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SAÚL PINTO LANDIVAR ES HERIDO Y POSTERIORMENTE EXILIADO A BUENOS AIRES POR EL MOVIMIENTISMO

Fuente: “Ñanderoga” El Holocausto de un pueblo Sojuzgado. De: Hernan Ardaya Paz. // Foto: Saúl Pinto Landivar (Página Siete)

Por mandato de la constitución Política del Estado, el estado de Sitio dictado por el gobierno el 19 de abril de aquel año, con motivo de3l movimiento revolucionario falangista de esa fecha, terminó ipso facto el día 18 de Julio, vale decir que después de 90 días de vigencia. Sin embargo, la capital cruceña, continuaba soportando los atropellos y la ola de vandalaje impuesta por las hordas del oficialismo.  
El piloto civil Saúl Pinto Landivar, sobrino del Dr. Melchor Pinto Parada, que tenía cuentas pendientes con el gobierno, por haber pilotado la nave que después de haber desviado la ruta a La Paz, fue a aterrizar enSalta (Rep. Argentina). Llevando 47 presos políticos desde Santa Cruz. Después de fugar de Santa Cruz, con un grupo de cruceños se dirigió hacia las provincias del oriente, buscando refugio seguro. Entre los que lo acompañaban estaban: Laureano Antelo, Enrique Jimenez, Adhemar Ortiz Justiniano, Titin Burton y un grupo de soldados de la Guarnición militar de Puerto Pailas.
Las fuerzas militares muy sumisas a las arbitrariedades del oficialismo, siguieron muy siguilozamnet los pasos de los fugitivos, buscando la oportunidad más propicia para tenderles una celada y victimarlos si era posible.
La madrugada del 21 de julio, dos dias después de haber fenecido el estado de sitio, Pinto y sus acompañantes hacían su entrada secreta al pueblo de Concepción en la provincia Ñuflo de Chávez, con objeto de buscar asilo en casa de algunas amistades, después de deambular muchos días entre la maraña de la selva tropical, en circunstancias que atravesaban transversalmente la plaza de la indicada población, fueron sorprendidos por un intenso fuego de armas automáticas disparadas por soldados comandados por el Tte. Siles. Los fugitivos atinaron a refugiarse detrás de los pilares de los corredores, mientras que por su parte se defendían con las escasa armas de que  disponían, pero en inferioridad de condiciones, ya que no contaban con suficiente munición ni con las mismas armas de alto valor combativo.
Después de un breve intercambio de disparos, Pinto cayo acribillado por una ráfaga de ametralladora que le atravesó todo el abdomen, destrozándole las principales viseras. La víctima, sin embargo, logro reponerse de la caída y así con sus heridas sangrantes recorrió más de 50 metros, en busca de segura protección, a fin de no ser ultimado por sus atacantes. El resto de sus acompañantes atino a buscar por su cuenta seguridad personal.
Saúl Pinto, al día siguiente era trasladado en un avión a Santa Cruz, para luego ser trasladado a la cede de gobierno. Afortunadamente anoticiados en forma oportuna sus familiares y un médico de prestigio acudieron al aeropuerto y allí se valieron de todos los medios para que el herido sea internado en el Hospital “San Juan de Dios” de Santa Cruz en vista de la gravedad de sus heridas que no le permitirían un viaje largo en avión. No es aventurado afirmar que está feliz circunstancia salvo la vida de Pinto, quien  de inmediato tuvo que ser sometido a una intervención quirúrgica de urgencia.
Sin embargo las informaciones oficiales del gobierno publicado en diarios nacionales daban cuenta de un supuesto choque armado en la población de Concepción donde nueve facciosos a la cabeza de Saúl Pinto habrían intentado asaltar una guarnición militar, produciéndose de esta forma el choque armado.   La falsedad y la mentira hábilmente manejada por el movimientismo nuevamente se ponían de manifiesto, cuyo eco recibía la prensa para desorientar a la opinión pública nacional y tergiversar malintencionadamente la realidad de los acontecimientos.
En el hospital  Pinto fue objeto de una estricta vigilancia por parte de los órganos de represión. Cuando ingresaba  en un periodo de recuperación, le llegó su salvoconducto para que salga del país con destino a Buenos Aires, en calidad de exiliado, hacia donde se dirigió por vía aérea en fecha 10 de agosto, fuertemente custodiado hasta el aeropuerto por los esbirros del oficialismo.
Continuando su política de represión, el presidente Siles el día 22 de ese mismo mes de julio, deportaba hacia el Perú a 26 ciudadanos que habían caído presos en la gran redada que hizo con todos los que intentaron defender su pueblo de la fobia movimientista, pese a hallarse fenecido el estado de sitio.
Al mismo tiempo como queriendo demostrar que aun el Gobierno se inspiraba en principios democráticos y cristiano, dispuso la libertad de 32 ciudadanos que habían sido capturados en idénticas circunstancias que los anteriores.
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