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EL APORTE EXCEPCIONAL DE POTOSÍ A LA ECONOMÍA BOLIVIANA PESE A ELLO, SIGUE SIENDO UNA TIERRA OLVIDADA


Por: Rossana Barragán Romano Instituto Internacional de Historia Social / Página Siete, 26 de agosto de 2018.

Bolivia ha basado su economía, hasta hoy, en los recursos naturales: de la plata al estaño; del conjunto estaño, plomo y zinc al litio. Cualquiera de estas materias primas (commodities) y productos no ha significado, para Potosí, una mejor situación para sus habitantes.
Tres momentos de su historia permiten ver esta situación: el de la producción de plata del período colonial (siglos XVI-XVIII), el del estaño en la primera mitad del siglo XX, y el de la plata y otros minerales a partir de 1985, haciendo referencia, al final, a lo que se viene: el litio.

LA INDUSTRIA DE LA PLATA EN POTOSÍ Y EL COMERCIO GLOBAL

La explotación de la plata en Potosí se considera, para el período colonial, como simple extracción. Sostengo, sin embargo, que lo que se dio en Potosí es una verdadera industria de la plata, a partir del virrey Toledo, en 1570. Industria en el sentido de que no sólo se extraía metales, sino que se los procesaba obteniendo plata. Industria en el sentido de la magnitud de la mano de obra involucrada (alrededor de 14.000 personas a través del sistema de la mita).

Industria en el sentido de una alta organización y división del trabajo. Industria, también, porque supuso no sólo toda una infraestructura tecnológica (lagunas, acueductos), sino también un constante aprovisionamiento de mercurio o azogue así como la construcción de ingenios, que fueron sin duda las fábricas de la época.
El proceso más común, durante más de dos siglos, atravesaba seis etapas: la extracción de los minerales en las labores (minas y vetas) del cerro, la selección de los materiales y metales, su trituración, la amalgamación, el lavado de los minerales y el proceso de destilación del mercurio. En todas ellas, se encontraba el trabajo a manos de la población indígena, sea como trabajadores mitayos, sea como trabajadores alquilados, con una alta división del trabajo.
En la primera fase, dentro del cerro, existían los barreteros y los apiris. Estos últimos eran los que trasladaban y movían todo el material. Una segunda fase, muy importante, consistía en la selección de los minerales realizada por palliris, y luego se conducían en llamas, por los llamados cumuris, hasta los ingenios.
Los ingenios eran construcciones cuadrangulares bastante grandes, y en 1603 habían por lo menos 48 ingenios que formaban la Ribera Potosina. En cada ingenio, los molinos hidráulicos ocupaban un lugar central, aunque tenían también espacios cerrados para almacenar el material y todos los instrumentos, y espacios abiertos para realizar el procesamiento necesario.
La tercera fase constituía en la trituración de los minerales en los molinos para obtener una “harina”. Peter Bakewell describió muy bien esos molinos: una rueda de por lo menos ocho metros de alto con sus pisones que pesaban más de 45 kilos. Los molinos eran alimentados por los llamados indios morteros. Una vez lograda la molienda, la cuarta fase, consistente en la amalgamación, podía empezar, y frecuentemente ésta se hacía en cajones.
Cada cajón contenía 50 qq de mineral molido; cinco de sal; y de seis a 10 libras de mercurio por cada quintal de metal; además de magistral y hierro. La masa era mezclada y “pisada” por los repasiris, durante varias semanas, hasta lograr una perfecta incorporación de todos los ingredientes.
En la quinta etapa, la mezcla era lavada utilizando corrientes de agua. Las partículas livianas se iban con el agua y las partes densas de la amalgama de plata y mercurio se asentaban, constituyendo la pella. La pella se exprimía entonces para obtener una masa sólida.
Finalmente, en la última etapa se procedía a lograr la destilación del mercurio, la cual se realizaba en piezas cónicas, obteniéndose entonces las piñas de plata.
El resultado fue una impresionante alza en la producción de plata a partir de las últimas décadas del siglo XVI y las primeras décadas del siglo XVII. Por entonces, Potosí representaba entre el 84 y el 98% de la producción de plata del Perú, alimentando el circuito del comercio global y mundial.
Gran parte de la plata no terminaba ni en España ni en los Países Bajos sino en China, una de las economías más pujantes de la época. Los autores, Flynn y Giraldez primero y luego Gunder Frank, son los que han enfatizado este aspecto, desde por lo menos 1995, señalando la integración de la economía de aquella época.
Gunder Frank sostuvo que la plata fue la que constituyó “el engranaje del mercado global, lubricado por el constante flujo” este metal, o el sistema circulatorio que conectó y expandió la economía mundial. Dos regiones dominaron la producción entre el siglo XVI y el siglo XVIII: Potosí, en el Virreinato del Perú, primero y México después.

