República boliviana a que quiere pertenecer, no dudando que se le sostenga como
defensor de los derechos de los pueblos libres.
Quinto.- Es voluntad de este distrito, que para
alcanzar la aprobación y sostenimiento de su Excelencia el Jefe Superior del
Ejército unido, un diputado elegido por esta junta de notables, (y para cuyo
nombramiento se autoriza) y asociados con el subprefecto de Tacna,
marche al punto donde se halle, costeado por estos fondos
municipales.
Sexto.- Tan luego como sea aprobado este
pronunciamiento, remitirá esta Provincia ante su Excelencia, por el
conducto más seguro, las instrucciones convenientes para asegurar la
prosperidad y adelantamiento que se esperan de su benevolencia y de
su benéfica influencia.
Séptimo.- Se remitirá un testimonio a la asamblea de
Sicuani, para que en sus deliberaciones se arregle a la voluntad de este
distrito expresada en ella.
Con lo cual concluyó la sesión con el mayor regocijo que se
manifestó posteriormente con vivas, repique de campanas general y salvas de
artillería.
Ya para constancia lo firmaron: El Gobernador
accidental, Juez de Paz de primera nominación, y demás que componen la Junta de
Notables, en unión de los que en consecuencia suscriben.
Para Santa Cruz esta manifestación del pueblo de Arica
constituía un factor de complicación política con los adalides del Bajo Perú,
en especial los de la clase política del Rimac, lo que podía poner en peligro
su proyecto Confederado, por lo que hizo uso de toda su influencia para evitar
la incorporación de las provincias sur peruanas a la República boliviana en la
Asamblea de Sicuani, así queda claramente estableció en carta
enviado por el Mariscal de Zepita a su agente Mariano
Enrique Calvo done le señal “... parece que algo tuvo Us. que trabajar
para que la Asamblea de Sicuani no se pronunciase en ese sentido...(a la
proposición de los delegados de Tacna, Moquegua y Arica de ser parte de
Bolivia)”
Santa Cruz con la astucia política que le caracterizaba toma
medidas con el fin de compensar de alguna forma las aspiraciones ariqueñas, así
es como decide declara a Arica como el principal puerto franco del
Estado Sud-Peruano, consiente que esta medida traería gran perjuicio al puerto
de Cobija, otra medida administrativa en el mismo sentido tomada por el
“Protector” fue la de dictar de un decreto el 25 de abril (día de San Marcos)
de 1837 la separación de las provincias de Arica y Tarapacá de la jurisdicción
de Arequipa, estableciendo el Departamento Litoral de Moquegua con la ciudad de
Tacna como su capital, de esta forma derogaba la Ley del 3 de julio de 1834 en
que se estipulaba que la provincia de Arica se consideraba bajo la jurisdicción
del Departamento de Arequipa.
El establecimiento de la Confederación Perú
Boliviana inquietó al gobierno argentino del general Juan Manuel de Rosas,
adverción geopolítica que derivaría en una declaración de guerra por parte del
gobierno de Buenos Aires al “Protector” Santa Cruz, por otro lado con mayor
fuerza despertó inquietud en el gobierno de Chile que presidía el
general Joaquín Prieto e integraba el cuerpo de ministros
don Diego Portales quienes visualizaban el peligro que para la
emergente república sureña encarnaba la presencia del Mariscal Santa
Cruz en el poder absoluto del Estado Confederado recién establecido, era
reconocía la permanente vocación intrigadora e
intervencionista en la política de los países del área del general boliviano,
la concepción geopolítica en la reimplantación del antiguo imperio inca por
medio de la figura de la creación confederada, se transformaba más
temprano que tarde en una amenaza para la subsistencia como República
independiente de Chile y también de Ecuador. Así queda reflejada con meridiana
lucidez en una carta enviada por el ministro Portales al almirante Manuel
Blanco Encalada, este estadista advertía al marino que cualquier
reblandecimiento o claudicación equivalían al suicidio de la
República. La confluencia de comunidades como el Bajo Perú y Alto Perú, vinculadas
por nexos étnicos, lingüísticos, ideológicos, costumbristas y religiosos, en
suma, todos los componentes que comunican consistencia al ser de una
nación, bajo la conducción de un caudillo como Santa Cruz,
finalizaría en la consumación de la mengua de la
autonomía y la potencia del Estado chileno.
