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EL SALITRE, OTRA DE LAS RIQUEZAS QUE FUERON APARECIENDO UNA DESPUÉS DE LA OTRA COMO DESTINADAS A PROVOCAR LA GUERRA CON CHILE


Fuente: Aclaraciones Históricas Sobre la Guerra del Pacífico – De: Roberto Querejazu Calvo. // Foto: Vista panorámica de las instalaciones de la Compañía de Salitres de Antofagasta.

¿Hubo una fatalidad en la concatenación de los hechos que condujeron a la Guerra del Pacífico? Estudiando su historia se tiene la impresión de que el destino colocó en medio de dos naciones hermanas riquezas que su legítima dueña no sabía explotar y despertaban la codicia de la vecina. Riquezas que fueron apareciendo una después de la otra como destinadas a provocar el enfrentamiento bélico.
Cuando el guano, luego de iniciar la malquerencia, no logró su siniestro objetivo al ser dividido por mitades, fraternalmente; y cuando la plata, que también suscitó agrias discusiones, acabó siendo objeto de un amistoso arreglo, apareció el salitre. ¿Iba a ser el provocador del fratricidio?
Es creencia generalizada que los incas utilizaron el nitrato de sodio de Tarapacá como fertilizante de sus cultivos, junto con el guano, aunque en menor proporción. En el período colonial, los españoles sólo le dieron importancia convertido en nitrato de potasa, con destino a la fabricación de pólvora. Científicos europeos, como hicieron con el guano, descubrieron su gran' poder fertilizante a partir de 1830 y su uso se generalizó en Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda y los Estados Unidos en cantidades cada vez mayores. En 1830, su exportación de Tarapacá fue de 18.000 quintales. En 1854, pasó de 700.000.
El enriquecimiento de los dueños de "paradas" y "oficinas" en la pampa de Tamarugal del Perú impulsó a muchos cateadores a buscarlo en el desierto aledaño de Atacama, perteneciente a Bolivia.
Los franceses Domingo y Máximo Latrille lo encontraron, pero no pudieron obtener una concesión del gobierno. Lo mismo les ocurrió a los argentinos Pavez y Bello. La suerte les tocó a los chilenos José Santos Ossa y Francisco Puelma. Aprovechando de la presencia en Santiago, en agosto de 1866, del Secretario General del gobierno de Melgarejo, Mariano Donato Muñoz, obtuvieron de él la "posesión y goce de los terrenos en que descubriesen depósitos de salitre y bórax, en una extensión continua de no más de cinco legue cuadradas", más cuatro leguas en la quebrada de San Mateo para cultivo de legumbres.
Una primera expedición encabezada por el propio José Santos Ossa en busca del lugar más apropiado para asentar la concesión no encontró salitre. Al año siguiente, otro grupo dirigido por el hijo de aquel, Alfredo Santos Ossa, descubrió el Salar del Carmen. Ossa y Puelma, asociados a Manuel Antonio de Lama, fundaron la "Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama" con miras a e traer nitrato de sodio del mencionado lugar y seguir buscando otras riquezas en el litoral boliviano. Por medio del abogado Manuel José Tovar, cuyo hermano era Oficial Mayor del Ministerio de Gobierno y con una entrega de 10.000 pesos a la paupérrima administración de Melgarejo, la sociedad consiguió la ampliación de lo obtenido antes con un permiso para "explotación, elaboración y libre exportación" de todo el salitre existente en el Departamento de Cobija durante un lapso de 15 años.
La enormidad de esa concesión atrajo a otros interesados Chile, como a los ingleses de la firma "Gibbs y Cía." y al banquero Agustín Edwards Ossandón. Desapareció la "Sociedad Explorado del Desierto" al ser reemplazada por la firma "Melbourne Clark Cía.". Melbourne Clark era uno de los ejecutivos de la casa Gibbs y su nombre sirvió para encubrir a la nueva empresa en la que k socios eran los originales Ossa y Puelma acompañados de Edward Guillermo Gibbs, el propio Clark y algunos más. La flamante compañía sentó sus reales en la caleta de la Chimba, el punto con facilidades de embarque y desembarque más próximo al "Salar del Carmen". Desde el año anterior (1868), la caleta tenía el nombre de Antofagasta y la categoría de puerto, en virtud de disposiciones dictadas por Melgarejo.
"Melbourne Clark y Cía.", como dueña de la concesión que autorizaba explotar todo el salitre que existiese en el litoral boliviano, destacó cateadores por todas partes y llegó al descubrimiento de los ricos terrenos salitrosos de "Las Salinas", ubicados a unas decenas de kilómetros más adentro del "Salar del Carmen", en dirección a Caracoles.
