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LOS TRES DÍAS CRUCIALES, EL SANGUINARIO GOLPE DE HUGO BANZER SUAREZ


Por: Juan Marcelo Verdueta Quisbert / Fragmento de su Tesis de Grado para Obtener la Licenciatura en Historia, titulado LA UMSA EN LA DICTADURA DE HUGO BÁNZER SUÁREZ (1971 – 1978). La Paz, Mayo de 2017 – UMSA.

El golpe anunciado como un secreto a voces, empieza a materializarse el 18 de agosto de 1971, cuando el departamento de inteligencia militar es alertado de la presencia de Bánzer en Santa Cruz. La policía local arresta a éste en el domicilio de la familia Foianini y lo traslada a La Paz; poco después otro grupo de conspiradores son detenidos, pero las piezas claves del golpe: mayor Humberto Cayoja, y los capitanes Tito Vargas, Mario Oxa y Ernesto Campos, se mantienen en libertad. Los cuales en cuestión de horas persuaden al coronel Andrés Selich a tomar la ciudad de Santa Cruz, con sus tropas desde Montero. Fueron las ambiciones de Selich junto con sus tendencias anticomunistas, las que quebraron la indecisión de éste, y viraron el curso de los acontecimientos. El 19 de agosto el ejército tomaría la ciudad de Santa Cruz.

PRIMER DÍA: SANTA CRUZ

El Servicio de Inteligencia del Estado allana diferentes domicilios en la ciudad de Santa Cruz hasta primeras horas de aquel 19 de agosto, arrestando a varias personas sospechabas de acciones conspirativas. Entonces, como a las 8 de la mañana del mismo día, familiares de los recién detenidos se hicieron presentes en las oficinas de la Guardia Nacional de Seguridad Pública, exigiendo la libertad de éstos. Ante la negativa a sus peticiones, sumado el intento de desalojo por efectivos de la Guardia Nacional, es que se declararon en huelga de hambre.
Pasadas las horas, muchas personas se anotician de lo sucedido y se congregan en las inmediaciones del lugar. La multitud crecía en número, así como la tensión. Hasta que la multitud ya enfurecida asalta las oficinas de la Guardia Nacional y libera a los detenidos que se encontraban ahí. Ya en horas de la tarde, con la situación totalmente fuera de control, la turba ya más numerosa asalta varias radios locales, como la radio Piraí que era controlada por la Central Obrera Departamental.
Las altas esferas de la FSB habían tomado la decisión de iniciar las acciones planificadas aprovechando las manifestaciones de la población. Pasado el mediodía, grupos civiles armados: falangistas y emenerristas organizados principalmente en la Unión Juvenil Cruceñista y el Comité Cívico, son convocados en ambientes de la Feria – Exposición Santa Cruz. Éstos son armados y organizados en 2 columnas, una al mando del Dr. Carlos Valverde y la otra dirigida por el Cap. Melgar; su número ascendía a 74. Se fija como principales objetivos de ataque a la Universidad y al Sindicato de Fabriles. A esa hora, el coronel Selich, Comandante del Reg. Manchego, ya había confirmado su adhesión al levantamiento. (“Con un sangriento atentado terrorista culminó la revolución en Santa Cruz”, Presencia (La Paz), 20 de agosto de 1972.)
Las dos columnas se dirigieron por diferentes rutas a la Plaza 24 de septiembre. La columna de Melgar, tiene una primera refriega con grupos organizados en la Federación de Fabriles, esta resistencia se trataba principalmente de un pequeño grupo de fabriles y estudiantes universitarios armados, algunos de ellos miembros del ELN. Como estaba muy difícil la toma de este edificio, la columna de Melgar decide reforzar a la columna de Valverde en la toma del edifico de la Universidad. El combate fue encarnizado, Presencia relataba así la refriega:
“A las 19 horas, un grupo armado, al mando de Carlos Valverde Barbery, de Falange Socialista Boliviana, atacó a la Universidad Mayor Gabriel René Moreno. Luego de una fuerte refriega, cayó en poder de los rebeldes, dejando un saldo de dos muertos y 23 heridos.” (“Rebeldes ejercen pleno control de Santa Cruz”, Última Hora (La Paz), 20 de agosto de 1971.)