Las relaciones políticas entre el Estado confederado y la
República de Chile se hicieron a cada momento más tensas, se desato
nuevamente la guerra arancelaria al desconocer el gobierno de
Orbegoso el tratado Rengifo – Tabara, el financiamiento y
equipamiento por parte de Santa Cruz de una expedición con el fin de derrocar
al gobierno chileno por parte del ex Presidente Ramón Freire, quien
se encontraba exiliado en Perú, tuvo como respuesta chilena la toma
al abordaje de parte de la escuadra peruana en el Callao, operación comandada
por el capitán de fragata Victorino Garrido, el gobierno chileno nombra
como ministro extraordinario ante la Confederación a don Mariano Egaña,
quien por orden del gobierno da un ultimátum a Santa Cruz conminándolo a la
disolución de la Confederación, como era de esperar tuvo el más rotundo rechazo
por parte del Mariscal de Zepita, los acontecimientos se sucedieron concluyendo
en la declaración de guerra el 9 de octubre de 1836 entre Chile y la
Confederación Perú – Boliviana.
Las hostilidades rompieron recién con el zarpe de la primera
expedición al mando del Almirante Manuel Blanco Encalada que leva
ancla de Valparaíso el 15 de septiembre de 1837, con 16
transportes, lo convoyaban los buques de guerra “Libertad”,
”Aquiles”, “Monteagudo”, “Valparaíso”, “Arequipeño”, “Orbegoso”
y “Santa Cruz” esta escuadra era comandada por el capitán de
fragata Roberto Simpson. La fuerza de operación toca puerto en
Iquique el 22, ante la frialdad de la población y de las
autoridades, la expedición continua inmediatamente al norte considerando el
mando expedicionario el escaso valor estratégico de la permanencia de la
expedición en ese puerto, zarpan con destino al puerto de Arica donde
arriba el 24 de Septiembre; el almirante Blanco esperaba casi con
obsesión ingenua la adhesión al “Ejército Restaurador” del coronel boliviano
López de Quiroz, a la sazón prefecto de la provincia Litoral de
Moquegua con sus tropas que ascendían a 900 hombres.
Paralelamente el almirante envía una fuerza para una acción
de guerra sobre el puerto atacameño de Cobija, acción que se verifica el 27 de
septiembre con una pequeña escuadra compuesta por el transporte “Napoleón” y la
goleta “Peruviana” las tropas de desembarco estaba al mando del mayor Frigolet,
esta fuerza había sido reclutada en Copiapó, se lleva a cabo el bloqueo del
puerto y se ejecuta un rápido desembarco, esta maniobra militar
produce un desbande generalizado de los habitantes de Cobija, la
columna de infantería chilena capturó al administrador de Correos,
al Capitán del Puerto y al Comisario, la toma duro 11 días, tiempo que se
utilizó para requerir información y abastecerse de algunas vituallas que
encontraron en los almacenes, el 8 de octubre se da la orden de zarpe para
dirigirse al norte para reunirse al resto de la expedición.
En tanto la llegada de la expedición Blanco a Arica en la
media tarde del 24 de Septiembre no fue diferente a lo ocurrido en Iquique,
inmediatamente el mando dio la orden de desembarco a dos compañías del
“Cazadores”, los que venían en el “Orbegoso”, toman posesión en la bahía la
fragata “Libertad” y el bergantín “Aquiles” para precaver algún ataque
sorpresivo desde los fuertes de la costa. Mientras se verificaba las
operaciones de desembarco, el almirante Blanco y el capitán Roberto Simpon
observan desde el puente de mando de la nave Almirante como una columna de
gentes progresa raudamente con dirección a Tacna a través
de los arenales del Chinchorro, las instalaciones portuarias, los
almacenes, varadero se encontraban totalmente abandonados, las calles del
pueblo se percibían totalmente desiertas, a continuación se da la orden de
desembarco del batallón “Valdivia” al mando del comandante Sessé y a
continuación lo hizo el Almirante acompañado de su Estado Mayor, integrado
entre otros oficiales por el general José Santiago Aldunate y el
coronel Sutcliffe, el jefe de la expedición toma posesión de las oficinas del
la sub-prefectura donde establece el cuartel general, el Almirante Blanco hace
un recorrido por la calle principal donde ya comenzaban aparecer
algunos habitantes de entre sus ranchos con timidez pero claramente se percibía
una clara actitud hostil, la mayoría de los habitantes que habían permanecido
en la ciudad eran de origen afroamericano que habitaban las
rancherías de las Chimbas y del barrio de la “Lumbanga”.