UN SUPERESTADO EN LA REPÚBLICA: LA MINERÍA DEL ESTAÑO (1900-1952) Y LA EMERGENCIA DEL NACIONALISMO FRENTE A SIMÓN PATIÑO.

En el siglo XX, la producción de estaño se duplicó entre 1900 y 1910 y de representar el 12% en 1900, pasó a representar el 29% en 1929, constituyendo del 60 al 70% del valor total de sus exportaciones (Contreras, 1993).
Mientras que en el período colonial las minas eran pocas y el cerro de Potosí producía gran parte de la plata, el paisaje minero en el siglo XX se expandió: las minas se encontraban distribuidas en distintos lugares aunque las más conocidas y ricas, las de Patiño, se encontraban en el complejo de Uncía, Llallagua y Catavi, en el norte de Potosí (Querejazu Calvo, 1977 y Oporto, 2007 entre otros).
Con la explotación del estaño empezó una dependencia tecnológica porque se requerían hornos de reverberación con electricidad barata, los cuales no existían en el país (ver Mitre). Las plantas de fundición se encontraron primero en Inglaterra y, luego de la Primera Guerra Mundial, en Estados Unidos.
En este período, habían cinco compañías nacionales e internacionales: la Patiño Mines, la Compañía Aramayo de Minas de Bolivia, la Guggenheim’s Caracoles Tin Company, la Compañía Minera y Agrícola Oploca de Bolivia, y las Empresa de Estaño Araca. Alrededor de 1929, estas compañías representaban alrededor del 77% del total de las exportaciones, y tres personas fueron claves: los llamados “Barones del Estaño”: los bolivianos Simón Patiño y Avelino Aramayo y el judío-alemán Maurice Hoschild.
Aramayo, Patiño, y Hoschild nos han constituido como país y como nación. Patiño permitió diferenciar y oponer los bienes del “Estado” a los de “una fortuna particular”. En otras palabras, si bien Patiño pudo ser, en algunos momentos, el trono detrás del Estado, fue también su alter ego porque permitía comparar un Estado en bancarrota y un millonario internacional. La historia de Patiño, que nunca perteneció a la oligarquía de cepa, tuvo una historia fulgurante bien conocida.
Fue frente a Patiño y frente a la situación económica y presupuestaria del país que empezó a surgir un nacionalismo entre la propia élite liberal y gobernante. José Luis Tejada Sorzano (diputado en 1914, Ministro de Finanzas en 1917), abanderó este posicionamiento en el Congreso en 1919-1920. Planteó la existencia de “intereses contrapuestos” a los de la patria porque en el país había un ciudadano, o unas cuantas personas, que tenían más recursos que la nación entera.
Entendemos mejor que se hubiera planteado la existencia de un superestado minero y un subestado republicano (Albarracín, 1995:40). Pero es claro, también, que ni el Estado ni la sociedad boliviana buscaron seria y sostenidamente una diversificación productiva. De ahí que lo que prevaleció, a través del tiempo, es cierto convencimiento de que la miseria y el atraso fueron responsabilidad de la oligarquía minera (Almaraz, 1967: 365).
Patiño fue además, uno de los pocos y únicos empresarios bolivianos y latinoamericanos que se transnacionalizó. Hizo acuerdos con la firma comercial Duncan, Fox y Company y, en 1924, estableció la Patiño Mines and Enterprises Consolidated Inc en Delaware, Estados Unidos, adquiriendo en Gran Bretaña la más grande fundición de estaño, la William Harvey de Liverpool. Más tarde, formó una asociación con la National Lead Company de los Estados Unidos que era, en aquella época, una de las más importantes de estaño en el mundo. De ahí que en 1927, el New York Times lo posicionó entre los 10 hombres más ricos del mundo, lado a lado de Rockefeller y por encima, incluso, de Rothschild y Guggenheim (Querejazu, 1977: 145).