Finalmente, las dos columnas toman el edificio de la Universidad, y hacen prisioneros a todos sus ocupantes. Reforzados por hombres y mujeres que salían de sus casas para plegarse al combate – relataba el entonces Cap. Melgar un año después – deciden tomar la sede de los fabriles, que quedaba dos cuadras al oeste del edificio universitario. El fuego fue intenso y hubo más bajas rebeldes, entonces “los combatientes”, como los llama Melgar, a la cabeza de Valverde ingresan por el patio del templo de la Merced, que se encontraba a lado del edificio fabril. Finalmente, y después de un intenso tiroteo, logran tomar el edificio. (“Con un sangriento atentado terrorista culminó la revolución en Santa Cruz”, Presencia (La Paz), 20 de agosto de 1972.)
Ledy Catoira, entonces miembro del ELN en Santa Cruz, se encontraba en el interior de la sede de los fabriles, y por supuesto relata su propia vivencia. En su testimonio cuenta como estudiantes, organizaciones políticas, obreros y campesinos, se concentran dentro del edificio de la Federación de Fabriles, prácticamente desarmados, cuando grupos armados de falangistas y emenerristas, con la ayuda de militares dirigidos por el Coronel Selich, logran tomar la Federación de Fabriles. Los que van cayendo prisioneros, son conducidos al edificio de la Universidad en la plaza 24 de Septiembre. Relata como su compañero del ELN: Rodolfo Quinteros, caería preso en un intento de evacuar a las personas que se encontraban aun en el interior del edificio. Y en el afán de averiguar la situación en el que se encontraba éste, varios caerían también:
“[Rodolfo Quinteros] desde el primer momento fue cobardemente torturado por Ernesto Moran Lijerón, por orden de Carlos Valverde B., y en presencia de Jorge Chávez, Eddy Curí, Ernesto Limpias, Negro Cronembol, Mari Fernández, N. Leigue Gutiérrez (hijo del que fue ministro de Salud y embajador en el Brasil), los hermanos Flores Salvador, los hermanos Menacho Carrillo, el coronel de Carabineros Alfredo Pinto (quienes recibieron nombramiento de Cónsules después de la masacre de la Universidad). Estaban también el profesor Freddy Mercado, N. Paniagua, Paye Gonzales, José Cuellar, N Román, N. Pereira y otros […]” Ledy Catoira. (Movimiento de Mujeres Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 97-8.)
Al final, la resistencia había sido aplastada, y la ciudad fue progresivamente controlada por el ejército rebelde al mando del Coronel Selich, con lo que selló la victoria de los rebeldes en Santa Cruz:
“A las 20:30 horas, ciudad de Santa Cruz estaba en poder de las fuerzas rebeldes y solo se escuchaban algunos tiros hechos por universitarios y que emprendían la fuga.” (Rebeldes ejercen pleno control de Santa Cruz”, Última Hora (La Paz), 20 de agosto de 1971.)
Al día siguiente, una multitud se reunió en la Plaza 24 de septiembre, para presenciar la posesión de nuevas autoridades, que se reunían en el edificio prefectural. De pronto una bomba estalló cerca de los discursantes y causó la muerte de más de uno además de varios heridos.( Entre los heridos estaba M. Gutiérrez, Humboldt, Pérez del Castillo, Melgar (el nuevo Prefecto), Pedro Rivera(el nuevo Alcalde), el coronel Selich, y otros. La hermana de Mario Gutiérrez fue una de las más afectadas, pues perdió una de las extremidades.) Inclusive, Melgar afirma el accionar de francotiradores que dispararon a la multitud. Sea como sea, se supuso que el ELN estaba detrás del atentado, cosa que fue cierto. Esto provocó la ira del Coronel Selich, quien ordenó eliminar a todos los detenidos, con la orden “No quiero presos ni heridos”. Acto seguido: “[…] los grupos más exaltados… iniciaran el asalto al edificio universitario, haciendo volar las puertas con granadas de mano… Nosotros sólo escuchábamos. ‘Hay que matarlos’. ’Ningún perro rojo vivo’… Lo único que hicimos fue tirarnos al suelo”. (Central Obrera Boliviana, Informe: violación de los derechos humanos en Bolivia (La Paz: s. e., 1976)) Dunkerley indica que más de veinte universitarios fueron puestos en el paredón y fusilados. Según la Cruz Roja, los muertos llegaron a 98 y los heridos a 506.
