Por: Carlos Tiburcio - Escritor, investigador e historiador.
Fue constituyente por Pando en la Asamblea Constituyente de 2006-2007. // Foto: Tropas bolivianas en el frente, Guerra del Acre.
Durante el proceso de construcción de la República hubo un
marcado desinterés por el conocimiento de la geografía y del territorio sobre
el que se tenía soberanía cuando se adoptó el principio del Uti possidetis
sobre los límites señalados por el gobierno español a sus unidades de
administración, en este caso, la Audiencia de Charcas. El primer mapa de la
República de Bolivia, según refiere la historiadora Clara López B. se mandó
confeccionar recién en 1859 es decir, 34 años después de su independencia. En él,
la parte norte y noroeste, hasta el río Beni, figuraba como «regiones no
exploradas pobladas por salvajes» y lo demás ya no se registra, y los mapas
anteriores al siglo XX retratan a la región del Acre como un espacio «vacío»,
sin explorar y sin nombre. Hasta antes de 1835, se puede decir que el Estado
boliviano, estuvo ausente de estos territorios.
En 1890, se crean Delegaciones Nacionales en las regiones
del Purús y del Madre de Dios, que fueron anexadas al Noroeste por Decreto del
Congreso Nacional en 1893. A los distritos del norte se los nombró Territorio
Nacional de Colonias. En 1899 los gobernantes viendo que las ganancias que
generaba la explotación de la goma elástica en el Acre eran aprovechadas en su
totalidad por el Brasil, deciden instalar una oficina aduanera en Puerto Alonso
sobre el río Acre, que fue recibida con desagrado por los extranjeros moradores
de la zona.
Una vez concluido el conflicto que llevo al país a la Guerra
Federal (1899), el paceño José Manuel Pando, ahora presidente de la República,
tuvo que enfrentarse a otro frente de conflicto esta vez en las alejadas
tierras del Acre.
En ese contexto Bolivia exige a los dueños de siringales un
30% como derecho de exportación por la goma que saliera del Acre y, ante la
imposibilidad de asentar la presencia del Estado, decide arrendar el Acre por
30 años al consorcio internacional The Bolivian Sindicate of New York para que
administrara la recaudación de las rentas públicas, a cambio del 40% de las
mismas. La medida es rechazada por las cancillerías de Brasil y Perú, que
exigieron su inmediata derogación.
En estas circunstancias, Bolivia dicta nuevos impuestos que
acabaron de enardecer los ánimos de los acreanos, y el 6 de agosto de 1902, en
Xapurí, estalla una revolución con terribles consecuencias para el país y
principalmente para los escasos compatriotas moradores en este territorio, que
son obligados a huir para salvar sus vidas, perdiendo todas sus posesiones.
El industrial gomero Nicolás Suárez, informado de la
revuelta iniciada en el bajo Acre, llega a Porvenir el 4 de octubre y al día
siguiente ordena una expedición a Bahía (hoy Cobija) para recoger víveres y
14.000 tiros de munición que había en ese puerto. El 6, los expedicionarios
retornan a Porvenir e informan que los almacenes de Bahía estaban ocupados por
los filibusteros. Por la gravedad de la situación, Suárez convoca a reunión a
las personas principales, empleados y los llegados del Acre, y el 8 se conforma
un Comité Directivo, del cual es nombrado presidente.
El día 9, se conforma una fuerza armada para la defensa
patria compuesta por 85 civiles, entre indígenas, siringueros, empleados,
administradores e industriales gomeros, denominada “Columna Porvenir”. Se
designan los jefes y oficiales y emprenden la marcha a Bahía, llevando entre
sus pertrechos de guerra un arco y dos flechas preparadas con trapos y manojos de
yesca de algodón empapados en kerosene.
El 10 de octubre, a 10 km de Bahía, sobre orillas del arroyo
Floresta acuerdan el plan de ataque, donde las Compañías primera y segunda,
atacarían por la parte de arriba; la tercera Compañía, ocuparía la parte de abajo,
para evitar que por allá el enemigo ejecute un movimiento envolvente; la cuarta
Compañía, ocuparía el centro a una distancia que le permitiera prestar su apoyo
donde fuera preciso. A las 15:30 llegan a destino e inmediatamente inician
combate y, antes del anochecer, acorralan a los refractarios.
A las 07:00 del día 11, en reunión con los jefes de las
Compañías, el presidente del Comité Directivo da la orden de quemar la barraca
y se prepara la flecha incendiaria para ser lanzada sobre el enemigo. A las
11:30, se reanuda el combate y se lanza la saeta encendida al barracón. 30
minutos después comienzan a estallar los barriles de pólvora del almacén y se
produce el asalto. La primera Compañía toma el flanco de una de las trincheras;
la segunda, asalta los altos del barracón y los invasores que salían de las
trincheras caen presas de los disparos de la tercera Compañía.
El 11 de octubre de 1902, más o menos a las 13:40, es
contundente la victoria boliviana. Las bajas enemigas son significativas. Del
lado boliviano no pasaron de cinco, entre muertos y heridos. La acción de los
integrantes de la Columna Porvenir fue impecable.
En abril llega a Puerto Rico una copia del Modus Vivendi
firmado en marzo por Brasil y Bolivia que suspende las hostilidades y el 17 de
noviembre de ese año se firma el Tratado de Petrópolis finiquitando el
conflicto. Bolivia cede, a cambio de una compensación en monedas,
aproximadamente 190.000 km2 de territorio.
En más de un centenar de años, se ha hecho poco por resaltar
este acto glorioso de magnánima demostración de bolivianidad. Está pendiente
aún el reconocimiento cabal y la difusión en todo el país de esta noble hazaña.
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