Este artículo fue publicado originalmente en el matutino
chuquisaqueño Correo del Sur el 6 de agosto de 2018.
Luego de 16 años de Guerra Independentista, el nacimiento de
Bolivia como estado libre se definió en la voz y voto de 48 diputados de la
Asamblea Deliberante que un 6 de Agosto de 1825 firmaron la declaración de
independencia, luego de meses de debates que mantuvieron en vilo a todo un
pueblo. ¿Cómo se logró consolidar el acuerdo para conformar una nueva nación?
El Decreto de 9 de febrero de 1825, del Gran Mariscal de
Ayacucho, convocó a la instalación de una reunión de representantes de las
provincias altoperuanas que se encargarían de deliberar y resolver el destino
de esta región.
La cita fue fijada para abril, en Oruro, pero debido a que
todavía estaba pendiente la elección de diputados en La Plata y Potosí, se
pospuso para el 25 de mayo; sin embargo, la Asamblea Deliberante finalmente se
instaló el 10 de julio de 1825, en Chuquisaca.
El escenario para las sesiones de los representantes de
Chuquisaca (siete diputados), La Paz (12), Santa Cruz (dos), Potosí (14) y
Cochabamba (13) –aunque no todos estuvieron presentes desde el inicio– fue la
Aula Magna de la Universidad San Francisco Xavier, fundada por los jesuitas en
1624, y que actualmente lleva el nombre de Salón de la Independencia en la Casa
de la Libertad, precisamente por haber sido el lugar donde nació el país.
Para la inauguración de la Asamblea, Sucre amaneció
embellecida por arcos triunfales en las esquinas, ricas colgaduras de los
balcones y con aires de fiesta y alegría, según se relata en los textos de
Humberto Vázquez Machicado.
“Era el alma del pueblo que hacía estas manifestaciones de
regocijo, pues creían en una nueva vida libre”, indica.
Según los registros del mencionado autor, fueron 39 los
diputados que se encontraban en Sucre para la instalación de la Asamblea
Deliberante, presidida por José Mariano Serrano, designado interinamente en el
cargo por el Mariscal Sucre y luego electo para el mismo por los asambleístas.
Después de Serrano, la directiva estuvo conformada por José
María Mendizábal como Vicepresidente, y Ángel Mariano Moscoso y José Ignacio de
Sanjinés como secretarios.
Una vez instalada la Asamblea con su reglamento de debates
aprobado y su directiva electa, se constituyó una comisión de cinco de sus
miembros que se encargarían de “dar gracias al Dios Eterno”; así que los diputados
atravesaron la plaza 25 de Mayo para llegar hasta la Catedral, donde
impregnados de incienso celebraron un solemne Te Deum, mientras pobladores y
distintas corporaciones de la ciudad hacían guardia. “Salvas de artillería y un
repique general anunciaban al público tan interesante acto”, detalla Vázquez
Machicado en el volumen III de sus Obras Completas.
Serrano, conocido por sus pomposos discursos, agradeció por
las felicitaciones y los votos en honor a la Asamblea, y prácticamente comenzó
el trabajo de la primera sesión con el mensaje del Mariscal Sucre que se había
ausentado a Cochabamba para dejar en plena libertad a los diputados.
Posteriormente, José Joaquín Casimiro Olañeta y Güemes,
siempre considerado controversial ya que algunos historiadores aseguran que
sólo se movía por intereses personales, tomó la palabra para presentar su
discurso enfocado en destacar los deberes y la responsabilidad que se les había
asignado al haber sido electos para representar la voluntad del pueblo y para
decidir sobre el destino del país. Así, comenzaba la deliberación sobre el
curso de este territorio.
Durante las sesiones del 11 y 12 julio, los asambleístas
trataron temas de mero trámite y fue en la cuarta sesión, la del 18 de julio,
cuando Serrano dejó la presidencia –lo hacía momentáneamente cuando quería
intervenir como un diputado más– y desde la tribuna comenzó a argumentar por
qué no debían anexarse a Perú ni al Río de La Plata, aunque, en caso de ser
inevitable su unificación, optaba por acercarse al lado argentino.