La complicidad del gobierno brasilero se vio totalmente confirmada entre el 18 al 20 de agosto, con la llegada de aviones brasileros que aterrizaron al aeropuerto de El Trompillo en Santa Cruz. Éstos traían las armas que fueron distribuidas a las fuerzas irregulares de la FSB, que formaban el Ejército Nacionalista Cristiano o Ejército Cristiano Nacionalista (ECN) como la identifica Irusta.

SEGUNDO DÍA: COCHABAMBA

El día 20, la ciudad de Cochabamba estaba relativamente tranquila, la toma había sido menos violenta que en Santa Cruz. La prensa reportaba versiones de que a mediodía se registraron disparos de armas de fuego cerca de la Universidad Mayor de San Simón, y que el perímetro de ésta fue aparentemente cercado desde la madrugada, al suponer que en el interior existían universitarios en resistencia al movimiento subversivo. José Gil Reyes, coronel que participó en el golpe y que después fue Ministro de Agricultura de Banzer, relataba: “Se tomó la Universidad por manos del grupo de Mario Jordán, hermanos Alarcón y los mismos universitarios nacionalistas. Solo hubo una baja: un estudiante. Cayó en la acción de la Facultad de Medicina, reducto de comunistas.”. Acerca de la reacción de la población en Cochabamba revelaba: “Fue algo apoteósico, una manifestación nunca vista en la historia.“, afirmando que el apoyo popular al levantamiento fue masivo.
Hasta este día ya fue claro el protagonismo falangista, al verse descubierta la Operación Oriente dirigida por Mario R. Gutiérrez, la cual materializaría el derrocamiento de Torres. Gutiérrez, ante la ausencia de Cayoja, cumple el compromiso acordado con Paz Estenssoro y bajo presión del sector militar resuelven que Hugo Bánzer Suárez se haga cargo de la conducción del nuevo gobierno.

LA RESISTENCIA EN LA PAZ

TERCER DÍA: EL GOLPE SE CONSOLIDA EN LA PAZ

El día 20, en La Paz se había convocado a una marcha de repudio al fascismo y al movimiento subversivo gestado en Santa Cruz. Ésta partiría de la Av. Montes y los preparativos y las expectativas eran grandes, pues se esperaba reunir a miles de obreros, mineros, universitarios y campesinos. (“Marcha de apoyo a la causa revolucionaria”, Última Hora (La Paz), 20 de agosto de 1971)
Por la mañana, el Comité Revolucionario de la UMSA había acudido a Palacio de Gobierno, los acompañaba un Secretario coordinador de la Universidad Boliviana. En Palacio, se analizó con el gobierno la situación política del país y acerca de la marcha convocada para la tarde.432 Mientras tanto en el Paraninfo Universitario del Monobloc de la UMSA se informaba a los estudiantes acerca de la situación del golpe en Santa Cruz, Edgar Zapata433 lo relata así:
“[…] entonces se informa de los hechos […] y que en la Federación de Fabriles de la calle Armentia se están distribuyendo armas… con un grupo de estudiantes tomamos un vehículo de la avenida Villazón hasta la Federación, recibimos nuestros fusiles, munición, para ir a tomar el Estado Mayor… que es el centro de operaciones del golpe […] Se distribuyeron fusiles Mauser […]” Edgar Zapata. (Edgar Zapata, “Defensa de la Autonomía Universitaria en la UMSA” (Conferencia, presentada en el Instituto de Investigaciones Históricas – Carrera de Historia – U. M. S. A., 19 de agosto de 2014).)