La actitud de la población de Arica tenían
varios orígenes uno de ellos estaba en el recuerdo que había dejado en la
población el saqueo de las tropas de Cocrhane y en general las funestas
consecuencia que tuvieron en el puerto las diferentes invasiones
durante el conflicto bélico por la independencia, la otra razón de
los ariqueños para no ver como a sus libertadores a las tropas de
Blanco Encalada era por la predisposición previa en que los coloca la
intervención del prefecto López de Quiroga, y por último
estaba como motivo importante el sentimiento expresado por la
Asamblea de Arica del 22 de marzo de 1836 en que manifestaban su deseo de
pertenecer a la república de Bolivia, todos estos factores no alcanzaban a la
comprensión del Almirante chileno quien mantenía la ingenua esperanza que su
“amigo” López de Quiroga haría la alianza en contra de Santa Cruz.
Al segundo día de permanencia del Ejército Restaurador
en Arica, como a media mañana, se presentó en el Cuartel General
Chileno don Elías Carreño, administrador de los almacenes
de la Aduana de Arica, a presentar un reclamo ante al jefe de las
fuerzas por la sustracción de mercancías desde los almacenes durante
la noche por parte de tropas chilenas, la reacción del almirante Blanco
Encalada y del coronel Sutcliffe ante la audaz acusación del jefe de aduanas
fue de considerable molestia por considerarla un insulto a las tropas bajo su
mando, en un primer momento se interpreto que el peruano tejía un subterfugio
con el fin de distanciar aun más a las tropas restauradora de la población
ariqueña, sin embargo pasada las primeras impresiones y con la mentes mas frías
se le ordenó al Comandante Sessé, jefe del batallón “Valdivia”,
iniciase una investigación, la que pronto dio resultados positivos, el jefe
chileno descubrió que un capitán de apellido Carrillo y dos soldados habían
estado implicados en los hechos, de inmediato el Almirante da la orden de arresto
en contra del capitán y los dos soldados implicados en los hechos, citando a
Consejo de Guerra para el día siguiente, en la hoja de vida del capitán
Carrillo estaba consignado que había participado en el motín de Quillota que
derivó en la muerte del ministro Diego Portales, el capitán por una casualidad
no participo en el crimen por lo que sólo había sido separado de su cargo y
reincorporado ante la necesidades de la guerra.
La dureza con que actuó el Consejo de Guerra y la
inflexibilidad del comandante en jefe de la expedición obedecieron a la idea
del Alto Mando que un castigo ejemplar demostraría al esquivo pueblo peruano
que las tropas chilenas eran disciplinadas y que sus jefes no
permitirían bajo ningún pretexto romper este principio, sin embargo
la exagerada medida tomada aumento aun más el temor por la ferocidad que
precedía como prestigio a las fuerzas chilena en los pobladores de las
provincias sur peruanas, el acto de fusilamiento de un oficial y dos soldados
por un simple robo, no hizo mas que confirmar la idea de extrema barbarie que
tenían de los jefes chilenos los humildes pobladores ariqueños, los habitantes
de Arica presenciaron en silencio y con estupor las ejecuciones efectuadas a
las 10 de la mañana del día 27 de septiembre de 1837 en la Plaza Pública, lugar
donde se había levantado el cadalso el día anterior, este cadalso consistía en
tres poste que afirmaban rústicos banquillos donde fueron sentados los
ajusticiados, en la parte posterior se había colocado un murete de sacos rellenos
con arena.
Con la frialdad de los escasos pobladores que habían
permanecido en la ciudad, con el engaño manifiesto por parte del prefecto López
de Quiroga, el almirante Blanco Encalada da la orden de embarcar y poner proa
al puerto de Islay, donde llegan el día 29 de septiembre, las condiciones del
puerto eran tan malas que en el intento naufragó el transporte
“Carmen” donde iba la división peruana, no ocurrieron desgracias
humanas pero se perdió armamento y una buena cantidad de pertrechos; sólo el 4
de octubre se verifica el desembarco un poco más al norte en Quila, iniciándose
de inmediato las acciones sobre Arequipa, las que terminaron en el deshonroso
tratado de Paucarpata firmado entre Santa Cruz y Blanco Encalada.
El tratado de Paucarpata fue desconocido y por lo
tanto rechazado por Chile, y el pacto Santa Cruz-Blanco fue considerado
deshonroso, por lo que Chile decidió continuar la guerra contra la
Confederación enviando una segunda expedición, la que iba al mando del general
Manuel Bulnes, la segunda etapa del conflicto desembocó en el triunfo de Yungay
y la consecuente derrota absoluta del Mariscal Santa Cruz quien se exilia en
Ecuador.
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- EN
REALIDAD, ¿CUÁNTOS MILES DE CIUDADANOS ARGENTINOS FUERON RECLUTADOS PARA EL
EJÉRCITO PARAGUAYO?
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