El nacimiento de esta posición se dio luego de que el 17 de
julio llegara una nota de Sucre emitida el 11, en la que se hacía conocer la
Ley Argentina de 9 de mayo, bajo la cual se dejaba a las provincias
altoperuanas con la libertad de disponer de su suerte.
Es importante señalar que al inicio, los diputados se
sentían atados para tomar decisiones, ya que Simón Bolívar emitió la Ley de
Arequipa, de 16 de mayo de 1825, en la que se disponía que la creación de un
nuevo estado debía supeditarse a la buena voluntad del Congreso peruano. Es así
que el debate independentista era bastante provocativo y sonaba desafiante a la
idea del Libertador que no esperaba que las provincias se fraccionaran así.
Sin embargo, con el tiempo, cada vez más diputados optarían por
adherirse a la posición de crear un nuevo estado. Para Vásquez Machicado, este
viro no sólo se debió a los ideales, sino también al hecho de que como
integrantes de la clase media comprendían que con la libertad, ellos pasarían a
ser la casta dominante, por lo que se apresuraron a consolidar este ideario.
Olañeta siempre siguió la línea de Serrano, afirmando que el
territorio tenía los medios suficientes para ser independiente, incluyendo
fondos de riqueza y elementos necesarios para la organización de su Gobierno.
A estos discursos se debe sumar el hecho de que
especialmente la postura de adherirse a Argentina contaba con alto rechazo
debido a que la mayor parte de la población sintió su “abandono” durante los
años en los que más requirió de su ejército.
SUMAN SIMPATIZANTES
Para la sesión del 21 de julio, nuevamente Serrano y Olañeta
intervinieron a favor de la idea de conformar un país independiente; para el
23, la causa ganaba simpatizantes y fue así que el 28 de julio finalmente se
nombró una comisión para la redacción del proyecto definitivo a favor de la
independencia. El grupo estaba obviamente conformado por Serrano (Chuquisaca) y
Olañeta (Chuquisaca), además de José María Dalence (Chuquisaca), Manuel María
Urcullu (Chuquisaca), José María Mendizábal (La Paz), José María Asín (La Paz)
y Manuel María Centeno (Cochabamba).
Sin duda, el ambiente durante los primeros días de agosto
fue tenso, pues aquellos asambleístas que promovían la independencia tenían que
encargarse de convencer a sus colegas más tibios o incrédulos, mientras la
población esperaba con ansias los resultados del trabajo de la Asamblea
Deliberante.
Durante las audiencias públicas había muchas personas que
asistían, se presume, aunque no hay registros sobre el tema, que incluso la
misma Juana Azurduy de Padilla acudía a ver los debates de los diputados.
Empero, la discusión se suspendió para la sesión del 3 de
agosto, a la espera de que llegara algún representante de Santa Cruz. El 4 de
agosto, considerando la presión a la que estaban sometidos los asambleístas por
el mencionado decreto de Arequipa, se presentó una moción para enviar una
delegación ante Bolívar a pedirle que levantara su resolución, algo que nunca
ocurrió, aunque el Libertador posteriormente aceptaría la decisión asumida por
el pueblo boliviano que además tomó su nombre.
En la víspera de la fecha en la que se daría nacimiento a
Bolivia, el 5 de agosto, los representantes tuvieron una sesión secreta en la
que además de aprobar la propuesta de enviar una delegación de asambleístas
ante Bolívar, discutieron cuatro proyectos de ley para: homenajear al
Libertador nombrándolo “buen padre y la más firme esperanza del nuevo estado
que forman las provincias del Alto Perú Unidas”, usar su nombre como apelativo
de la naciente república, nombrar como Sucre a su Capital y otras para definir
el escudo, moneda y bandera.
NACE BOLIVIA
El 6 de agosto era decisivo, ya todo estaba acordado y
decidido por los asambleístas para esta sesión. Se incorporó Antonio Vicente
Seoane y Robledo como representante de Santa Cruz, quien se pronunció a favor
de la idea independentista.
Ya con todo el territorio representado en el ente
deliberante y con el registro de la posición de cada uno de los diputados, se
procedió a votar sobre el destino del Alto Perú.
Las opciones fueron las mismas que se delinearon desde el
inicio: la anexión a las Provincias Unidas del Río de La Plata, al Perú o ser
un estado libre.