La marcha había concluido en Plaza Murillo; discursaron desde los balcones de Palacio de Gobierno Óscar Eid Franco, dirigente universitario, Juan Lechín Oquendo, Secretario Ejecutivo de la COB y el presidente Torres. La multitud dispuso su apoyo al gobierno y pidió armas para resistir el golpe: “Los viejos fusiles máuser, compañeros inseparables de trabajadores mineros y fabriles bolivianos, aparecieron por doquier. Apenas pudo dotarse a esa masa combatiente de CINCO CARTUCHOS... para luchar toda la tarde. Se podía contar con los dedos de una mano las armas automáticas que poseían algunos revolucionarios” relata en un artículo Jorge Echazu.
Si bien, en La Paz la convocatoria al pueblo a marchar en contra del fascismo y del golpe subversivo, había tenido una buena respuesta, en Cochabamba y en Santa Cruz la resistencia civil había sido mucho menor, ya que incluso se había convocado a marchar para repudiar el castro-comunismo, con una también buena repuesta popular. Esto no era más que la trágica confirmación de una sociedad dividida y completamente polarizada.
Ya el 21 de agosto, a las 13 horas había concluido una reunión de la COB, en su sede de la Plaza Venezuela, estaba Lechín y otros dirigentes obreros. Ahí se supo de la adhesión del Regimiento Castrillo a la rebelión y ya se había convocado a la población a concentrarse en la Plaza del Estadio Hernando Siles. “Ha estallado la guerra civil, los militares se han alzado; los revolucionarios vamos a concentrarnos en el estadio” expresaba José Morales Guillén del PRIN. Marcelo Quiroga Santa Cruz también se encontraba ahí, Vásquez Michel militante del PS, relata así su participación:
“Marcelo se encontraba reunido con la Central Obrera Boliviana analizando la situación […] Marcelo nos citó a concentrarnos en el Estadio Hernando Siles. A la una de la tarde nos entregó brazaletes de color rojo y un arma con poca dotación, se las dio su amigo el Comandante del Regimiento [Escolta]. Los socialistas éramos aproximadamente treinta, los demás estaban con sus organizaciones sociales.” Walter Vásquez. (Vásquez, Memorias, 174.)
Entonces, la multitud ya reunida en la Plaza del Estadio intentaría organizar la resistencia, que sería protagonizada por gente de clase media, obreros, militancia de izquierda y el ELN. A lo que debemos sumar mineros, estudiantes universitarios, y de secundaria, como se verá en los testimonios.
Los movimientos sociales estaban a la espera de recibir armas para resistir el golpe. Lechín asumió la dirección de las movilizaciones, Vásquez Michel afirma que Lechín “impuso su criterio de atacar el Estado Mayor con la cobertura del Batallón Escolta [Regimiento Colorados de Bolivia], a cargo de su Comandante Mayor Rubén Sánchez”, leal a Torres. Se había acordado iniciar el ataque a las tres de la tarde. Pero el ejército ya había ocupado algunas posiciones estratégicas, por ejemplo en las gradas de la esquina de la Juan José Pérez y la Ecuador “ahí había cuatro nidos de ametralladora del ejército apuntando a la Universidad”. (G. Gallardo, entrevista personal, Octubre de 2016)
Justo a las 13:25, el general Reque Terán junto a un coronel y miembros de su guardia personal, subieron del Estado Mayor donde civiles los interceptaron tratando de retener al general, pidiéndole armas. Éste respondió “estoy yendo a Palacio”. Mientras tanto, radio Illimani insistentemente convocaba a batallar para tomar el Gran Cuartel donde se esperaba encontrar más armas para la resistencia. (“Asumió el poder una alianza civil-militar nacionalista”, Última Hora (La Paz), 23 de agosto de 1971.)