EL CERRO RICO OTRA VEZ: PLATA, ZINC, PLOMO Y ESTAÑO, 1980-2015

La nacionalización de las minas ha sido un proceso complejo cuyos resultados no necesariamente implicaron notorios días mejores para Potosí y el país (ver por ejemplo, Ayub y Hashimoto, 1985). En Potosí, el Cerro Rico fue dividido entre la Corporación Minera Boliviana (Comibol) y los trabajadores independientes que eran parte de las cooperativas (1).
El Cerro Rico produjo importantes cantidades de estaño y otros minerales hasta el crash de 1985, cuando el precio del estaño cayó de 10,000 libras esterlinas a 3,400 libras esterlinas por tonelada. La empresa nacional producía entonces una libra de estaño al costo de 10 dólares pero la vendía a 2,5 dólares. El déficit acumulado fue enorme y claramente se vio la dependencia del país frente a las materias primas y al cambio de precios (2).
Se tuvo entonces uno de los episodios más duros, como fue la relocalización de más de 23.000 trabajadores. Pero en Potosí, alguna gente continuó trabajando las minas en cooperativas. En aquel entonces, podían obtener 233 bolivianos al mes cuando el salario mínimo estaba alrededor de 400 bolivianos (3).
El crecimiento de las cooperativas en Bolivia ha sido increíble desde los 70: de 20.000 cooperativistas en 1980 subieron a más de 40.000 alrededor de 1990 y a 120 mil en 2017 (ver gráfico 1). El número de cooperativas creció también, como se puede apreciar en el gráfico de acuerdo con las declaraciones de Héctor Córdova, incrementándose de 816 cooperativas en 1997 a más de 1.816 el 2017. Como señaló la autoridad de entonces, crecieron porque las personas “no encuentran trabajo en otro lado y porque la rentabilidad es alta, particularmente en la minería aurífera”.
Las mujeres fueron también fundamentales en las cooperativas aunque no tuvieron los mismos derechos que sus congéneres masculinos, lo mismo sucedió con los niños.
Pero volvamos otra vez a Potosí. Cuando los precios subieron, las compañías privadas volvieron al escenario coexistiendo, en un modus vivendi especial, la Comibol junto con las cooperativas y la empresa privada Manquiri, tal como se aprecia en el gráfico adjunto. Manquiri/San Bartolomé empezó a operar desde el año 2008 y era, y sigue siendo, en gran parte, una gran compradora de minerales de baja ley producidos por las cooperativas.
Hasta hace muy poco era subsidiaria de la transnacional Coeur d’Alene Mines Corporation y, en enero del 2018, fue vendida a Argentum Silver Corporation.

EL LITIO: ENERGÍA LIMPIA... ¿PARA QUIÉN?

La búsqueda de autos y vehículos electrónicos así como los requerimientos de baterías es un mercado en gran expansión y el precio subió de 350 dólares por tonelada alrededor del año 2003 a 3.000 dólares por tonelada en 2009, y se piensa que subirá hasta 7.000 dólares por tonelada en 2050 (Ribera Arismendi, 2001: 4).
El problema es que para obtener el litio son necesarias enormes superficies, además de gigantescas cantidades de agua y de químicos o materiales tóxicos (ver Hollender y Shultz 2010, CEDLA 2014, entre otros), lo que supondría que el Salar de Uyuni se quede sin sus aguas profundas.
La minería potosina ha permitido así la primera globalización y ha alimentado, y aun lo hace, fortunas transnacionales. Potosí, como ciudad y como departamento, no ha sido el principal beneficiario de la explotación de sus minerales.
La gente pudo trabajar siempre, pero en gran parte bajo la modalidad de cuentapropista. Lo que le ha quedado, no son precisamente ganancias, y lo mínimo que le debemos es reconocer su excepcional valor para el país e incluso para el mundo.

(1) La superficie encima de los 4.375 metros se otorgó a Comibol, y la inferior a ese nivel podía ser trabajada por mineros pequeños y cooperativas.
(2) http://www.educa.com.bo/caminos-de-democracia/el-colapso-del-estano-y-la-marcha-por-la-vida#sthash.hBoQZYWg.dpuf
(3) Bocangel, 2001: 11.

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