Según el registro de la sesión, ninguno de los diputados
votó a favor de la unión a Argentina, mientras que por la idea de estar con
Perú votaron a favor los paceños Juan María Velarde y Eusebio Gutiérrez. La
tercera opción fue plenamente aprobada.
En ese momento, el actual Salón de la Independencia estaba
atestado de gente, eso sí, era una concurrencia selecta en la que se veía a
descendientes de familias coloniales ligadas a la nobleza peninsular, presentes
en “los funerales del viejo régimen que sus antepasados habían creado y
sostenido, y que ellos habían hecho destruir con la masa popular para crear
otro nuevo, más suyo y más cerca de sus intereses y afectos”, comenta Vásquez
Machicado.
El panorama del público que se dio cita en la entonces aula
magna de San Francisco Xavier, donde la mayor parte de los diputados se había
formado, estaba constituido por fracs de cuellos, solapas, faldones gigantescos
y sobre chalecos de variados colores, a lado de los que “lucían sus trajes las
damas de La Plata con miriñaque de ruedo ahuecado, cubierto de sedas finamente
rameadas, con numerosos prendidos, lazos y adornos sobre los cuales iba ceñido
el justillo apuntando, de cuya parte superior emergía el busto; eran los
últimos y retrasados resabios del rococó, aquel arte que al decir de un moderno
pensador, era el triunfo de la música sobre la arquitectura y que murió en
Europa alrededor de 1.800”, detalla el autor citado.
Con la victoria de la posición de fundar un nuevo país, el
secretario Ángel Mariano Moscoso se subió a la tribuna y en medio de un
silencio espectacular que sólo hizo aún más solemne el preciado momento,
comenzó a leer el Acta y declaración de Independencia de las provincias
altoperuanas, cuya redacción se le atribuye a Serrano, parte de la comisión
encargada para este fin. Hubo aplausos de los presentes y una notoria alegría;
así, nacía Bolivia.
Promesa
Simón Bolívar
1 de enero de 1826
“Parto para la capital de Lima, pero lleno de un profundo
dolor, pues me aparto momentáneamente de vuestra patria, que es la patria de mi
corazón y de mi nombre. Seréis reconocidos por una nación independiente,
recibiréis la constitución más liberal del mundo, vuestras leyes orgánicas
serán dignas de la más completa civilización, el Gran Mariscal de Ayacucho está
a la cabeza de vuestros negocios y el 25 de mayo próximo, será el día en que
Bolivia sea”.
Los miembros de la Asamblea Deliberante
Presidente: José Mariano Serrano (diputado por Charcas).
Vicepresidente: José María Mendizábal (diputado por La Paz).
Secretario: Ángel Mariano Moscoso (diputado por Charcas).
Por La Paz
José María de Asín, Miguel Casimiro Aparacio, José Miguel
Lanza (jefe militar en la Guerra de Independencia), Fermín Eyzaguirre, José
Ballivián (militar y futuro presidente de Bolivia), Martín Cardón, Juan María
Velarde, Francisco M. de Pinedo, José Ignacio Calderón y Sanjinés, Rafael Monje
y Eusebio Gutiérrez.
Por Charcas
Casimiro Olañeta, Manuel María Urcullo, José María Dalence,
Francisco Palazuelos y Ambrosio Mariano Hidalgo.
Por Potosí
Melchor Daza, Manuel José Calderón, Manuel Antonio Arellano,
Manuel Anselmo Tapia, Rev. Manuel Martín Cruz (quien propuso el cambio de
nombre de la República de Bolívar a Bolivia), Manuel Argote, José Antonio
Pallares, José Eustaquio Gareca, Manuel María García,José Mariano Enríquez,
Isidoro Trujillo, Juan Manuel de Montoya, Mariano Vargas y José Ignacio de
Sanjinés (autor de la Letra del Himno Nacional de Bolivia).
Por Cochabamba
Miguel José de Cabrera, Francisco Vidal, José Manuel Pérez,
Nicolás Cabrera, Mariano Centeno, Dionisio de la Borda, José Manuel Tames,
Pedro Terrazas, Melchor Paz, Miguel Vargas, Marcos Escudero, Mariano Méndez y
Manuel Cabello.
Por Santa Cruz
Vicente Seoane y Eustaquio Moldes.
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