Con este mismo fin, el de encontrar armas, los revolucionarios se dispusieron a tomar los almacenes centrales del ejército en la Intendencia de Guerra ubicada en la Avenida Saavedra de la zona de Miraflores. Victoria López, entonces dirigente universitaria de la UMSA, afirma que los universitarios junto con los mineros recibieron esta misión. En un principio no pudieron derribar el portón del edificio, por lo que reciben nuevas instrucciones de seguir descendiendo e impedir la salida de las movilidades y las tanquetas del Estado Mayor, que salían llenas de militares muy bien pertrechados.
Luego, otro grupo universitario lograría asaltar el edificio y reducir a la guarnición, encontrando pocas armas:
El desconcierto era grande, ¿con que armas haríamos frente al ejército que apoyaba el golpe? No las había, miles de personas pedían armas. Un gran número bajamos hasta la Intendencia de Guerra que queda entre la Diez Romero y Av. Saavedra en Miraflores. Encontramos armas y municiones, la mayoría antiguas que se repartieron para tomar el cerro Laikakota.“ Lourdes Koya. (Movimiento de Mujeres Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 173.)
Marlene Vásquez Solares, entonces estudiante y dirigente de la UPTK, brinda más datos:
El día del golpe […] bajé de mi cuarto a la UPTK, donde muchos compañeros se habían parapetado en los cursos. Uno de los docentes nos notificó que debíamos ir al estadio. Bajamos un grupo numeroso de compañeros. Cuando nos encontrábamos por la calle Casimiro Corrales los aviones empezaron a sobrevolar la ciudad y a ametrallar a la gente reunida, hiriendo a muchos de ellos por las esquirlas de bala y roca. En esta calle se reunió gran cantidad de personas, muchas de ellas portaban armas pero sin municiones, todos corrían en distintas direcciones. De pronto se presentó el compañero Juan Lechín Oquendo trayendo en un saquillo municiones de diferentes calibres que repartió entre los que portaban armas. Bajamos hacia el Estado Mayor por la Av. Saavedra. A la altura de la calle Díaz Romero tomamos el ex arsenal del ejército. Allí encontramos muy pocas armas y algunas granadas de mano.” Marlene Vásquez.
El grupo en que se encontraba Vásquez ingresa al edificio de la Intendencia, pero ya no encuentran armas sino cascos, cantimploras y algunos objetos domésticos.
Dunkerley precisa que en el edifico de la Intendencia se hallaron 1200 máuseres antiguos y pocas municiones, que sirvieron en la resistencia del día siguiente. Echazu confirma la participación del grupo “universitario-estudiantil” en el asalto y el hallazgo de varios centenares de fusiles máuser:
El armamento capturado fue eficientemente utilizado por los trabajadores y estudiantes que tienen familiarización con esas armas. Muchos fusiles estaban casi inservibles y algunos otros carecían de manivelas, en fin, otros se llegaban a romper en los forcejeos de quienes pretendían armarse porque tenían el maderamen podrido: Empero aún así, la acción fue altamente positiva pues se encontraron cantidades apreciables de munición calibre 30 para carabinas, 9 mm para pistam, granadas de mano (piñas), cananas, cascos de guerra y otros implementos que sirvieron para continuar la lucha y sobre todo para vencer en Laikakota.” (Echazú, “Ascenso del fascismo y la resistencia popular del 19 al 21 de agosto de 1971”.)
A las dos de la tarde, un batallón del Regimiento Castrillo se había desplazado desde el Cuartel de Miraflores, ocupando el cerro Laikakota, veamos estos testimonios:
A las dos de la tarde, un batallón del Regimiento Castrillo se había desplazado desde el Cuartel de Miraflores, ocupando el cerro Laikakota, veamos estos testimonios:
Porque yo vivía en la [calle] Villalobos, a tres cuatro cuadras de… la Laikakota, ahí estaba la balacera, ahí se escuchaban los tiros […] hasta […] entrando la noche ya seguramente cuando el Tarapacá define la situación a favor de Banzer.” Jaime Ayala.