La caída de Melgarejo, en enero de 1871, y la incierta situación en que quedaban los actos de su administración, obligaron a "Melbourne Clark y Compañía" a enviar a La Paz al abogado chileno Domingo Arteaga Alemparte, con la misión de obtener que el nuevo gobierno revalidase su concesión. La administración del Presidente Agustín Morales, en fecha 13 de abril de 1872, dictó una resolución suprema que dijo: "Habiendo Melbourne Clark y Compañía implantado en el desierto de Atacama una nueva industria que ha dado importancia a las riquezas ocultas, se le concede una superficie que teniendo por base el paralelo 24, que es la línea divisoria entre Bolivia y Chile, forme un paralelogramo con una altura de 15 leguas, a 5 kilómetros al norte y 25 de latitud sur, partiendo desde la orilla del mar. Se les concede privilegio exclusivo para explotar, elaborar y exportar salitre de esa superficie por 15 años. Pueden construir todos los ferrocarriles que quieran en ese terreno".
Explotar los dos campos salitrosos del "Salar del Carmen" y "Las Salinas" requería más capital del que disponía "Melbourne Clark y Cía.". Esta entidad, que tenía carácter limitado, desapareció y mediante la emisión de acciones, por un valor de 2.500.000 pesos, se organizó en su reemplazo una sociedad anónima con el nombre de "Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta". Los subscriptores principales de los títulos fueron Guillermo Gibbs, Agustín Edwards y Francisco Puelma, José Santos Ossa sólo pudo adquirir un número más limitado, al igual que otros capitalistas chilenos y algunos ingleses.
Al medirse en el terreno el paralelogramo conseguido por Arteaga se constató que una parte de "Las Salinas" quedaba fuera. Para subsanar esta situación, el directorio de la compañía destacó a La Paz al señor Belisario Peró con el mandato de ofrecer al Gobierno de Bolivia una participación de un diez por ciento de sus utilidades.
El nuevo Presidente de la República, señor Adolfo Ballivián, consideró que no era digno para un gobierno hacerse socio de una empresa extranjera y prefirió que se atendiese el pedido de ampliación de los terrenos concedidos a la compañía contra pago de nada más que el impuesto legal establecido para esta clase de concesiones: 40 bolivianos anuales por estaca, o sea, por cada milla cuadrada.
El diario "El Comercio" de La Paz, comentó al respecto: "Ha sido deplorable que no se hubiera apercibido bastante el gobierno de que el ofrecimiento de la compañía era del todo espontáneo. Se llevó una exageración extremada el sentimiento del decoro nacional, privando al país de un ingreso saneado que hoy sería de unos 100.000 bolivianos al año... En las deliberaciones pudo caber algo de des confianza, de reserva mental, frente a una proposición que parecí tan halagadora. Sea lo que fuese, la oferta de participación fue desechada y se dio preferencia a cobrar a la compañía la insignificante patente de 40 bolivianos por estaca, que en el mejor de los caso: no puede producir más de 2.000 bolivianos anuales".
Don Belisario Peró, en su informe al señor Agustín Edwards presidente del directorio de la compañía, le expresó: "Rechazada mi oferta al gobierno de participación del 10 por ciento y también rechazada la otra combinación de conformarme al decreto de 13 de abril con tal que se concedieran algunas estacas adicionales fuera de dicha zona, me fue preciso presentar el negocio bajo otra faz. El resultado obtenido me dejó completamente satisfecho y no dude que igual sucederá con usted y los otros miembros del directorio Efectivamente, lo único que tiene interés para la compañía de esa inmensa zona de 1.125 millas cuadradas, que a todos espanta por su magnitud, son las salitreras del Salar del Carmen y de Las Palmas... Pues bien, en el arreglo efectuado, no sólo conserva la compañía la posesión de esas salitreras... sino que se adjudican a continuación de Las Salinas, sin más gravamen que una patente módica, 50 estacas de salitre de 1.600 metros de longitud por otros tan tos de latitud, o lo que es lo mismo, una superficie explotable de 50 millas cuadradas. Total: muchas leguas, cuadradas capaces de da alimento a una activa explotación por algunas decenas de años... "

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