«Se sabe que el efectivo de enemigos en la acción de Km. 7 llegaba a 10.000
hombres muy bien armados. Las fuerzas bolivianas alcanzaban a 2.340 unidades de
tropa. Las bajas paraguayas, entre muertos y heridos, fueron más o menos, 2000
en tanto que las bolivianas fueron de 8 oficiales y 250 soldados».
«Para el contraataque el 10 de noviembre, los defensores del Km. 7, fueron
reforzados con pequeños efectivos del Reg. 50 Murguía, Abaroa, Chichas, 25 de
Infantería y el Destacamento "Z" alcanzando con los del Destacamento
Bilbao un efectivo de 2.340, con los que se efectuó el contraataque.
El Comando Paraguayo había dispuesto para el 10 de noviembre un ataque a fondo,
con sus mejores tropas frescas, para romper las lineas a todo trance y cumpla
el deseo de almorzar en Saavedra y comer en Muñoz.
Día de la gloria — Las tropas inician la marcha por el ala izquierda a la hora
señalada en la orden, venciendo inauditas dificultades en lóbrega mañana, en un
silencio aterrador, mientras las unidades del centro y ala derecha están en
apronte, listas para saltar de la trinchera...! La tensión cerebral se traduce
por el trágico silencio, los soldados y Oficiales están con los uniformes
raídos, las frazadas terciadas a la espalda, se ciñen los cinturones, el morral
está con munición racionada, están con las carrilleras aseguradas al mentón, la
visera de la gorra levantada en desafío, están los rostros crispados, pálidos y
profundos, impacientes esperan la señal de la muerte y el furioso empellón con
el enemigo; que nos cree derrotados e incapaces de reaccionar; se mojan las
manos con la amarga saliva, para empuñar mejor y más fuerte el arma, que ya
está con la bayoneta armada y fuera, que refleja rayos de luz, ante la linterna
sorda. Viva Bolivia...!!, rasga el aire tibio en ese gran cañadón. Saltan de la
trinchera en veloz carrera, con las bayonetas mantenidas horizontalmente, para
atravesar a quien osara detener el furioso impulso. Y encuentran a los 60. 80 y
100 mts., a los paraguayos que tendidos en el pajonal, no atinan a tomar las
armas, ante la violenta avalancha.
Es cuando comienza la lucha cuerpo a cuerpo, el cuchillo bayoneta entra y sale
de esos cuerpos también famélicos, que al oprimir la cola del disparador, se
oye el sordo tronar de cajas toráxicas. Los bolivianos están embriagados de
venganza en la acción, es mezcla de alegría en el torbellino del frenesí y de
cólera a la vez, es la firmeza de eliminar con ira y rápidamente al
enemigo...». Loor eterno a los bravos guerreros del "Kilómetro
Siete".
(Cnel. Santiago Pol Barrenechea).
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