Ese 21 de agosto pasamos clases, a las doce del día nos reunimos nuevamente en el comedor de la Facultad de Medicina, al salir vimos una columna de soldados del Castrillo bien armados que subían por la avenida Saavedra, los adelantamos, al llegar a la Plaza Triangular nos encontramos con personas armadas con fusiles Máuser, les comentamos que subían soldados y nos indicaron que eran de nuestro lado, insistimos que no eran de nuestro lado […]” Gonzalo Nigoević Heredia.
“[…] por las calles aledañas, por la Avenida del Ejercito a lado de Laikakota aparece un batallón del ejército, con cintillos rojos en el brazo supuestamente adscritos al gobierno de Torres… se arma la discusión de los presentes […] tal vez una especie de asamblea improvisada. Finalmente la falta de claridad política o lo que fuera, se permite el ascenso de la tropa militar… al cerro, una vez ubicados allí comienzan a disparar a la población de los alrededores, era parte del golpe, allí empezó un combate de posiciones […] se retomó la Laikakota al anochecer.” Edgar Zapata.
Es que la confusión era total, circulaba entre la gente información diversa y también falsa. Entonces, la multitud desciende por la Avenida Saavedra, y los militares responden disparando a quemarropa a la movilización donde caen inertes varios universitarios y mineros. La cabeza de la movilización llegaba hasta la esquina que da inicio al Hospital General, donde se dispersa encrespada por la cantidad de bajas. (Victoria López, s. t. (Testimonio, Ciclo de Conferencias ¿Cómo fue que fue posible? – Instituto de Investigaciones Históricas – Carrera de Historia – U. M. S. A., noviembre de 2012).)
Mientras tanto en Laikakota, el Regimiento Escolta apoyado por miembros del ELN, militantes de izquierda, estudiantes y trabajadores, habían logrado en primera instancia retomar el control de parte de la colina447 .448 Pero a mediados de la tarde empezaron a sobrevolar los aviones de la fuerza aérea, “no sabíamos si estaban a favor o en contra de los golpistas” indica Lourdes. Es que la situación no era clara, pues mientras el ataque de la aviación afectaba a los que resistían el golpe, Lechín aseguraba la lealtad del Grupo aéreo a Torres, según relata Echazu; quien confirma la presencia de al menos dos aviones “cazas mustang”. Más tarde se había logrado forzar el repliegue del Regimiento Castrillo al Cuartel de Miraflores, y se confirmó que la aviación había decidido sumarse al golpe.
Sin embargo, una última fracción del Regimiento Castrillo se había atrincherado fuertemente en una pequeña caseta y un arco de cemento que existía en la cima del cerro. La captura de tal cima se daría recién como a las 20 horas, Echazu relata esta parcial pero conmovedora victoria así:
Al grito rebelde y revolucionario de: ¡Victoria o Muerte!, los grupos combatientes del pueblo pasaron al ataque capturando rápidamente toda la colina y desarmando a los efectivos sobrevivientes que se rendían con lágrimas en los ojos, echando la culpa de la terrible sangría a sus jefes que cobardemente los abandonaron en sus posiciones dándose a la fuga. Algunos imprudentemente propusieron el fusilamiento de todos los sobrevivientes, pero inmediatamente se impuso el criterio correcto de ponerlos en libertad, toda vez que ellos, los soldados, eran parte del pueblo y habían sido obligados a levantar las armas y disparar contra él. […] Se tenía la sensación de que todo había terminado. Con intensa emoción, entre lágrimas y abrazos […] [se] entonó con un nudo en la garganta la Canción Nacional. ¡¡Qué vivo y sangrante resultaba aquel "morir antes que esclavos vivir" proclamado y cantado por centenares de voces enronquecidas por la sed y la fatiga!!” (Echazú, “Ascenso del fascismo y la resistencia popular del 19 al 21 de agosto de 1971”)
La caseta se había convertido en el último reducto donde se atendían a los heridos y se amontonaban los cadáveres. La resistencia que se había concentrado allá en el cerro que en otrora igual había acogido a los milicianos en la Revolución Nacional, había logrado repeler al Regimiento Castrillo, con el resultado de muchos muertos y heridos de ambos bandos, la lucha había sido férrea:
Compañeros del ELN junto al pueblo se enfrentaron a los militares que resistían en cerro, perdiendo en el intento muchas vidas, muchos de ellos quedaron para siempre en el anonimato.” Lourdes Koya. (Movimiento de Mujeres Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 173.)
La participación norteamericana también fue indiscutible y abierta, tanto así que ese 21, en pleno clima de agitación se realizaron disparos desde la Embajada Norteamericana, los cuales cobraron algunas vidas. Valga hace notar que gran parte de los muertos y heridos no cayeron por la refriega, sino por el accionar de francotiradores apostados en pisos altos:
Al salir de ese lugar [Intendencia de Guerra], un grupo, y yo en él, remontamos hacia el cerro Laicakota donde los soldados se habían atrincherado y disparaban a quemarropa hacia la multitud. Los civiles también armados hicieron retroceder a los soldados. Cuando llegamos a la cima pude ver que había muchos soldados y civiles heridos y muertos. Al volver a la intersección Díaz Romero y Saavedra un francotirador mató a Tomas Chambi, un compañero de la federación de harineros, e hirió a otros más.” Marlene Vásquez. (Movimiento de Mujeres Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 298.)
Sobre esos francotiradores Irusta plantea dos hipótesis, que fueron agentes extranjeros, o que hayan sido miembros del ECN. Lo que sí se devela, es la existencia de este grupo irregular formado durante el gobierno del Gral. Ovando por militantes de la FSB.453 Uno de sus miembros expresaba:
Sus miembros éramos de varios partidos nacionalistas pero fundamentalmente del MNR y FSB y teníamos conciencia de la importancia que tenía la lucha del 21 de agosto porque salimos a enfrentar a hombres debidamente entrenados […] Obviamente que habíamos salido –igual que ellos- a morir o matar por una causa.” Anónimo (Irusta, La lucha armada en Bolivia, 439,40.)
El ECN actuó aquel 21, donde incluso fue muerto el sacerdote Mauricio Lefevbre y el hijo del Mayor Rubén Sánchez, cuando en realidad el objetivo era el mismo militar. El entrevistado agrega:
Fue entonces cuando un grupo de trabajadores de la municipalidad resolvimos aglutinarnos para oponernos frontalmente, armas en mano, contra ese avance de los izquierdistas marxistas contando para ese fin con dos apoyos fundamentales: el decidido respaldo moral del ExAlcalde Municipal Gral. Armando Escobar Uría […] y […] al Cnl. de Policías Pablo Caballero Díaz quien nos organizó y entrenó militarmente […]” Anónimo.
Siguiendo con el acontecer de aquella jornada, otro testimonio hace referencia a la muerte de varios trabajadores administrativos en la resistencia:
El pueblo y paralelamente los trabajadores y estudiantes de la UMSA salimos a defender posiciones estratégicas. Organizamos barricadas en las calles aledañas a los lugares donde se concentraban las fuerzas militares. Tratábamos de impedir el traslado de tropas y pertrechos, los enfrentamos con armamento obsoleto y precario. En esos enfrentamientos [murieron] algunos trabajadores universitarios. Lastimosamente nuestros esfuerzos fueron rebasados y nuestra resistencia al interior y exterior de la universidad pronto se acabaría.” Olga Valverde, trabajadora administrativa de la UMSA. (Movimiento de Mujeres Libertad, Libres! Testimonio de mujeres víctimas de las dictaduras, 268.)
Apreciamos acá más interesantes datos:
“A la hora indicada nos reunimos, subimos por la calle Juan de Vargas con rumbo a la "Intendencia del Ejército", los disparos eran frecuentes y dirigidos a la Juan de Vargas, al llegar a la Intendencia les indicamos a los milicianos que nos están disparando del cerro Laikacota, ellos nos replicaron que no es así ya que los soldados están supervisados por universitarios. En la puerta de la Intendencia nos encontramos con un amigo que tenía un cintillo verde en el brazo y decía ELN, conversamos con él, nos indicó que en un rato más tomaríamos la Intendencia, pero que al armamento que había en ella les faltaba percutores y que vayamos a la plaza del estadio ya que en ella nos darían revólveres; por lo que nos trasladamos a esa, no pasó nada; después de deambular largo rato, nos dirigimos rumbo a la calle Comercio donde estaba la armería "La Sultana" y luego a la Yanacocha donde estaba la otra armería, ambas ya fueron saqueadas, retornamos al estadio, y a la Intendencia, que ya estaba tomada por el grupo de mi amigo del ELN. En la Normal de Maestros se repartían armas era la voz populi; así que rodeamos el estadio, y casi al llegar a la Genaro Gamarra vimos caer herido a un joven, él que fue auxiliado por otro que estaba por delante.” Gonzalo Nigoević Heredia. (Nigoević, “Mauricio Lefebvre, 21 de agosto 1971”)
Como ya se mencionó, Mauricio Lefebvre terminaría muerto en las calles Capitán Ravelo y Rosendo Gutiérrez. En su afán de socorrer a los heridos, una bala puso fin a su vida. He aquí el relato previo al momento:
Aumentó la intensidad del fuego, como las balas venían del Laikacota a esta, nos refugiamos en la Genaro Gamarra, permanecimos varios minutos sentados en la grada de una puerta, apesadumbrados y cabizbajos pensando qué íbamos hacer, transcurrieron los minutos. Serían entre las 16:30 y 17:00 horas que todos levantamos la cabeza y al unísono, exclamamos Mauricio Lefebvre, era alto, blanco, de cabellos castaños claros, con un saco plomo una polera de cuello Beatle de color plomo o beige, ‘en el pecho llevaba una cruz de madera de unos 10 a 15 centímetros‘, en el hombro izquierdo le colgaba una carabina M1, a su lado derecho tenía a un joven (quizá adolescente), en el cinto derecho una pistola pequeña de color negro, es así como lo vimos pasar con paso seguro rumbo a la Díaz Romero.” Gonzalo Nigoević Heredia.
Aproximadamente a las 15 horas, el Regimiento Escolta a la cabeza del mayor Rubén Sanchez, recibe la instrucción de atacar el Gran Cuartel de Miraflores. Una fiera batalla dieron los militares del Escolta quien junto a civiles armados, sitiaron el Gran Cuartel desde el cerro Laikakota, Villa Armonía y proximidades. Veamos:
Siguiendo el ejemplo de valentía de Mauricio Lefebvre nos dirigimos a la Normal donde nadie sabía nada, y frustrados nos dirigimos al Hospital Obrero, en esa nos separamos, permanecí hasta la 19:00 horas, cuando llegó un capitán de policía con un niño herido, con él nos dirigimos al cuartel de los Colorados, vi al Mayor Rubén Sánchez dando instrucciones, despachando en los Blanca Nieves (carros policías de esa época) munición y repuestos del caño de los fusiles (ya que se sobrecalentaba por el uso), de los soldados que estaban en villa Armonía que se enfrentaban a los del Estado Mayor, el capitán me dijo todo está perdido, ¿vamos a tomar un trago?... […] Retorné al estadio: en ella vi a los Blanca Nieves con los cajones de munición.” Gonzalo Nigoević Heredia. (Nigoević, “Mauricio Lefebvre, 21 de agosto 1971”)
“[…] El lugar [Díaz Romero y Saavedra] se estaba llenando de Soldados, ya circulaban rumores de que el Regimiento Tarapacá estaba por la zona de la Vita.” relataba Marlene Vásquez, es que ante el riesgo en que se encontraba el Estado Mayor, y después de la derrota del Regimiento Castrillo, el Regimiento Blindado Tarapacá se había movilizado por órdenes de Reque Terán.
Una delegación conformada por Lechín, Mercado, Lora, López, Reyes y Eid, visitó al todavía presidente Torres para exigirle entregué armas al pueblo. Éste negó tal solicitud, tal y como lo había hecho semanas antes, pero esta vez añadió que ya no tenía el control sobre ellas. (Dunkerley, Rebelión en las venas. La lucha política en Bolivia. 1952-1982, 247-8.)

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